Chile | Michelle Peutat, abogada chilena: “No podemos seguir gobernados por una Constitución redactada en dictadura”

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Entrevista a Michelle Peutat, abogada chilena

Por Carla Perelló, de la redacción de NODAL

“Así de sobrepasados andamos acá”, escribe Michelle Peutat, abogada chilena, en un mensaje y comparte dos videos. En uno se ve cómo Carabineros dispara a un hombre a quemarropa. En el otro una cantidad de personas desesperadas lloran mientras una sostiene a un hombre ensangrentado. Son imágenes de la represión en Chile tras la implementación del Estado de Emergencia y el Toque de Queda que rige para distintas ciudades desde el jueves 17 de octubre, que restringen la libre circulación, de reunión, de protesta y dispone a militares en las calles. En entrevista con NODAL Peutat explica el contexto y vaticina respuestas ante la crisis.

El conflicto crece desde hace 20 días cuando el presidente, Sebastián Piñera, anunció por segunda vez en el año un alza de 30 pesos chilenos (poco más de un dólar estadounidense) en la tarifa del transporte. “Evadir, no pagar / otra forma de luchar”, es el cántico que viralizaron estudiantes secundarios. Las “evasiones” a los molinetes en el Metro se hicieron masivas y se desarrollaron cacerolazos marchas pacíficas. Hasta la voz de Víctor Jara, cantante asesinado durante la dictadura de Augusto Pinochet, volvió a sonar mientras organismos de derechos humanos denuncian torturas, vejaciones sexuales, detenciones arbitrarias y asesinatos por las Fuerzas Armadas y Carabineros.

Una de las consignas en estas movilizaciones es: «No son 30 pesos, son 30 años», ¿qué significa eso?

Es claramente el diagnóstico que hoy día hace la ciudadanía, que hace el pueblo de Chile, que despierta de un letargo de bastantes años. Si bien había habido movilizaciones importantes por demandas en particular no había existido una protesta social tan masiva en todos los rincones del país, en todas las comunas, entendiendo que no podemos seguir aguantando un modelo que parece ser, a los ojos de los que han dirigido el país durante los últimos 30 años, un modelo exitoso. Hace unos días el presidente Piñera decía que Chile era un oasis y uno de los países de Latinoamérica con mayor ingreso per cápita, lo cual hace que sea bastante inentendible el malestar que existe. Pero, es que, en realidad, tiene que ver con un sinfín de demandas que no han sido escuchadas por los partidos políticos ni por los gobiernos. Estamos hablando de un país que está en sequía, donde las mayores industrias han acabado con el agua y que pese a que el agua ha sido considerada un derecho universal y un derecho humano, en Chile está en manos de privados. Las mineras en su gran mayoría significan la riqueza del país, pero los grandes ingresos se los llevan las empresas trasnacionales y gran parte de esas ganancias van a las Fuerzas Armadas y no se sabe con claridad para qué destinan esos recursos (N de R: desde 1958 las Fuerzas Armadas son financiadas por la Ley de Cobre, es un 10 por ciento de las ganancias de la empresa Codelco. La ley fue derogada, pero el sistema de financiamiento se irá disminuyendo con los años). El modelo de pensiones es indigno y tiene pensiones básicas solidarias de 100 mil pesos (135 USD), a muchas personas mayores no les alcanza para poder cubrir los consumos básicos de vivienda. Es la falta de oído del mundo político a las demandas del mundo estudiantil durante muchos años. Pese a las grandes movilizaciones que vivimos seguimos pagando en educación uno de los valores más altos en todo el mundo. Es el transporte público, la salud, los hospitales. Desde hace meses los hospitales se están quedando sin insumos porque han bajado el presupuesto. Los niños, niñas y adolescentes viven en un sistema precario y ha habido muertes en el SENAME (Servicio Nacional de Menores). No ha habido una política pública de infancia que de manera integral pueda evitar la socialización callejera y los problemas de vulneración de derechos que también viven muchos niños y niñas en este país. Para qué vamos a hablar de la pobreza y de índices de desigualdad, son tremendamente abusivos. Esos 30 años que se mencionan involucran algo que para mí es fundamental y que tiene que ver con una nueva Constitución. No podemos seguir gobernados por una Constitución redactada en dictadura. Eso es algo inaceptable, es algo que pese a las pocas reformas que se le han hecho y se han intentado maquillar, es una Constitución que nos amarra y que es la base principal del modelo neoliberal en Chile. Segrega y genera desigualdades sociales. Eso es lo que pasa. La gente despertó, ya no tiene miedo, está cansada y va a llegar hasta las últimas consecuencias para reivindicar las demandas de su pueblo.

En los últimos años las y los estudiantes han protagonizado diversas y masivas marchas: el “Mochilazo”, en 2001; la «Revolución de los pingüinos» en 2006, las universitarias en 2011 y las tomas universitarias feministas del año pasado, ¿cómo caracterizaría a estos actores dentro de la sociedad chilena?

Creo que no es casualidad que las grandes movilizaciones en este país en los últimos años se hayan iniciado desde los secundarios y desde las universidades. Tiene que ver principalmente con un quiebre generacional de quienes no vivieron la dictadura y fueron también criados bajo un modelo que sólo produce abusos y sólo genera segregación. Creo que los jóvenes son evaluados por la sociedad chilena como quienes tienen el valor de poner la voz en estos temas por todos los chilenos y chilenas. Y hoy están saliendo en masa a apoyarlos como lo hicieron en 2011, cuando se luchó por una gratuidad y calidad en la educación. Y también lo que fue el movimiento feminista el año pasado. Aunque ahí hay algunos matices, porque por supuesto que involucraba a mujeres de distintas generaciones y distintas edades que venían luchando por el feminismo e incluso desde la dictadura. Al parecer de toda la población, diría en su gran mayoría, si no hubiese sido por estas movilizaciones que iniciaron los secundarios evadiendo el pasaje en el Metro por el alza del transporte público hubiera sido muy difícil que se gatillara esta situación. Sin duda, es un quiebre de una generación que no tiene miedo, que no tiene el trauma de la dictadura y que incluso no ha tenido miedo de enfrentar a los militares en la calle, en movilizaciones absolutamente masivas y que se han producido de manera pacífica.

Ante las evasiones masivas y las protestas Piñera respondió con el Ejército, Estado de Emergencia y Toque de Queda, ¿cómo se lee esta reacción en el contexto político?

Creo que la reacción de Piñera ha tenido una responsabilidad que también les compete a los partidos de oposición a este gobierno. Durante los dos años que ha gobernado Piñera, la oposición ha sido profundamente débil y esa es una autocrítica que se debe hacer y es inaceptable. En los últimos dos años la oposición se ha reducido a ciertos proyectos de ley o a ciertas coyunturas. Por ejemplo, el proyecto de las 40 horas para reducir la jornada laboral de 45 a 40 horas, que logró adhesión de la ciudadanía y, por suerte, ha dependido de la existencia de diputados que aún intentan abogar por las demandas del pueblo. Pero principalmente, es una oposición débil, de partidos políticos que hace mucho rato no escuchan las demandas sociales. Yo he sido testigo. Acabo de renunciar hace poco al Partido Socialista donde militaba porque me aburrí, me cansé de participar en una estructura que no escuchaba a sus bases militantes y mucho menos escuchaba al pueblo. Fui testigo de cómo distintas instancias partidarias no eran capaces de poder ponerse en contacto con sus militantes que eran parte del movimiento social, no les interesaba escucharlo, no les interesaba conocer las demandas, no les interesaba debatir sobre estos temas y mucho menos les interesaba legislar en el Congreso. Eso finalmente causó una indignación y yo creo que eso lleva al presidente Piñera a una situación de aún mayor comodidad, ante una oposición sin la legitimidad suficiente en la ciudadanía para poder canalizar las demandas. Piñera lo hace, aunque se encuentre en una tremenda crisis y prácticamente en una situación de ingobernabilidad por la misma despolitización que este gobierno ha tenido para poder conducir al país. La principal crisis en este momento es que existe un movimiento social que se alza y se levanta, pero a propósito también de la molestia, de la angustia, de la frustración, de los abusos, que no han sido canalizados ni conducidos por ninguna organización política y eso también tiene que ver con el desprestigio que tienen. Por eso las declaraciones de los políticos, de Piñera reuniéndose con los distintos partidos políticos, son cosas que no van a calmar a la ciudadanía. Son medidas sin sentido, desconociendo la realidad, no entendiendo el problema de fondo que parte también por este descontento y este malestar social.

¿Cómo se sale de esta crisis?

Creo que la única salida a la crisis pasa principalmente por medidas de corto plazo como terminar con el Estado de Emergencia y sacar a los militares de la calle. Posterior a eso, creo que debe iniciarse un proceso de una nueva Constitución. Me parece que ese es un pilar fundamental para poder iniciar un nuevo proceso en Chile y una nueva etapa en democracia de una vez por todas. Que sea un nuevo proceso constituyente, a través de una Asamblea Constituyente. Con esto me refiero a que no sea entre cuatro paredes, entre algunos políticos, entre los dirigentes de los partidos políticos y mucho menos entre los parlamentarios. Hoy día es la ciudadanía la que quiere discutir, son los vecinos y las vecinas los que se están manifestando en las esquinas, haciendo barricadas, cortando calles, gritando, caceroleando, gritando desde los edificios mientras los milicos siguen disparando. Son gente a cara descubierta que si se tapa la boca es producto del excesivo daño que produce una bomba de gas lacrimógena que está llegando a niveles insostenibles, irrespirables, que está impidiendo la protesta social en las calles. Pero son esos vecinos y vecinas los que quieren sentarse a discutir y conversar cómo piensan un Chile para el futuro. Eso solamente se va a lograr a través de los territorios, de los vecinos y vecinas reunidos en unidades vecinales, de los gobiernos locales poniéndose las pilas para que los vecinos tengan espacio para dar esta discusión y también del apoyo y la red que puedan generar las distintas organizaciones que han existido en el último tiempo producto de las distintas demandas que han nacido a través de estos abusos sistemáticos del modelo neoliberal. Con esto me refiero a la CUT (Centra Unitaria de Trabajadores), al movimiento No+AFP (sistema de pensiones), al movimiento por Asamblea Constituyente, al movimiento por la nacionalización del agua, por la nacionalización de recursos naturales, por la vivienda digna, a las compañeras feministas, a las distintas organizaciones que abogan por los derechos de los niños, las niñas y de la juventud, y así un sinfín de actores políticos del arte y de la cultura que tienen que fortalecer y poner sus redes a disposición de que la ciudadanía discuta. Dejar de lado mezquindades, proceder a una unidad político-social, que permita encauzar un proceso de una nueva constitución a través de una Asamblea Constituyente. No sirven las medidas parche que acaba de anunciar Piñera durante la noche del martes 22 de octubre. Hay que mirar al detalle cómo se pueden llevar a cabo, pero muchas ya tenemos información de que tienen que ver con proyectos que ya habían sido impulsados y son migajas para el pueblo por la situación que está viviendo. Si quieren hoy día en Chile tener una nueva realidad, si queremos pasar una nueva etapa democrática, tiene que ser a través de una nueva Constitución. Me parece que ese es el piso mínimo en Chile para poder salir de esta crisis y la gente no va a descansar hasta que escuche un anuncio de tales características.


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