Brasil y México – El Tiempo, Colombia

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Es cuando menos increíble que a estas alturas todavía haya quien niegue o minimice la gravedad de la pandemia de la covid-19, que tiene en ascuas al planeta. Y mucho más grave, que se trate de personas en posiciones de poder.

Desafortunadamente, y para enorme preocupación de sus gobernados y de toda la comunidad internacional, los mandatarios de Brasil, Jair Bolsonaro, y de México, Andrés Manuel López Obrador, persisten en esa irresponsable tónica. Desconocen duras lecciones que están a la mano: como declaraciones similares que se escucharon en Italia por parte de autoridades sanitarias cuando surgieron allí los primeros casos.

Por un lado está el polémico mandatario brasileño, inmerso en estos días en una feroz pugna con los demás poderes, sobre todo el Congreso, y que tiene ya a su haber una triste antología de declaraciones que están en las antípodas de lo que se espera del Presidente de un país con más de 200 millones de habitantes, y con más de 2.400 casos confirmados de la covid-19 y 57 muertos por esta causa.

«Son dos líderes que en apariencia están en dos extremos opuestos, pero que cada vez más parecen cortados con la misma tijera».

Como si no pensara en el bienestar de su pueblo, Bolsonaro ha querido usar esta gravísima crisis para fortalecer su apoyo popular. Su apuesta ha sido la de leer la pandemia con el prisma de la política local: necesita del apoyo de las calles en su intención de lograr un mayor control del presupuesto del Ejecutivo, y en esta tarea el coronavirus, como es obvio, surge como obstáculo. Así, en lugar de asumir una posición responsable y entender que una pandemia obliga a establecer nuevas prioridades, optó por menospreciarla, afirmando que “no había que exagerar” ni “entrar en una neurosis”. Y, el pasado martes, la calificó de “gripecita”, y pidió levantar las medidas tomadas para prevenir su expansión, para no frenar la economía. Desolador.

Y si por Brasil llueve, por otro gigante del continente no escampa. La manera como López Obrador ha gestionado esta delicada crisis carece de la necesaria responsabilidad. En un país con casi 130 millones de habitantes, donde ya se cuentan 405 positivos y cinco muertes, el mandatario no tuvo problema en pedirle a la gente, el pasado domingo, “que siga sus vidas como de costumbre”. Ha apelado, igualmente, a la cultura de su país como barrera frente a la pandemia, dándole prelación “a la herencia de culturas milenarias” sobre las medidas que exigen los epidemiólogos para contrarrestar la covid-19. Una salida que, de no ser porque pone en riesgo millones de vidas, podría ser más bien vista como insumo para cualquier guionista de una película sobre un presidente delirante y desconectado de la realidad. Hasta el régimen dictatorial de Nicolás Maduro ha dado más muestras de sensatez.

Estas posturas, en las que líderes que en apariencia están en dos extremos opuestos del espectro ideológico pero que cada vez más parecen cortados con la misma tijera, tienen que preocupar a todo el planeta. La razón es simple: de nada sirven los esfuerzos de un país y de la comunidad internacional si todas las naciones no siguen la misma partitura. Y para Colombia es especialmente crítico dada la cercanía, en todo sentido, de estos dos estados.

El Tiempo


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