¿Qué representa Trump para América Latina? – Por Fander Falconí, especial para NODAL

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Por Fander Falconí *

La Era Trump ─según llamó a estos tiempos, la revista inglesa The Economist─ suscita varias preguntas: ¿se trata de un hecho temporal, como lo califican algunos?, ¿es una nueva etapa histórica o es la profundización del capitalismo salvaje iniciado con Reagan y Thatcher?¿Es un intento por contrarrestar el declive del poder imperial de Estados Unidos y la pérdida de competitividad de su economía? ¿Qué representa para América Latina? Solo está claro, por ahora, que la interpretación de este suceso mundial es esencial.

Para tratar de comprender este fenómeno, es necesario considerarlo en su dimensión histórica tanto como en su alcance inmediato, coyuntural, y sin olvidar caracterizar a su protagonista. Trump es producto de su tiempo, aunque parezca una paradoja de la historia. Es racista, xenófobo, impredecible, burdo, ignorante, autoritario y misógino, por lo que a primera vista resulta incomprensible su llegada a la Casa Blanca en 2017.

Las élites latinoamericanas, por lo general, han tenido una conducta imitativa y malinchista. Hoy tratan de emular la ola conservadora que inunda Washington. Los líderes de la derecha latinoamericana quieren ser como Trump. Resulta paradójico que, mientras las élites latinoamericanas más tratan de congraciarse con Trump y hasta de imitarlo, él más ignora a Latinoamérica. Pero también ignora sus problemas.

Las preocupaciones estadounidenses han sido la seguridad, el comercio y la migración. Otros temas esenciales para la región, como los derechos humanos o los derechos sociales, carecen de relevancia. Si desde el exacerbado individualismo de la sociedad estadounidense los derechos sociales se miran como algo superfluo, ¿qué se puede esperar para con los derechos de la naturaleza?

Para América Latina es importante analizar el fenómeno Trump, en las actuales condiciones socioeconómicas y con las vigentes correlaciones de fuerzas políticas internacionales. De acuerdo con la CEPAL (Perspectivas de Comercio Internacional de América Latina y el Caribe, 2018), EE. UU. fue el primer destino de las exportaciones de América Latina y el Caribe (44,2%), seguido de la Unión Europea (10,4%) y China (10,3%). Así mismo, EE. UU. fue el principal origen de las importaciones de la región (32,6%), seguido de China (17,6%) y la Unión Europea (13,8%). En otro estudio, (La Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe, 2019), el mismo organismosostiene que la mayor parte del capital ingresado a la región provino de Europa y EE. UU., en especial en el ámbito de las telecomunicaciones.

Estados Unidos mantiene bases militares en la región y una fuerte agenda geopolítica que en la actualidad incluye a la mayor reserva de petróleo del mundo, en el Orinoco, en la República Bolivariana de Venezuela. Trump ha endurecido la política migratoriahasta extremos inhumanos.

En la región, la política exterior estadounidense ha involucionado en forma sensible. Todos los latinoamericanos son mexicanos, ha dicho Trump, quien parece no darse cuenta de que no se puede liderar un continente cuando al mismo tiempo se lo pretende separar con un muro infame.

México comparte 3 400 kilómetros de frontera con Estados Unidos. La promesa de Donald Trump cuando era candidato, de construir un muro entre su país y México, es producto del odio y de la ignorancia.Si construye ese muro, tal vez pueda sojuzgar a América Latina, pero no por mucho tiempo. Trump ha revertido la relativa apertura de Obama para suavizar el bloqueo inhumano a Cuba, y califica a los cubanos residentes en Miami como “good mexicans”.

Los latinoamericanos, en particular los centroamericanos, emigran huyendo de la violencia, del narcotráfico, de la represión, de las sequías y de la pobreza. “¿Por qué recibimos a gente de países de mierda?”, preguntó Trump en una reunión con congresistas, refiriéndose a los inmigrantes africanos, salvadoreños y haitianos, según una nota publicada en The Washington Post

En esa ocasión, el primer mandatario estadounidense valoró el ingreso de noruegos y de inmigrantes de países asiáticos, porque traen recursos económicos.

Desde los tiempos de la Alemania nazi, no se había oído de niños encarcelados por su origen nacional; tampoco de separar a madres de sus hijos por cruzar una línea de frontera. Como en la era nazi (1933-1945), en la era Trump solo se ataca a los más débiles, mientras el cinismo guía la política exterior. En 1941, Alemania denunciaba la situación soviética; en el 2019, Estados Unidos pretende exigir a Venezuela respeto a los derechos humanos.

En estos momentos,EE.UU. se ha convertido en el país con el mayor número de contagios del Covid-19. Hasta el 12 de mayo, según la base de datos de John Hopkins University, tiene 1.4 millones de casos acumulativos confirmados ylamentablemente 81.650decesos (el 28% de las personas fallecidas en el mundo, a pesar de que su población representa el 4% del planeta).

En días pasados, Trump acusó a los inmigrantes de introducir el coronavirus «y otras enfermedades», y amenazó con bloquear la ayuda económica a los estados que no acaten las políticas migratorias. No nos olvidemos que Estados Unidos es un país de inmigrantes, desde las migraciones europeas de la segunda mitad del siglo XIX (irlandeses, escoceses, italianos, alemanes, polacos, los chinos que arribaron a California para culminar la construcción del ferrocarril, hasta los centroamericanos que cruzaron el Río Grande hace poco).

El mandatario norteamericano fue alertado del Covid-19,pero no le dio importancia. Más preocupado por su popularidad antepuso el objetivo económico del crecimiento al derecho humano a la salud. Algo posible en una sociedad individualista, aparentemente dispuesta a renovar el mandato al presidente más cuestionado de su historia.Como otros eventos relacionados con el cambio climático y la crisis ambiental, el Covid-19 fue minimizado por el nacionalismo de derecha. Boris Johnson, primer ministro del Reino Unido, lo menospreció y él mismo resultó contagiado. Bolsonaro, la caricatura tropical deTrumpha despreciado la gravedad e intensidad del Covid-19, poniendo en grave riesgo la vida de cientos de miles de brasileños (172 mil casos confirmados y más de 12 mil personas fallecidas, hasta ahora).

Volviendo a la pregunta inicial, Trump representa para América Latina el regreso a la política del gran garrote del Theodore Roosevelt. Representa una chocante involución hacia una época de abuso y vasallaje que reta a las debilitadas soberanías latinoamericanas.Es necesario alertar sobre un personaje y un contexto global, el de la globalización del capital, que, si no lo impide el votante estadounidense, seguirá causando males irreversibles al planeta entero.

* Profesor de FLACSO Sede Ecuador, Falconí acaba de publicar el libro El fenómeno Trump: la bestia rubia, editorial El Conejo y disponible en Amazon.


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