Argentina | Vilma Ibarra, secretaria Legal y Técnica, a 10 años del Matrimonio Igualitario: «Esta ley nos hizo bien como sociedad»

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Entrevista a Vilma Ibarra, abogada y secretaria Legal y Técnica de Argentina

Por Nicolás Retamar, de la redacción de NODAL

El 15 de julio de 2020 se cumplieron diez años de la aprobación de la Ley de Matrimonio Igualitario (Ley 26.618) en Argentina que permite la unión entre personas del mismo sexo. Esta ley, que fue posible gracias al trabajo y consenso de un abánico grande de actores que incluyó partidos políticos, movimientos sociales, organizaciones de derechos humanos y personalidades de la cultura, fue pionera en América Latina y dio lugar a la ampliación de otros derechos no solo en Argentina sino que también promovió el debate en otros países de la región.

En dialogo con Nodal, Vilma Ibarra, una de las impulsoras de la ley y actual Secretaria Legal y Técnica de la Presidencia de la Nación, analizó cuál fue la repercusión que tuvo la conquista del matrimonio igualitario en la sociedad.

A 10 años del Matrimonio Igualitario, ¿cuál es la importancia de la ley promulgada en 2010?

Pensar en la Ley de Matrimonio Igualitario sancionada hace diez años nos lleva a pensar tres aspectos fundamentales que son consecuencia de la ley. El primero es aquel aspecto directo: las personas beneficiarias. La ley le negaba el ejercicio del derecho a casarse a miles de hombres y mujeres a causa de tener una orientación sexual distinta de otra. Esto es: para algunas personas que tenían orientación sexual heterosexual estaba reservado el derecho a casarse, derecho que no podían ejercer aquellos que tenían una orientación sexual homosexual. Era un criterio discriminatorio pero se mantuvo durante muchísimos años en nuestra legislación y remover ese obstáculo y que la ley nos trate en forma igualitaria a todas y todos es un avance enorme y significa derechos concretos , como los derechos a la herencia, a la vivienda, a la obra social y montones de otros derechos que estaban negados para las parejas gays. Pero hay un segundo aspecto que tiene que ver con la sociedad. Como sociedad, esta ley nos hizo muy bien. Es una ley que no le quita ningún derecho a nadie, que no lastima a nadie, que no es nociva en ningún lado, solo trae ampliación de derechos y, en ese sentido, nos hizo una sociedad más justa, más igualitaria, más libre, más linda de ser vivida, y por eso, ese festejo es una hermosa celebración. Y, finalmente, la otra consecuencia muy importante de la ley es asumir que cuando la dirigencia política conecta con la sociedad civil, toma sus demandas, sabe trabajar y construir consensos, puede lograr leyes muy importantes en beneficio de todas y todos.

Para muchas personas jóvenes el matrimonio igualitario pareciera ser algo que existió siempre ¿Por qué cuesta tanto avanzar en la conquista de derechos?

Nosotros hablamos hoy con chicas y chicos jóvenes y les parece tan natural y obvio que cada persona pueda elegir con quien casarse, independientemente de si es varón o mujer. Que lindo es pensar la vida eligiendo a qué persona amar, con quien estar, con quien compartir y que nadie tiene por qué preocuparse si uno elige a alguien de su mismo sexo o de distinto sexo. Esto se ve con mucha naturalidad hoy y es maravilloso que así sea,  pero no fue siempre así. Estudio lugares, situaciones de humillación, de burlas, de discriminación que son muy dolorosas para quien las vive pero esta ley vino a reparar eso y, por eso, es tan celebratorio estos diez años de sanción de la ley. Uno se pregunta por qué, sin embargo, costó tanto en ese momento. Hoy, inclusive hasta aquellos que dudaban o que podían estar en contra de esa ley, la celebran y creo que ya es un consenso masivo decir que esta ley nos hizo bien como sociedad. Creo que siempre hay algún miedo a los cambios sociales: lo hubo cuando se dictó la ley de divorcio, con la ampliación de derechos y el voto a las mujeres. Hubo una época en que la ley trataba a los hijos extra matrimoniales de forma diferente que a los hijos matrimoniales. Nos parece increíble pero un hijo extramatrimonial tenia menos derechos que un hijo matrimonial. Y todas estas leyes, en el momento en que se trataron, fueron conquistas importantísimas de derechos y había mucha gente que decía «lo que va a pasar», «se va a destruir la familia», «van a pasar cosas graves», «va a haber consecuencias muy complejas para la sociedad» y, lejos de ello, lo que nos pasó es que nos constituimos en una sociedad mejor, una sociedad más libre que respeta a sus integrantes y que los trata con dignidad y respeta las elecciones de vida que van tomando. Entonces, creo que también es importante los debates sociales de estas leyes, debatirlas de cara a la sociedad porque permite que entre todos y todas podamos entender que estos cambios nos generan movimientos y avances muy positivos.

Argentina fue el primer país en América Latina en reconocer el casamiento entre personas sin importar el sexo. ¿Cómo impactó en la región la promulgación de la ley?

Argentina es un país pionero en ampliación de derechos. La Ley de Matrimonio Igualitario, cuando fue sancionada acá, abrió inmediatamente la agenda de debate en los países vecinos de la región y pasó así en Uruguay, Brasil, Colombia, Ecuador. De alguna manera, esto significa que son debates que la sociedad tiene y que, al abrir las puertas, se instalan en la agenda política y social y esos reclamos llegan a los parlamentos o a los Tribunales de Justicia. No solo sucede en la región, también sucede para dentro del país. Esta ley abrió las puertas a otra que era muy necesaria como la Ley de Identidad de Género que respeta los derechos vulnerados del colectivo travesti y trans y para poder reparar, de alguna manera, una situación de muchísima violencia institucional sobre ese colectivo. Hoy nos encontramos ante la decisión cierta del gobierno de enviar la ley que legaliza el aborto para evitar que sigan muriendo mujeres en abortos clandestinos porque estas son muertes evitables. Hoy estamos en el peor de los mundos, los abortos suceden de a miles y miles en Argentina y, además, mueren las mujeres. Esta ley tiene la voluntad de evitar que esas muertes evitables sucedan y, además, hay que ser muy firmes, muy decididos y poner presupuesto para garantizar la enseñanza sexual integral y evitar que se sucedan o que disminuyan al mínimo esa cantidad de abortos. Una buena política tiene que ir en este sentido. Que las mujeres no estén empujadas a un aborto clandestino y no mueran allí y a tratar que sucedan la menor cantidad de abortos posibles. Así que siempre que suceden estas leyes se abren puertas para habilitar nuevos derechos y que la sociedad sea un poco más justa.


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