Colombia: lo que dejó el multitudinario paro nacional contra las políticas de Duque

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El 21N deja a Duque contra las cuerdas pero él parece ignorarlo

Un año, tres meses y dos semanas después de haberse posesionado como Presidente de Colombia, Iván Duque enfrenta el mayor reto de su Gobierno.

Con él, el país entra en un campo de zozobra que si bien no es, por lo menos hoy, comparable con el que dejaron las recientes protestas en Chile o Bolivia, que eran el espejo de las marchas que sumaron a cientos de miles de manifestantes ayer, sí es muy fuerte para un país acostumbrado a una mayor solidez institucional que sus vecinos.

Es el mayor reto y probablemente el más difícil de solucionar porque la fragilidad e impopularidad de su Gobierno, que muestran las encuestas y que ayer dejaron patente las marchas y el extendido cacerolazo, que no tiene precedentes recientes en Colombia, tiene ahora al frente a una ciudadanía empoderada con la que es difícil negociar porque no tiene un líder claro, no manifiesta un reclamo único y porque corre el riesgo o de darles la espalda o de hacerlo con sus electores.

Claro, si es que no decide seguir el camino actual, como parece haber esbozado en su alocución de anoche en la que no anunció ningún cambio y ninguna decisión más allá de su intención de “profundizar el diálogo social”.

Una marcha grande, variopinta e inicialmente tranquila

La marcha de ayer nació por una convocatoria tradicional, de las centrales obreras, a hacer un paro nacional, pero creció como espuma a otros movimientos sociales, a personas que no suelen ser activistas e incluso a primimarchantes, personas que nunca habían asistido a una marcha pero que decidieron intentarlo con ésta ya sea por moda, por el rechazo a Duque o porque era una marcha con una convocatoria tan amplia que casi cualquiera podía encontrar una razón para salir.

Eso la llevó a no ser la usual marcha de los movimientos sociales, como las del primero de mayo y a ser más grandes como las que rodearon al plebiscito de octubre de 2016, y seguramente las mayores desde las multitudinarias marchas contra las Farc en 2008.

Participaron decenas de ciudades grandes e intermedias como San Gil, con marchas que probablemente no tengan precedentes en tamaño en algunas como Valledupar o Sincelejo.

La diferencia con esas marchas más usuales también se notó en las demandas múltiples que presentaban los mismos manifestantes. Como contamos en nuestro tuiterazo:

También fue distinta la relación que inicialmente hubo con la Policía: poca vigilancia, cero choques; por ejemplo, en nuestra crónica en vivo contamos hacia la una de la tarde que en Medellín, “los dos mil uniformados no están alrededor de los manifestantes sino más bien cuidando las estaciones del Metro y parados en las calles aledañas. Un helicóptero sobrevuela, también vigilando a distancia”.

Lo mismo pasaba en Neiva, Barranquilla, Popayán o Bogotá, donde Duque estuvo primero en un congreso de la Corporación Excelencia en la Justicia, y luego en el Puesto Unificado de Mando para coordinar el manejo de las marchas en todo el país.

Por eso, era una marcha como la que pedían muchas voces de lado y lado, que aunque por su caudal le ponía presión a un presidente con baja popularidad, sin un discurso que tenga una bandera fácilmente identificable ni que emocione a la gente, con un gobierno con choques intestinos, críticas de aliados políticos y gran incertidumbre en su agenda legislativa, no le traía dolores de cabeza por violencia y problemas de orden público.

Eso se mantuvo hasta el final en algunos lugares, como Barranquilla. Pero a medida que pasaba el día fue cambiando para dar lugar a situaciones de violencia en muchas ciudades, que dejan un ambiente más caldeado e incluso una sensación de más falta de gobierno. Una sensación que afecta a todo el país y que podría poner a Duque contra las cuerdas si no logra interpretar adecuadamente el momento.

La tensión y la violencia suben

Por la mañana los choques fueron aislados y puntuales, esencialmente alrededor de tres portales de Transmilenio en Bogotá y alrededor de la Universidad del Valle, en del sur de Cali. Pero no ensombrecieron el inicio de las marchas allí y en las demás ciudades.

La situación empezó a cambiar a inicios de la tarde: en Cali seguía la tensión en el sur, en Bogotá una de las dos concentraciones, la de la calle 26 (la otra era la Plaza de Bolívar, que se iba llenando con quienes venían de varios puntos) terminó chocando con el Esmad que evitó, con gases lacrimógenos, que pasara la carrera 68 hacia el occidente.

Con eso si bien la Policía evitó la amenaza de que la marcha, en su mayoría de estudiantes de la Universidad Nacional, bloqueara el aeropuerto al estilo de las manifestaciones de Hong Kong, también dejó las primeras grandes imágenes de violencia, con piedras, insultos y carreras en Bogotá.

Casi al tiempo, en Cartagena ocurrió algo similar cuando parte de la marcha intentó pasar del Centro Histórico al barrio de Bocagrande y el Esmad lo evitó con gases.

Esa situación de violencia empezó a escalar y poco antes de las 4 de la tarde a la Plaza de Bolívar empezaron a llegar grupos de jóvenes encapuchados y a lanzarle piedras a policías que no eran del Esmad y custodiaban el Palacio de Liévano, donde está la Alcaldía.

Eso a pesar de que a algunos encapuchados, los demás manifestantes los lograron frenar, y cuando, en medio de la lluvia, algunos de los manifestantes se empezaron a ir, pues ya habían pasado los discursos.

Casi a la misma hora también empezaron algunos choques en otros lugares, como el centro de Cali o el de Popayán, y luego la situación empeoró en Bogotá, con los ya conocidos ataques al Palacio de Liévano, el de Justicia y Capitolio, y finalmente la intervención del Esmad con gases para evitar más daños.

Curiosamente, algo parecido ocurrió luego en otros lados: encapuchados enfrentaron al Esmad en Medellín hacia las 5 de la tarde en el puente que une los campus de las universidades nacional y de Antioquia, tras una jornada tranquila; en Cartagena la Policía lanzó gases hacia las 6; en Pasto casi a las 7 empezó la pelea entre encapuchados y Esmad; y en Manizales pasó lo mismo pero todavía más tarde.

La situación se puso particularmente grave en Cali, donde hacia las 2 la Alcaldía decretó el toque de queda a partir de las 7 de la noche por los disturbios en el sur, incluyendo fuertes ataques a Unicentro, pero siguieron los saqueos.

Para el anochecer hubo rumores fuertes de ataques de pandillas a conjuntos residenciales, que llevaron a que sus residentes sacaran armas y dispararan a presuntos atacantes:

También era crítica, a la hora de publicar esta nota, la situación en Facatativá, cerca de Bogotá, donde encapuchados quemaron la alcaldía y atacarona los policías.

Todo eso deja a Duque con un problema adicional: cómo enfrentar esos brotes de violencia y vandalismo, y más con situaciones tan críticas como la de Cali, o las que anoche seguían pasando en el centro de Bogotá, o en su localidad de Suba, que por la angustia y zozobra afectan a cualquier mandatario.

¿Y ahora qué?

El cierre de la jornada de ayer sumó a imágenes de saqueos, incendios e incluso disparos en Cali, un cacerolazo armado por redes sociales y que se extendió velozmente por Bogotá y replicó en otras ciudades como Medellín, Bucaramanga o Barranquilla

Esa reacción ayudó a refrendar que ayer hubo marchas cívicas y pacíficas, y a darle más fuerza al reclamo contra Duque: de hecho incluso hubo un plantón frente a su casa, al norte de Bogotá.

Como en Colombia no son usuales los cacerolazos, es difícil evaluar la fuerza y significado del de anoche.

Pero la forma orgánica en la que creció muestra que por lo menos en Bogotá el rechazo es extendido. Y no es sorprendente: es una ciudad en la que el candidato que apoyó el uribismo quedó de cuarto a la alcaldía en 2015 (Pacho Santos, con el 12 por ciento de los votos) y hace un mes (Miguel Uribe, con otros apoyos y el 13,5 por ciento), en la que ganó una fuerte crítica del uribismo como es Claudia López, donde en 2018 perdió Duque, en primera vuelta con un tercer lugar y menos del 27 por ciento de los votos, y en segunda con el 41 por ciento.

Pero que no sea solo un tema de Bogotá, sino que las marchas en el fortín uribista de Medellín hayan sido tan exitosas y que haya habido cacerolazo también allá y en lugares como Pereira, refuerzan la difícil situación.

El lío es qué hacer cuando al frente hay reclamos que van desde críticas a la minería en Bucaramanga hasta contra la resolución que regula la pesca de tiburones en Medellín o contra la economía naranja, pasando por la protección a los líderes sociales, el cumplimiento de los acuerdos con la Farc y los campesinos, los derechos de los habitantes de calle y un país “en el que quepamos todos” (lo que parece ser una demanda amplia de mayor equidad, que otros también señalan).

De un lado, era claro que el Presidente era el blanco de la molestia: aunque los manifestantes criticaban diferentes cosas, lo veían como el causante de ellos, además de que su “¿De qué me hablas, viejo?” quedó para muchos manifestantes como una manifestación de desconexión o indolencia.

El enredo es que no hay un representante claro de quienes salieron ayer, y por eso Duque enfrenta un reto semejante al que enfrentó Juan Manuel Santos a la hora de renegociar con el No tras el plebiscito de 2016, pero sin el equivalente a un Uribe.

Por eso, es más parecido a lo que le pasó en Francia a Emmanuel Macron al negociar con los ‘chalecos amarillos’: no había con quién hacerlo y cuando consiguió unos voceros, muchos manifestantes los desconocieron.

El comité organizador del paro, que conforman esencialmente sindicatos, dignidades y la bancada de izquierda, le pidió anoche una reunión inmediata con la amenaza de mantener la movilización social si no ocurre, y así abrió una puerta a tener ese papel.

Sin embargo, anoche el Presidente no hizo referencia a ese posible encuentro, a pesar de que era una ocasión para aceptarla para aterrizar su idea del diálogo social.

E incluso si la cita se da, no es fácil que Duque salga bien de ella.

Por un lado, porque no parece tener mucho margen para neogicar.

Primero, porque ya había entregado parte de lo que podría negociar: en los últimos días anunció que va a objetar el artículo del presupuesto sobre universidades y pagos de sentencias judiciales contra el Estado que criticaban los convocantes, y rechazó propuestas controversiales de su propio círculo como aumentar la cotización de los trabajadores para la pensión o un salario mínimo más bajo para los menores de 25 años.

Segundo, porque en muchos puntos si lo hace daría un reversazo que le podrían cobrar: ha dicho que algunos reclamos son mentiras, como que su reforma tributaria aumente la carga a la clase media o que quiera prohibir la protesta social, ve otros como sus éxitos, como crear un holding para empresas financieras del Estado o encontrar una solución para Electricaribe; y unos más los señala como problemas heredados (un argumento que repitió en la alocución de anoche), como las dificultades para proteger a los líderes sociales o para implementar el Acuerdo con las Farc.

Y, tercero, porque echarse para atrás en algunas podría debilitarlo frente a su propio electorado, el uribista, que en parte parece estar distante de él, como dar un reversazo en la prohibición de la dosis personal de drogas.

Por eso, es difícil que logre sacarse de encima esta presión enfrentando directamente a los marchantes y sus reclamos, lo que le deja el camino de buscar gobernabilidad pactando con los políticos cuotas burocráticas o partidas presupuestales como la criticada ‘mermelada’ que entregó Juan Manuel Santos, algo a lo que se ha negado desde que se posesionó, o cerrándose a la banda del uribismo más duro.

Aunque con eso ha coqueteado y le ha funcionado temporalmente con decisiones como el rompimiento con el ELN y con Venezuela, o las objeciones a la ley estatutaria de la JEP, no le han funcionado a mediano plazo.

Además, no dio señales de ello anoche, cuando dijo que los vándalos son delincuentes pero no tomó decisiones fuertes: como dijo un político uribista que pidió no ser citado, “Duque no dijo nada. Tiene que hacer revolcón”, en la misma línea de este congresista uribista.

Al final, con la alocución Duque deja el mensaje de que no se siente contra las cuerdas.

Hoy, cuando están citados nuevos cacerolazos en las ciudades; los próximos días, cuando el Congreso empiece a discutir su reforma tributaria; y las semanas siguientes, cuando aparezcan nuevas encuestas y haya reacciones a decisiones presidenciales como el usual recambio decembrino de la cúpula militar o la definición su terna a Fiscal, se sabrá hasta dónde mantiene ese mensaje y qué tanto le sirve para sacar al país de la incertidumbre y la zozobra.

La Silla Vacía


Tres personas murieron en el país tras enfrentamientos con la Fuerza Pública

El ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, en el balance de la jornada de violencia después de las marchas de este jueves, señaló que tras los hechos violentos, tres personas perdieron la vida en medio de los enfrentamientos con la Fuerza Pública.

“Entre ayer y hoy fueron capturadas 98 personas, 207 más fueron conducidas a estaciones de Policía para su protección, 8 menores fueron aprehendidos y se llevaron a cabo 53 allanamientos en cumplimiento de las ordenes de la Fiscalía”, señaló el ministro en la mañana del viernes desde la Casa de Nariño.

Según Trujillo, dos de las muertes se produjeron en Buenaventura en medio de disturbios y una más en Candelaria, ambos municipios del Valle. Las dos primeras se produjeron durante un intento de saqueo al Centro Comercios Viva Buenaventura del barrio Puerta del Mar en el marco de enfrentamientos con la Fuerza Pública.

El CTI de la Fiscalía se encuentra investigando los hechos, donde salieron heridos dos miembros de la Fuerza Pública.

El Universal


El Paro continúa: ¡Cacerolazo en contra de la represión policial!

Durante la jornada de Paro Nacional, llevada a cabo ayer, se registraron múltiples agresiones de la fuerza pública hacia los manifestantes. En ciudades como Cali, Bogotá y Pasto, el Esmad reprimió brutalmente las movilizaciones, atentando contra el derecho a la protesta.

En Bogotá el Esmad golpeó, lanzó gases, aturdidoras y recalzadas a las personas que se encontraban marchando. A esta hora continúan los enfrentamientos en distintos puntos de la ciudad y se denuncia la presencia de la fuerza pública al interior de la Universidad Nacional.

En Cali la represión también fue constante; la administración local decretó toque de queda desde las 7 pm; misma hora en la que comenzaron a sonar cacerolas por toda la ciudad.

Tanto en Pasto como en Medellín, la movilización se llevó a cabo de manera pacífica y fue al final que el Esmad atacó a los manifestantes.

En la capital antioqueña, por ejemplo, cientos de manifestantes que se encontraban descansado, sin bloquear vías ni generar desmanes, se vieron acorralados por el Esmad en intermediaciones del Parque de los Deseos. Allí se realizaron capturas arbitrarias sin la presencia de organismos de derechos humanos.

A pesar de la campaña de terror desatada en contra del Paro Nacional, la asistencia a las movilizaciones de hoy fue masiva; sin embargo, la represión y violaciones de derechos humanos por parte de la fuerza pública fueron recurrentes y dan cuenta de las políticas guerreristas implementadas por el gobierno de Iván Duque hacia la protesta social.

Por este motivo, en varias ciudades del país se convocó un cacerolazo a partir de las 8:00 pm, con el que miles de personas que salieron hoy a las calles continúan expresando su inconformidad frente al gobierno y a las políticas que atentan contra la vida de los colombianos. El Paro continúa, la indignación se mantiene.

Colombia Informa


«Hoy hablaron los colombianos, los estamos escuchando (…) vamos a acelerar nuestra agenda social»: Duque

La agitada jornada de paro nacional que vivió Colombia este jueves, terminó en un espontáneo cacerolazo en las principales ciudades del país.

El presidente Iván Duque expresó en su alocución:

«Hoy hablaron los colombianos, los estamos escuchando (…) vamos a acelerar nuestra agenda social »

De igual forma, Duque reiteró que el Gobierno no tolerará el vandalismo.

«Hoy, a pesar de los actos de violencia, atribuibles a vándalos que no representan el espíritu de los marchantes colombianos, demostramos que este país puede ejercer las libertades individuales sin vulnerar las libertades de los demás», dijo.

La jornada fue mayormente pacífica pero hubo disturbios que la empañaron en Bogotá y en Cali, donde el alcalde Maurice Armitage decretó toque de queda durante toda la noche por saqueos a establecimientos comerciales.

«No permitiremos saqueos y atentados contra la propiedad privada. Y vamos a aplicarles todo el peso de la ley», dijo Duque.

Duque también valoró la actitud de los ciudadanos que en muchas de las manifestaciones pidieron a los vándalos que se quitaran las capuchas y dejarán de atacar a la Policía.

«Los estudiantes, los trabajadores, los artistas y la gran mayoría de personas que se movilizaron lo hicieron con intención legítima de hacer sentir su voz y los escuchamos», resaltó.

En su intervención, el presidente puntualizó sobre varias de las preocupaciones de los ciudadanos por las que se convocó el paro:

«El diálogo social ha sido la bandera principal de este Gobierno. Debemos profundizarlo con todos los sectores de nuestra sociedad y acelerar nuestra agenda social y de lucha contra la corrupción».

Y finalizó invitando a la ciudadanía a trabajar unidos para «sacar a nuestro país adelante».

«Somos un país fuerte y nunca dejaremos de serlo», concluyó.

Canal RCN


CINCO GRANDES CONCLUSIONES DEL PARO NACIONAL DEL 21N

El gobierno de Iván Duque lleva más de un año creando fantasmas, pero no lo ha logrado, «Ha sido tanta la decadencia que durante algunos meses su gran fantasma fue Santrich: un anciano invidente. Pero lo intento con el ELN, sin embargo, no le ha dado ningún golpe militar. Luego, con Venezuela y el cerco diplomático, pero, hasta el embajador de Colombia en los Estados Unidos, Francisco Santos, ha dicho que le toca inventarse cosas para mantener la atención del gobierno gringo en Venezuela.» así lo explica el subdirector de Pares, Ariel Ávila. Lo cierto es que la jornada de movilización nacional de este jueves 21 de noviembre fue un éxito ciudadano sin precedentes en el que decenas de miles de personas salieron a las calles y plazas a manifestar su inconformismo, y además, terminó en un histórico cacerolazo desde las ventanas de las casas y apartamentos o en caminatas de vecinos por los barrios de las ciudades del país.

Las cinco grandes conclusiones del Paro Nacional

Primera

El Paro Nacional fue un éxito porque antes de que la primera persona saliera a manifestarse ya el Gobierno Nacional se había retractado de una buena parte de las medidas que había anunciado, por ejemplo la reforma laboral. También fue un éxito por la cantidad de gente que salió a las calles. Centenares de miles de personas, incluso en ciudades intermedias como Fusagasugá en Cundinamarca, o municipios pequeños como en Barbacoas, Nariño, la gente salió y se manifestó.

Segunda

La segunda conclusión es que el de ayer jueves 21 de noviembre, fue un Paro diferente. No fueron los políticos de oposición los que lo lideraron: ni el petrismo ni el Partido Verde. No, fueron los estudiantes, el sindicato de Fecode y centenares de movimientos juveniles que lideraron esta gran movilización nacional , y esto significa que la protesta y el movimiento social se está transformando en Colombia.

Tercera

El Gobierno Nacional, rente al paro Nacional, puede tomar dos decisiones: una, la de siempre y es decir que esto que pasó fue producto del Foro de Sao Paulo y que la gente sale manipulada y que no entiende; y por otro lado el gobierno de Iván Duque tiene la oportunidad de dar un timonazo y entender que el 30 por ciento de la aprobación que tiene de su mandato se traduce en que estos miles y miles de ciudadanos que se manifestaron ayer le dicen que tiene que dialogar más con las comunidades. Puede escuchar o puede hacerse el sordo.

Cuarta

La cuarta conclusión es una pregunta ¿cuál va a ser la continuidad de este fenómeno de movilización ciudadana, quién va a capitalizar esto y cómo va a ser el próximo año? es decir, a final de año es posible que esto se desactive, pero ¿qué va a pasar con este descontento en el 2020?

Quinta

Esta es la gran conclusión: Colombia se está transformando y es un país que está saliendo a las calles. Y además, cuando pensamos que la marcha había marcado un hito histórico, la ciudadanía salió en sus barrios espontáneamente en horas de la noche a realizar un gigantesco cacerolazo. Con esta manifestación espontánea, la gente protestó contra las reformas del gobierno, contra la guerra, la corrupción y contra la represión. Y al parecer, el Paro Nacional continúa.

Pares

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