Desigualdades, políticas públicas capturadas y desafíos de las ciencias sociales en América Latina y el Caribe – Por Karina Batthyány y Pablo Vommaro

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Por Karina Batthyány y Pablo Vommaro *

La situación actual de América latina y el Caribe es particularmente compleja. Podríamos definirla como encrucijada.

Una encrucijada compleja debido a un conjunto de fenómenos que se producen simultáneamente en lo económico, ambiental, político, ideológico, cultural y social. Esta complejidad trasciende los graves problemas de la pobreza, la falta de empleo o la concentración de la riqueza, involucrando otras dimensiones como los derechos humanos, las desigualdades, las migraciones, la corrupción, la violencia, la inseguridad, la postergación de los derechos de los pueblos indígenas, negros y afrodescendientes, la ausencia o debilidad de institucionalidad estatal, la movilización social y su criminalización, la calidad de la democracia, las derivas autoritarias de algunos gobiernos.

A propósito de la coyuntura política, se observa una situación ambivalente. Por un lado, surgimientos y retornos de gobiernos de derecha y ultraderecha, neoconservadores y neoliberales. Con políticas sociales regresivas, excluyentes y retrocesos a nivel de derechos, reconocimientos y condiciones de vida dignas. Así como también vulneraciones a la institucionalidad y avasallamiento de las libertades y los derechos políticos y civiles. Por el otro lado, permanencia y, en algunos casos, revitalización de gobiernos progresistas o populares a nivel nacional y local (México, Cuba, Bolivia y Uruguay, entre otros a nivel nacional; Valparaíso y Rosario, entre otros a nivel subnacional o local).

Asimismo, a pesar de la mejora relativa de indicadores económicos y sociales en las últimas décadas, las desigualdades persisten. Esto abre un panorama de tensiones, paradojas y tendencias contrapuestas. En ese sentido, se observan indicadores que mejoran relativamente, pero considerados en series de mediana duración se visualiza cómo las desigualdades persisten y hasta se profundizan. De esta manera, se visibiliza la multidimensionalidad de las desigualdades, no solo socioeconómicas, de ingresos, fiscales o de posición social.

Por su parte, el discurso dominante en los últimos años se ha centrado en la crisis económica y sus efectos, cuando las miradas deberían dirigirse a las fisuras de un orden cultural y político que, ayudado por la negativa situación económica, está dando clara señales de agotamiento y exige una revisión de sus postulados. Esta es una tarea que debería comprometernos de manera singular a los que trabajamos e investigamos en el ámbito de las ciencias sociales y las humanidades. Estas fisuras están afectando nuestro ámbito de libertad y nuestra condición de ciudadanía, vulnerando lo que creíamos conquistas irreversibles de la democracia. Se trata de democracias en las que comprobamos, además, cómo conviven viejas desigualdades con nuevas exclusiones, estigmatizaciones y segregaciones.

En ese sentido, pese a que América Latina cuenta con regímenes e instituciones de la democracia representativa y ciclos electorales regulares, los análisis llaman la atención sobre las limitaciones y déficits en la calidad de las instituciones políticas. Entre otros, un elemento que requiere particular atención es la concentración extrema de la riqueza que se relaciona, en muchos casos, con la concentración del poder, y ésta deriva en sistemas democráticos capturados por quienes detentan ese poder. Se trata de políticas públicas capturadas por los sectores dominantes, que refuerzan las dinámicas de producción y reproducción de las desigualdades y degradan las condiciones de vida de las mayorías.

Una de las dinámicas que genera la producción y reproducción de las desigualdades es la captura de las políticas públicas por parte de los grupos dominantes. Esta captura, es decir, el uso de dispositivos e instituciones de lo común para mantener los privilegios y posiciones dominantes de unos pocos, se expresa también en los discursos sociales y públicos que se legitiman y consagran para naturalizar este tipo de políticas. Discursos que invisibilizan realidades (por ejemplo, las condiciones de vida de los pueblos subalternizados, la precarización de la vida de las mayorías o la distribución de los cuidados y los tiempos), ocluyen discusiones (como las de la estructura fiscal, la distribución de la renta o los endeudamientos externos leoninos e ilegítimos) y buscan responsabilizar a ciertos grupos del malestar y la degradación de la vida de las mayorías (como se hace en muchos países con los migrantes, con quienes reciben transferencias de programas sociales o quienes exigen derechos postergados).

Los mecanismos de captura se complejizan también con los dispositivos de control del conocimiento o velo técnico. Con esta denominación nos referimos a los mecanismos que buscan excluir a la mayoría de la sociedad de las decisiones que producen sus condiciones de vida. Asimismo, este control posibilita que los grupos con más recursos determinen las políticas públicas -como las fiscales-, llegando a moldearlas en función de sus propios objetivos y en contra del interés colectivo. Esto se logra muchas veces revistiendo de carácter técnico (o tecnocrático) y objetivo definiciones que tienen un sentido político insoslayable. Así, se ocultan debates, sentidos y efectos de las políticas adoptadas y se busca naturalizar decisiones que expresan relaciones sociales y configuraciones culturales, que son presentadas como las únicas posibles con el concurso de intelectuales, técnicos y funcionarios que controlan las informaciones y concocimientos para que no se hagan públicos.

Para las ciencias sociales y las humanidades, es necesario enfrentar el desafío de reinterpretar los principios de igualdad y de pluralismo en estrecha conexión con una realidad cada vez más pluricultural y heterogénea. En el sentido de construir nuevos paradigmas para gestionar pacíficamente los conflictos conectados a la diversidad y redefinir los derechos fundamentales en términos que hagan compatibles igualdad y pluralismo.

Vivimos en un momento en el que, junto a las demandas de reconocimiento de identidades culturales, asistimos a fenómenos que ponen en cuestión el horizonte de  sociedades basadas en la convivencia pacífica de las diferencias.

Varios riesgos amenazan la construcción de democracias pluriculturales: el incremento de la intolerancia, las dinámicas de segregación en las ciudades, la pérdida de libertades democráticas en nombre de la seguridad, la criminalización de las migraciones, el desconocimiento de diversidades y autoniomías o los conflictos que en los últimos años se están generando entre libertades como la religiosa y de expresión.

En una democracia integral, donde el bien común debe primar sobre los intereses individuales, lo último que debería hacer una política pública es aumentar las desigualdades. Por lo tanto, la función de los Estados es precisamente desarrollar políticas públicas que enfrenten estos fenómenos y que amplíen y mejoren los derechos y las condiciones de vida de la ciudadanía.

Uno de los principales desafíos de las ciencias sociales y las humanidades latinoamericanas y caribeñas en la actualidad es producir herramientas que permitan estudiar y comprender la captura de las políticas públicas y del conocimiento y sus vínculos con las desigualdades, para contribuir al desarrollo de un pensamiento crítico al servicio de la transformación democrática de la realidad de los pueblos de la región. Para esto es necesario establecer alianzas multiactorales e implementar abordajes multidimensionales.

Desentrañar, interpretar y contrarrestar los mecanismos que los grupos dominantes detentan para capturar las políticas públicas en la mayoría de los países de la región y dejar en evidencia las capturas del conocimiento y los velos técnicos que obturan y opacan los debates públicos y los mecanismos de toma de decisiones colectivas son desafíos urgentes que tenemos que asumir las ciencias sociales y las humanidades para contribuir a la construcción de sociedades más justas, democráticas, diversas e igualitarias.

* Karina Batthyány, Secretaria Ejecutiva de CLACSO

* Pablo Vommaro, Director de Investigación de CLACSO


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