TIAR: Jugando con candela – Por Clara López Obregón

827

Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Clara López Obregón *

La política exterior debe ser una política de Estado y no de gobierno. Debe ser el sello de la nacionalidad frente al mundo y no la extensión de las parcialidades que llegan a ocupar la primera magistratura. Dada la importancia de la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores, la Asamblea Constitucional de 1991 la elevó a rango constitucional. Por mandato del Estatuto de la Oposición, en esta debe tener asiento la oposición, al lado de los expresidentes y demás miembros, lo cual confiere carácter nacional a sus deliberaciones.

Desde que arreció la crisis venezolana con la elección del presidente Duque, varios de sus integrantes han solicitado que se convoque para cumplir su misión constitucional. El expresidente Samper, el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado y varios dirigentes de diversas vertientes han solicitado al presidente Duque convocar esta comisión consultiva de alto nivel para discutir la política exterior del Colombia sobre el sensible tema de Venezuela.

La posibilidad de que el conflicto degenere en una intervención militar ha sido la preocupación principal de quienes quisieran ver una discusión pública sobre la política exterior del presidente Duque. La reciente activación del Tratado de Defensa Recíproca, TIAR, desde la OEA, muestra la necesidad de no seguir aplazando la convocatoria del órgano constitucional ideado para discutir precisamente temas de esa envergadura.

Según la Ley 68 de 1993, la comisión asesora debe citarse ordinariamente cada dos meses para sesiones informativas y extraordinariamente cuando lo determine el presidente. Ya está bueno. No debe evadirse la obligación legal de una discusión seria sobre la gravedad de la situación actual con el vecino país. En 1950, cuando Colombia derivaba hacia el autoritarismo, mediante decreto presidencial se suprimió la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores creada por la Ley 91 de 1922. Ahora se recorre el mismo camino, sin decreto, pero incumpliendo la obligación de citar sus sesiones.

La activación del TIAR amerita un examen democrático serio. En primer lugar, porque autoriza la intervención militar de EEUU en Venezuela, amparándola en una legalidad multilateral. Todos afirman que no piensan ir tan lejos. ¿Cómo se explica entonces, teniendo la Carta Democrática que cumple las mismas funciones, salvo la intervención militar, que se acuda a este instrumento anacrónico en clave de la guerra fría que ya amparó invasiones en el pasado?

Tanto México como Venezuela se habían retirado del TIAR. El pasado 16 de agosto el representante de Juan Guaidó ante la OEA anunció que Venezuela se había reincorporado al TIAR. El 12 de septiembre, el Consejo Permanente, en votación dividida, decidió activar el TIAR y el 15 de septiembre, Guaidó anunció que se había retirado de los diálogos intermediados por Noruega entre el gobierno de Venezuela y la oposición. Esos tres hechos develan una estrategia belicista en pleno desarrollo. La situación está candente. Una chispa puede incendiar la pradera. El gobierno de Maduro muestra su poderío militar con ejercicios sin precedentes en la frontera con Colombia y el único freno a una intervención militar es el presidente Trump.

Hace pocos días, este despidió a su asesor de seguridad nacional, John Bolton, a quien dijo haber tenido que frenar frente a Venezuela, afirmación que ya recogió. Las relaciones exteriores del Estado colombiano deben fundamentarse en la soberanía, el respeto a la autodeterminación de los pueblos y el reconocimiento de los principios del derecho internacional. Con la activación del TIAR, el gobierno Duque ha renunciado a la dirección soberana de la política internacional, sometiéndose a la política de los Estados Unidos y de la oposición venezolana, que responde a intereses distintos y, en esta coyuntura, a perspectivas electorales que nublan el discernimiento y por tanto pueden conducir a cualquier extremo, incluida una aventura militar.

El gobierno de Colombia juega con candela y si se quema, se quema el país. Ya es hora de escuchar voces distintas a las belicosas de los dos aspirantes presidenciales de su partido y entorno, el canciller y el embajador en Washington. Presidente Duque: convoque a la Comisión de Relaciones Exteriores para deliberar sobre el interés nacional con la pluralidad de voces y la contención que este demanda.

Semana


VOLVER
Más notas sobre el tema