Vejez bajo la lupa: el Covid-19 y los micro maltratos hacia las personas mayores

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Por Equipo del GEITS (FACSO – UNSJ) *

Como bien sabemos, el COVID-19 tiene mayores complicaciones en el denominado “grupo de riesgo” que incluye personas mayores (PM) de 60/65/70 años (dependiendo del país, ciudad), y esto se debe a que son más vulnerables a complicarse y a morir por esta pandemia de comprobada y alta contagiosidad. Según el Dr. Aldo Hernández, las personas mayores de 60 años sufren cambios microanatómicos (en las células) y fisiológicos (en sus funciones vitales) en dos de sus principales sistemas que enfrentan al COVID-19, estos son: el sistema respiratorio y el sistema inmunitario (de defensa) que las convierten en presa fácil de este nuevo virus respiratorio. Y por ello, hoy, la lupa está puesta en las personas mayores.

Por un lado, escuchamos a diario en los distintos medios de comunicación decir que “hay que proteger a los abuelos”. ¿Qué se esconde tras esta frase que aparece como sensible y colmada de buenas intenciones? Principalmente prejuicios.

Se “protege” a los indefensos y la mayoría de las PM no lo son. Asociar vejez con discapacidad (física y/o mental) es un error lamentable que se manifiesta mucho más frecuentemente de lo que quisiéramos. Múltiples estudios demuestran que solo el 20% de la población anciana padece alguna discapacidad dependiente.

Además, adjetivar a las PM de “abuelos” puede sonar muy tierno pero no lo es, es peyorativo. En primer lugar porque el abuelazgo es un rol que no todos y todas las ancianas/os tienen y también es una forma de limitarlas/os a esa sola función. En segundo lugar, porque esa denominación está asociada a múltiples estereotipos que culturalmente se han ido construyendo en nuestra sociedad y que indefectiblemente llevan a micro maltratos cotidianos.

Tal vez por esto, y desde las “mejores intenciones” (que nadie pone en duda) se estableció en la Ciudad de Buenos Aires un decreto que obligaba a los mayores de 70 a “pedir permiso” para salir a la calle remitiéndonos a la infantilización de la que son víctimas las PM.

Esta medida recibió varias críticas. Por un lado, está la mirada desde el derecho. Desde esta perspectiva se ha considerado como un acto inconstitucional y discriminatorio, ya que la Constitución Nacional contempla la igualdad de trato para todas las personas. También se sostiene que debería aplicarse el mismo criterio para las demás personas integrantes de los distintos grupos de riesgo.

La Convención Interamericana sobre la protección de los derechos humanos de las personas mayores contempla en el Cap. 1- Art.1 lo siguiente:

“El objeto de la Convención es promover, proteger y asegurar el reconocimiento y el pleno goce y ejercicio, en condiciones de igualdad, de todos los derechos humanos y libertades fundamentales de la persona mayor, a fin de contribuir a su plena inclusión, integración y participación en la sociedad…”

Mencionar la Convención no es un dato menor, ya que Argentina ratificó su adhesión bajo la Ley Nacional N° 27.360, y con ello se convierte en Estado Parte, asumiendo así las obligaciones establecidas para prevenir, sancionar y erradicar aquellas prácticas que fomenten la reproducción de las representaciones sociales estigmatizantes hacia la vejez.

A raíz de esto, el gobierno porteño, a través de una conferencia de prensa dio marcha atrás y aseguró que no regirá ningún tipo de certificado para que circulen las/os adultas/os mayores de 70 años. Solamente, se les pedirá que, si tienen que salir de sus casas para hacer algún trámite o compra, primero, llamen al 147, para ver si desde el Estado se les puede ofrecer algún tipo de ayuda para que se queden en sus casas.

A su vez, esta medida de “protección” hacia las/os ancianas/os parece desproporcionada y contradictoria. Si bien el Estado les está diciendo “no pueden salir a la calle sin permiso previo porque los queremos cuidar”, ocurre que la protección se desvanece cuando vemos las calles atestadas de personas mayores, tal como sucedió el pasado 3 de abril, intentando cobrar sus haberes jubilatorios en filas interminables o pretendiendo abonar las boletas de servicios en las agencias de pago rápido.

Por otro lado, están los medios de comunicación que refuerzan constantemente las representaciones sociales negativas hacia la vejez. Escuchamos a un periodista del noticiero de A24 decir, en referencia a los mayores de 70 y la medida adoptada por el Jefe de Gobierno porteño, “no entienden la gravedad de la situación”. También otra comunicadora del mismo canal sostuvo que es lo mismo que ocurrió durante la gripe H1N1 que afectaba a las/os niñas/os y por eso se habían suspendido las clases en 2009. Como vemos, acá aparecen dos prejuicios que se traducen en micro maltratos: El primero, pareciera que por el sólo hecho de tener determinada edad, las PM padecen algún tipo de discapacidad mental que les impide “comprender” las implicancias de la pandemia, y el segundo,  sostener que “son como niños”. Las PM no son niños, son adultas y adultos que deben ser tratadas como tales. Asumir que porque alguien tenga 70 años o más no sabe cómo cuidarse o no puede hacerlo es asumirlos como “incapaces”.

Pero también hay otra mirada que pone en jaque a la “buena voluntad” de la medida y es la mirada hospitalaria. ¿La medida es para proteger a las PM o para proteger los nosocomios? ¿Es porque no quieren que se mueran las PM o es para no atestar las terapias con este grupo etario? En algunos países como Italia, las personas mayores de 80 años contagiadas con coronavirus tienen negado el acceso a los cuidados intensivos cuando las plazas del hospital están agotadas debido a que se considera que tienen escasas probabilidades de supervivencia. Entonces, ¿los médicos deben convertirse en Dios decidiendo quien vive y quién no? ¿No es igual de valiosa cualquier vida o solo se valoriza la de los más jóvenes?

Por todo esto, desde el equipo de investigación dedicado a temáticas de la vejez, del Gabinete de Estudios e Investigaciones dependiente del Departamento de Trabajo Social (GEITS) – Facultad de Ciencias Sociales – Universidad Nacional de San Juan, expresamos y exhortamos la imperiosa necesidad de:

  1. Romper con los estereotipos, prejuicios y actitudes viejistas de las que son objeto cotidianamente las personas mayores.
  2. Reclamamos el respeto y comprensión necesarios hacia este grupo etario sin caer en la conmiseración, que no es más que otra forma de micro maltrato.
  3. Reconocer a las PM como sujetos de derecho y al resto de la población como sujetos envejecientes.
  4. Instar y exigir al Estado a asumir, tanto en las decisiones políticas como en la formulación y ejecución de políticas públicas destinadas a PM, las obligaciones establecidas en la Ley N°27.360 para prevenir, sancionar y erradicar prácticas que fomenten la reproducción de estigmatización hacia las PM.
  5. Solicitar a los medios de comunicación y a las/os comunicadores sociales que se abstengan de reproducir adjetivos desvalorizantes y descalificantes hacia las PM.
  6. Apelar a la solidaridad intergeneracional que posibilite un desarrollo social saludable puesto que implica el interés positivo de una generación por el bienestar de otra en un camino de doble vía.
  7. Aprovechar la oportunidad que el aislamiento nos brinda para repensar la sociedad que queremos. Una sociedad para todas las edades. Una sociedad que comparta el liderazgo con todas las generaciones.
  8. No confundir “cuidar y acompañar” con “proteger y controlar”.

“Una sociedad se mide por la manera en cuida a sus ciudadanos de edad avanzada” (Organización Mundial de la Salud)

* Directora Lic. Laura V. Guajardo- CoDirectora Lic. Marcela A. Fernández. Investigadoras: Lic. Viviana Cortez; Lic. Marcela Pérez; Lic. Emilce Vila; Arq. Lorena Platero; Lic. Bettina González; Lic. Liliana Luna; Lic. Natalia Femenía; Lic. Eliana Chandía. Estudiantes: Sofía Leiva; Daiana Gutierrez; Cecilia Tello.

Revista de la Universidad Nacional de San Juan

 

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