-No estoy en contra de ningún proceso de integración, es irreversible que el mundo se ha globalizado. De lo que estoy en contra es que los procesos de integración se hagan desatendiendo lo que pasa a nuestro país. Todo proceso de integración supone superar asimetrías, y las asimetrías de la Argentina hoy respecto al mundo desarrollado son infinitamente mayores, porque fue un desastre la gestión de Macri y son espantosos los resultados. Eso hace más difícil la integración, pero hay que afrontarla con inteligencia. En ese contexto, la unidad latinoamericana puede ayudarnos.

-¿Tiene previstos otros viajes internacionales antes de las elecciones?

-Quedó pendiente lo de México que yo suspendí una vez, después propuse otra fecha y se le complicaba al presidente López Obrador. Yo tengo muchas ganas de avanzar porque creo que después de muchos años México ha vuelto a mirar al continente latinoamericano y quiero ayudar a que esa integración ocurra. Cuando lanzamos el grupo de dirigentes progresistas en Puebla lo hicimos con esa idea, sabiendo que México tiene sus compromisos con el Nafta y con Estados Unidos. No pedimos que reniegue de eso sino que también tenga un ojo en América Latina.

-¿Y Estados Unidos no está en sus planes?

-Estados Unidos es la primer potencia del mundo. Hablar y estar en Estados Unidos supone también una toma de posiciones más clara nuestra, y yo quisiera visitarlo luego de que los argentinos me consagren como presidente. Antes no.