A propósito de Hugo Blanco, Río Profundo – Por Manuel Martínez, especial para NODAL

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Manuel Martínez *

La difusión del film Hugo Blanco, Río Profundo, dirigido y producido por Malena Martínez Cabrera, viene permitiendo una revalorización de la historia de la lucha del campesinado peruano, una larga lucha que alcanzó uno de sus niveles más altos al comenzar los años 60 en los valles de La Convención y Lares, en el departamento del Cusco. El eje de esa lucha fue el rechazo a los abusos de los gamonales (terratenientes) y la conquista de la tierra, es decir la tan renombrada reforma agraria que en aquellos años conmovió la vieja estructura social del Perú. Mucho se escribió en su momento y posteriormente sobre las características y la trascendencia de ese proceso. Existen diversos libros, así como infinidad de artículos que lo documentan. Sin duda, el más destacado es Nosotros los indios (Herramienta/La Minga, Buenos Aires 2010), escrito por Hugo Blanco, protagonista y dirigente de esa extraordinaria rebelión campesina. Y si bien la reforma agraria fue promulgada como ley por el gobierno militar nacionalista de Juan Velasco Alvarado en 1969, lo cierto es que tuvo su origen concreto, no sólo como consigna sino como realidad, en la decisión de los sindicatos campesinos de ocupar las tierras que trabajaban, organizándose democráticamente y liberándose del látigo de los gamonales. Su grito de guerra fue ¡Tierra o muerte!

Es necesario señalar que el proceso de La Convención y Lares fue duramente reprimido, que sus dirigentes fueron apresados e incluso que Hugo Blanco fue condenado a muerte por un tribunal militar, pena que no pudo ser concretada y se le conmutó por una larga prisión en la isla El Frontón, frente a Lima. De allí salió por una amnistía otorgada por Velasco Alvarado después de ocho años de reclusión y luego fue exiliado por la persistencia de sus convicciones. Durante la segunda fase del régimen militar peruano, cuando Velasco Alvarado fue reemplazado por Morales Bermúdez, con un marcado giro a la derecha, estalló una gran crisis económica respondida con grandes huelgas generales en todo el país. Esta segunda fase terminó diseñando la “transferencia del poder a la civilidad” y se convocó a una Asamblea Constituyente en la que intervino la izquierda. La lista del Frente Obrero, Campesino, Estudiantil y Popular (FOCEP) tuvo entonces una gran votación y Blanco fue elegido. Posteriormente, con la restauración de la democracia, fue diputado y finalmente senador. Es decir, el histórico luchador que había enfrentado la violencia del poder terrateniente, pasó a ocupar un lugar en la institucionalidad parlamentaria, manteniendo siempre su posición en defensa de los intereses populares.

Cuando han pasado seis décadas de los acontecimientos de La Convención y Lares, así como cuatro décadas de la actual democracia con gobiernos neoliberales, uno peor que otro, incluso con una interrupción provocada por el autogolpe de Alberto Fujimori en 1992, la historia del Perú se cuenta ahora de otra manera. Es absolutamente cierto que la irrupción de Sendero Luminoso significó una laceración terrible sobre todo del Perú profundo, pero ocurrió dos décadas después de la rebelión campesina liderada por Hugo Blanco y tuvo características completamente diferentes. Entre 1980 y el 2000 hubo una guerra interna que cobró más de 60.000 vidas. Esta guerra de Sendero contra el Estado, así como las brutales acciones contrainsurgentes, redujeron significativamente a la izquierda y se generó la idea que cualquier expresión no sólo de izquierda sino progresista es sinónimo de “terrorismo”. En este contexto, ya desde hace tiempo, los medios masivos, políticos improvisados y aventureros de la política han contribuido a tergiversar impunemente la historia, más aún si se trata de la lucha de las clases populares.

Entonces, la película documental de Malena Martínez Cabrera aparece como disruptiva. Rescata la lucha campesina y a sus protagonistas. Muestra que hubo autoorganización, que la gente del campo, nuestra gente, fue el sujeto ahora invisible, ahora inexistente para ese sentido común impuesto por el neoliberalismo. Rescata el valor de la acción colectiva y cuestiona el individualismo, también el heroísmo individual o de grupo. Ella misma lo dice: “Estos días, de manera organizada, no solo el personaje de mi película documental sino la obra Hugo Blanco, Río Profundo misma han sido atacados y difamados por personas con determinados intereses políticos e institucionales, varios de ellos pertenecientes a los cuerpos militares y policiales, bajo el denominador común de que no han visto la película”.En efecto, la Coordinadora Republicana, por ejemplo,integrada por personajes de la ultraderechaperuana, señaló que el documental “ensalza al terrorista asesino y criminal Hugo Blanco”. Agrega que el film “bajo la careta de documental lo único que hace es apología al terrorismo” (Expreso, Lima 19.06.2020).Se trata de una reacción ante la veracidad de los hechos que muestra la película, que incluyen la violencia de los gamonales y de la policía, así como la respuesta a esa violencia con la defensa armada de las ocupaciones de las haciendas. Desde luego, una infinidad de posteos en las redes sociales coincide con la visión de los “republicanos”, con lo cual se ha montado toda una campaña condenatoria.

En medio de esta ofensiva contra la libertad de la producción cinematográfica, el propio Ministerio de Cultura del Perú, que auspició el film, sacó un comunicado diciendo que el documental “fue financiado con fondos extranjeros”. Dicho Ministerio aclaró además que “no interviene en la definición ni en el desarrollo de los contenidos de los proyectos postulados por la ciudadanía, manteniendo así su neutralidad y delegando la responsabilidad de la elección de los proyectos a jurados autónomos y especializados”. Cabe destacar que el film fue estrenado en agosto de 2019 y luego fue exhibido en diversas ocasiones, tanto en el Perú como en la Argentina y en otros países. Y es necesario subrayar que ganó el Concurso Nacional de Proyectos de Distribución de Largometraje 2019 convocado por el mismo Ministerio de Cultura peruano, así como también premios internacionales.

Por su parte, renombrados historiadores de ese país, como Nelson Manrique y Wilfredo Kapsoli, han asumido públicamente la defensa de la otra de Malena Martínez Cabrera, señalando la necesidad de ubicar el contexto en el que se produjeron los hechos y que la campaña en contra de trata de “una exageración de corte fascista”. La directora y productora ha resaltado que el film ha tenido “una muy positiva recepción y valoración de parte numerosos espectadores”. Y que esto viene sucediendo “independientemente de sus afinidades políticas”. Es muy bueno que esto último suceda también, tal vez esté expresando interrogantes y búsquedas existentes en los pliegues de la sociedad peruana, en sus nuevas generaciones. Por otro lado, está siendo firmado por personalidades y ciudadanos de distintos países un texto titulado “En reivindicación de Hugo Blanco”.Allí se denuncia a esos “emblemáticos personajes de la derecha cavernaria, quienes consolidan en sus filas lo más duro del autoritarismo peruano”. En los tiempos que corren, en medio de la crisis que estamos viviendo, es muy positivo que se rechace toda censura y cualquier gesto autoritario, más aún, en este caso, cuando “el cine va más allá de las hojarascas de la superficie”.

* Miembro del Consejo de Redacción de la Revista Herramienta y del Equipo de Internacionales de Nueva Mayoría-Frente Patria Grande, Argentina.


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