Chile | Abortos y partos prematuros: La violencia que sufren las mujeres embarazadas por la represión

960

Por Meritxell Freixas

Era el día que la Mesa de Unidad Social había convocado el primer paro nacional que se celebraba en el marco de las movilizaciones. El 30 de octubre la cita congregó a miles de personas en las marchas de la mañana que, luego, como cada tarde desde el 18 de octubre, llegaron hasta Plaza Italia. Hacia las 18:30, Carabineros empezó a dispersar a los manifestantes con carros lanza aguas y bombas lacrimógenas, por lo que los participantes se fueron desplazándo hacia el oriente, por avenida Providencia. A las 19 horas la estación de metro Salvador ya estaba totalmente cerrada y dos horas más tarde todavía había incidentes en la intersección de Providencia con Eliodoro Yáñez. A esa hora Karin Huber, de 31 años y con un embarazo de 28 semanas, salió de un restaurant del sector, donde trabaja. Al darse cuenta de que el metro estaba cerrado, decidió llamar a un taxi, que esperó durante unos 15 minutos.

“Había muchos restos de barricadas por la zona. Todos los días ha habido humo y aire contaminado por las bombas lacrimógenas, pero ese día, en particular, me llamó la atención porque el aire estaba especialmente fuerte. No me llegó nada directo, porque yo iba saliendo, pero sentí el aire cargadisimo”, explica Karin.

La mujer llegó a su casa, al centro de la ciudad. Recuerda que no sentía ninguna molestia en su estomago, ni ningún un dolor especial, más allá de la típica picazón intensa producida por las lacrimógenas. Su embarazo había evolucionado correctamente. Justo el día antes, martes 28, en la mañana, había asistido a uno de los controles y la matrona le había asegurado que “estaba todo impecable”.

Así lo habían confirmado también los exámenes que se había hecho justo por aquellos días.

El jueves 31 fue feriado. Karin, madre de otro hijo, no trabajaba y su pareja tampoco. Ambos decidieron tomarse el día con tranquilidad, con desayuno en la cama incluido. “Cuando me levanté y fui al baño, vi que tenía mojado el calzón. Me cambié, pero pasó de nuevo. Ahí me di cuenta que algo extraño ocurría”, relata.

Preocupada y avergonzada por si se trataba de un episodio de incontinencia urinaria severo, partió al servicio de Urgencias del Hospital San Juan de Dios. “La ginecóloga en seguida me informó que era líquido amniótico y que, efectivamente, se me habían roto la membrana”.

La doctora explicó a Karin que tendría que quedarse hospitalizada porque podía ponerse de parto cualquier momento. “Con la ruptura de membrana el cuerpo interpreta que el bebé está listo para nacer”, le comentó. Desde entonces, la mujer está ingresada al centro hospitalario, donde se encuentra en su 30ª semana de gestación.

Karin trató de pensar por qué le había pasado eso. Incluso se culpabilizó, pero no recordaba ninguna situación riesgosa hasta que su pareja le mencionó el día que llegó a casa tan impactada por las lacrimógenas. Entonces avisó a la doctora para que este hecho constara en sus antecedentes. Ese dato hizo que su caso llegara a manos del equipo de voluntarias que ha desplegado el Colegio de Matronas en todo Chile en el marco de las protestas.

Lacrimógenas y estrés ambiental

Si bien no hay una certeza que permita afirmar científicamente que las bombas lacrimógenas pueden provocar un embarazo prematuro, hay científicos y expertos que han apuntado en esta línea. En 2011, en el contexto de las protestas estudiantiles, se abrió el debate sobre los eventuales efectos abortivos de los gases lacrimógenos.

El académico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, Andrei Tchernitchin, aseguró entonces que las bombas lacrimógenas que contienen clorobenzilideno malononitrilo son un “agente irritante” y que “uno de los efectos que podría producir sería inducir abortos o partos prematuros”. Poco se conoce de los compuestos exactos de estos proyectiles de dispersión. Cuando se ha preguntado a las autoridades sobre eso, se han escudado en “la seguridad de la nación” para evitar transparentarlo.

En los últimos días, desde el Colegio de Matronas y Matrones de Chile han asegurado que es “muy probable” que se dé un aumento de partos prematuros en estos días debido a la relación directa que se establece entre el estrés ambiental y el adelanto de los partos. Además alertaron que el gas lacrimógeno “es un riesgo” para las mujeres embarazadas porque “puede causar contracciones, con riesgo de aborto o de partos prematuros”.

Paulina López, epidemióloga, doctora en Salud Pública e investigadora en factores de riesgo de parto prematuro, confirmó a El Desconcierto que “los ambientes de violencia que se viven en la calle dados por la represión a la población o los actos de vandalismo y reforzados por los medios de comunicación son factores de estrés que generan angustia y ansiedad”. En su opinión, las mujeres embarazadas “son particularmente sensibles y reactivas al estrés y existe un mecanismo fisiopatológico que determina un mayor riesgo de parto prematuro en contextos de alto estrés materno”.

Karin no tiene la certeza de si fue el estrés, el impacto de lacrimógenas u otro factor, pero la forma de enfrentar su embarazo ha dado un giro. Ahora su único objetivo es mantener a la guagua dentro de su guata el máximo tiempo posible: “Si llego entre la semana 32 y la 35 ya sería misión cumplida”, cuenta esperanzada. Dice que cada día que pasa es un pequeño logro superado; un nuevo día que evitó una infección y que el bebé, que ya tiene los pulmones maduros, permanezca dentro de ella.

Su caso está ahora en manos de una abogada y también ha sido informado al INDH para que empiecen a hacerle seguimiento.

Criminalizadas por protestar

El caso de Amanda, de 30 años, también ha sido recogido por el INDH, aunque el suyo se enmarca en los días previos al estallido de las protestas, el 14 de octubre, por tratarse de un eventual caso de vulneraciones de los derechos de una mujer embarazada de 10 semanas. La joven, que accedió a dar su testimonio protegiendo su identidad real, acompañaba su pareja a hacerse unos exámenes en el Hospital Barros Luco cuando se discutió hasta “agarrarse” con una de las guardias del establecimiento. “Llamaron altiro a Carabineros mientras un guardia me reducía, aunque mi esposo les dijo que estaba embarazada”, explica.

La mujer, que además tiene un 70% de discapacidad, cuenta que cuando llegó la policía también les avisó de su estado de gestación. “Me redujeron entre nueve agentes y a mi esposo entre siete. Me tiraron contra la camioneta de Carabineros, me subieron y me dijeron que ellos podían pegarle a una persona discapacitada y embarazada”, recuerda alterada. Al llegar a la comisaría de San Miguel, Amanda ya sentía muchos dolores, pero los agentes la hicieron esperar.

“Yo seguía sangrando, pero no me llevaban a constatar lesiones hasta cinco horas más tarde, a las 4 de la tarde”, indica. Relata que la llevaron esposada, que le hicieron una ecografía y que le dijeron que estaba bien: “Ni siquiera me hablaron de hacer reposo”, detalla. La encerraron al calabozo hasta pasar el control de detención al día siguiente. Amanda seguía sangrando. Una vez liberada, se atendió al Hospital del Carmen, donde le comunicaron que su bebé estaba muerto. Lo perdió.

El grupo de voluntarias matronas ha recogido también casos en los que personal médico ha criminalizado a mujeres embarazadas por participar en las protestas, como le ocurrió a una mujer que fue a atenderse al Hospital de Rancagua por sangrado vaginal, pero se presentó con varios perdigones incrustados. Mientras le sacaban los balines y le practicaban un legrado –había sufrido un aborto– el personal médico le reclamó por haber participado en las movilizaciones.

“Expuestas” y “desprotegidas”

Irma Carrasco es matrona del Hospital San Borja de Arriarán y fue la encargada de visitar a Amanda a su domicilio, escucharla, orientarla y ofrecerle contención emocional luego de abortar un embarazo deseado. Fue de las primeras que decidió participar del voluntariado levantado por su gremio, en el que participa fuera de las horas de trabajo en el centro de salud.

Su compañera Fernanda Rocuant tiene 24 años y lleva uno ejerciendo en el mismo hospital. También decidió sumarse a la iniciativa porque dice que siente “impotencia” cuando mujeres embarazadas salen a manifestarse y son igualmente agredidas. “Están muy desprotegidas”, lamenta. Por eso, optó por “hacer un aporte” desde su ámbito profesional, el único –dice– que se ha capacitado para atender a las mujeres durante todo su ciclo vital, desde la niñez hasta la vejez.

El chat de WhatsApp de las matronas voluntarias de la Región Metropolitana (RM) partió sólo con tres o cuatro nombres. En la última semana, pero, a casi un mes de las primeras movilizaciones, ya son 34 en la RM y 135 en todo el país. Las profesionales prestan apoyo, contención y atención clínica a hombres y mujeres abusadas sexualmente, violados o violadas, y –en el caso de mujeres embarazadas– vulneradas en su proceso de gestación por la represión de Carabineros o militares.

“Desde la perspectiva de la salud sexual y reproductiva, nos dimos cuenta de que las mujeres estaban sumamente expuestas y también el mundo diversidad sexual”, cuenta la presidenta del Colegio de Matronas de la RM, Katiuska Rojas.

Según los últimos datos del INDH, de las 248 acciones judiciales presentadas contra Carabineros, 48 son por torturas con violencia sexual que involucran tocamientos, amenazas, insultos o comentarios degradantes sobre el cuerpo o orientación sexual de las personas y otros tipos de abusos durante el proceso de detención. El número de víctimas, pero, es mucho mayor, casi un centenar, ya que hay querellas que representan a más de una persona.

“Creemos que es importante que las matronas podamos apoyar a las mujeres no solo en su proceso de gestación, sino también en casos de vulnerabilidad, desnudamiento y abusos sexuales, porque son las profesionales expertas y especializadas en salud sexual y reproductiva, considerando además que desde el Gobierno no ha habido ninguna respuesta en esta línea, ni del Minsal ni del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género”, sostiene Rojas.

El colectivo apunta que hay mujeres que no quieren denunciar en casos de abusos por parte de Fuerzas Especiales porque se sienten demasiado expuestas o tienen miedo, e incluso llegan a pensar que las voluntarias son parte de una institución de salud oficial.

Las matronas insisten en su rol clave para la atención de las mujeres incluso más allá del actual contexto. Por eso han decidido que el voluntariado, que funciona en coordinación con los funcionarios del INDH, se mantenga activo más allá de las movilizaciones, de forma permanente, para acompañar a las mujeres que han sido víctimas de abuso o violencia sexual desde un espacio confidente y con perspectiva de género.

*Si eres víctima de violencia sexual puedes contactar con las matronas voluntarias las 24 horas del día a través del correo confidencial santiago@colegiodematronas.cl o el número de teléfono +562 26327397.

El Desconcierto


VOLVER

Más notas sobre el tema