La ciencia médica cubana al servicio de la humanidad – Por Helen Yaffe

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Por Helen Yaffe *

Para el 21 de marzo, Cuba había enviado profesionales de la salud a 37 países para colaborar en la lucha contra la pandemia. Italia recibió 53 médicos cubanos que habían trabajado previamente en África occidental durante el brote mortal del Ébola de 2014. Cuba también dio un paso sobre la brecha a mediados de marzo, cuando un crucero con más de 600 pasajeros, en su mayoría británicos y con un puñado de casos de Covid-19, quedaron a la deriva durante una semana después de que Estados Unidos y los países vecinos les negaron el permiso para atracar. Cuba los dejó entrar, trató a los enfermos y ayudó a su traslado hacia los vuelos a casa. Así, Cuba está tomando un papel de liderazgo en la lucha contra esta pandemia global. ¿Cómo puede una pequeña isla caribeña, subdesarrollada por siglos de colonialismo e imperialismo, y sujeta a sanciones punitivas y extraterritoriales por parte de Estados Unidos durante 60 años, tiene tanto que ofrecer al mundo?

En respuesta a la pandemia de Covid-19, los gobiernos capitalistas han adoptado poderes de emergencia, introducidos como «último recurso» en sociedades donde el neoliberalismo ha echado profundas raíces económicas e ideológicas. Durante décadas nos han dicho que solo el mercado libre garantiza la eficiencia. Ahora, esta crisis sanitaria global pone en cuestión tal concepción. La contribución cubana demuestra que un Estado socialista puede lograr resultados eficientes, medidos por la necesidad social, no por el beneficio privado.

Después de la Revolución Cubana de 1959, el gobierno revolucionario desarrolló un sistema de salud gratuito y universal, que logró más médicos por persona que cualquier otro país del mundo. Esto ha sido facilitado por el acceso gratuito y universal a la educación en todos los niveles. Los beneficios son distribuidos globalmente; Unos 400,000 profesionales médicos cubanos han trabajado en el extranjero en seis décadas, principalmente en países pobres, brindando atención médica gratuita a domicilio.

Cuba es reconocida mundialmente tanto por sus controles de enfermedades infecciosas como por la reducción del riesgo de desastres, generalmente en respuesta a desastres naturales y relacionados con el clima. Estas experiencias se están aprovechando para combatir Covid-19. El sistema de salud cubano busca la prevención por sobre la cura, con una red de médicos de familia que son responsables de la salud comunitaria y que viven entre sus pacientes. Para combatir el brote, el personal de atención médica realiza controles de salud puerta a puerta, pruebas, seguimiento de contactos, cuarentena, y establece un registro de aquellos con afecciones de salud subyacentes que puedan necesitar atención adicional. Esto se acompaña de campañas de educación pública y actualizaciones diarias a través de una nueva aplicación covid-19-InfoCu en Infomed, la plataforma de Internet de salud pública del país. Para el 22 de marzo, Cuba tenía 35 casos confirmados de Covid-19, una muerte y casi 1,000 pacientes bajo observación en hospital, alrededor de un tercio de ellos extranjeros y más de 30,000 personas bajo vigilancia en el hogar. El 23 de marzo, Cuba cerró sus fronteras a todos los extranjeros no residentes con el objeto de controlar el brote, una decisión difícil dada la importancia de los ingresos del turismo para el Estado.

Los interferones como modelo para la biotecnología cubana

El trabajo de los científicos médicos cubanos con interferones a principios de la década de 1980 catalizó el desarrollo temprano y distintivo de su industria biotecnológica. Como resultado de la visión de Fidel Castro y con colaboración de científicos médicos de los Estados Unidos y Europa, Cuba fabricó y usó por primera vez interferones para detener un brote mortal del virus del dengue en 1981. ‘Hemos tomado el interferón como modelo para el desarrollo de la biotecnología en nuestro país ‘, anunció el Doctor Luis Herrera en 1986. Interferon Alfa 2b fue desarrollado por la industria farmacéutica capitalista, sin embargo, mientras que sus productos compartían un ingrediente activo común, la formulación (componentes) cubana es distinta y, en ese sentido, el interferón Alfa 2b cubano es un producto único. Los cubanos también fueron los primeros en usar la droga como parte de una campaña masiva de salud pública antiviral.

Biotecnología capitalista: ganancias a través de la especulación

El sector biotecnológico se creó en los Estados Unidos con capital de riesgo. La primera empresa de biotecnología del mundo, Genetech, se fundó en San Francisco en 1976, seguida de AMG en en Los Ángeles en 1980. Internacionalmente, el sector de la biotecnología no obtuvo ganancias de las ventas de productos hasta 2009. Sin embargo, miles de millones de dólares ingresaron a la industria. ¿Por qué el dinero del capital de riesgo y la gran industria farmacéutica fluye hacia una industria en la que las ganancias son tan difíciles de obtener? La respuesta está en el papel de los mecanismos financieros, como las Ofertas Públicas de Venta (Initial Public Offerings, IPOs), las Entidades de Propósito Especial (Special Purpose Entities, SPEs), las Corporaciones de Propósito Especial (Special Purpose Corporations, SPCs) y las licencias de patentes, que permiten obtener ganancias en un sector de alta tecnología con baja productividad. Las empresas de creación reciente generalmente dependen de la inversión de capital de riesgo para finaciar sus costos iniciales. Una vez que se desarrollan algunos productos prometedores, los capitalistas de riesgo y otros inversores en etapa inicial buscan recuperar su inversión haciendo que la empresa emita acciones al público en una IPO.

Las empresas de biotecnología solo realizarán investigaciones en productos para los que se considera que existe un mercado rentable, y su desarrollo y uso se abandonan si ese beneficio no se materializa, si pierden el apoyo de los inversores, o si caen los precios de las acciones. Los productos biotecnológicos pueden tardar hasta 20 años en comercializarse, y muchos nunca llegarán a ese punto. En 2002, alrededor de sólo 100 medicamentos relacionados con la biotecnología llegaron al mercado, y los diez principales representaban casi todas las ventas. Prácticamente todas las compañías biofarmacéuticas que realizan IPOs no tienen productos. Sin embargo, la especulación financiera permite a los inversores del mercado de valores cosechar enormes ganancias al negociar acciones biofarmacéuticas incluso en ausencia de un producto comercial.

Además, la inversión pública sostiene esta ganancia privada. El Gobierno de los Estados Unidos brinda un gran apoyo financiero, legislativo y regulatorio al sector. Dos investigadores sobre el tema concluyen: «La industria biofarmacéutica se ha convertido en un gran negocio debido al gran gobierno [y] sigue siendo altamente dependiente del gran gobierno para mantener su éxito comercial». Entre 1978 y 2004, los Institutos Nacionales de Salud (National Institutes of Health, NIH) del Gobierno de los Estados Unidos gastaron $365 mil millones en ciencias de la vida. La mercantilización de la investigación médica financiada con fondos públicos ha sido legalizada. La asistencia reglamentaria se canaliza a través de la política de patentes estadounidense, el proceso de aprobación de la Agencia de Alimentos y Medicamentos (Food and Drug Administration, FDA) y las decisiones sobre qué medicamentos o terapias incluir en los programas nacionales de atención médica.

Por lo tanto, la industria biotecnológica cubana no es excepcional solo porque recibe apoyo del gobierno y fondos públicos. Es excepcional debido a la economía política de Cuba; su economía centralmente planificada y controlada por el Estado, y una estrategia de desarrollo que ha priorizado la atención médica, la educación y la investigación en ciencia y tecnología desde principios de la década de 1960.

Biotecnología con características cubanas

En 1981, el Frente Biológico, un foro interdisciplinario profesional, se creó para desarrollar la industria biotecnológica en Cuba, solo cinco años después del Genentech en los Estados Unidos. Si bien la mayoría de los países en desarrollo tenían poco acceso a las nuevas tecnologías (ADN recombinante, terapia génetica humana, bioseguridad), la biotecnología cubana se expandió y asumió un papel cada vez más estratégico tanto en el sector de la salud pública como en el plan nacional de desarrollo económico. Lo hizo a pesar del bloqueo de los Estados Unidos que obstaculiza el acceso a tecnologías, equipos, materiales, financiamiento, e incluso el intercambio de conocimientos.

Fundado únicamente a través de la inversión estatal, con financiamiento garantizado a través del presupuesto estatal, el sector biofarmacéutico cubano es de propiedad estatal, sin intereses privados ni inversiones especulativas. «¡Nuestros accionistas son los 11 millones de cubanos!», respondió Agustín Lage Dávila, Director del Centro de Inmunología Molecular, al jefe de una compañía farmacéutica multinacional que le preguntó cuántos inversores tenían. El biofarma cubano está impulsado por los requerimientos de la salud pública, y no se buscan ganancias a nivel nacional porque el sector está completamente integrado con el sistema estatal de salud. El sector se ha caracterizado por una rápida vía desde la investigación y la innovación hasta las pruebas y la aplicación. Los medicamentos que Cuba no puede proveerse o a los que no puede acceder debido al bloqueo de los Estados Unidos deben producirse en el país. Hoy, casi el 70% de los medicamentos utilizados en Cuba se producen internamente.

La cooperación prevalece sobre la competencia, ya que la investigación y las innovaciones se comparten entre diferentes instituciones. Se establecen equipos de científicos para desarrollar un proyecto desde la ciencia básica, a la investigación orientada al producto, a la fabricación y comercialización; actividades que realizan empresas diferentes en la mayoría de los países. El Doctor Kelvin Lee, Director de Inmunología del Instituto de Cáncer Roswell’s Park en Nueva York, destaca estas características «sorprendentes» y «únicas» del sector biotecnológico cubano: «Comienzan por identificar una necesidad, luego descubren la ciencia para desarrollarla en el laboratorio, fabricar su agente, probarlo en el sistema médico cubano y luego comercializarlo y venderlo en el extranjero». Bajo una licencia emitida por el ex presidente de Estados Unidos Barack Obama, el Roswell Park está realizando ensayos clínicos con CIMAVax-EGF, la innovadora vacuna contra el cáncer de pulmón elaborada por Cuba. Por el contrario, en los países capitalistas, explica el Doctor Lee, generalmente se establece una pequeña empresa emergente para investigar la ciencia detrás de una «gran idea». Posteriormente es comprada por una empresa más grande, a veces dos veces, que podría decidir ‘bueno, usted desarrolló este medicamento para una enfermedad realmente rara, pero lo vamos a usar para tratar el cáncer de pulmón’, y en consecuencia ‘realmente la bombardea y una gran idea desaparece «. La desventaja que enfrentan los cubanos, agrega, es que no pueden perseguir miles de buenas ideas y descartar aquellas que no funcionan como costos hundidos. «No tienen los recursos para hacer eso». Su acceso al capital es extremadamente limitado. Para compensar eso, dice: «Son planificadores muy atentos y cuidadosos».

La cura cubana ¿Cuáles han sido los frutos de este distintivo sistema cubano?

Los profesionales cubanos han recibido diez medallas de oro de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual ( World Intellectual Property Organization, WIPO) durante 26 años. La primera fue en 1989 para la primera vacuna contra la meningitis B del mundo; otra fue por la vacuna contra la influenza Haemophilus tipo b (Hib), otra por el Heberprot-P para las úlceras del pie diabético que afectan a unos 422 millones de personas en todo el mundo. El tratamiento reduce la necesidad de amputaciones en un 71% y en diez años 71,000 cubanos y 130,000 personas en otros 26 países recibieron el tratamiento. Otro premio de la OMPI fue por el Itolizumab, para tratar la psoriasis, que también benefició a más de 100,000 personas en todo el mundo.

En el 2015, la Organización Mundial de la Salud anunció que Cuba fue el primer país en el mundo en eliminar la transmisión del VIH de madre a hijo. Cuba ha evitado una epidemia de SIDA con medicamentos antirretrovirales producidos en el país que detienen la transmisión del paciente. La curva de mortalidad de Cuba por el SIDA continúa disminuyendo. El uso universal de la vacuna contra la hepatitis B de los CIGBs en los recién nacidos significa que Cuba debería estar entre los primeros países libres de hepatitis B. Esta es una de las ocho vacunas (de 11 vacunas para 13 enfermedades) administradas a niños cubanos que se producen en la Ciudad de la Ciencia de la Habana. En diez años, se usaron 100 millones de dosis de la vacuna contra la hepatitis B de Cuba en todo el mundo.

Cuba consiguió un programa completo de detección de hipotiroidismo congénito antes que los Estados Unidos. El Centro de Inmunoensayo de Cuba desarrolló su propio equipo del Sistema Ultramicroanalítico (SUMA) para el diagnóstico prenatal de anomalías congénitas. En 2017, el Centro de Inmunoensayo produjo 57 millones de pruebas por año para 19 condiciones diferentes. El Centro de Neurociencia de Cuba está desarrollando pruebas cognitivas y de biomarcadores para la detección temprana de la enfermedad de Alzheimer.

El sector de la biotecnología cubana tiene cerca de 200 inventos y productos comercializados en 49 países, con capacidad para la producción a gran escala de medicamentos cubanos y genéricos para exportar a bajo costo a los países en desarrollo, y asociaciones en nueve países del sur global. La pandemia mundial ha puesto de manifiesto la diferencia entre la industria biotecnológica de propiedad estatal y orientada a la salud pública de Cuba, y la búsqueda especulativa de ganancias de las empresas capitalistas. Cuba ofrece una lección para todos nosotros.

Para ver la historia de cómo el desarrollo de interferones catalizó la industria biotecnológica cubana en Cuba, consulte el capítulo 5 «El curioso caso de la revolución biotecnológica cubana» en «¡Somos Cuba! Cómo ha sobrevivido un pueblo revolucionario en un mundo postsoviético», Yale University Press, 2020. Para una versión más corta, ver aquí.

Publicado originalmente en Fight Racism! ¡Lucha contra el imperialismo! No 275, marzo / abril de 2020.

* Profesora de Historia Económica y Social en la Universidad de Glasgow, especializada en desarrollo cubano y latinoamericano. Su nuevo libro «We Are Cuba! cómo sobrevivió un pueblo revolucionario en un mundo postsoviético» Yale University Press lo acaba de publicar. También es autora de «Che Guevara: The Economics of Revolution» y coautora con Gavin Brown de «Youth Activism and Solidarity: the Non-Stop Picket Against Apartheid».

Revista De Frente


Cuba y el coronavirus: como la biotecnología cubana llegó a combatir el Covid-19 – Por Helen Yaffe

El Covid-19 surgió en la ciudad china de Wuhan a finales de diciembre de 2019, y para enero de 2020 ya había golpeado como un maremoto a la provincia de Hubei, propagándose rápidamente sobre China y el resto del mundo.

El Estado chino entró en acción para combatir la propagación y atender a los infectados. Entre las treinta medicinas que la Comisión Nacional de Salud de China seleccionó para combatir el virus se encontraba el Interferón Alfa 2B, un antiviral cubano producido en China desde 2003 por la empresa mixta chino-cubana ChangHeber.

Interferón Alfa-2B y la biotecnología cubana

El Interferón Alfa-2B cubano ha demostrado ser efectivo en el tratamiento de virus con características similares a las del Covid-19. El Dr Luis Herrera Martínez, especialista cubano en biotecnología, explicó que “su uso evita que los pacientes con posibilidades de agravarse y complicarse lleguen a ese estadio y finalmente tengan como desenlace la muerte”.

Cuba desarrolló y utilizó por primera vez los interferones para detener un brote mortal del virus del dengue en 1981, una experiencia que catalizó el desarrollo de la industria de biotecnología de la isla. Hoy en día, Cuba es reconocida como una potencia a nivel mundial en este sector.

La primera empresa de biotecnología en el mundo, Genetech, se fundó en San Francisco en 1976, seguida por AMGen en Los Ángeles en 1980. Un año después, se creó el Frente Biológico, un foro profesional interdisciplinario para desarrollar la industria en Cuba.

Mientras la mayoría de los países en desarrollo tenían poco acceso a las nuevas tecnologías (ADN recombinante, terapia génica humana, bioseguridad), la biotecnología cubana se expandió y asumió un papel cada vez más estratégico tanto en la salud pública como en el plan nacional de desarrollo económico. Esto a pesar del bloqueo de los Estados Unidos que obstaculizaba el acceso a tecnologías, equipos, materiales, finanzas e incluso el intercambio de conocimientos. Impulsado por la demanda de la salud pública, la industria biotecnológica se ha caracterizado por la rapidez de sus avances desde la investigación y la innovación hasta los ensayos clínicos y la aplicación, tal y como muestra la historia del interferón cubano.

La historia internacional del los interferones cubanos

Los interferones son proteínas señalizadoras producidas y liberadas por las células en respuesta a infecciones que alertan a las células cercanas para aumentar sus defensas antivirales. Fueron identificados por primera vez en 1957 por Jean Lindenmann y Aleck Isaacs en Londres. En la década de 1960, Ion Gresser, un investigador estadounidense en París, demostró que los interferones estimulan los linfocitos que atacan los tumores en ratones. En la década de 1970, el oncólogo estadounidense Randolph Clark Lee emprendió esta investigación.

Interferones soltados por un una célula infectada provocan una reacción defensiva en células cercanas (CNX OpenStax, CC BY 4.0, traducido al español)

Aprovechando el mejoramiento de las relaciones entre los EEUU y Cuba durante la presidencia de Jimmy Carter, el Dr Clark Lee visitó Cuba. En esta visita se reunió con Fidel Castro y lo convenció de que el interferón sería un medicamento “milagroso”. Poco después, un médico cubano y un hematólogo pasaron una temporada en el laboratorio del Dr Clark Lee, regresando después a Cuba con más contactos y con las últimas investigaciones sobre los interferones.

En marzo de 1981, seis cubanos pasaron doce días en Finlandia con la doctora finlandesa Kari Cantell, quien en la década de 1970 había aislado el interferón de las células humanas y había compartido el avance científico al negarse a patentar el procedimiento. Los cubanos aprendieron a producir grandes cantidades de interferón. A los 45 días de regresar a la isla, habían producido su primer lote de interferón cubano, cuya calidad fue confirmada por el laboratorio de Cantell en Finlandia. Llegó justo a tiempo.

La epidemia del dengue de 1981

Semanas después, Cuba sufrió una epidemia de dengue, una enfermedad transmitida por mosquitos. Fue la primera vez que esta cepa virulenta, que puede desencadenar una fiebre hemorrágica que pone en peligro la vida, aparecía en las Américas.

La epidemia afectó a 340,000 cubanos, con 11.000 nuevos casos diagnosticados cada día en el punto álgido de la crisis. Murieron 180 personas, incluidos 101 niños. Los cubanos sospechaban que la CIA había introducido el virus. El Departamento de Estado de EEUU lo negó, aunque una reciente investigación cubana afirma tener evidencia de que la epidemia se introdujo desde EEUU.

El Ministerio de Salud Pública de Cuba autorizó el uso de interferón cubano para detener el brote de dengue. Fue hecho a toda prisa y la mortalidad disminuyó. En su relato histórico, los científicos médicos cubanos Caballero Torres y López Matilla escribieron:

Fue el evento más extenso de prevención y terapia con interferón realizado en el mundo. Cuba comenzó a celebrar simposios regulares, que rápidamente atrajeron la atención internacional.

El primer evento internacional en 1983 fue prestigioso; Cantell dio el discurso de apertura y Clark asistió con Albert Bruce Sabin, el científico polaco-estadounidense que desarrolló la vacuna oral contra la poliomielitis.

Convencido de la contribución y la importancia estratégica de la ciencia médica innovadora, el gobierno cubano estableció el Frente Biológico en 1981 para desarrollar el sector. Científicos cubanos fueron al extranjero a estudiar, muchos en países occidentales. Su investigación tomó caminos más innovadores, ya que experimentaron con la clonación de interferón.

Cuando Cantell regresó a Cuba en 1986, los cubanos habían desarrollado el Interferón Alfa-2B recombinante humano, que desde entonces ha beneficiado a miles de cubanos. Con una importante inversión estatal, en 1986 se inauguró el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) de Cuba. Para entonces, Cuba estaba sumergida en otra crisis de salud, un brote grave de meningitis B, que estimuló aún más el sector biotecnológico del país.

El milagro de la meningitis en Cuba

En 1976, los brotes de meningitis B y C golpearon a Cuba. Desde 1916, solo se habían visto unos pocos casos aislados en la isla. A nivel internacional, existían vacunas para la meningitis tipos A y C, pero no para el tipo B.

Las autoridades sanitarias cubanas obtuvieron una vacuna de una compañía farmacéutica francesa para inmunizar a la población contra la meningitis tipo C. Sin embargo, en los años siguientes los casos de meningitis tipo B comenzaron a aumentar. Se estableció un equipo de especialistas de diferentes centros de ciencias médicas, dirigido por la bioquímica Concepción Campa, para trabajar intensamente en la búsqueda de una vacuna.

En 1984, la meningitis B se había convertido en el principal problema de salud en Cuba. Pero en 1988, después de seis años de intenso trabajo, el equipo de Campa produjo la primera vacuna exitosa contra la meningitis B en el mundo. Un miembro del equipo de Campa, el Dr Gustavo Sierra, recordó su alegría:

Este fue el momento en que pudimos decir que funcionaba, y funcionaba en las peores condiciones, bajo la presión de una epidemia y entre personas de la edad más vulnerable.

Durante 1989 y 1990 fueron vacunados los tres millones cubanos en las categorías de mayor riesgo. Posteriormente, 250,000 jóvenes fueron vacunados con una vacuna combinada contra la meningitis B y C, la VA-MENGOC-BC. Registró una eficacia del 95 por ciento, alcanzando 97 por ciento entre las edades de alto riesgo (tres meses hasta seis años). La vacuna cubana contra la meningitis B recibió la Medalla de Oro de la ONU por la innovación global. Este fue el “milagro” de la meningitis de Cuba.

“Les digo a mis colegas que uno puede trabajar treinta años, catorce horas al día solo para disfrutar de ese gráfico durante diez minutos”, me dijo Agustín Lage, Director del Centro de Inmunología Molecular (CIM), refiriéndose a una ilustración del aumento y caída repentina de casos de meningitis B en Cuba. “La biotecnología comenzó por esto. Pero luego se abrieron las posibilidades de desarrollar una industria de exportación, y hoy la biotecnología cubana exporta a cincuenta países”.

Desde su primera aplicación para combatir la fiebre del dengue, el interferón cubano ha demostrado su eficacia y seguridad en la terapia de enfermedades virales como la hepatitis B y C, el herpes zóster, el VIH-SIDA y el dengue. Debido a que interfiere con la multiplicación viral dentro de las células, también se ha utilizado en el tratamiento de diferentes tipos de carcinomas. El tiempo dirá si el Interferón Alfa-2B demuestra ser un fármaco “milagroso” en la lucha contra el Covid-19.

LSE


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