Argentina | La mejor propuesta que se puede hacer – Por Carlos Heller | Especial para NODAL

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Carlos Heller (*)

En estos días el gobierno nacional dio a conocer una actualización del contexto macroeconómico que la Argentina presentó a los acreedores en el proceso de reestructuración de la deuda pública que se está llevando a cabo. En esta información se estima una caída del PIB del 6,5% para 2020. 

Según el New York Times, en una nota que resalta el aumento de la aprobación del presidente argentino Alberto Fernández, “Argentina se encuentra en un bloqueo nacional, que se ha extendido al menos hasta el 10 de mayo (se acaba de extender hasta el 24 de mayo), ayudando a frenar la propagación de nuevos casos confirmados de Covid-19, que suman un poco más de 5.000”, una cifra mucho más baja que la de otros países de la región.

Pero estas importantes medidas que priorizan la salud de la población tienen un inevitable costo económico. El gobierno de Alberto Fernández está haciendo un importante esfuerzo en términos de erogaciones fiscales para amortiguar los efectos económicos de la pandemia, al tiempo que la recaudación se encuentra en franco retroceso por la reducción de la actividad económica de varios sectores. Los ingresos tributarios del mes de abril dan cuenta de una caída real anual del 23%.

Sin lugar a dudas, la interrupción de gran parte de la actividad económica para controlar los efectos del Covid-19 incidirá en el desempeño de los próximos meses. Un denominador común en la mayoría de los países del mundo que no fueron ajenos a esta pandemia, especialmente las grandes potencias. 

No obstante, como ya hemos mencionado en otras oportunidades, el flagelo del virus se suma a la situación económica de emergencia heredada del gobierno de Mauricio Macri. Tomando las palabras del ministro de Economía Martín Guzmán: “incluso antes de la pandemia, el pueblo argentino estaba sufriendo las consecuencias de una economía marcada por la recesión, un elevado desempleo, una inflación fuera de control y dramáticos niveles de pobreza”. 

En este difícil contexto se está llevando a cabo la renegociación de la deuda pública argentina con los acreedores internacionales. La mayor parte de la misma fue tomada durante la gestión de gobierno de Macri en condiciones que, incluso al momento de contraerla, ya resultaban insostenibles en el tiempo. 

A grandes rasgos, la oferta argentina con respecto a los 66.000 millones de dólares de deuda bajo legislación extranjera incluye un periodo de gracia de tres años, una reducción promedio del 5,5% del capital de los bonos y una disminución del 62% de los pagos de intereses. Consecuentemente, se estaría ofreciendo a los acreedores un interés promedio para todo el período de 2,33%, en comparación con algo más del 7% de la deuda actual, es decir, antes de la renegociación. 

Una propuesta para nada despreciable teniendo en cuenta que tal como está la situación mundial, la FED (Reserva Federal de Estados Unidos), redujo su tasa de referencia al 0 por ciento. Un nivel que la autoridad monetaria estadounidense fijó el 15 de marzo pasado y dejó trascender que se mantendrá hasta que ese país supere la crisis. Además, existen rendimientos negativos en países europeos.

Volviendo a Estados Unidos, para tomar dimensión de la situación que está atravesando una de las principales economías del mundo, en cuestión de semanas pasó de tener un desempleo históricamente bajo, a una tasa altísima. Ya se calculan en más de 33 millones las personas desempleadas desde marzo, junto con una contracción del PIB del 4,8% en el primer trimestre 2020. El peor dato desde la crisis de 2008. A lo anterior se suma el pronóstico de Jerome Powell, el presidente de la FED: la actividad económica “caerá a una tasa sin precedentes” en el segundo trimestre de 2020.

Es por ello que, volviendo a las palabras del ministro Guzmán: “no estamos pidiendo a nuestros acreedores que pierdan, sino que ganen menos”. En efecto, la tasa ofrecida continúa siendo atractiva en los tiempos que corren. 

El ministro resalta algo fundamental: “está en juego el destino de 45 millones de argentinas y argentinos. Más del 35% de nuestra población y el 52% de los niños de nuestro país ya se encuentran en situación de pobreza”. Un reflejo de las políticas de ajuste aplicadas por la gestión anterior. En esta situación, agrega Guzmán, “forzar una mayor austeridad para pagar más, no sólo sería desastroso en términos económicos, sino también inaceptable política y moralmente y, en última instancia, insostenible”.

De hecho, el 9 de mayo, un día después de primer vencimiento de la oferta de canje a los acreedores, el presidente Alberto Fernández sostuvo que “continuamos dialogando de buena fe con los acreedores con el objetivo de alcanzar un acuerdo sostenible. La posibilidad de extender la oferta continúa vigente hasta el lunes 11 de mayo. Cuando este plazo venza definiremos los pasos a seguir. Como siempre nuestro objetivo es asumir compromisos que podamos cumplir”.

En esta negociación con los bonistas que, a nadie debería sorprender, se esperaba ardua, el gobierno recibió el apoyo explícito de renombrados economistas de todo el mundo. En una carta que lleva la firma de Edmund Phelps, Carmen Reinhart, Thomas Piketty, Joseph Stiglitz y Jeffrey Sachs, entre otros, se defiende la oferta argentina y llaman a los acreedores a aceptarla. La misma señala que “desde 2016, cuando el país recuperó el acceso a los mercados internacionales, los acreedores externos hicieron una apuesta adquiriendo deuda con altos rendimientos, pero compatible sólo con tasas de crecimiento extremadamente robustas que no se materializaron”. Además, en sintonía con las palabras de Guzmán, destacan que “a los acreedores se les pide que recorten el flujo de ingresos, pero aun así recibirán una cantidad razonable de pagos de interés en el futuro”.

Finalmente, cabe resaltar la siguiente frase de esa carta: “la ausencia de un esquema legal internacional de restructuración de deuda soberana no debería privar a los países endeudados de la posibilidad de proteger a su población y proporcionar una recuperación económica durante la mayor crisis global de la que tengamos memoria”.

En conclusión. El gobierno está negociando de la mejor manera posible según la coyuntura argentina y mundial. Como dicen los economistas mencionados en esta nota: “creemos que un acuerdo sostenible beneficia a ambas partes: a una economía en dificultades con 45 millones de personas y (por otro lado) los propios acreedores. Es hora de que los acreedores privados actúen de buena fe”.  

(*) Diputado Nacional por el Frente de Todos y Presidente del Partido Solidario.

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