Conflictos sociales y agrarios, algunos desafíos urgentes

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La negación de los conflictos por disputa de tierras, por derechos laborales y por la preservación de la cultura y la organización de los pueblos de la selva, apenas amplía esas luchas y el deseo de construcción de una sociedad diferente, con respeto por los territorios y cuyo desarrollo deba ser pensado por sus sujetos, con distribución de tierras y conservación ambiental, concomitantemente.

Los avances de la deforestación con la extracción de madera llevan a intensos conflictos entre los pueblos de la selva y los trabajadores contra los grandes terratenientes. De allí el asesinato, en 1980, del presidente de los trabajadores rurales, Wilson Pinheiro. El 22 de diciembre de 1988, otro sindicalista, el presidente del sindicato de trabajadores rurales de Xapuri (Confederación Nacional de Trabajadores en la Agricultura), Chico Mendes.

Se dieron y se siguen dando una serie de asesinatos y masacres. En 1996, el MST sufrió la masacre de Eldorado de los Carajás; la misionera Dorothy Stang, que organizaba a los trabajadores que resistían la entrada de las madereras en sus territorios fue ejecutada en 2005; los extractivistas y ambientalistas José Claudio Silva y Maria do Espírito Santo da Silva fueron asesinados por denunciar la deforestación y la apropiación de tierras con documentos forjados.

Después de un período de lenta, pero importante disminución de los asesinatos de lideres campesinxs, el golpe de 2016 revierte la tendencia. En 2003, el primer año de gobierno de Lula, hubo 73 asesinatos. De ahí en adelante, hasta 2015, los asesinatos continuaron en números alarmantes, aunque siempre variando entre 25 y 39 lideres ejecutados por las fuerzas del latifundio. En 2015, cuando el país ya estaba incendiado por la preparación del golpe, los asesinatos saltaron a 50 personas, subiendo a 61 personas en 2016 y alcanzando a 70 luchadores y luchadoras en 2017.

La Amazonía brasilera está marcada por los conflictos territoriales y se encuentra inserta una disputa de proyectos de desarrollo. La resistencia viene de agricultores, pueblos indígenas y de comunidades quilombolas que defienden sus derechos constitucionales a la tierra; movimientos populares siguen luchando por la reforma agraria ampliada. En las áreas urbanas, los movimientos por vivienda persisten; además de movimientos LGBT, de mujeres, de negros, y también de trabajadores de las diversas empresas que componen los complejos de megaemprendimientos.

La Constitución brasilera de 1988 es clara en su artículo 231 al afirmar que los pueblos indígenas tienen derechos originales sobre las tierras que tradicionalmente ocupan. En total, 13% del territorio brasilero es reconocido como Territorios Indígenas, no por casualidad, justamente la parte mejor preservada del país; se verifica apenas 2% de deforestación en esos territorios. En algunas regiones brasileras esas tierras comienzan a quedar aisladas, como islas de biodiversidad.

Esas resistencias forman un campo político cuya naturaleza colectiva se inscribe entre los grandes temas de la ecología política. Existe, de hecho, un aumento extremo de los conflictos socioambientales en todas las regiones amazónicas de los varios países que albergan la selva, pues agentes externos llegan con capital y poder, orientados por la perspectiva colonial produciendo desplazamientos de personas, proyectos, culturas y saberes.

Con todo, alineado al ideal neoliberal, el actual gobierno federal busca flexibilizar y disminuir la fiscalización de los impactos ambientales. Un gobierno que ni siquiera reconoce el calentamiento global y que descalifica la ciencia, la investigación ambiental y el trabajo de grupos organizados y conocedores de los problemas ambientales que son generados, incesantemente, en el día a día del país. Recientemente vimos las amenazas de retirar a Brasil del Acuerdo de París y liberar la producción de gas de efecto invernadero, reforzando la perspectiva de liberación de tierras de la selva.

El crimen socioambiental perpetrado por Vale en Brumadinho, Minas Gerais, es un crimen que tiene que ver con la opción por el modelo neoextractivista que produce minerales a gran escala a la par que produce residuos que se amontonan en el lugar de extracción. Se exporta la mejor parte del mineral y lo que queda es tóxico, inaprovechable, peligroso y pobre. Basura que se vuelve montaña, que entierra personas, casas, poblados, campos agrícolas, corrientes de agua y lagos, los sueños de muchos.

Los impactos de los modelos de desarrollo pueden ser irreversibles, como la deforestación, la pérdida de calidad da agua y el cambio climático, lo que exige cada vez más personas conscientes y dispuestas a tomar decisiones pensando en los derechos colectivos, un debate que nos involucra a todos.

Lo esencial es aprender la urgencia de cambio de ese modelo arcaico de agotamiento de la tierra, de un desarrollo depredador, por otro que atienda los intereses del colectivo, de la sociedad, y de la naturaleza, hoy en proceso de agotamiento agonizante.

La resistencia es parte de los procesos de autodeterminación en el sentido de apuntar hacia un modelo emancipatorio, descolonizado, conforme se piensa la ecología y la política. La transición a un modelo ecológico de desarrollo territorial mediado por la tradición, por la cultura y por la convivencia armoniosa con la selva.

El horizonte que reclaman los pueblos vinculados a ella es el de avanzar en el mantenimiento y conquista de nuevos territorios que garanticen su soberanía sobre la tierra, el agua y el bosque; la orientación de la agricultura hacia la producción de alimentos sanos y la construcción de un nuevo proyecto energético, basado en la soberanía de los trabajadores y el respeto a la naturaleza.

«Ojalá, compañero Chico, aquí mismo a orillas del río Acre, en tu amada tierra de Xapuri, en el corazón de la selva amazónica, la juventud del año 2120 pueda reunirse en una auspiciosa Semana de Chico Mendes, para celebrar la fuerza de la lucha que llevamos con nuestro pueblo de los bosques, del sertão, del mar, de los ríos y de la selva; para conmemorar la unión de todos los pueblos en torno a los ideales que nos legaste y a la revolución planetaria que la medida del tiempo no te permitió vivir, pero que tuviste el placer de soñar.” Carta del Encuentro Chico Mendes 30 años: Una memoria a honrar, celebrado del 15 al 17 de diciembre de 2018 en la ciudad de Xapuri, Acre.


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