Chile | Carolina Espinoza Tapia, dirigenta de Unidad Social: «Si hay algo que es parte del problema es la desafección de la ciudadanía con los partidos políticos»

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Entrevista a Carolina Espinoza Tapia, dirigenta de Unidad Social

Por Carla Perelló, de la redacción de NODAL

Las protestas estudiantiles contra el aumento de la tarifa del transporte derivaron en un mes de convulsión social que llevó al gobierno de Sebastián Piñera a ceder en uno de los mayores reclamos que se oyeron en las calles: una nueva Constitución para Chile creada en democracia. En el medio, hubo detenciones de adolescentes en el Metro, llamado al Estado de Emergencia y militarización de las calles. Más de 200 personas ahora viven con un ojo mutilado por la represión y otras tantas fueron violentadas sexualmente. Se organizaron Cabildos, protestas feministas y flamearon banderas mapuche en lo alto de los monumentos que homenajean a colonizadores, por mencionar sólo algunos hechos. Ha pasado tan sólo un mes, pero en realidad, dicen, son 30 años.

En este aniversario en búsqueda de los desafíos que quedan, NODAL entrevistó a Carolina Espinoza Tapia, dirigenta -como ella misma se autodenomina- de la Confederación Nacional de la Salud Municipal (CONFUSAM), vocera de la Coordinadora No+AFP, que lucha por cambios en el sistema previsional y, también vocera del colectivo Unidad Social, un colectivo que nuclea más de 200 organizaciones estudiantiles, universitarias, centrales de trabajadores y trabajadoras, entre otros tantos activismos.

Se cumplió un mes desde que las comenzaron las protestas masivas en todo Chile, que tuvieron como disparador el aumento del precio del pasaje del Metro, ¿qué lugar tiene Unidad Social en lo que sucedió en este tiempo y cuáles son las demandas que tienen desde la sociedad?

Unidad Social es un espacio que construimos desde la Coordinadora NO+AFP hace unos pocos meses, a mediados de 2019, que empezamos a levantar este espacio de convergencia y comenzamos a sentarnos junto a diversas organizaciones con las cuales incluso teníamos rencilla, mucha división. Es que, el sistema económico que nos domina y la herencia que la dictadura nos ha dejado junto con un modelo económico despiadado y brutal, ha generado una cultura de mucho individualismo y una desconfianza y una frustración bien instalada, que hemos, entiendo, logrado transformar en este colectivo de Unidad Social que salió a la luz el 5 de septiembre con una actividad de protesta nacional que dijo dos cosas. Por un lado, se decidió terminar con las peleas que cada uno venía dando por separado y las unificamos en una sola gran lucha. En segundo lugar, decidimos que ya no basta con marchar. Ese fue un acuerdo, una definición estratégica muy sustantiva y bueno, estábamos en ese proceso de construcción cuando se desatan las protestas contra el tarifazo. “Evadir, no pagar, otra forma de luchar», era lo que cantaban los secundarios mientras empezaron a saltarse los torniquetes (N de R: molinetes del Metro) para no pagar el Metro a propósito de un alza de 30 pesos del pasaje de los adultos. O sea, nuestros hijos e hijas se rebelaron contra esto que claramente rebalsó el vaso. No son los 30 pesos, son los 30 años, que terminada la dictadura militar y la «vuelta de la democracia» han significado una frustración y un sometimiento de un país que ya no da más. Es un modelo económico neoliberal que nos oprime, con una Constitución heredada de la dictadura militar que no permite la democracia y la verdadera participación, una precarización en todos los ámbitos de nuestra vida. Nosotros peleamos por salarios, contra el endeudamiento. Hoy en Chile estamos peleando hasta por tener derecho al agua, porque ya que se privatizó todo, se han privatizado también los servicios de obra sanitaria y por eso hoy tenemos el drama de que algunas comunidades no están teniendo el servicio de agua potable para la población.

Además de las movilizaciones hay otras actividades que se realizan, ¿cómo se vive el día a día? ¿Cambió algo?

El día a día se vive con un cambio en la falsa normalidad a la que este gobierno nos quiere hacer volver, porque este gobierno está empecinado. Además de la violencia y la violación sistemática de los derechos humanos que estamos viviendo por las muertes, detenciones y torturas, también tenemos la certeza de que la dirigencia social está fichada, seguida y escuchada. Lo hemos podido ver en la información que hemos logrado conocer cuando alguien hackeó esa información y se filtró. Hay entonces una instalación del miedo, pero a la vez ya ha pasado un mes desde el estallido social. La estrategia del actual gobierno es presionar de todas las maneras con todas las herramientas que tiene, como los grandes medios de comunicación, para hacernos volver a la “normalidad”, a la “paz social”. Ellos buscan eso porque efectivamente el impacto económico, la merma económica que se está viviendo producto del estallido social es lo único que finalmente les interesa y centra su actuar. Entonces, nosotros hemos tenido estas expresiones diversas de huelga, de movilizaciones, pero también desde Unidad Social establecimos que junto con la calle, que la seguimos manteniendo y la seguimos levantando, hemos definido la estrategia de realizar Cabildos autogestionados, asambleas territoriales o trawn, como se dice en lengua indígena, para discutir, para pensar y para avanzar en el diagnóstico del problema y también en la construcción de soluciones y en la definición de las acciones que deberemos seguir en esta lucha que no ha terminado. Estos Cabildos que desarrollamos han tenido un impacto tremendo, por eso decimos con mucho orgullo que junto con las grandes movilizaciones hemos logrado romper ese individualismo que nos tenía sometido este sistema económico neoliberal, y hoy día estamos mirándonos a la cara, conociendo a nuestras vecinas y vecinos, estamos mirando a los compañeros y compañeras de trabajo. Esa transformación cultural es un elemento muy potente, muy central que, en lo personal me parece, no debemos abandonar y tenemos que seguir insistiendo en esta construcción colectiva de cambio cultural a la vez que avanzamos en las grandes transformaciones que nuestro país necesita de manera urgente.

El pasado viernes el Congreso aprobó el Acuerdo por la Paz y Nueva Constitución y se determinó fecha de un plebiscito para abril del próximo año, como Unidad Social se han manifestado en contra y dijeron que presentarán un proyecto propio, ¿podría explicar los puntos más importantes que marcan la diferencia plantean con respecto de la propuesta aprobada?

Este 14 de noviembre se firmó un pacto llamado por la “Paz Social”, el eje que más motiva al gobierno que finalmente aquí ha cedido. Nosotras y nosotros reconocemos que hemos logrado correr el cerco. Estamos empujando y esto es expresión de la movilización y en particular de la huelga general productiva que realizamos el 12 de noviembre. En Chile, ese día ocurrió un hecho histórico y es que efectivamente logramos paralizar el sector privado, el sector productivo minero, el portuario, además de todos los servicios públicos, además de todas las acciones de calles y de movilización. Esta huelga fue muy potente y les tocamos donde más les duele y por tanto el gobierno aceleró y cedió respecto de la demanda que la calle dice. Eso hay que mencionarlo como parte de los cambios profundos y esperanzadores que vive Chile: no es la dirigencia, que hace rato veníamos demandando y exigiendo una Asamblea Constituyente para terminar con esta herencia nefasta de la dictadura que es la Constitución de Pinochet. Hoy día la calle, la gente común y corriente grita “Asamblea Constituyente” porque sabemos que es tanta la cantidad de reivindicaciones sociales que hoy día demandamos, porque son todos nuestros derechos los vulnerados, que necesitamos tener un cambio estructural de las reglas del juego para poder alcanzar todos los niveles de vida digna, todos los derechos que nos han sido conculcados. Entonces, las organizaciones sociales entendemos que este pacto nace de manera ilegítima, porque no fuimos consultadas en lo absoluto; nace desde los partidos políticos, desde el Parlamento. Y si hay algo que es parte del problema, de este sistema social y económico en el que vivimos, es la desafección de la ciudadanía con los partidos políticos. No hay ninguna credibilidad. De hecho, en las últimas elecciones a presidente participó el 40 por ciento del padrón, porque aquí hay voto voluntario. La gente en general no cree ni quiere, menos a los políticos. Por lo tanto, cualquier proyecto o acuerdo que nazca desde ahí va a tener una crítica de origen. Además, no contempla todos los aspectos que nosotros como ciudadanía estamos planteando. No se llama Asamblea Constituyente, se llama Convención Constituyente, aunque da la opción que podamos elegir una composición mixta, es decir, con una mitad de parlamentarios y mitad elegidos por voto popular para la elaboración de la Constitución. Para Unidad Social es fundamental avanzar a una Asamblea Constituyente Plurinacional que incorpore la participación de los pueblos originarios y también que tenga cuota de género. Ese acuerdo llamado por la “Paz Social”, que claramente es lo que le interesa a la clase dominante, a la derecha y al gobierno de Piñera, está lejos de nuestra demanda. Nosotros además de seguir empujando hacia una asamblea Constituyente real también necesitamos y demandamos la concreción de un paquete de medidas sociales que permitan morigerar el nivel de precarización de nuestra vida.

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Estoy hablando de cuestiones tan básicas como lo que tiene que ver con las AFP. Las pensiones que hoy reciben nuestras jubiladas y jubilados son absolutamente indignas y eso requiere una solución. Requiere una solución el valor del salario mínimo que es absolutamente insuficiente. Necesitamos terminar con las zonas de sacrificio medioambiental, que hoy día ponen por sobre la vida humana, la empresa. Aquí faltan los paquetes sociales, las medidas sociales inmediatas. Y también lo hemos venido diciendo con mucha fuerza: la investigación, justicia y reparación de las graves violaciones a los derechos humanos. Estas son cuestiones esenciales para Unidad Social si queremos de verdad, como dice este gobierno, resolver el conflicto y avanzar a «normalidad». Esa falsa normalidad que nos quiere imponer este gobierno sabemos que no es más que terminar con el tremendo daño económico que ha generado este conflicto, porque para ellos, su única perspectiva tiene que ver con los números y con el dinero. Sin embargo, por el lado de la ciudadanía, lo que para nosotros nos prima es la vida, la condición de vida de los habitantes y también del ecosistema, que está siendo degradado de manera cruenta en todo el territorio nacional.

Como Unidad Social, ¿cuáles consideran que son los desafíos de aquí en adelante?

En Chile somos el laboratorio de un modelo económico y neoliberal y también estamos siendo la muestra de que este modelo es absolutamente perjudicial y contrario a la vida humana y a la vida medioambiental. El desafío para nosotros desde Unidad Social es de seguir en la lucha. La lucha no ha terminado. Tenemos clarísimo que tendremos que seguir empujando y fortaleciéndonos, en unidad, con la diversidad de estrategias y pensamientos que nos componen pero que quienes somos la mayoría y no tenemos más que nuestras manos para actuar, vamos a seguir avanzando. Entonces seguiremos en la calle, en la movilización focalizada, buscando estrategias que nos permitan mantener viva esta movilización y a la vez el trabajo en los Cabildos y seguir levantando democracia y fortaleciendo el tejido social. La calle y la asamblea son nuestras líneas de trabajo en este proceso que no ha acabado. Esto continúa.


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