Investigadores de la UNQ lideran un importante avance para combatir el cáncer de piel

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El carcinoma de células basales se ubica, en la actualidad, como una de las maneras más corrientes de cáncer de piel. Anualmente termina con las vidas de 80 mil personas y, por eso, distintos grupos alrededor del globo se concentran en reducir su incidencia. En este sentido, un grupo de científicos de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) protagonizaron un verdadero avance en el campo: diseñaron una nanoestructura que vehiculiza el medicamento para tratar la enfermedad y ataca al tumor de manera específica. En el futuro podría reemplazar a la pastilla que se comercializa en la actualidad, que es muy costosa y ocasiona serios daños colaterales en tejidos y órganos sanos. Los desarrollos fueron conocidos de manera reciente en “International Journal of Pharmaceutics”, una de las publicaciones más importantes del sector.

“Incorporamos la droga Vismodegib –actualmente en el mercado– que se utiliza para tratar cáncer de piel en unos liposomas ultradeformables. Son estructuras muy particulares: unas vesículas esféricas de tamaño nanométrico [un nanómetro es un millón de veces más chico que un milímetro] que tienen la capacidad de atravesar la capa más externa de la piel y llegar a las células donde se desarrollan este tipo de tumores”, describe Natalia Calienni, que realiza su doctorado en Ciencia y Tecnología en la UNQ y es referente del estudio.

Hasta el momento la droga existente se suministra vía oral y ocasiona efectos secundarios. Este avance supone un cambio de paradigma, en la medida en que podría ser introducido al organismo en forma de crema o gel y permitiría obtener amplios márgenes de eficacia. ¿El objetivo? Reducir la toxicidad en los órganos sanos. “En la actualidad las cápsulas se toman una vez por día y el principal inconveniente es que, como toda droga quimioterapéutica, posee un montón de efectos secundarios –no deseados–. Lo que suele suceder es que el principio activo no solo conquista las células tumorales sino también otras regiones sanas del cuerpo”, plantea Calienni que, pese a su juventud, ya cuenta con siete papers publicados como primera autora.

Además, como si fuera poco, este avance permitiría reducir los costos del tratamiento de manera considerable. “Con la modalidad que diseñamos se suministraría, aproximadamente, 2500 veces menos de droga de lo que se hace mediante la cápsula. Además, llega al tumor entre dos y tres veces más que la terapia convencional”, dice Jorge Montanari, investigador del Grupo de Biología Estructural y Biotecnología y director del proyecto. Hoy el esquema de toma disponible bajo receta rinde 28 días y tiene un valor que roza el medio millón de pesos, con lo cual se restringen las condiciones de acceso de la mayor parte de los pacientes. Por ello, si la droga fuera suministrada por intermedio de estas nanoestructuras el precio disminuiría de manera notable.

Los experimentos fueron realizados en líneas celulares que derivan de organismos humanos. Los investigadores trabajaron desde su laboratorio con donaciones de piel recibidas de cirugías estéticas, como por ejemplo las que se retiran de pacientes a los que se les coloca un cinturón gástrico, y comprobaron con éxito cómo ingresaba el nanosistema. “En el futuro esperamos probar estas nanoestructuras en un modelo animal –en ratones que presenten este tipo de tumores de piel– y, no muy lejos en el tiempo, pasar a la realización de pruebas clínicas directamente en pacientes”, comenta Calienni.

De manera reciente, la UNQ fue reconocida por el ranking Scimago –índice que mide anualmente la calidad de la investigación de más de seis mil instituciones a nivel mundial– y alcanzó el quinto lugar en el rubro “Instituciones de Educación Superior del país”. Frente a ello, Montanari concluye: “Es alentador que una institución con menos de treinta años de historia se haya logrado posicionar de esta manera. Sin ir más lejos, nuestra investigación no hubiera sido posible sin este apoyo, ya que hace 18 meses que no viene un peso del subsidio del Conicet”.

Fuente-Universidad Nacional de Quilmes


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