El Salvador: tras su asunción como presidente, Bukele anuncia la eliminación de cuatro secretarías

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Bukele eliminará cinco secretarías de la Presidencia de la administración anterior y creará dos nuevas

El presidente de la República, Nayib Bukele, dijo este domingo por la tarde que eliminará cuatro de las secretarías de la Presidencia fundadas durante la administración del FMLN. La decisión la anunció en el primer consejo de ministros que presidió en Casa Presidencial.

En este gestión desaparecerán la Secretaría Técnica de la Presidencia, la de Inclusión Social, la de Gobernabilidad, la de Transparencia y Anticorrupción, y la Secretaría de Vulnerabilidad, detalló Bukele ante los medios de comunicación durante la reunión del consejo. Por otro lado, se crearán dos nuevas: la Secretaría de Comercio e Inversiones y la Secretaría de Innovación.

Horas después, por medio de un comunicado de la Presidencia, se informó que Jorge Kattán y Vladimir Hándal fueron juramentados como secretarios de Comercio e Inversión y de Innovación, respectivamente.

Algunas funciones y programas como el de Cuidad Mujer pasarán bajo el nuevo Ministerio de Desarrollo Local, cuya ministra es María Chichilco.

El mandatario dejó en claro a su gabinete que trabajarán los 365 días del año y advirtió a sus ministros que el 31 de diciembre deben deponer sus cargos como un “formalismo”, para recordarles que todos su cargos están a disposición y “que deberán cumplir con el pueblo salvadoreño si quieren conservarlos”.

“Es una renuncia que yo voy a guardar en mi despacho, como una manera de que todos sepan, aunque ya lo saben, de que constitucionalmente que sus cargos están a disposición”, afirmó durante la reunión.

El gabinete del nuevo gobierno está integrado por ocho mujeres y ocho hombres. Los titulares de las diversas carteras de Estado fueron juramentados durante una ceremonia en el Palacio Nacional, tras la toma de posesión de Bukele, el 1 de junio.

Uno de los cargos que destacó es el de Nelson Fuentes, quien fungió como ministro de Hacienda en la gestión de Salvador Sánchez Cerén y es el único funcionario de la gestión del FMLN que continuará en sus funciones.

“Ahora tenes una doble tarea, porque no es lo mismo ser ministro del gobierno anterior que ser ministro de este gobierno. Este gobierno va a trabajar domingos, va a trabajar 365 días al año”, explicó Bukele a Fuentes.

Respecto al tema de seguridad, del cual los salvadoreños esperaban anuncios desde el discurso de la toma de posesión, Bukele señaló que no solo será responsabilidad del ministerio correspondiente, sino de todo el gabinete.

“La gran diferencia que tendremos en el combate a la inseguridad es que vamos a abordar el tema de manera conjunta y no solo un ministerio. Seguridad trabajará con Salud, Educación y demás ministerios”, expresó.

Más tarde, Bukele procedió a la juramentación de los titulares de las autónomas y dependencias, como por ejemplo la Secretaría de Comunicaciones de la Presidencia, que estará a cargo de Sofía Medina, quien fue gerente de comunicaciones de la alcaldía capitalina en la gestión Bukele.

Además, al frente de CEPA fue juramentado Federico Anilker. En el sector energético, William Granadino estará al frente de CEL. Mientras que Herbert Rivera Alemán dirigirá el Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS).

Bukele no explicó qué pasará con los trabajadores de las dependencias que ya no existirán durante su gestión. Según datos de la Unidad de Datos de El Diario de Hoy, son más de 300 los empleados que hay en las secretarías ahora disueltas.

El Salvador


Un reto cercano para Bukele: asumir en el sistema centroamericano

La próxima semana se concretará uno de los primeros retos para el presidente Nayib Bukele: asumir también la presidencia del Sistema de Integración Centroamericana (SICA).

En estos momentos todavía la ejerce Guatemala, pero desde el cuatro de junio será el turno de El Salvador. Ese día tendrá su primera cumbre con Jefes de Estado, un evento que se celebrará en el vecino país.

Como mencionó el excanciller Hugo Martínez durante una entrevista con Canal 33 esta semana, será un espacio para que Bukele se encuentre con dos presidentes con los que aún, en público, no se ha encontrado: Juan Orlando Hernández, de Honduras, y Daniel Ortega, de Nicaragua.

Ya el pasado ocho de mayo, el Comité Ejecutivo del SICA hizo el traspaso al entonces canciller salvadoreño Carlos Castaneda. La semana que viene, Jimmy Morales, presidente de Guatemala, entregará la presidencia pro témpore a Bukele.

Felicitaciones de Trump

En tanto, el presidente estadounidense Donald Trump tuvo palabras de elogio para Bukele en su primer día al frente.

A través de su cuenta personal de Twitter, el mandatario estadounidense envió un mensaje a su homólogo salvadoreño: “Los Estados Unidos se encuentran listos para trabajar con Nayib Bukele para avanzar en la prosperidad en El Salvador y en el hemisferio. ¡Felicitaciones, presidente Bukele, en su inauguración!”

Estados Unidos también organiza el trabajo por regiones. Cuando dice hemisferio, se refiere al hemisferio occidental, donde se encuentra El Salvador. La delegación estadounidense que presenció el traspaso de mando incluyó a una funcionaria de alto nivel que se encarga de los asuntos en el hemisferio occidental.

En estos momentos, los países del Triángulo Norte centroamericano (El Salvador, Guatemala y Honduras), junto México, están en un delicado proceso de buscar una solución al flujo de migrantes. Ha dicho Trump que si México no lo resuelve para el 10 de junio, comenzará a poner un cargo adicional del 5 % a todas las importaciones mexicanas. La mayoría de esos migrantes son centroamericanos.

Contrapunto


Tercera Brigada de San Miguel acata orden de Bukele y borra nombre de Domingo Monterrosa de fachada

Militares de la Tercera Brigada de Infantería en San Miguel ya han acatado la primera orden que dio ayer el presidente Nayib Bukele y han borrado el nombre del coronel Domingo Monterrosa de la fachada principal del edificio.

Este domingo por la mañana algunos soldados manifestaron no saber cuándo se obedecería la orden de eliminar el rastro de Monterrosa, señalado por la ONU por la masacre El Mozote. Sin embargo, momentos más tarde un grupo de militares procedió retirar las letras de la pared principal.

La medida tomada por Bukele fue bien recibida por parte de la población, que ha demostrado su apoyo en redes sociales. Sin embargo, dentro de la Fuerza Armada hay voces encontradas.

Esta mañana, José Antonio Amaya, veterano de la Fuerza Armada, dijo estar en contra. Agregó que habrá una protesta la otra semana para mostrar parte de ese rechazo.

Defensores de los derechos humanos aplaudieron el domingo la decisión.

“Se ordena a la fuerza armada retirar de inmediato el nombre del coronel Domingo Monterrosa del cuartel de la Tercera Brigada de Infantería en San Miguel”, publicó Bukele en su cuenta oficial de Twitter, a pocas horas de juramentarse como nuevo presidente de El Salvador.

“Esta es una deuda histórica que tiene el país, el anuncio nos ha sorprendido gratamente y abre esperanzas para las víctimas de guerra, en especial de las víctimas de la masacre de El Mozote y lugares aledaños”, dijo a la AP Miguel Montenegro que dirige la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador (CDHES).

David Morales, abogado querellantes que representa a las víctimas de El Mozote, dijo por su parte: “Felicito la decisión y espero que se cumpla, es una deuda de Estado. Ahora lo más importante es ordenar que toda documentación relacionada con la ‘Operación Rescate’ (durante la cual se perpetró la matanza de El Mozote), se ponga a disposición del tribunal”.

Recientemente, al concluir una visita a El Salvador, el relator especial de las Naciones Unidas, Fabián Salvioli, pidió a las autoridades salvadoreñas se quitara el nombre de Monterrosa a la Tercera Brigada de Infantería, de San Miguel, en el oriente del país, por estar vinculado a la masacre de campesinos.

La masacre de El Mozote, perpetrada en 1981, es la más grande documentada en la historia reciente de América Latina. Dejó un registro oficial de 978 víctimas, entre ellas 553 niños.

Un informe de la Comisión de la Verdad de Naciones Unidas divulgado en 1993 responsabilizó de la masacre al coronel Monterrosa, entonces comandante del batallón Atlacatl, así como al jefe de operaciones, coronel Armando Azmitia y a otros oficiales que no fueron juzgados bajo el amparo de la Ley de Amnistía.

Monterrosa y Azmitia murieron en la zona de El Mozote el 23 de octubre de 1984, cuando el helicóptero en que viajaban explotó en el aire por una bomba colocada por la guerrilla.

La Prensa Gráfica


Qué implica la orden «histórica» de Bukele de retirar el nombre de Domingo Monterrosa a la Tercera Brigada de Infantería en San Miguel

Un viejo reclamo de las víctimas de la Guerra Civil en El Salvador fue finalmente escuchado.

El presidente Nayib Bukele, que asumió el gobierno en la mañana de este sábado, ordenó a las Fuerzas Armadas retirar de un cuartel en el este del país el nombre de Domingo Monterrosa, el militar señalado por la Comisión de la Verdad de la ONU como responsable de la Masacre del Mozote, la mayor matanza ocurrida en el siglo XX en América Latina.

«Se ordena a las Fuerzas Armadas retirar de inmediato el nombre del Coronel Domingo Monterrosa, del Cuartel de la Tercera Brigada de Infantería, en San Miguel», escribió Bukele en Twitter.

Las Fuerzas Armadas no respondieron públicamente a la orden de su comandante en jefe de forma inmediata.

Pero antes, en 2012, una comisión especial del Ejército descartó una instrucción del entonces presidente Mauricio Funes (2009-2014) de hacer una «revisión de su interpretación de la historia» que evitara rendir tributo a presuntos violadores de los derechos humanos.

El Ejército de El Salvador no reconoce su participación en la masacre , asegura no tener documentación que la pruebe y considera a Monterrosa un héroe de la lucha contra la insurgencia armada que se diseminó por el país en la década de 1980.

Una orden «histórica»

La orden de Bukele es la primera medida que se conoce públicamente de su gobierno, lo que fue visto por sus seguidores como una señal de reparación para las víctimas de la guerra.

De ahí que diversos medios y analistas locales no tardaron en calificarla de «histórica».

Y es que, por décadas, pese a los numerosos reclamos, los sucesivos gobiernos de El Salvador evitaron tocar directamente a la figura de Monterrosa pues, según analistas, existía temor de que se pudiera generar inestabilidad o incomodidad en las filas del Ejército.

En 2012, Funes pidió perdón en nombre del Estado y nombró por primera vez a Monterrosa como uno de los responsables, aunque no tomó medidas para quitar el nombre de Monterrosa al cuartel.

«Lo que otros no hicieron en años, éste lo vino a hacer en menos de 24 horas…», escribió una usuaria de Twitter.

Casi 40 años después de la masacre, que dejó unos mil muertos, la mayoría de ellos niños, ninguna de los presuntos responsables ha sido llevado ante la justicia.

Monterrosa, que murió en extrañas circunstancias en 1984, fue entrenado en la Escuela de las Américas (SOA) en Panamá, y luego fue enviado a Taiwán para estudiar tácticas de insurgencia anticomunista.

Una sección especial a su nombre fue creada en el museo de las Fuerzas Armadas de El Salvador y tras su fallecimiento, el congreso salvadoreño lo honró con el título de «Héroe de Joateca» y lo declaró héroe nacional por su servicio al país.

Según el informe final de la Comisión de la Verdad de 1993, que detalló las violaciones a derechos humanos durante la Guerra Civil (1980-1992), Monterrosa fue el comandante del batallón de élite Atlacatl, cuyos miembros perpetraron la masacre.

La deuda de El Mozote

La Masacre del Mozote, ocurrida en diciembre de 1981, se ha vuelto en los últimos tiempos un tema recurrente en El Salvador, luego de que una comisión del Congreso propusiera una ley de memoria histórica que fue vista por sus detractores como un intento de garantizar una amnistía a los presuntos responsables.

Cuando el Congreso se prestaba a discutirla, Bukele amenazó a los parlamentarios con que se copiarían sus nombres para tenerlos en cuenta para futuras elecciones.

A inicios de mayo, el relator especial de la ONU para la Promoción de la Verdad, Justicia, Reparación y Garantías de no Repetición, Fabián Salvioli, solicitó a El Salvador retirar el nombre de Monterrosa del cuartel.

«He pedido que se quite el nombre del coronel Monterrosa al destacamento militar. No se le puede rendir honores a alguien responsable de una masacre. ¿Qué clase de valores son esos?, afirmó.

La solicitud no fue tomada en cuenta por el gobierno del saliente Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), formado en gran medida por antiguos guerrilleros que lucharon contra Monterrosa y el Ejército salvadoreño de entonces.

¿Qué fue la Masacre del Mozote?

Entre el 10 y el 12 de diciembre de 1981, miles de soldados que combatían a la naciente guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) lanzaron la llamada Operación Rescate en varios caseríos del este de El Salvador.

El Mozote, La Joya, Cerro Pando, Jocote Amarillo, Ranchería y Los Toriles fueron prácticamente reducidos a cenizas.

La Guerra Civil en El Salvador fue financiada en gran medida por Estados Unidos, que durante aquellos años destinaba al gobierno de El Salvador casi US$1 millón diario, que iba a pertrechos militares, adiestramiento, alimentación, colaboración de asesores o la formación de los batallones de contrainteligencia.

El gobierno de Estados Unidos, por años, ha asegurado que su ayuda iba destina a la consolidación de la democracia en El Salvador.

Cuando la prensa estadounidense publicó informes sobre lo sucedido en diciembre de 1981, el entonces subsecretario de Estado para los derechos humanos y asuntos humanitarios, Elliott Abrams (ahora enviado especial del presidente Donald Trump para Venezuela) descartó las denuncias como «propaganda comunista «.

Un día después de los reportes, certificaría ante el Congreso que en El Salvador se estaban dando pasos «fabulosos» en pro de la democracia.

La Prensa Gráfica


Masacre de El Mozote: cómo fue la mayor matanza del siglo XX en Latinoamérica y qué tiene que ver con ella el enviado de Donald Trump para Venezuela

Horas después de que se fueran los soldados, el fuego todavía iluminaba la noche, impregnada por el olor rancio de la carne humana quemada.

Rosario López fue una de las pocas que sobrevivió.

Era el 11 de diciembre de 1981 y, en la mañana, iba a visitar a su madre, que vivía más abajo, en la hondonada de La Joya, una aldea perdida en los confines de El Salvador.

Fue entonces cuando los vio. A la orden de uno de los jefes, comenzaron a separar a los hombres a un lado, a las mujeres del otro, a los niños hacia más allá.

De pronto oyó unos quejidos, un movimiento inusual: estaban disparando a unos, cortando el cuello a otros, violando a las mujeres más jóvenes.

Quiso gritar, correr hacia los miembros de su familia que estaban matando, estar con ellos, correr la misma suerte.

«Se oía a la gente llorando, los niños gritando por miedo, pidiendo que no los mataran».

Pero se dio la vuelta, volvió hasta su casa para buscar a sus hijos, a su marido, para intentar salvarlos si todavía le daba tiempo.

Lograron escapar poco antes de que los soldados llegaran a su puerta.

Se escondieron entre los matorrales, treparon por las malezas y sobre el fango, hasta que encontraron una cueva allá arriba, en las montañas.

Abajo, en La Joya, se escuchaban los gritos y ráfagas secas de disparos. Un humo denso cubrió el cielo en la noche.

«Quemaron todito, todito. Mataron hasta los cerdos, el ganado, las bestias, no quedó nada».

II

Entre el 10 y el 12 de diciembre de 1981, miles de soldados que combatían a la naciente guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) lanzaron la llamada Operación Rescate en varios caseríos del este de El Salvador.

El Mozote, La Joya, Cerro Pando, Jocote Amarillo, Ranchería y Los Toriles fueron prácticamente reducidos a cenizas.

Algunos grupos de derechos humanos estiman en más de 800 los muertos. Otros en más de 1.000. Todos coinciden en que la mayor parte de ellos eran niños.

Para muchos, fue la mayor masacre en la historia reciente de América Latina.

III

Rosario López perdió 24 miembros de su familia en un solo día y esperó 27 años para poder enterrarlos.

Dice que fue afortunada, entre los tantos que aún se preguntan por el destino incierto de los suyos: en diciembre pasado, le entregaron los restos de los últimos cuatro niños que no se habían logrado identificar.

En realidad, solo recibió una pequeña caja: dentro quizás solo había algún hueso, un diente, un mechón de pelo, alguno de los pocos despojos humanos que han logrado ponerle nombre con pruebas de ADN en los últimos tres años.

Pero para ella ha sido un acto de reparación, el cierre de un ciclo.

Antes pudo dar sepultura a su madre, a sus hermanos, a una prima en el último mes de embarazo…

También a una bebé nacida el 10 de diciembre de 1981 y asesinada un día después, cuando el Batallón de Infantería de Reacción Inmediata «Atlacatl, un comando entrenado en Estados Unidos, arrasó con su aldea.

«Yo solo quisiera poderle preguntar una cosa a los militares antes de morirme: saber por qué mataron tantas criaturas».

IV

Manuel Escalante, del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana, le cuenta a BBC Mundo que lo sucedido en 1981 fue parte de una «política de exterminio» de la que las fuerzas armadas que identificaban a las poblaciones rurales como retaguardia de las guerrillas.

«El Ejército estableció una estrategia de eliminación de toda forma de vida, incluida la humana, en ese sector rural bajo la idea equivocada de que estaba dañando al FMLN cuando en realidad lo que estaban masacrando era la población civil», explica.

El Ejército del Salvador no ha reconocido su participación en la masacre y asegura no tener ningún documento de la época que corrobore esos hechos o la intervención de sus fuerzas en estos poblados.

El gobierno también lo negó por años, hasta 2012, cuando el entonces presidente, Mauricio Funes, pidió perdón en nombre del Estado tras una sentencia condenatoria de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

V

«Yo recuerdo eso y se me parte el alma: en una casa escribieron con sangre en una pared: ‘Un niño muerto, un guerrillero menos’. Eran niños inocentes, qué guerrilleros de qué, eran solo niños».

VI

El esposo de Rosario, José de los Ángeles Mejía, bajó a La Joya varios días después.

Entre las cenizas, vio los primeros signos del horror: el pueblo arrasado, sembrado de cadáveres que se empezaban a descomponer.

Algunos rostros todavía le resultaban familiares: uno hijo de los Chavarría, la mayor de los López, aquel de los Pérez.

Fue entonces cuando también encontró el cadáver de su cuñada, con las piernas abiertas, el sayón alzado, la ropa interior quitada.

«Era la más jovencita, la más bonita de todas», cuenta López en conversación telefónica con BBC Mundo.

Mejía, que tenía entonces 37 años, primero la cubrió. Luego le dio sepultura como pudo, entre los más de 300 cuerpos que quedaron regados por la aldea.

Regresó a la cueva.

Vivieron allí escondidos por cinco años, ocultos del terror, con pánico de ser descubiertos, hasta que unos funcionarios de la Cruz Roja los encontraron haraposos y hambrientos a finales de 1986.

«Comíamos algún guineo que cazábamos, bebíamos agua del río. Algunos días nos los pasábamos sin comer».

VII

Wilfredo Medrano, representante de los sobrevivientes ante la CIDH, le asegura a BBC Mundo que la operación formó parte de una serie de estrategias diseñadas desde Estados Unidos para combatir la insurgencia en Latinoamérica.

«Bajo el gobierno de Ronald Reagan se destinaba al gobierno de El Salvador casi US$1 millón diario, que iba a pertrechos militares, adiestramiento, alimentación, colaboración de asesores o la formación de los batallones de contrainteligencia que fueron a formarse al Comando Sur o a Georgia», afirma.

En su criterio, EE.UU. implementó en El Salvador técnicas de guerra que incluso habían fallado en Vietnam, como los desplazamientos forzosos, la destrucción de poblados, bombardeos y aniquilamiento de poblaciones.

El gobierno de Estados Unidos, por años, ha asegurado que su ayuda iba destina a la consolidación de la democracia en El Salvador.

Cuando la prensa estadounidense publicó informes sobre lo sucedido en diciembre de 1981, el entonces subsecretario de Estado para los derechos humanos y asuntos humanitarios, Elliott Abrams, descartó las denuncias como «propaganda comunista».

Un día después de los reportes, certificaría ante el Congreso que en El Salvador se estaban dando pasos «fabulosos» en pro de la democracia.

Informes desclasificados años más tarde demostraron que Abrams, ahora enviado especial de Trump a Venezuela, estaba al tanto de lo sucedido en El Mozote y ocultó deliberadamente la información al Senado.

VIII

13 de febrero de 2019/Audiencia ante el Congreso de Estados Unidos de Elliott Abrams, enviado especial del presidente Donald Trump a Venezuela.

Ilhan Omar, congresista demócrata por Minnesota: «El 8 de febrero de 1982, usted testificó ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado sobre la política exterior de Estados Unidos en El Salvador. En esa audiencia, usted rechazó como propaganda comunista un informe sobre la masacre de El Mozote, en la cual más de 800 civiles, incluidos niños de dos años de edad, fueron brutalmente asesinados por tropas entrenadas por Estados Unidos.

«Durante esa masacre, algunas de esas tropas se jactaron de haber violado a niñas de 12 años antes de que las mataran.

«Más tarde usted dijo que la política de Estados Unidos en El Salvador fue un ‘logro fabuloso’. ¿Todavía cree que fue así?».

Elliott Abrams: «Desde el día en que el presidente (José Napoléon) Duarte fue elegido en una elección libre (1984), hasta el día de hoy, El Salvador ha sido una democracia. Ese es un logro fabuloso».

Ilhan Omar: «Responda sí o no, ¿crees que la masacre fue un logro fabuloso que ocurrió bajo nuestra responsabilidad?».

Elliott Abrams: «Esa es una pregunta ridícula y no la responderé».

Ilhan Omar: «Tomaré eso como un sí. Responda sí o no, ¿apoyaría a una facción armada dentro de Venezuela que se involucre en crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad o genocidio si cree que estaban sirviendo a intereses de Estados Unidos como lo hizo en Guatemala, El Salvador y Nicaragua?».

Elliott Abrams: «No voy a responder a esa pregunta».

IX

Rosario tiene 72 años y dice que por casi cuatro décadas su tarea ha sido recordar cada instante, cada cada rostro, de aquel 11 de diciembre.

Poco después de la masacre, escribió en una libreta el nombre de cada uno de sus muertos, para que el tiempo no pudiera borrarlos de allí, aunque el recuerdo de algunos sea cada vez más vago en su memoria.

Pero dice que su mayor temor es morir también y no ver que la justicia llegue a los culpables.

Casi 40 años después, nadie ha sido juzgado.

Una ley de amnistía de 1993 impidió por más de 20 años que se investigara lo sucedido.

Finalmente, en 2016, un dictamen de la Corte Suprema de Justicia declaró inconstitucional la ley y, poco después, un juez ordenó que se reabriera el caso.

Casi tres años después, la causa todavía está en fase de instrucción y se desconoce si llegará finalmente a juicio.

Pero lo que más preocupa a los sobrevivientes, sin embargo, es un proyecto de «ley de memoria» que amenaza con enviar otra vez a los archivos la investigación sobre aquellos días de finales de 1981.

«Quieren hacer que olvidemos todo de nuevo y hay cosas que no se pueden olvidar», dice López.

X

«Se concede amnistía amplia, absoluta e incondicional a favor de todas las personas, independientemente del sector al que hubieren pertenecido».

Artículo I, anteproyecto de nueva Ley de Reconciliación Nacional.

XI

Según explica el abogado Medrano, el proyecto responde a una orden de la Corte Suprema tras la declaración de la inconstitucionalidad de la Ley de Amnistía en 2016.

«En cumplimiento de esa sentencia se creó ahora una comisión ad hoc formada por exmilitares y exmiembros de la guerrilla que han hecho un borrador de dicha ley, pero que pretende decir otra vez borrón y cuenta nueva», afirma el también representante de Tutela Legal María Julia Hernández, la organización de la Iglesia católica que impulsó la investigación de la masacre.

La propuesta, explica, conllevará que una gran parte de casos no sean juzgados, que algunos prescriban o que los culpables sean condenados a penas distintas a la cárcel.

Naciones Unidas condenó el proyecto y consideró que su aprobación vulneraría el derecho de las víctimas a la justicia y la reparación.

Pero su creador, el diputado y exabogado de la Fuerza Armada, Rodolfo Parker, asegura que la nueva ley incluirá únicamente delitos «distintos a crímenes de lesa humanidad y graves crímenes de guerra» que, en su criterio, podrán seguir siendo juzgados.

Pero Rosario dice que ella ya no cree en los políticos, que solo quiere «el verdadero alivio» para lo que más le duele, que solo quiere justicia.

«Uno solo pide justicia y justicia no hay. Pero yo seguiré hablando, iré donde tenga que ir, porque lo que en este tierra se hace, en esta tierra se paga».

BBC


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