Argentina | Construir una economía con alma – Por Carlos Heller, especial para NODAL

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Carlos Heller(*)

Resulta una ardua tarea elegir una frase definitoria entre las muchas que marcaron ideas esenciales en el discurso del Presidente de la Nación Argentina, Alberto Fernández, en la inauguración de las Sesiones Ordinarias del Congreso el pasado 1º de marzo. En un intento de encontrar una idea central de ese discurso que resuma el cambio de rumbo económico y social que Argentina comienza a recorrer, podríamos tomar la siguiente: “estamos dejando atrás una política económica centrada en la especulación para volver a poner el foco en el trabajo y la producción (…) vengo a proponerles iniciar una marcha que nos permita salir de la postración y ponernos en rumbo del crecimiento con justicia social”.

Tomando esa frase marco como referencia, vale la pena analizar otros pasajes de su discurso que, en definitiva, no hacen más que confirmar los lineamientos que se habían expresado durante la campaña del Frente de Todos del año pasado.

El “mayor escollo” que enfrenta la economía, según las propias palabras del Presidente, es la deuda pública. En este sentido, aseguró que “endeudarse sólo para el beneficio de los especuladores y el prestamista” es la “especulación más dañina que puede enfrentar una sociedad (…) todos hemos visto impávidos cómo los dólares que deberían haber financiado el desarrollo productivo acabaron fugándose del sistema financiero, llevándose los recursos y dejándonos la carga de la deuda”.

Así describió Alberto Fernández la difícil situación que dejó la gestión anterior en materia de deuda. Tan es así que, como han manifestado tanto el Presidente como sus funcionarios, hasta que no se resuelva la “deuda pública récord en monto y concentración temporal de intereses” generada, en su gran mayoría, durante los últimos cuatro años, no podrá delinearse el Presupuesto 2020: las erogaciones de la deuda para este año, si todo siguiera como hasta ahora, serían de casi 49.000 millones de dólares de capital más 14.800 millones de dólares de intereses.

Es por ello que el Presidente dejó en claro el “nunca más a la puerta giratoria de dólares que ingresan por el endeudamiento y se fugan dejando tierra arrasada a su paso”. La premisa que guiará las negociaciones de reestructuración que se están llevando a cabo con el FMI y con los acreedores privados será la de “tomar compromisos que se puedan cumplir, en lugar de hacer promesas sobre la base de escenarios maravillosos que nunca llegan y que nos terminan dejando en una situación peor”.

Agregó además: “No vamos a pagar la deuda a costa del hambre y la destrucción de sueños de los argentinos y argentinas”, en una clara respuesta a aquellos que reclaman afrontar los pagos de deuda a partir del ajuste y la austeridad fiscal. Aunque parezca mentira, se escuchan voces que siguen insistiendo con este método del ajuste que solo trajo pobreza, algo que los ciudadanos argentinos de a pie conocen muy bien, al igual que lo han vivido las poblaciones de otros países.

El propio Fondo afirmó que la deuda argentina es insostenible. Una señal que no pasó desapercibida ya que implica un claro apoyo a lo transmitido reiteradas veces por el gobierno de Alberto Fernández.

En cuanto a los lineamientos de las políticas a aplicar, me interesa destacar una cuestión en particular que yo vengo mencionando desde hace tiempo. En pos de reducir los muy elevados niveles de inflación que se registraron durante años anteriores, el Presidente señaló que se está trabajando “para disminuir las causas macroeconómicas” de la misma, analizando “las estructuras de costos de los eslabones de la producción” y para “evitar los abusos de posición dominante”.

Un interesante enfoque en la concepción de las verdaderas causas del incremento de precios de una economía. Una idea completamente opuesta a la que aplicó el gobierno de Mauricio Macri, en el que se intentó utilizar el alza de la tasa de interés para que, por la vía de la ralentización de la actividad económica, disminuyera la inflación. En efecto, durante la gestión de Cambiemos la tasa de política monetaria pasó del 38% en diciembre 2015 al 63% en diciembre 2019, llegando a picos del 85% en septiembre 2019. El resultado no fue el esperado, al menos según las expectativas que manifestaban públicamente los funcionarios macristas: el nivel de actividad cayó en tres de los cuatro años del gobierno de Macri, registrando valores de -2,5 y -2,1 en 2018 y 2019 respectivamente. Dos años consecutivos de caída, algo que no ocurría desde la crisis que sufrió nuestro país en 2001.

El gobierno de Alberto Fernández ya dejó en claro durante los casi tres primeros meses de gestión que no utilizará esas políticas que generaron recesión, una fuerte caída del empleo y de los salarios reales, y altos niveles de pobreza en un marco de especulación financiera. De hecho, la tasa de política monetaria ya pasó del 63% al 40% a partir de la asunción del Frente de Todos en diciembre pasado. Pero además se implementó una línea especial para PyMEs, con una tasa del 35%. Se estableció también un tope al costo de financiación a través de las tarjetas de crédito y un congelamiento de las comisiones bancarias por 180 días hábiles. No caben dudas que el impulso al consumo es una de las principales prioridades ahora.

La nueva administración de gobierno también abordó la situación de “emergencia sanitaria” que padece la Argentina. Se relanzó el Programa Remediar, el cual había sido totalmente desarticulado por la gestión macrista. El mismo involucra la distribución gratuita de medicamentos esenciales a centros de atención primaria de todo el país.

También se garantizó el acceso gratuito a 170 medicamentos a todos los jubilados y pensionados para “garantizar el derecho a la salud”, según las palabras del comunicado emitido por la obra social de las jubiladas y los jubilados. Una iniciativa de suma importancia dada la muy difícil situación que ha vivido ese sector de la población en los últimos años. Según un informe de la consultora CEPA (Centro de Economía Política Argentina), el haber previsional mínimo (la gran mayoría de los beneficiarios) sufrió una pérdida de su poder adquisitivo del 19% entre 2015 y 2019, medido según una canasta de consumo de jubilados y jubiladas. Por cada $ 100 que cobraba un jubilado de la mínima en 2015, en 2019 cobró el equivalente a $ 80,90, según este informe.

Así como comencé esta nota con una frase que intenta resumir las intenciones del nuevo gobierno para con la sociedad argentina, vale la pena finalizar con algunas citas escuchadas en la conferencia sobre “Nuevas Formas de Solidaridad, Inclusión e Integración” en el Vaticano a principios de febrero. Kristalina Georgieva, titular del FMI, señaló que “el capitalismo hoy está haciendo más mal que bien en el mundo”. Luego citó una frase de Francisco: “la primera tarea es poner a la economía al servicio de los pueblos”. También habló de “la excesiva desigualdad” y de las “tensiones sociales”.

En esa misma actividad, la intervención del Papa Francisco fue contundente: “El mundo es rico y, sin embargo, los pobres aumentan a nuestro alrededor. Según informes oficiales, el ingreso mundial este año será de casi 12 mil dólares per cápita, sin embargo, cientos de millones de personas aún están sumidas en la pobreza extrema (…). Se calcula que aproximadamente 5 millones de niños menores de cinco años morirán en 2020 a causa de la pobreza. Otros 260 millones carecerán de educación debido a la falta de recursos, las guerras y las migraciones”. Luego agregó: “El principal mensaje de esperanza que quiero compartir con ustedes es precisamente que se trata de problemas solucionables y no de ausencia de recursos (…). Cada año, cientos de miles de millones de dólares que deberían pagarse en impuestos para financiar la atención médica y la educación se acumulan en cuentas en paraísos fiscales impidiendo así la posibilidad del desarrollo digno y sostenido de todos los actores sociales”.
En definitiva, se trata de construir una economía con alma, como lo mencionó el presidente Alberto Fernández en su discurso.

(*) Diputado nacional por el Frente de Todos y Presidente del Partido Solidario.

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