Más de 300 mil trabajadores afectados por despidos, suspensiones y recortes

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Empresas en cuarentena: más de 300 mil afectados por despidos, suspensiones, recortes y atrasos

Por Jonathan Raed

El decreto de necesidad y urgencia 329/2020 firmado el 1 de abril por el presidente Alberto Fernández prohibió los despidos por 60 días. Sin embargo, varias empresas hicieron caso omiso y dieron de baja empleados, suspendieron, recortaron salarios y se atrasaron en los pagos de los sueldos.

Son 309.672 trabajadores afectados, en un total de 154 casos relevados por el Centro de Economía Política Argentina (CEPA). Casi todos en el sector privado y la gran mayoría en abril; es decir, luego de haberse firmado el decreto.

La bomba la tiró Techint, que dejó a 1450 trabajadores en la calle, al no renovar contratos. Como suele ocurrir, varias empresas se alinearon detrás de la multinacional argentina.

Entre el 15 de marzo y el 15 de abril, el CEPA relevó 5386 despidos, de los cuales apenas 56 casos pertenecen al sector público; 12.343 suspensiones, todas del sector privado; 26.110 suspensiones con recortes de salario, y 265.833 casos entre recortes y retrasos salariales.

En materia de despidos, el sector de la construcción lidera el ranking, con el 43% del total de despidos. Le sigue la industria, con el 21%, pero el sector fabril es el más afectado ya que tiene al 45% de los suspendidos, al 64% de los suspendidos con recorte salarial y el 76% de los casos de atrasos y recortes salariales.

“Dentro de la industria, encabeza el sector automotriz y autopartes, con las suspensiones en la mayoría de las terminales y con reducción de salarios”, asegura el informe.

El trabajo concluye que “el decreto presidencial impidió una enorme cantidad de despidos” y destacó que “el 60% de los casos se concentran en cuatro empresas”. Por tanto, fueron pocas las que se animaron a cesantear personal.

Tiempo Argentino


Con casi 3.000 contagios, Argentina cumple un mes en una cuarentena sin precedentes

Argentina cumple este lunes 20 de abril un mes bajo cuarentena total para mitigar los efectos enfermedad del nuevo coronavirus (Covid-19), período en el cual la sociedad y el sistema político reaccionaron con unidad en un contexto de incertidumbre por el futuro de la economía debido al freno de la actividad. Aunque el fin de la pandemia aún está lejos, expertos coinciden en que el aislamiento argentino puede haber sido un caso de «éxito», pero el dolor, el miedo y la desconfianza permanecen intactos y la impaciencia por volver a la normalidad también comienza a crecer.

El presidente Alberto Fernández decretó el aislamiento social preventivo y obligatorio del 20 al 31 de marzo, medida que luego amplió al 12 de abril, para después extenderla al domingo 26 de este mes ya que, según dijo, «seguimos sin conocer la vacuna que evite la enfermedad y el único remedio es resguardarse en la casa de cada uno».

Desde ese día, más de 45 millones de habitantes de Argentina iniciaron el aislamiento, medida que incluyó la suspensión de clases y de la jornada presencial de trabajo para sectores no esenciales, la cancelación de espectáculos públicos y eventos masivos, así como restricciones a la circulación de vehículos. Además, se cerraron fronteras terrestres, marítimas y aéreas, aunque semanalmente el Gobierno fue extendiendo la lista de actividades consideradas esenciales.

La cuarentena modificó costumbres sociales y laborales en el país, donde dejaron de verse los habituales abrazos entre amigos y los mates en las plazas, se dio impulso al trabajo a distancia y las salidas a la calle son breves, para comprar comida o medicinas, siempre con mascarillas, de uso obligatorio. El aislamiento social se cumplió, según el Gobierno, en un 90%, brindando escenas de soledad verdaderamente inéditas en ciudades en las que el movimiento es siempre constante, y a partir de ahora las provincias comienzan a imponer sus propias reglas.

Un cierre total sin precedentes

Desde que escuelas, universidades, comercios, shoppings, cines, teatros, eventos deportivos, aeropuertos y fronteras se cerraron, los casos positivos crecieron de 150 confirmados el 20 de marzo a los 2.941 confirmados este 19 de abril. Además, Argentina registra oficialmente 134 fallecimientos por el nuevo coronavirus, que en el mundo experimentó un crecimiento desolador, hasta alcanzar los 2,2 millones de enfermos y 165.000 muertos. Argentina es uno de los países con menos contagios en América Latina, región que sumó 10.000 en poco más de 36 horas (del viernes 17 al domingo 19), superando el umbral de 100 mil enfermos con casi 5.000 muertes.

Un total de de 50.646 personas fueron detenidas, demoradas o notificadas por fuerzas las federales en Argentina acusadas de violar la cuarentena desde el 20 de marzo, según informó el Ministerio de Seguridad. Desde el inicio del confinamiento, la Policía Federal Argentina, la Gendarmería Nacional, la Prefectura Naval y la Policía de Seguridad Aeroportuaria controlaron un total de 2.757.776 personas y 1.978.430 vehículos. 773 personas fueron detenidas, 10.356 fueron notificadas y enviadas a sus domicilios, y 3.845 vehículos fueron decomisados.

La cuarentena transformó la vida de todos: los paseos, ejercicios al aire libre, viajes al trabajo fueron remplazados por el «teletrabajo», la escuela virtual, los streamings, la comunicación vía telefónica. Incluso la vida de los argentinos que estaban fuera de Argentina se transformó en un calvario. Desde entonces, de los 230.000 que estaban en el extranjero al momento del cierre de fronteras, 170.000 ya retornaron al país pese a las restricciones vigentes en el mundo para vuelos internacionales. Esa cifra -que representa al 85% de los varados- regresó en vuelos humanitarios coordinados por distintos ministerios desde el pasado 15 de marzo.

«Consenso inédito»

«En líneas generales, el sistema político respondió con madurez y realismo frente a la COVID-19. La cuarentena se cumple y hay unidad, tanto en la política como en la sociedad», dijo el politólogo Rosendo Fraga. En igual sentido se expresó el catedrático Patricio Giusto, quien afirmó que «hay fuerte unidad entre Gobierno y oposición en relación a la necesidad de la cuarentena y de sostenerla». «Fernández logró un consenso inédito con los 24 gobernadores del país y los principales referentes de la oposición», dijo el profesor visitante en la Universidad de Zhejiang y director del Observatorio Sino-Argentino.

El ministro de Salud, Ginés González García, afirmó el miércoles pasado que el país logró aplanar la curva de casos y dijo ser «optimista, porque se tomaron las medidas todas juntas y, por eso, tenemos una situación así». Durante los días de confinamiento, los argentinos vienen reconociendo la labor del personal sanitario, con aplausos todas las noches. Además, se hizo costumbre confeccionar tapabocas caseros, para que las mascarillas profesionales queden a disposición solo de los trabajadores de la salud.

En paralelo, las empresas multinacionales se transformaron, con énfasis ahora en la producción de insumos críticos, mientras pequeños emprendedores modificaron su negocio, como es el caso de bares y cafés, que al no poder recibir clientes optaron por los envíos a domicilio. «Para nosotros es prioridad la salud de nuestros colaboradores, clientes y de la comunidad. Al mismo tiempo, es primordial poder garantizar el abastecimiento y asegurar que todos puedan acceder a productos que necesitan», explicó la vicepresidenta de Ventas de Unilever Argentina, Laura Barnator.

Un mes después de iniciado el confinamiento, la incertidumbre está dada por la contracción económica que trae aparejada la cuarentena, freno que el Centro de Estudios Económicos de la consultora OJF estimó en al menos el 1,2 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) anual. En este sentido, el presidente de la entidad Industriales Pymes Argentinos (IPA), Daniel Rosato, dice que «la situación es muy crítica. En el país hay 80.000 industrias pymes, que dan trabajo de manera directa a 1,2 millones de personas, y 500.000 de esos puestos están en riesgo”.

Según un relevamiento de la Fundación Observatorio Pyme (FOP), el 54 por ciento de las pequeñas y medianas empresas argentinas no está funcionando desde el inicio del aislamiento, el 36 por ciento de ellas tiene actividad limitada, y el 10 por ciento restante trabaja como lo hacía antes de la pandemia por pertenecer a rubros esenciales, que están permitidos por el Gobierno. “De mantenerse esta situación, para mediados de año centenares de pymes van a cerrar. Necesitamos que los bancos nos financien a tasa cero, para evitar que se rompa la cadena de pagos”, sostiene Rosato.

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