Colombia: Liderazgo social alternativo para enfrentar la pandemia, y más allá de ella – Por Equipo Desdeabajo

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Equipo Desdeabajo *

El Covid-19 nos colocó como sociedad global ante el espejo, y su reflejó es el capitalismo, destructor, atomizador de relaciones humanas, destructor de la naturaleza, aniquilador de vida y de la esperanza. Esa es una realidad.

Pero también nos colocó cara a cara entre procesos sociales y políticos, con su característica atomización y pretensión de hacer cada uno por cuenta propia, con la fragilidad de no proyectar el mediano ni el largo plazo, así como de no retomar las capacidades y debilidades de cada uno para entre todos y todas, sacando lo mejor de sus particularidades, extender ante el país una alternativa que propenda por el liderazgo común, de los millones que somos, para así, con la fuerza totalizante de sueños y disposiciones poder avanzar tras la construcción de la gran vivienda que aspiramos sea nuestro país.

Una vivienda donde cada quien encuentre su lugar, así como posibilidad de realización, personal y colectiva.

Tenemos ante nosotros, por tanto, una posibilidad –a pesar de todo lo negativo que esconde la coyuntura, manipulada por el poder global y local–. Actuemos de acuerdo al reto.

Como ya es coincidencia social, la cuarentena decretada no puede implicar multiplicación de hambre y penurias para quienes están al margen del sistema; de ahí que necesitemos un plan humano, inmediato, para los de abajo.

Pero tampoco puede significar, una vez superada la coyuntura, continuidad de lo que ya traía el país, de una economía organizada a favor de unos pocos, y una participación de forma pero no decisoria; pero tampoco puede significar, producto de la crisis/recesión económica a la que se adentra el sistema mundo capitalista, ahondamiento de desempleo, pobreza y segregación social. La primera lección de la crisis es que necesitamos un país para los 50 millones que somos

Es por ello que el país está de cara a toma, ya, sin más dilación, medidas como:

Medidas inmediatas

– Entrega de alimentos y otras ayudas para cada familia. Para ello, disponer las sedes de las Juntas de Acción Comunal, así como iglesias, centros educativos, para concentrar alimentos, y logística en general, que demanda la atención de la crisis, para distribuirlos en cada uno de los barrios.

– Para facilitar la entrega de estos recursos. Constitución de grupos juveniles para la selección de todo lo recibido y su entrega, casa a casa. Recordar que quienes están en edad juvenil son las personas menos propensas a un golpe duro por parte del Covid-19

– Realización urgente de censo, barrio a barrio y con duración no mayor a un día, de personas en necesidad de apoyo alimentario, reconexión de servicios públicos, atención médica –terapias y otros tratamientos–, y entrega de la información a las alcaldía locales –para el caso de Bogotá– y a los despachos de los alcaldes en cada una de las otras ciudades. Se supondría que el Dane, o departamentos sociales y comunitarios de cada alcaldía debiera contar con esta información, pero todo indica que no es así, o que no tienen una información totalmente actualizada, producto de que los programas sociales diseñados por años están enfocados no para todos los sectores excluidos sino para algunos de estos.

– Atención directa a personas con alguna discapacidad, así como acompañamiento psicosocial y de todo tipo para personas que lo requieran.

– Protección a mujeres y niños/as sometidos a violencia intrafamiliar.

– Acompañamiento a estudiantes que no cuenten con computador y/o red de internet en sus casas.

– Entrega de salario mínimo generalizado, hasta que dure la crisis, para desempleados e informales.

– En tanto las guarderías también fueron cerradas, despliegue de asistencia social para acompañar madres cabeza de familia, realización de terapias de estímulo a niños y niñas con capacidades especiales, implementación de recreación dirigida en los barrios populares, así como garantía de entrega de apoyos alimentarios para cada uno de estos infantes.

– Diseñar programas urgentes en procura de una conexión con los productores directos en el campo, algunos de ellos organizados en redes de producción y distribución –como lo evidencia la realización de ferias campesinas periódicas en distintas partes del país, algunas de ellas con asiento en plazas principales de ciudades–, rompiendo así la intermediación comercial, estabilizando de esta manera precios y brindando a los campesinos, por esta vía, ingresos seguros.

En pocos meses

La crisis humanitaria pasará, no así la económica, y en ese momento, para que el país vaya avanzando hacia una política cada vez más humana y digna, debemos implementar un conjunto de medidas de manera autónoma, sin esperar para ello la reacción del Estado y de los grupos que lo detentan; política lideradas por los movimientos sociales, dándole vitalidad a:

Soberanía alimentaria. Coordinación de redes de producción y de mercadeo agrario. Así debemos proceder. La coyuntura ha demostrado que el acceso a un abastecimiento suficiente y eficiente a todos los niveles es una de las primeras preocupaciones de las familias. El miedo al desabastecimiento, la especulación con los precios de los alimentos más esenciales para la mesa cotidiana, es un factor de desequilibrio y control social.

Construcción de tiendas comunitarias en todos los barrios populares, a través de las cuales se mercadee lo producido por las redes agrarias, garantizando calidad y control de precios.

Edificar la sociedad a la altura de nuestros sueños, sin depender del Estado. Redes comunitarias en salud, educación, comunicación, deporte, recreación, y demás particulares que facilitan que la vida sea más amena y satisfactoria. Más participación con capacidad decisoria, menos delegación.

Participación. Ampliación de los mecanismos de participación directa de las comunidades, con capacidad decisoria: implementación de asambleas comunitarias, como mínimo mensuales, donde se aborde y decida sobre la vida comunitaria en todos los niveles, donde se decida sobre la administración de lo público, y donde la democracia directa gane concreciones medibles.

Implementación de programas de agricultura urbana, realmente comunitaria, no individual. Para ello, disposición de espacios comunales –lotes– en los barrios. Estos lotes pueden ubicarse tras un censo de todos aquellos espacios que pertenecen a las alcaldías y que están sin uso o en comodatos.

Puesta en marcha de programas ambientales de las más diversas características e impactos: recuperación de cuencas y microcuencas, reforestación, reciclaje en la fuente, control de vehículos y emisión de gases, modernización de procesos productivos en todas las fábricas que por algún motivo generen altos niveles contaminantes, etcétera.

Instalación de industrias para la fabricación de ropa y útiles de aseo de todo uso, abriendo así políticas de empleo comunitario, al tiempo que programas de vida sana y vida digna.

Para ir cerrando las causas del eterno conflicto armado colombiano, amplia movilización por la demanda de restitución de la tierra a todos los usurpados y desplazados, concretando con ello lo definido en el Acuerdo de Paz firmado en reciente fecha. A su par, izar la bandera de reforma agraria integral, con lo cual se daría un paso fundamental para concretar el programa de soberanía alimentaria, así como los complementarios a la misma.

La crisis abre una oportunidad para los de abajo. Otra democracia, directa, radical, plebiscitaria, es posible. Actuemos en consecuencia.


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