Libre tenencia de armas en Brasil – El Comercio, Ecuador

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Es indudable que la seguridad personal y familiar es uno de los temas de mayor preocupación en la vida de las colectividades. Jair Bolsonaro acaba de cumplir una de las promesas con las que llegó a la Presidencia de Brasil: liberar la tenencia de armas.

Es una de las respuestas ante la inseguridad pública, dirigida a las consecuencias y no a las causas, que suelen dar los gobiernos populistas. En el caso del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, la posición va acompañada de un discurso de libertad e incluso de historia nacional. Cuando se habla de Bolsonaro, su estilo, sus fobias, sus ideas y sus políticas, es inevitable referirse al presidente filipino Rodrigo Duterte, quien si bien viene de la izquierda también tiene visiones radicales sobre la formación de escuadrones de la muerte y las ejecuciones extrajudiciales, así como sobre las minorías. Pero no solo se trata de un individuo sino de una sociedad.

A los cuatro meses de haber llegado a la Presidencia con el apoyo popular a sus tesis radicales, Bolsonaro se ha apalancado en el resultado de un referendo realizado en 2005 y en el que el 64% de brasileños se pronunció en contra de que se prohibiera totalmente la venta de armas. Quienes ejerzan el trabajo de camioneros, abogados, políticos y otros empleos tienen derecho a portar un arma de fuego, y podrán comprar hasta 5 000 municiones por año, según el decreto presidencial, que es criticado por especialistas y organizaciones de derechos humanos.

La advertencia es que la flexibilización de los controles a la tenencia -que permitiría portar armas a más de 20 millones de personas- no servirá para reducir los índices de violencia, sino al contrario, en un país con uno de los mayores índices de homicidios en el mundo. Ecuador, exasperado por el aumento de los asaltos a personas, no es ajeno al debate sobre las formas de enfrentar la delincuencia, y organizaciones de derecha plantean endurecer las penas para los delitos agravados. Pero el populismo penal solo hace que las cárceles se atiborren. Las soluciones deben ser integrales.

El Comercio


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