Malvinas, un punto clave para el dominio global – Por Telma Luzzani

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Por Telma Luzzani *

El valor geoestratégico de las Islas Malvinas fue evidente, desde el minuto uno, para los ojos ávidos y entrenados de los exploradores europeos del siglo XVI. La historia cuenta las numerosas intentonas de las potencias europeas por ocupar las islas y el celo con que España las cuidó sobre todo del asedio francés y británico. A pesar del Tratado de Utrecht (1713) que confirmaba las posesiones de España en América del Sur y le daba exclusividad de navegación en el Atlántico Sur, Reino Unido y Francia nunca dejaron de codiciar el archipiélago.

En el siglo XVI el estrecho bioceánico fue clave en las rutas marítimas que trasladaban las riquezas de América a Europa y como bases para el dominio mundial entre potencias. Con los siglos, ante cada nueva fase de transformación del orden mundial, las Islas Malvinas fueron cobrando renovados valores estratégicos.

A comienzos del XIX, con la Revolución Industrial en marcha, la expansión territorial era central para la corona británica: necesitaba saquear la mayor cantidad de riquezas extranjeras posibles para dar sustento a su desarrollo capitalista. Conquistó una superficie cien veces mayor a su propio territorio. Todas las herramientas –legales e ilegales- fueron válidas. Usó su poderío naval y también a los paramilitares de la época, las fuerzas irregulares de corsarios y piratas que asolaban los mares. El Sur de América era un punto fundamental. Se produjo la usurpación de las islas en 1833.

Los cambios posteriores a la Segunda Guerra Mundial y el mundo bipolar le agregaron una nueva trascendencia a la región. La actitud de Washington durante la Guerra de Malvinas (1982) y su incumplimiento del acuerdo de asistencia recíproca entre los países americanos (TIAR) dejaron claro lo importante que es para EEUU que las islas queden bajo el dominio militar de su gran aliado británico. A esto se sumó el aspecto económico. Es sabido que, a fines de 1970, la corona británica puso la lupa en las riquezas hidrocarburíferas de la Cuenca Malvinas, zona que el ex canciller argentino Rafael Bielsa describió con agudeza como “un verdadero Golfo Pérsico austral”.

En la etapa actual -de transición de la unipolaridad al multilateralismo, de nuevos liderazgos hegemónicos e, incluso, según algunos expertos, de un desplazamiento de la gravitación política, económico y cultural de Occidente hacia Oriente- el valor geoestratégico del archipiélago y las zonas circundantes, Georgia del Sur y Sándwich del Sur, adquiere nuevos rasgos. La fuerza militar que mantiene el Reino Unidos y los contantes ejercicios militares en la zona indican que Londres y Washington son conscientes de eso. Estos son cuatro de los principales aspectos que convierten a Malvinas en un punto geoestratégico crucial:

1. Proyección de poder en tres continentes. Eje Gibraltar-Malvinas

Malvinas es esencial en la línea imaginaria de fuerza naval que los británicos han trazado desde su base de Gibraltar, pasando por Ascensión, Santa Helena, Tristán da Cunha hasta Georgias y Malvinas. Esta cadena de poder le permite controlar todo el Atlántico Sur y las costas de tres riquísimos continentes América del Sur, África y Antártida.

2. Dominio de los océanos

El collar de bases militares que forman estas islas permite al Reino Unido y a su aliado (EEUU) el control total del tráfico marítimo y aéreo atlántico. Además, desde Malvinas, hay conexión directa con el Océano Índico (este) y al Pacífico (oeste) y Océano Glacial Ártico (sur), es decir, prácticamente se dominan las aguas globales.

Según los estudios publicados en la Convención de la ONU sobre el derecho al Mar (1982), los océanos tienen más del 97% de los seres vivos del planeta. El 90% del comercio internacional que transporta alimentos, minerales, hidrocarburos y productos manufacturados se hace por mar y sólo por el Atlántico Sur pasa el 80% del petróleo que abastece a Europa Occidental y el 40% de las importaciones a EEUU.

3. Recursos naturales

Tal vez éste sea el aspecto más conocido del valor geoestratégico de Malvinas: sus grandes riquezas en minerales; sus reservas probadas de crudo y los fabulosos recursos ictícolas y marítimos del Mar Argentino, aguas del Atlántico y Océano Glacial Ártico. En cuanto a los minerales, se sabe que EEUU, Canadá, Alemania, Japón y Reino Unido han invertido miles de millones de dólares en la investigación sobre los llamados nódulos polimetálicos, cuya presencia entre Malvinas y Santa Cruz está confirmada.   Estos nódulos son concentraciones de mineral globular que contienen magnesio, cobre, níquel y cobalto.

4. Acceso a la Antártida

El continente antártico tiene todos los componentes para convertirse en un foco de gran conflictividad. Es uno de los pocos espacios en el mundo no controlados por ningún Estado pero cuya posesión reivindican varios países. Está regido por un acuerdo que vence en 1941 (Tratado Antártico). Tiene el 70% del agua potable del planeta y una enorme riqueza potencial que el cambio climático y el deshielo presentan como más fácilmente explotables. Las Malvinas es un punto privilegiado para su acceso. Por otra parte, la supuesta soberanía británica sobre las islas justifica el reclamo antártico del Reino Unido.

Finalmente, Malvinas puede ser clave en las disputas entre las grandes potencias. Una mirada al mapa nos muestra cómo desde allí se facilita el acceso, vía océano Indico, para llegar a China e incluso a su trazado marítimo y terrestre, conocido como la Nueva Ruta de la Seda, la mayor obra de infraestructura concebida por la humanidad hasta la fecha. Para Estados Unidos, la presencia británica en el archipiélago y la poderosa base militar que allí mantiene el Reino Unido es fundamental para el caso de tener que definirla puja con su rival oriental.

Por nuestro porvenir y por un mundo que valga la pena ser vivido, debemos defender hasta las últimas consecuencias la soberanía de nuestras islas y el carácter de zona de paz, cooperación y libre de armas nucleares de nuestra región.

* Periodista Especializada en política internacional. Autora de «Territorios vigilados: Como opera la rede de bases norteamericanas en Sudamérica».


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