Perú: “No tenemos una política de prevención frente al cambio climático” – Por Cecilia Remón

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Por Cecilia Remón *

El físico Ricardo Giesecke es una de las voces más autorizadas en temas ambientales en el Perú y América Latina. Con una larga trayectoria académica y profesional, ha desempeñado altos cargos públicos, como viceministro de Energía y Minas y ministro del Ambiente, así como en el sector privado y organismos internacionales.

En esta entrevista, Giesecke habla sobre la falta de prevención frente a los desastres que debido al cambio climático cada vez más afecta a la población.

-¿Las heladas, inundaciones, sequías son desastres naturales?

-No existen los desastres naturales; lo que existen son fenómenos naturales. El desastre significa he perdido mi propiedad, he perdido la vida, he perdido parientes, ese es un desastre. La mayor parte de los desastres en el Perú debido al cambio climático tienen que ver con el agua; agua que no tenía que estar, que nunca ha estado y que ahora empieza a estar en sitios que no se tenía previsto.

Desastre es que no llueva cuando tiene que llover, entonces desaparece la cosecha, afecta un montón de gente, y la gente se ve obligada incluso a migrar. ¿Qué sucede, por qué hay tanto desastre en el Perú? Básicamente porque la gente se asienta normalmente en las zonas donde no hay rastros de lluvia o cursos de agua reciente. Pero los nuevos pobladores se asientan en lugares donde pueden haber pequeños cursos de agua que son atractivos para las poblaciones especialmente migrantes que llegan e invaden un terreno. Un terreno invadido no está preparado, no tiene habilitación urbana, no tiene cañerías de agua y mucho menos de desagüe. Entonces la gente prefiere asentarse cerca del curso de agua, pero al hacerlo y que de repente este cambie de tener un caudal de 2 m3/s a tener 60 o 1,000 m3/s, seguramente se generará un desastre.

Hay ingenieros hidrólogos, ingenieros civiles que saben cuáles son sitios razonablemente seguros. Lo sabían los antiguos peruanos. La ciudadela de barro precolombina de Chan Chan, en la costa norte, en medio del desastre del Niño Costero del 2017, que yo sepa, no se ha destrozado ni más ni menos de lo que Chan Chan ha sufrido durante los últimos siglos por ocasionales lluvias. Entonces, es obvio que hay sitios que van a ser más seguros, pero esos sitios deben tener una habilitación urbana mínima; el Estado no puede desentenderse, no puede decir “el tema de la habilitación urbana es un tema estrictamente privado” o, peor aún, que la habilitación urbana corresponde a los gobiernos locales o municipales. No es así, como no lo es la educación, como no lo es la salud, como no es una serie de otros temas.

Hay que hablar de prevención de desastres; no de reconstrucción de desastres. Podemos despilfarrar toda la plata del mundo en reconstrucciones que obviamente van a ser fallidas porque reconstruir es en el mismo sitio, o un poquito más allá, o a 1 km, la gente no va a ocupar esos sitios porque a 1 km no hay agua y va a tener que caminar 1 km en las mañanas y en las tardes para traer un balde con agua. Eso no es aceptable y, por tanto, no será factible.

El cambio climático nos está haciendo caer en cuenta de que no tenemos una política de prevención, y prevención de desastres es fundamental para hacer algo respecto de lo que el cambio climático nos está amenazando. El cambio climático te va a quitar el agua, eso se puede convertir en un desastre. Si se secan las alturas, puede significar un desastre de migraciones forzadas, entre otras cosas. El agua afecta la vida directamente.

-¿Podemos hablar de migraciones forzadas por el cambio climático en nuestro país?

-Hoy día es posible verificar que hay una migración de gente de las zonas más altas de la Cordillera de los Andes a zonas más bajas. Abandonan sus tierras porque ya no tienen agua y sin agua no pueden vivir.

La gente ha empezado a sentir que los días de lluvia son cada vez menos en número, y por lo tanto los días de no lluvia son cada vez más en número, pero el agua que cae en todo el año es la misma. Entonces, ha cambiado la hidrología. No es lo mismo si en un solo día llueve todo lo que cae en el año porque arrasa con todo.

En los valles interandinos, la población en general, en relación a sus medios de vida, ya no siembran las tres cosechas con las que ellos han sido mantenidos y alimentados por sus padres, y los ancianos saben eso. Ellos se han tenido que quedar en casa cuidando las propiedades porque los jóvenes decidieron irse. Desde hace 15, 20 años empezaron a migrar porque hay una afectación obvia del punto de vista del ingreso, para su comida, para su subsistencia. Con tres cosechas ya no se produce igual que con una sola cosecha o incluso hasta dos.

Las familias campesinas andinas empezaron a mandar a sus hijos al extranjero a buscar mejores perspectivas de vida, a California, a la zona norte de Chicago, a Italia. Han ido saliendo como diáspora. En familias de 4, 5 hijos, 2 o 3 están afuera. Ahora que están asentados en otros países, cada hijo manda US$100, $150, $200 al mes; los padres reciben unos $800, $1,000 mensuales. Los ancianos no pueden trabajar la tierra, están sentados administrando las propiedades y con 1 o 2 hijos que quedaron hacen la siembra de a poquitos y lo que cosechan lo usan para intercambiar [trueque] con los vecinos, por otros productos como habas, vainitas, zanahorias, etc., porque si venden su producción no cubren ni el costo de lo producido. Los mayoristas pagan entre 0.80 y 1.20 soles el kilo de papa [equivalente a $0.23 y $0.35], y lo venden en el mercado mayorista de Lima a 4 o 5 veces el precio de compra.

Los jóvenes que están en el extranjero son verdaderos refugiados económico-climáticos porque de alguna manera el clima ha afectado su natural forma de vida; sus medios de vida han sido afectados.

-Está siendo afectada la agricultura de la cual dependen millones de personas. ¿Aquí también falta prevención?

-Hay un tema que se maneja mucho en la Conferencia Mundial de las Naciones Unidas para el Cambio Climático y se llama Sistema Nacional de Observación del Clima (SNOC). Es un sistema que deben tener todos los países, que significa que hay una red nacional de estaciones meteorológicas con detectores y sensores especializados. En el Perú, desgraciadamente, de un valle interandino al otro, el clima, el tiempo, es totalmente diferente; en uno puede estar lloviendo y en otro estar en una sequía terrible. Entonces se necesita una red razonablemente densa de estas estaciones meteorológicas para saber cómo están evolucionando los diferentes parámetros climáticos cada año en forma mensual, si los patrones de comportamiento siguen a los patrones del año pasado o no los sigue. Eso dará la posibilidad de prever lo que va a pasar en una semana, 15 y hasta en 20 días. Se podría estimar mejor si es conveniente o no sembrar ahora o prever la siembra de algunos productos más resistentes al stress hídrico.

Pero esas cosas no hay, y el Ministerio de Agricultura y su capacidad de darle algún tipo de información a los agricultores es prácticamente nula. ¿La agricultura en el Perú será solo agroexportación? No es así. La agricultura es de lo que vive la mayor parte de la población rural y pequeño urbana, y es lo que le da la mayor cantidad de empleo a la gente en el Perú y, desgraciadamente, es lo que está más amenazado por el cambio climático y el agua.

La agricultura depende muchísimo del clima, de la atmósfera, si llueve, si no llueve, si hay calor, si no hay calor, etc. El cambio climático está cambiando estas cosas. En la agricultura uno tendría que ser capaz de prever mínimamente qué va a pasar.

-Para la prevención de desastres es clave que las autoridades provean de información oportuna a la población. ¿Nuestras autoridades están en esa capacidad?

-Nuestras autoridades no funcionan bien; es más, yo diría que con las justas funcionan mal. Entonces existen la ANA [Autoridad Nacional del Agua, dependiente del Ministerio de Agricultura] y otras instancias como las juntas de regantes y todo eso, pero son un desastre porque la gente vive como si estuviera permanentemente en emergencia.

El SNOC es un tema que debe estar a cargo del Senamhi [Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología, dependiente del Ministerio del Ambiente]. ¿Qué tiene que ver el Senamhi con la agricultura? Pues prevenir a la gente que el año pasado y hace tres años pasó un determinado fenómeno y que probablemente pueda volver a suceder. Esta sería una forma de contribuir a la prevención de desastres a los agricultores.

Por ejemplo, el 14 de febrero del 2007 fue un día en que apareció una helada a las 2 am, 3 am, en la zona del lago Chinchaycocha, en Junín. Esa helada bajó lenta y silenciosamente y pasó a lo largo de todo el valle del Mantaro, y llegó hasta Huancavelica. Esa ola de aire helado simplemente congeló todos los sembríos de maíz. Al día siguiente, cuando salió el sol, todos los sembríos de maíz se volvieron amarillos y secos. Habían sido totalmente “disecados” por el hielo.

Pero un fenómeno como ese es controlable cuando se dispone de la información del evento en curso, con una o dos horas de anticipación. Yo he conversado con muchos agricultores que dicen “cuando nosotros sabemos que va a haber helada lo único que debemos tener es un par de fogatas alrededor de nuestras cosechas o un plástico grande y lo ponemos encima”. Cualquiera de esas cosas impide el congelamiento flash que sufren esas plantas. Pero quien les va a avisar si no hay nadie que detecte esas cosas. Si tuviéramos una estación meteorológica en el lago Chinchaycocha, en la zona de La Oroya o en la zona de Jauja, sabríamos que está pasando y simplemente con mensaje de texto se avisa en general a los agricultores que viene una helada y pueden tomar medidas.

Estas son cosas que hablamos, decimos, no es ingeniería de la NASA, es una cosa totalmente factible. Tampoco estamos hablando de presupuestos gigantes. Tal vez con unos $50 millones o $100 millones podríamos tener un SNOC para todos los valles, incluso costeros e interandinos, que le permita a la gente conocer y prevenir eventos climáticos que son desastrosos.


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