Masivas marchas en América Latina en el Día de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

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25N en México: “Somos el grito de las que ya no están”

En una sola voz miles de mujeres se unieron ante el hartazgo e indignación por las ineficientes investigaciones que nunca llegan a nada en un país donde la taza de feminicidios rompió récord y lo colocó como el segundo país de América Latina y el Caribe con más feminicidios, debajo de Brasil, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

En silencio, con gritos, vestidas de negro o con el rostro cubierto y acompañadas por un “cinturón de paz” (mujeres que trabajan en el gobierno CDMX, encabezado por Claudia Sheinbaum), salieron a las calles a gritar lo que siempre debió ser un derecho: respeto y seguridad.

Grafitis, vidrios rotos, pinta de monumentos,  fueron parte de las acciones que colectivos de grupos feministas dejaron a su paso desde la columna del Ángel de la Independencia hasta el plancha del Zócalo capitalino

Al grito “¡Violan mujeres, protegen monumentos!”, miles de mujeres reprocharon qué cerca de 2 mil 516 mujeres policías estuvieran resguardando la marcha y no su seguridad.

En México de enero a septiembre de 2019, 2 mil 833 mujeres han sido asesinadas, según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).

“Señor, señora, no sea indiferente, se mata a las mujeres en frente de la gente”; “Somos el grito de las que ya no están”; “No nací mujer para morir por serlo”; fueron parte de las consignas para exigir un alto a la violencia contra las mujeres.

La marcha por el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, finalizó en el Zócalo, donde diferentes colectivos recordaron las cifras y exigieron respuestas inmediatas, a las miles de mujeres desaparecidas y asesinadas.

Marcha


#25N Mujeres diversas de Paraguay salieron a las calles contra la violencia machista

Más de 3.000 mujeres rurales, activistas, bañadenses, lesbianas, trans, cis, estudiantes y trabajadoras sexuales se movilizaron por las calles de la ciudad de Asunción (Paraguay), para exigir #BastaDeFemicidios, discriminación y violencia machista. Lo hicieron bajo el “No nos callamos más”, en el Día de la eliminación de la Violencia contra la Mujer, #25N.

“Las mujeres lesbianas también sufrimos violencia, y tenemos doble discriminación. Uno de los primeros ámbitos es en la familia, cuando nosotras manifestamos nuestra orientación sexual y encontramos reproches, castigos. También sufrimos violencia en nuestro ámbito laboral donde se nos obliga a ocultar nuestra identidad o sufrimos despidos injustificados”, expresó Carol Sotelo, activista de la agrupación Lesvos.

 

La marcha fue convocada por la articulación feminista a las 16:00. Las concentraciones tuvieron lugar  en las Plazas O’leary y de la Democracia, donde hubo ferias de ropas, pañuelos, artesanías y comida. Cerca de las 18:00 las columnas marcharon hacia la Costanera de Asunción.

Bajo un sol intenso, cientos de adolescentes maquilladxs con glitter cantaban “che rete, che mba’e” y sobre la caída del patriarcado, mientras jóvenes vestidas de amarillo estaban encargadas de la seguridad.

“Salir del armario siendo profe es una responsabilidad para los alumnes porque llena ese espacio cultural que falta en la historia. Por ejemplo, no podemos enseñar literatura y hablar sobre Federico García Lorca sin contar que lo mataron por ser gay. A esta gente que me dice que no me meta con sus hijos les contesto que me tengo que meter porque yo les enseño, no solamente a leer y a escribir, sino también a aceptar diferencias: diferencias de cuerpos, sexuales y neurológicas”,apuntó Natalia López, mujer lesbiana y profesora de inglés del colegio de la Asunción.

Por la inclusión de las mujeres trans

Las mujeres trans también reclamaron acceso a derechos económicos, sociales y culturales para todas las mujeres en toda su diversidad. Además, exigieron justicia y reparación de los crímenes de odio contra elles, incluyendo los 61 asesinatos que se registraron en Paraguay desde el final de la dictadura en 1989 que permanecen impunes al día de hoy.

“La resistencia trans, la resistencia de las mujeres tienen que hacer que nosotras nos fortalezcamos”, dijo la activista por los derechos humanos y referente de Panambi, Yren Rotela a Presentes, consultada por el avance del sector antiderechos “Con mis hijos no te metas”. “Es es un mensaje de odio muy peligroso hacia el colectivo de mujeres diverso”, agregó.

“Ahora nuestro objetivo principal es Casa Diversa, que es un proyecto nuevo del que formo parte, dirigido por Yren Rotela. Tenemos chicas menores de edad que están albergadas en esta casa trans, y están en necesidad, en situación de calle o no son aceptadas por la familia”, continuó Tami Tozzy, activista trans de Casa Diversa.

Mujeres bisexuales, presentes!

Andrea Areco, de la organización feminista La Feroz Colectiva contó que se siente libre de asumirme como bisexual, “libre de poder visibilizar esta identidad como una identidad que no es una transición, que no es sinónimo de promiscuidad, que no es sinónimo de ninguna cosa solamente. Es una identidad con la que muchas mujeres y hombres nos sentimos identificados. Quiero decir basta de la invisibilización de la bisexualidad. Existimos, estamos, nos percibimos, nos queremos sentir libres, plenos y plenas”.

A pesar de que en Paraguay existe la Ley de Protección Integral a las Mujeres, contra toda Forma de Violencia, en lo que va del año se registró 51 casos de femicidio en nuestro país, y 164 intentos de femicidio, según los datos arrojados por el Observatorio de Violencia de Género. Siendo el último registrado el de Lidia Meza, la joven de 18 años asesinada en la Agrupación Especializada de las Fuerzas Armadas.

Entre las colectividades que marcharon ayer destacaron Aireana, Lesvos, La Feroz Colectiva, la Plataforma Universitaria Feminista (PUF), Escalando, Panambi, Conamuri, Amnistía Internacional, Fuerza Común y el movimiento de izquierda Frente Guasu. Al mismo tiempo, alrededor de 15 personas autodenominadas “pro vida” se manifestaron delante del Panteón de los héroes contra de la movilización feminista, y gritaban tímidamente “¡Que viva la religión!”. Entre elles, estaba Gabriela Vergara, conocida por la militancia antiderechos en redes sociales. “Equipo patriota defendiendo el patrimonio nacional de la marcha feminista victimista”, escribió hoy desde su cuenta de Facebook en la leyenda de una fotografía.

El final del recorrido en la Costanera desembocó en un escenario donde se leyeron los nombres, la modalidad del femicidio y el estado de la causa de las mujeres asesinadas durante 2018. En un ritual sororo, las mujeres manifestadas cantaron al unísono: “Ni una menos, vivas nos queremos”. Cuando tocó el turno de Meliza Fleitas, un grito colectivo se extendió a lo largo de toda la movilización: “No estamos todas, nos falta Meliza”.

Agencia Presentes


#NosotrasMarchamos25NOV: Declaración de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres

Como año a año, hace casi dos décadas, convocadas por la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres y otras organizaciones feministas, miles de mujeres saldremos a las calles en Chile y América Latina durante este lunes, en el marco del 25 de noviembre, Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres.

En más de 50 localidades en todo el país, mujeres y niñas se organizan para levantar distintas acciones en repudio a la violencia patriarcal.

A las diversas manifestaciones de violencia machista que por décadas organizaciones feministas hemos denunciado, desnaturalizado y trabajado en erradicar, hoy vuelve a emerger con fuerza el llamado a repudiar y no tolerar la impunidad en decenas de casos de violencia política sexual, perpetrados en el actual contexto político por militares y policías con la venia del gobierno de Sebastián Piñera, mayoritariamente contra niñas y mujeres, como también niños, cuerpos racializados y disidencias sexuales.

La violencia contra mujeres es un problema político, económico, social y cultural, transversal a todos los espacios que habitamos, tanto públicos como privados. Afirmamos que la violencia contra nosotras es un problema estructural, asentado en las bases de las sociedades patriarcales como la nuestra y que produce y reproduce desigualdades entre mujeres y hombres y disidencias sexuales.

Las feministas hemos dicho incansablemente que la violencia contra mujeres es un problema urgente, que atañe a la sociedad en su conjunto y que tiene distintas expresiones: algunas más visibles como las decenas de mujeres víctimas de femicidio que durante este año ya suman 58, y otras más naturalizadas, como las dobles jornadas que recaen en las mujeres: trabajo remunerado al que se le agrega el invisibilizado e inagotable trabajo doméstico y de cuidados; las pensiones de miseria que, si son indignas de manera general, en el caso de las mujeres se profundiza; las brechas salariales, los trabajos informales, las lagunas previsionales, las isapres que castigan a las niñas y mujeres por tener útero; un sistema judicial que perjudica a las mujeres, que deja libre a agresores y violadores, que realiza investigaciones negligentes cuando desaparecemos, que nos expone a las voluntades de los fiscales, que permite que el 60% de los padres denunciados por no pago de pensión de alimentos no se pongan al día jamás.

A lo anterior se suma que en un contexto como el actual, las mujeres que viven violencia explícita están aún más expuestas: las policías concentradas en reprimir cancelan sus funciones habituales y es así como se dejan de tomar denuncias por violencia y agresiones sexuales, se paralizan los juicios en curso, dejan de funcionar las ya ineficientes medidas cautelares. Si ya antes decíamos que no había un Estado que garantizara vidas libres de violencia para mujeres y niñas, ¿qué Estado puede existir cuando es el mismo aparato el que avala la continua vulneración de derechos humanos?

Las mujeres somos parte central del movimiento social que hoy reclama en las calles por vidas dignas y libres de violencia, imposibles bajo el modelo capitalista, racista y patriarcal imperante. Es por eso que la visibilización de nuestras demandas, nuestra participación e incidencia es primordial.

No aceptaremos acuerdos entre cúpulas políticas elitistas que negocian a espaldas del pueblo movilizado, desconociendo que las demandas nacen desde la calle y los espacios territoriales de reflexión y vivencias colectivas. Se niegan las graves violaciones a los derechos humanos perpetrados desde el inicio del estallido social y se criminaliza la protesta al posicionarla como un problema de orden público.

Hoy se abre la posibilidad histórica de derribar uno de los grandes cimientos de la dictadura, como lo es la Constitución, por lo que no podemos permitir que este proceso excluya una vez más a mujeres, niñas, niños y adolescentes, disidencias sexuales, afrodescendientes, pueblos indígenas y otros grupos históricamente vulnerados. Por eso exigimos una Asamblea Constituyente paritaria, plurinacional y con escaños reservados para población LGBTI+ y personas en situación de discapacidad, cuyo funcionamiento sea resuelto al interior de la misma.

Hoy, vestidas de negro, seremos cientos las mujeres que caminaremos juntas, portando un lienzo con un mensaje claro: NINGÚN ACUERDO SIN NOSOTRAS. Y con nosotras llevaremos los más de mil nombres de las mujeres y niñas que este sistema ha permitido que sean asesinadas desde el año 2001 hasta la fecha.

Red Chilena contra la violencia hacia las mujeres


25N CONTRA LA IMPUNIDAD: La violencia sexual es violencia política

Este 25N, Día Internacional de Lucha por la Erradicación de las Violencias contra las Mujeres, los feminismos latinoamericanos salimos a la calle contra el golpe en Bolivia y contra el terrorismo de Estado en Chile. La violencia sexual es violencia política. Decimos NO a la impunidad frente a los asesinatos. torturas, secuestros, desapariciones, abusos, vejaciones y violaciones. Esta violencia tiene la intención selectiva de desarticular la potencia de los feminismos y de los movimientos disidentes. La violencia sexual es violencia política contra quienes hacemos frente al neoliberalismo, su sistema de endeudamiento, obediencia y explotación, y experimentamos, inventamos o recuperamos formas de encontrarnos que encienden el deseo, y la necesidad de otra vida.

Mientras nos levantamos en los territorios , los ejércitos han vuelto a las calles de América Latina. La cacería es evidente. Los gobiernos dan vía libre y amparo a las fuerzas de “seguridad”, habilitándolas a mutilar y violar con saña específica a mujeres y a cualquier identidad disidente de la heterosexualidad normativa, impuesta también a bastonazos. La policía, en tanto, dispara a los ojos de pueblos que han vuelto a levantar irreversiblemente la mirada. Los ejércitos y la policía militarizada en las calles, desde Bolivia a Haití, desde Chile a Ecuador, desde Wallmapu y por todo Abya Yala, abren las heridas no cicatrizadas del funesto y orquestado Plan Cóndor y de los terrorismos de Estado impuestos hace cuatro décadas en cada territorio de nuestra América. No perdonamos ni olvidamos ningún golpe. La impunidad actual es expresiva de la impunidad histórica de democracias que pactaron justicia en la medida de lo posible. Impunidad sobre la que se acordó la continuidad del régimen neoliberal impuesto a sangre y shock, y que ha garantizado la permanencia del terrorismo del Estado en los territorios.

Las feministas decimos NO al acuerdo que consagra la impunidad del gobierno asesino de Piñera. Exigimos su renuncia ya. Decimos NO al golpe de estado racista y fundamentalista en Bolivia que va detrás de la consolidación de un modelo extractivista transnacional asesino.

Hoy, con la narrativa de combatir el narcotráfico y de imponer la seguridad interior, también se militarizan nuestros barrios y nuestras calles. Consagrando las tropas a la Biblia, como cruzados medievales, apuntan contra las organizaciones horizontales de los territorios que defienden la tierra, el agua, el aire, las plantas y los animales como parte de una cosmovisión que consideran “superada”, pero que resulta subversiva para el neoliberalismo extractivista. El asesinato de lideresas territoriales, y especialmente de referentas de comunidades indígenas y afrodescendientes, no se detiene ni en Colombia ni en Nicaragua, ni en Chile, ni en Brasil. Somos también la tierra que quieren saquear, somos el agua que privatizan, y somos las plantas y animales que explotan y torturan. Somos nosotras contra la deuda, como dicen las feministas en Puerto Rico. Por eso gritamos desde todas las regiones de nuestro continente: ¡no somos sus recursos disponibles ni somos superficies dóciles de normalización! Denunciamos la alianza entre el extractivismo, el racismo y los fundamentalismos religiosos que nos disputan el control de nuestros cuerpos-territorios: ahí es donde se anuda el racismo con la avanzada neocolonial.

Mientras se agudiza la precarización de la vida, se recrudece la violencia machista que atraviesa las relaciones en que esa vida se sostiene y se renueva cada día. Los alfiles ideológicos de las derechas, las religiones nuevas y viejas, quieren volver a encerrarnos en nuestras casas, donde nos matan y nos explotan. La violencia sexual es violencia política, lo repetiremos hasta que nos oigan. La familia cerrada e idealizada que defienden las religiones como paradigmas del orden es muchas veces directamente nuestra tumba y tantas otras la finca de esclavas donde los estados capitalistas extraen de nuestro tiempo el valor de un trabajo no remunerado: los cuidados que damos, las redes que sostenemos, los servicios que proveemos; en fin: la reproducción de la vida. Esa familia cerrada con la autoridad paterna decadente y celebrada es el caldo de cultivo donde se cuecen los femicidios y el abuso sexual, donde se reproduce la violencia machista. Nos matan en nuestras casas e intentan convencernos de que el peligro está afuera, y que los milicos están para cuidarnos. Hoy, dentro y fuera del hogar, crece el peligro para nosotres.

Las revueltas y desobediencias plurinacionales que vivimos han descompuesto la normalidad neoliberal y las continuidades coloniales. La guerra se intensifica ahora contra toda rebeldía. Decimos NO al pacto de caballeros que nos endeuda, nos empobrece, nos excluye y nos quiere sumisas. Decimos NO a la intervención del FMI que nos hipoteca y modula nuestras formas de vida. Decimos NO a los pactos por arriba y a espaldas de los movimientos, que clausuran nuestras formas deliberativas y de decisión política. No queremos la falsa felicidad del consumo irrestricto sostenido en nuestra pobreza estructural y en nuestra imposibilidad de decisión. La violencia política sexual hoy nos quiere como botín de guerra. Pero estamos alerta, hemos tejido nuestros acuerdos y nuestras divergencias, lejos de dividirnos, nos fortalecen, porque sabemos que la política que hacemos no es vertical, porque no buscamos disciplinarnos sino abrir sentidos, pensar juntes y cambiarlo todo. Como decían las feministas chilenas en los 80: hoy, más que nunca, somos +.

Ahora que estamos juntes, nos acuerpamos para enfrentar este mundo que da terror. Para desarmarlo. Porque estamos para nosotres y nos mueve el deseo de una vida que valga la pena vivir

Ni Una Menos


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