La encrucijada de las lenguas en Bolivia – Por Luis Oporto Ordóñez

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Luis Oporto Ordóñez *

Dos polos de desarrollo equiparados al que alcanzaron Imperios del viejo mundo, surgieron en América, bautizado con ese nombre por invasores europeos a finales del siglo XV: En el norte, la civilización Azteca y en el sur la civilización Inca.

Los Incas sometieron a numerosos pueblos indígenas confederados diseminados en los Andes, entre ellos los Aymaras, a quienes lograron doblegar con la triple estrategia de las alianzas familiares-interétnicas, la fuerza de los poderosos ejércitos quechuas y la colonización a través de los pueblos Mitmas, con el que lograron imponer un férreo control social, político, económico y cultural.

A la par, desarrollaron un sistema de contabilidad, único en su género a nivel mundial, mediante el quipu, base de la doble memoria: contable (custodiada por quipucamayoc), e historiográfica (a cargo de amawtas), desde la Pacha (unidad social de cien familias) hasta la Markas (10.000 familias) que forman el Suyo. En poco tiempo se impuso una lengua franca. La población del Collasuyo, bajo el dominio imperial Quechua, tuvo que resignar el uso de la lengua materna, el Jaqaru (aymara) y usar el runasimi (quechua) en la relación con los niveles de autoridad Inca.

El quechua era a la vez el vehículo de la religiosidad y del trabajo en la agricultura, de las grandes obras impulsadas con la Mita (los sistemas de riego, las terracerías, los silos imperiales y los centros ceremoniales). El aymara, relegado a la intimidad del hogar y a la vida interna del ayllu, subsistió con fuerza, se desarrolló y fortaleció. Pervivió de manera sorprendente en las voces de mando y en la toponimia de la vasta y accidentada geografía altiplánica.

1532. La vida en el Incario es interrumpida intempestivamente con la incursión de la hueste española que invadió el Cusco, con armadura metálica y arcabuz, montados en bestia nunca antes vista: el caballo. Francisco Pizarro apresó al Inca y lo ejecutó, a pesar de haber pagado Atahuallpa el rescate en oro que exigió. El nuevo orden colonial tuvo un impacto inesperado. Impuso una nueva lengua franca: el castellano; y un sistema de contabilidad y memoria caracterizado por la escritura y el papel, a cargo del Notario y el Escribano. Desplazan al quipucamayoc y al amawta y relegan el quechua a la intimidad de la vida comunitaria y del hogar.

1583. El Concilio de Lima y los ‘extirpadores de idolatrías’, ordenaron quemar los quipus de las huacas provinciales “en razón de los hechizos y brujerías que se les atribuía”, no sin antes transcribir su valioso contenido por labor paciente de escribanos y cronistas que extrajeron la memoria de los quipucamayoc y amawtas, destruyendo los registros del quipu y proscribiendo la memoria oral. Virreyes y gobernadores ordenaron levantar declaraciones de los antiguos quipucamayocs y amautas, empeñados en describir el pasado incaico, empleando cuestionarios previos, destinados a recoger las declaraciones, las que fueron protocolizadas. Estas declaraciones han pasado a la historia como las Informaciones tomadas a los Quipucamayocs, de las que se conocen las ordenadas por Vaca de Castro (dio lugar a Descendencia y gobierno de los Incas), La Gasca (a la Crónica de Cieza), Cañete (a las obras de Santillán y Polo de Ondegardo), Toledo (a la Historia Índica de Sarmiento de Gamboa) y Martín Enríquez (a los cronistas post-toledanos).

Las lenguas nativas, el quechua impuesto y el aymara materno, continuaron siendo empleados al interior de la comunidad indígena, pero en cuanto los indios salían de los límites de la Pacha, la Marka o el Ayllu, imperaba el idioma castellano, globalizado en todas las colonias de España en América, lengua que además se hablaba en España. También llegó el latín, aunque empleada de forma esporádica en los tribunales de justicia.

1825. Luego de 16 años de guerra sin cuartel, España sale de América. Roto el monopolio español que imperó por casi 400 años, los países independizados se incorporarse a los mercados mundiales. Lenguas extrañas empiezan a competir con el castellano, el francés, inglés y alemán, aunque relegados a los centros de comercio, grandes almacenes, puertos y centros de acopio. El quechua y el aymara continuaron desarrollándose con fuerza en los límites de la comunidad, aunque como resultado de la colonización, muchos indígenas fueron absorbidos en la vida de las ciudades, convirtiéndose en bilingües aymara o quechua/ castellano hablantes.

1907. El gobierno liberal decreta el servicio militar obligatorio para indígenas, enrolando en levas a los indios, donde entraban como nativo-hablantes analfabetos y salían como bilingües-alfabetizados. Los conscriptos indígenas, licenciados de los cuarteles volvían a los hogares con un nuevo legado: el castellano. Pronto vieron que el servicio militar era la puerta para alcanzar la ciudadanía.

1956. El gobierno nacionalista decreta el voto universal. Por primera vez indígenas acuden a las urnas a elegir. Por primera vez se ven ministros y legisladores indios. Fue la puerta de salida al mundo exterior, a los mercados mundiales, en el que el idioma global es el inglés. Con la globalización, se da el fenómeno de la preeminencia de la lengua global: el inglés, que se convierte en la lengua del comercio y de la educación superior. La oligarquía educa a sus hijos bilingües. Los colegios se esmeran en enseñar lenguas extranjeras.

En los hogares bolivianos se suscita un fenómeno singular: los hijos de los nativo-hablantes dejan de manera paulatina el uso de la lengua materna y la reemplazan por el castellano, que es la que usa la comunidad lingüística predominante. Al interior del hogar sólo los padres usan la lengua nativa, los hijos la entienden pero no la emplean. Los padres les hablan en lengua nativa pero los hijos responden en castellano. Aunque entienden la lengua materna, deciden erradicarla. La lengua materna queda relegada a la memoria, la mente. Sobrevive en momentos simbólicos, sobre todo en el mundo ritual, curioso elemento de identidad, así como en la sorprendente toponimia a pesar de las oleadas civilizatorias del Incario, la Colonia y la República.

2009. En un acto de dignidad, la CPE, reconoce como lenguas oficiales a los 36 idiomas nativos, declara obligatorio el uso de al menos dos idiomas oficiales en la Administración Pública: el castellano y el nativo regional predominante. Por primera vez en la historia política se valoriza el idioma nativo. Los servidores públicos observan con recelo y escepticismo. Es la encrucijada de las lenguas que muestra una sociedad colonizada que mira hacia afuera como paradigma civilizatorio, pero comulga con su identidad en los espacios simbólicos, rituales y políticos.

* Magister Scientiarum en Historias Andinas y Amazónicas. Docente titular de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA). Documento de trabajo presentado al módulo “Investigación transdisciplinar y lenguas Amerindias”, impartida por Teófilo Layme Ph.D., en el doctorado de Investigación Transdisciplinar de la UMSA.


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