Día de la Madre Tierra en medio del Covid-19: llamado a la reflexión para la mitigación del cambio climático

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En día de la Madre Tierra, ONU pide cambio hacia economía sostenible

En el Día Internacional de la Madre Tierra, la ONU aboga hoy por cambiar hacia una economía y modo de vida más sostenible, que funcione tanto para las personas como para el planeta en su diversidad.

Por eso en medio de la pandemia de Covid-19, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, subrayó que también urge actuar con decisión para proteger el planeta, tanto del nuevo coronavirus como de la amenaza del cambio climático.

De acuerdo con cifras del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, una nueva enfermedad de infección emerge entre los humanos cada cuatro meses, y el 75 por ciento de ellas provienen de los animales.

Esto muestra las estrechas relaciones entre la salud humana, animal y ambiental, apunta esa agencia de ONU.

La Covid-19 plantea ahora un gran riesgo para la salud pública y la economía mundial, pero también para la diversidad biológica, resalta ese organismo.

Sin embargo, añade, la biodiversidad puede ser parte de la solución ya que esta diversidad de especies dificultaría la propagación rápida de los patógenos.

Este año, el Día de la Madre Tierra se centra, precisamente, en el papel de la biodiversidad como indicador de la salud del planeta.

Actualmente, existe una creciente preocupación por las consecuencias que tiene para la salud, la pérdida y los cambios en la biodiversidad, los cuales afectan el funcionamiento de los ecosistemas.

Pese a los esfuerzos en curso, la biodiversidad se está deteriorando en todo el mundo a tasas sin precedentes en la historia humana, alertan los especialistas.

Incluso, se estima que alrededor de un millón de especies animales y vegetales están ahora en peligro de extinción.

Aunque en estos momentos de pandemia, la prioridad inmediata es evitar la propagación de la Covid-19, esta fecha destaca la necesidad de abordar a largo plazo la pérdida de hábitat y biodiversidad.

Según alertan los expertos, el cambio climático, las transformaciones provocados por el hombre en la naturaleza, y los crímenes que perturban la biodiversidad (por ejemplo, la deforestación, el crecimiento indiscriminado de la ganadería y la agricultura y el comercio ilegal de vida silvestre) pueden aumentar el contacto y la transmisión de enfermedades infecciosas de los animales a los humanos.

Prensa Latina


Cuando la Madre Tierra nos manda un mensaje

La Madre Tierra claramente nos pide que actuemos. La naturaleza sufre. Los incendios en Australia, los mayores registros de calor terrestre y la peor invasión de langostas en Kenia… Ahora nos enfrentamos a COVID -19, una pandemia sanitaria mundial con una fuerte relación con la salud de nuestro ecosistema.

El cambio climático, los cambios provocados por el hombre en la naturaleza, así como los crímenes que perturban la biodiversidad, como la deforestación, el cambio de uso del suelo, la producción agrícola y ganadera intensiva o el creciente comercio ilegal de vida silvestre, pueden aumentar el contacto y la transmisión de enfermedades infecciosas de animales a humanos (enfermedades zoonóticas).

De acuerdo con PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente), una nueva enfermedad infecciosa emerge en los humanos cada 4 meses. De estas enfermedades, el 75% provienen de animales.

Esto muestra las estrechas relaciones entre la salud humana, animal y ambiental.

El impacto visible y positivo del virus, ya sea a través de la mejora de la calidad del aire o la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, no es más que temporal, ya que se debe a la trágica desaceleración económica y la angustia humana.

Recordemos más que nunca en este Día Internacional de la Madre Tierra que necesitamos un cambio hacia una economía más sostenible que funcione tanto para las personas como para el planeta. Promovamos la armonía con la naturaleza y la Tierra

La importancia de la biodiversidad para los humanos

El brote de coronavirus representa un riesgo enorme para la salud pública y la economía mundial, pero también para la diversidad biológica. Sin embargo, la biodiversidad puede ser parte de la solución, ya que una diversidad de especies dificulta la propagación rápida de los patógenos.

Este Día de la Madre Tierra, coincidiendo con el Súper Año de la Biodiversidad, se centra en el papel de la diversidad biológica como indicador de la salud de la Tierra.

Igualmente, cada vez es más evidente su impacto en la salud humana. Los cambios en la biodiversidad afectan al funcionamiento de los ecosistemas y pueden ocasionar alteraciones importantes de los bienes y servicios que estos proporcionan. Los vínculos específicos entre la salud y la biodiversidad incluyen posibles impactos en la nutrición, la investigación sanitaria y la medicina tradicional, la generación de nuevas enfermedades infecciosas y cambios significativos en la distribución de plantas, patógenos, animales e incluso asentamientos humanos, algo que puede ser alentado debido al cambio climático.

A pesar de los esfuerzos actuales, la biodiversidad se está deteriorando en todo el mundo a un ritmo sin precedentes en la historia humana. Se estima que alrededor de un millón de especies animales y vegetales se encuentran actualmente en peligro de extinción.

Con este panorama general y el escenario del coronavirus, nuestra prioridad inmediata es evitar la propagación de COVID-19, pero a largo plazo, es importante abordar la pérdida de hábitat y biodiversidad.

Estamos en esta lucha juntos con nuestra Madre Tierra.

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ONU


En el Día de la Tierra, una proclama por un planeta antisistémico

Más de 350 organizaciones de 40 países emitieron una proclama internacional en el Día de la Tierra, que se celebra el 22 de abril. Se trata de una crítica sistémica que remarca la vinculación directa entre las pandemias y la destrucción del ambiente, cuestionan el extractivismo –entendido como pilar del capitalismo–, llaman a un cambio urgente del modelo y apuntan al fondo del problema: “Una economía mundial basada en el mito del crecimiento y el apetito ilimitado por los recursos de la Tierra es la raíz de esta crisis sanitaria y de futuras pandemias”.

La celebración tiene su origen en 1970, en Estados Unidos, cuando tuvo lugar el reclamo de sectores políticos, universitarios y de la sociedad civil para contar con políticas públicas de cuidado del ambiente. La iniciativa, que cumple 50 años, fue tomada desde hace décadas por organizaciones internacionales y se conmemora en un centenar de países.

Gobiernos, empresas y organizaciones conservacionistas suelen abordar la fecha con una mirada superficial, desde un óptica economicista, de “reducción de daños” o con falsas soluciones que apuntan a nuevos negocios (en base a la naturaleza). La proclama lanzada por 350 organizaciones, titulada “Un planeta, una salud. Haciendo la paz con la Tierra” es un cuestionamiento sistémico, que apunta a las causas económicas y políticas de la destrucción del planeta y sus consecuencias.

“En el debate sobre el cambio climático, el modelo tecnológico y económico dominante no tiene en cuenta la finitud de los recursos de la Tierra”, cuestiona la proclama, firmada por las organizaciones Navdanya (India), Salud de la Madre Tierra (Nigeria), Campaña Permanente de Lucha contra los Agrotoxicos y por la Vida (Brasil), Naturaleza de Derechos (Argentina), Conamuri (Paraguay), Shumei (Japón), Red de Acción sobre Plaguicidas y Alternativas (México), Red Guardianes de Semillas (Colombia) y Terre A Vie (Burkina Faso).

El escrito destaca que en la actualidad prevalece una visión “en la que los humanos están separados de la naturaleza, como amos de la Tierra que creen pueden poseer, manipular y controlar para obtener beneficios económicos”. Los firmantes del escrito marcan la gigantesca contradicción de pretender una población con buena salud al mismo tiempo que se destruyen los territorios. “Nuestra salud y la salud del planeta es una sola”, explican.

Denuncian actividades destructivas que se desarrollan a nivel global, ejecutadas por un puñado de trasnacionales y que son política de Estado en Argentina: agronegocio (con transgénicos y agrotóxicos como pilares), megaminería y explotación petrolera.

Vandana Shiva, de la Navdanya International, es una histórica referente de la lucha por el ambiente y de resistencia frente a las multinacionales extractivas. Vinculó la crisis sanitaria global con el agronegocio y llamó a cuestionar las causas de los problemas: “Los sistemas alimentarios industrializados y globalizados propagan enfermedades. Los monocultivos propagan enfermedades. La deforestación está propagando enfermedades».

La proclama por la tierra puntualiza la relación entre pandemias y destrucción del planeta, su constante degradación, la extinción y desaparición de especies y la crisis climática: “En los últimos 50 años han surgido hasta 300 nuevos patógenos. Alrededor del 70 por ciento de los patógenos humanos, incluyendo el VIH, el Ébola, el MERS y el SRAG surgieron cuando los ecosistemas forestales fueron invadidos y los virus pasaron de los animales a los humanos”.

Fernando Cabaleiro, de la ONG Naturaleza de Derechos, fue uno de los impulsores de la proclama y no tiene dudas: «Esta pandemia de la covid-19 nos está diciendo que el sistema de acumulación masiva que rige las economías del mundo, y por lo tanto la vida y la salud de la Tierra, ha llegado a su punto de inflexión”. Lamenta que los sectores políticos gobernantes no quieran escuchar a las asambleas socioambientales, pueblos originarios y campesinos que desde hace décadas alertan sobre la destrucción del planeta y los impactos en los humanos. Al mismo tiempo que valora que esos mismos actores sigan en lucha y con propuestas. “La proclama por la tierra es también un grito de esperanza”, resalta.

El escrito señala que el virus de la covid-19 debe ser interpretado como un “llamado de atención planetaria” sobre lo que implica la destrucción del ambiente y pide escuchar y revalorizar los conocimientos y la sabiduría ancestrales de los pueblos originarios, definidos como guardianes de los territorios a lo largo de los tiempos, con un profundo respeto por la Tierra. Entre los pueblos indígenas que firmaron la proclama figuran comunidades mayas (México), guaraní-kaiowa (Brasil), y wichí y mapuche (Argentina).

El documento global por el Día de la Tierra es también un llamado a la acción. Insta a proteger la la biodiversidad de los bosques, detener la destrucción de la tierra, promover otro modelo agropecuario, que los Estados no subvencionen más al agronegocio y a las petroleras, dejar de favorecer a la “comida basura industrial-ultraprocesados”, detener la deforestación y acabar con los monocultivos industriales (soja transgénica, palma aceitera, árboles). “Debemos pasar de la economía de la codicia y del crecimiento ilimitado, que nos han empujado a una crisis global, a una economía del cuidado de la Tierra, de las personas y de todas las especies vivas», proponen las 350 organizaciones firmantes.

En 2019, la Asamblea de Naciones Unidas para el Medio Ambiente presentó la investigación «Perspectivas del Medio Ambiente Mundial 6″, una fotografía del clima global que advierte: el planeta se dirige hacia el colapso climático, sanitario y social. Precisa que nueve millones de personas mueren cada año por la contaminación del aire y el agua.

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La Madre Tierra, respira

La primera vez que se conmemoró el Día de la Tierra fue en 1968 y desde entonces, el 22 de abril se conmemora el Día Mundial de la Tierra.

Reflexionemos en el tiempo, hace 15 mil millones se formó el universo y hace 4500 millones la Tierra y nuestra Sol. Situado a 150 millones de km y conteniendo el 99 por ciento de toda la materia del Sistema Solar. La vida, comenzó hace 4 billones de años, habiéndose formado muchas formas de vida y otras se extinguieron como los Dinosaurios. Hace 3 millones de años, el primer Hominido pisa la Tierra y el Homo sapiens es la única especie de este género que aún perdura. Por lo que la Madre Tierra tiene 20 mil veces más de “experiencia” que nosotros. En las últimas décadas las actividades y modelos de producción de alimentos, bienes y servicios han modificado como nunca a la Naturaleza, contaminándola y cambiado el clima. Hasta la química de los océanos se ha modificado, de ahí los afloramientos de sargazo. Hay un video (naturalezanoshabla.org) donde la Madre Tierra, nos habla para decirnos “yo existo desde hace muchos más años que tú, he visto la desaparición de especies mucho más grande que tú, yo no te necesito, pero tú si me necesitas. Estoy preparada para evolucionar ¿ y tú?”

Así de pragmática es la situación, bastante arrogante resulta de nuestra parte pensar que le vamos a ganar a la Naturaleza. La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible reconoce que el mayor desafío del mundo es la erradicación de la pobreza y el hambre y que esta no puede lograrse sin un desarrollo sostenible, justo e inclusivo y con medidas contra el cambio climático. Los eventos climáticos son cada vez más extremos y las emisiones de gases de efecto invernadero están en los niveles más altos de la historia. Ante ello, los países se han comprometido a limitar el aumento de la temperatura. Por cada grado que aumenta la temperatura, la producción de cereales se reduce 10 por ciento. Se pierde un millón de km2 de hielo del Ártico cada decenio, lo que se traducirá en una elevación del nivel del mar de 60 cm para el año 2100.

Las pérdidas anuales promedio por catástrofes climáticos son de miles de millones de dólares, y entre 2000-2017 costaron la vida a más de un millón de personas. Nos quedan 10 años para frenar el calentamiento global no sólo con políticas de papel-acuerdos sino con acciones y la base es la Educación ambiental para niños, pero sobre todo para adultos que es la franja económica-activa, cuyo modelo de consumo debe cambiar.

Si no se controla, el cambio climático se agravará la escasez de agua, alimentos, y las pandemias se desarrollarán provocando conflictos y migraciones masivas. México firmó la Agenda 2030, doce estados se sumaron, entre ellos Yucatán. Bien por lo anterior, pero eso es letras en papel. Controversialmente, se puede leer información de “eco-negocios” en Yucatán: “Si usted es propietario de algún terreno y quisiera convertirlo en granja solar, nosotros podemos ayudar. Tenemos dos opciones: compra directa como una inversión o como un flujo de ingresos rentando el terreno a Unión Energía o a alguno de nuestros socios desarrolladores. Podemos instalar los paneles solares y ofrecerle una renta anual. El tamaño mínimo para la instalación es de 130 hectáreas, por favor contáctenos…”

Sin entrar en detalles de esta energía “limpia”, uno reflexiona sobre el costo/beneficio de desmontar el monte o dejar de sembrar la milpa maya para ahora plantar paneles solares. Una hectárea de selva absorbe 18 toneladas de C02 y produce 12 toneladas de Oxígeno. Son datos para reflexionar este Día Mundial de la Tierra, donde la solución no es producir más sino consumir diferente y de manera sostenible. Hagamos de este periodo de confinamiento sanitario un momento de reflexión para incorporar en nuestra vida cotidiana acciones de menor desperdicio de energía, agua, alimentos, ropa, celulares, etc, que responden a necesidades de mercado y no a necesidades reales.

La Jornada Maya


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