Argentina: avanza programa económico de Alberto Fernández a un mes de gobierno

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Antes de analizar el cambio de rumbo económico resulta indispensable repasar algunos conceptos básicos. Cuando el Estado gasta genera una contrapartida superavitaria en el sector privado, crea demanda y crea activos. Esta posibilidad no existe en el mundo privado, salvo para las entidades financieras, que contra lo que vulgarmente se cree no necesitan contar con el dinero que prestan, sino apenas con el encaje al que los obligan las bancas centrales.

Sin embargo, quienes defienden la teoría de la escasez, es decir quienes siguen la corriente principal de la economía, aseguran que si el Estado crea dinero, al igual que lo hacen los bancos, no se crea demanda y superávit privado, sino que se genera principalmente inflación monetaria, una de las mayores zonceras de la economía convencional refutada por las estadísticas.

Lo dicho sirve para recordar que la restricción real de una economía como la argentina no es la presupuestaria, sino la externa, la escasez de dólares para financiar insumos importados cuando la economía crece.

El redescubierto “péndulo argentino” que al menos desde 1976 se manifiesta en la sucesión de modelos neoliberales y nacional-populares, puede explicarse por la divergencia entre las clases dominantes locales sobre cómo resolver el problema estructural de la restricción externa.

Es un punto de entrada, pero lo que en realidad se encuentra por detrás del péndulo es la falta de consenso social sobre el modelo de desarrollo, lo que a su vez deviene de las relaciones de poder entre los distintos actores sociales y sus intereses particulares, incluida la geopolítica. Parece claro que los modelos económicos, incluso los macroeconómicamente inconsistentes como el del macrismo, tiene siempre ganadores y perdedores.

El gobierno saliente dejó una herencia nefasta de deuda pública externa insustentable, es decir impagable en los tiempos y formas en que fue contraída, y una potente recesión económica. Sin profundizar en las consecuencias de desempleo, hambre y destrucción de las capacidades productivas, es difícil imaginar una herencia peor.

No obstante, la nueva administración decidió no llorar sobre la, esta vez sí, pesada herencia, sino comenzar a resolverla. Más que prioridades, atacar el problema de la deuda y la agobiante recesión constituye la única vía posible, un camino que no será ni fácil ni seguro y mucho menos rápido. Las políticas elegidas, las líneas directrices, son entonces la renegociación de la deuda y la reactivación de la demanda, la única vía para crecer y dar respuesta a las expectativas sociales.

Aquí es necesario recapitular nuevamente. El cambio de dirección del kirchnerismo en relación al peronismo neoliberal de los ’90 y su conclusión aliancista con la crisis de 2001 puede sintetizarse en cuatro medidas clave: el establecimiento de retenciones a las principales exportaciones, la desdolarización de las tarifas de los servicios públicos y los combustibles, el desendeudamiento y el aumento de salarios, precisamente las mismas cuatro medidas que el macrismo se encargó de revertir una a una.

La administración de Alberto Fernández aplicará en estos rubros un programa similar al del kirchnerismo primigenio, las mismas cuatro medidas, pero en un contexto interno y externo bastante diferente. Dado que la llave para una renegociación ordenada la tiene hoy el FMI se decidió poner al frente de la economía a Martín Guzmán, un ministro que a la pátina “heterodoxa” que le imprime su carrera académica estadounidense guiada por Joseph Stiglitz, le sumó desde el primer día un discurso que destaca la búsqueda de “equilibrios” macroeconómicos y fiscales.

En el frente interno el programa se resume en expandir la demanda. Es un giro copernicano respecto a la visión precedente, que consideraba que el crecimiento dependía de medidas favorables a la oferta.

En paralelo se decidió que la expansión se financiará cobrándole más impuestos a los más ricos y transfiriendo a los más pobres, es decir expresando, como siempre lo hace la estructura impositiva, las nuevas relaciones de poder emergentes de la voluntad popular. Dicho de otra manera, haciendo que la crisis la paguen quienes más se beneficiaron con el macrismo antes que acudiendo a ideas consideradas “exóticas” en los países centrales, como la Teoría Monetaria Moderna y la “emisión descontrolada”.

Sucede, como siempre se dijo en este espacio, que el equilibrio presupuestario tiene dos patas, los gastos, pero también los ingresos. La redistribución progresiva de las cargas impositivas, tiernamente llamadas “impuestazo” y “ajuste” por la prensa que sostuvo al macrismo e hizo suyos todos sus eufemismos discursivos, va en esta dirección. El nuevo “sinceramiento” ya no es el tarifazo y la poda salarial que castigaron a la economía a partir de diciembre de 2015.Tampoco la liberación de obligaciones de todo tipo para los exportadores de materias primas. El camino es la vuelta a un sistema impositivo más normal, en el que como sucede en los “países serios” paguen más los que más tienen.

El discurso del nuevo ministro, sumado a su paso por la academia estadounidense, representó un hallazgo de Alberto Fernández, pues consiguió el efecto buscado de ser bien recibido por “los mercados”, es decir por el poder económico local y global.

En adelante los analistas harán bien en observar cómo el gobierno gasta y recauda antes que limitarse al discurso fiscalista del ministro. Pero debe decirse también que las condiciones estructurales no son las más favorables para que un gobierno híper endeudado con el FMI diga que el déficit fiscal no importa.

Aquí también hay en el actual gobierno mucho del primer kirchnerismo. En materia de renegociación de deuda las ideas de Guzmán ya estaban alineadas con las de la nueva administración mucho antes de que se supiera que integraría el gabinete. Lo que sostenía el novel funcionario es que en materia de renegociación debían reestructurarse plazos de pago, con quitas de capital y del nivel de intereses, pero también sin comprometerse a planes de ajuste que rápidamente impedirían cumplir las obligaciones asumidas, con recesión económica y caída de la recaudación.

Palabras más, palabras menos, el nuevo discurso oficial es un revival de “los muertos no pagan” de Néstor Kirchner. No tiene sentido renegociar para volver a incumplir en breve. Se debe reprogramar pensando en generar los recursos para afrontar los pasivos, lo que a su vez vuelve ineludible la expansión del Producto. Se necesita tanto generar nuevos dólares, como cuidar los existentes.

En esta línea debe entenderse el freno a la salida de divisas por turismo y para atesoramiento gravados con una tasa del 30 por ciento. En la práctica, como en el caso de las retenciones, se trata de una vía indirecta para tener tipos de cambio específicos para distintos sectores, por ejemplo dólar soja, dólar importación y dólar turista, pero sumando además un efecto recaudatorio sobre la cima de la pirámide y sin afectar la estructura de costos de producción, la verdadera causa de los procesos inflacionarios, como lo hace una devaluación generalizada.

Estas medidas se complementaran con la inyección de dinero en la base de la pirámide. Estimular la demanda en cualquier sector siempre supone un crecimiento del PIB y, dada la actual estructura productiva, un crecimiento más rápido de las importaciones que de las exportaciones que agrava la escasez de divisas.

Existe una relación de hierro entre renegociación de deuda y crecimiento. En paralelo se agrega la certeza de que la totalidad de los recursos que se inyectarán en la base se transformarán en demanda efectiva y no en fuga o atesoramiento, como ocurre cuando las transferencias son en favor de los más acomodados.

Sigue quedando pendiente y en la mira la cuestión del desarrollo, la transformación de la estructura productiva. Los detalles para conseguirlo están en el futuro, pero la recuperación de la demanda y del PIB son condiciones necesarias.

Página 12


El balance de Fernández: «Cumplimos lo que dijimos que íbamos a hacer»

El presidente Alberto Fernández aseguró que su primer mes de gestión tuvo «todo el empeño y esfuerzo» por cumplir con lo que había planteado en la campaña electoral y afirmó que «no hay mayor acto de corrupción que mentirle a un votante y después hacer todo lo contrario».

«Críticamente, porque soy por naturaleza crítico», matizó el mandatario al hacer un balance de su primer mes de gestión, pero enseguida agregó que desde el Gobierno le pusieron «todo el empeño y esfuerzo».

«Le pusimos todo el empeño y esfuerzo, y cumplimos con lo que dijimos que íbamos a hacer. No hay mayor acto de corrupción que mentirle a un votante y después hacer todo lo contrario», dijo en una entrevista con el El cohete a la Luna, el sitio web de Horacio Verbitsky.

Agregó que tiene la «tranquilidad» de estar haciendo «exactamente» lo que prometió y, en ese sentido, remarcó que «los jubilados, los que pagan y trabajan» saben que es así. «Les dije que me voy a ocupar de ellos y que iba a volver a promover el consumo, que iba a cuidar los precios para que se termine este desbande de ganancias extremas por parte de los supermercados y la industria agroalimentaria», apuntó.

«Vamos a seguir en ese rumbo. Y los que tienen que pagar los impuestos también lo saben, porque lo dije», afirmó.

En relación con el frente económico, uno de los más acuciantes de la agenda oficial, el jefe de Estado indicó que aspira a «llegar a un punto de acuerdo» con la nueva conducción del Fondo Monetario Internacional (FMI), de modo que la Argentina tenga «tiempo para recuperar la economía y para empezar a pagar» sus compromisos.

En el primer mes de gestión, se ha «encarrilado la economía en el buen sendero», tranquilizó.

En el FMI «han visto de muy buen modo la idea del control de precios, pacto social, acuerdos salariales. Todo lo que hemos venido proponiendo hasta ahora lo han visto como un punto de arranque esencial para ordenar la economía», ponderó.

«En épocas de (Christine) Lagarde no habrían visto con simpatía esto, lo habrían visto de un modo crítico. Hemos tenido un buen inicio, pero queda mucho por delante y la verdad es que trato de hablar poco del tema Fondo y negociación, justamente porque es una negociación y no hay que mostrar las cartas», agregó.

«Kristalina Georgieva tiene una mirada o pretende imponer una mirada más innovadora al Fondo Monetario. Yo tengo el deseo, la aspiración de que este nuevo Fondo admita lo que el Fondo anterior hizo».

Sostuvo al respecto que «tenemos que entender es lo que nos ha pasado; nosotros estamos en la situación en la que estamos, esencialmente por culpa del gobierno anterior, pero con un partícipe necesario que se llama Fondo Monetario Internacional».

Consultado sobre si el Fondo asume esa responsabilidad, consideró que la nueva titular, Kristalina Georgieva, «tiene una mirada o pretende imponer una mirada más innovadora al Fondo Monetario. Yo tengo el deseo, la aspiración de que este nuevo Fondo admita lo que el Fondo anterior hizo».

Por otro lado se refirió a la tasa de interés que fija el Banco Central y dijo que «viene bajando sostenidamente» debido a que en las últimas tres semanas acumula un retroceso de 11 puntos porcentuales, de 63% a 52%.

«La semana próxima, el Banco Central va a reglamentar un plazo fijo ajustado por UVA, lo que implicará un nuevo descenso de la tasa. Hoy es del 52% y con el plazo fijo ajustable bajará al 50%, para un cortísimo plazo de siete días. El Banco Central está coordinando ese descenso con el Ministerio de Economía y desactivando para febrero el sistema de pases que estaba armado con los fondos del money market», agregó.

En lo que respecta a las pymes, resaltó la decisión de la autoridad monetaria de flexibilizar las tasas de encaje para aquellas entidades financieras que otorguen financiamiento a una tasa del 40%: «una baja enorme, de más de 25 puntos respecto de diciembre», ponderó.

Por otra parte, Fernández reveló que el Gobierno ya tiene «la ley hecha» para poner en marcha el Consejo Económico y Social. «Va a ser parte de las cosas que mandamos a sesiones extraordinarias en enero. Ahí vamos a poder discutir políticas de futuro, saliendo un poco de la coyuntura. Es importante que lo hagamos y es importante que todos tengan conciencia de la importancia que tiene eso», le dijo El Cohete a la Luna.

El Presidente no esquivó el tópico de su relación con Cristina Kirchner, sobre el que indicó que le consulta cuestiones de gestión. «¿Por qué tanto lío? Lo raro, imperdonable, sería que no la consultase. Sería un soberbio, sería un necio», sostuvo.

«A veces me pregunto: si vos tuvieras la posibilidad de contar con el consejo de alguien que estuvo en tu lugar durante ocho años… ¿Prescindirías?», siguió.

«Si además ese alguien es una persona de la que fuiste su amigo, que nos distanciamos y recuperamos la amistad, ¿prescindirías? Si además ese alguien, es alguien que va en el mismo sentido que vos, ¿prescindirías?», subrayó.

«Un par de malos jueces federales terminaron ensuciando a toda la justicia federal».

En cuanto a los temas que más ha consultado con Cristina desde que asumió el poder dijo que fueron «mil», entre los que enumeró «cómo encarar el tema de la AFI, mucho de economía, la ley de Emergencia y el tema del FMI», además de incorporaciones al Gabinete y cuestiones de relaciones bilaterales.

Por otra parte, indicó el Presidente reiteró que el Gobierno trabaja en la reforma de la justicia federal para que se trate en sesiones extraordinarias en el Congreso y, tras asumir que «un par de malos jueces federales terminaron ensuciando a toda la justicia federal», insistió en la necesidad de «hacer que esto funcione bien».

Por último, defendió a la ministra de Seguridad, Sabina Frederic ante las críticas que le dirigió a la funcionaria el titular de la cartera de Seguridad bonaerense, Sergio Berni.

«Sería bueno que (Berni) se ocupe de la provincia de Buenos Aires, que tiene muchos problemas para resolver, básicamente. Sabina expresa exactamente lo que yo creo que hay que hacer en materia de seguridad. Cuenta con todo mi aval, con todo mi apoyo y estoy seguro que está en la senda correcta y el resto son opiniones de alguien», dijo.

Berni había calificado de «disparate» la decisión de Frederic de desestimar el uso de las pistolas eléctricas Taser y señaló que la ministra nacional «nunca anduvo con un arma por la 9 de Julio con 200 personas esperado cruzar un semáforo».

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