Joao Doria, gobernador de San Pablo: “Jair Bolsonaro es un negacionista, niega la existencia del coronavirus y da ejemplos graves para la población”

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Por Guido Nejamkis

La falta de ejecución de recursos presupuestarios y de transparencia con los datos sobre muertos e infectados -ésta última restaurada por orden judicial-, la insistencia en recomendar una droga sin efecto comprobado para tratar el coronavirus y la renuncia voluntaria a coordinar esfuerzos sanitarios junto a estados y municipios dieron al gobierno de Brasil un triste título: el del peor gestor de la pandemia en el mundo.

Segundo país con más muertos e infectados después de Estados Unidos (casi 80.000 fallecidos y más de dos millones de contagiados), los científicos comenzaron a hablar del modelo brasileño de combate al coronavirus como el de la “inmunidad del rebaño por incompetencia”.

El estado de San Pablo, que concentra casi el 40% del Producto Bruto Interno (PBI) del país y alberga una de las ciudades más populosas del mundo, soportó y enfrentó amargamente ese “modelo” impuesto por el gobierno federal y se mantuvo apegado a las orientaciones de la ciencia, mientras avanza en la reapertura de actividades.

Con casi 20.000 muertos y más de 400.000 infectados consiguió abrir 7.500 nuevas camas hospitalarias en la emergencia y no tener fallecidos por falta de asistencia, algo que no ocurrió en el vecino Río de Janeiro.

En una entrevista con Clarín, el gobernador Joao Doria -del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) y considerado presidenciable para 2022- dio detalles sobre cómo el estado más rico y populoso de Brasil lidia con una pandemia que, en el distrito, presenta un amesetamiento en la curva de muertos y infectados, aunque todavía en altos niveles.

-¿Cuál fue su experiencia en la relación en los últimos meses con el gobierno federal y específicamente con el Ministerio de Salud en materia de asistencia sanitaria?

-Voy a separar al Ministerio de Salud del gobierno. El Ministerio de Salud, tengo que ser justo, el ministro interino de Salud, Eduardo Pazuello, ha cumplido correctamente los compromisos con San Pablo y ha sido republicano con nosotros. No puso la política por delante de la ciencia. No tiene el mismo comportamiento que el presidente Jair Bolsonaro, quien antepone la política y la ideología a la vida y la ciencia. En el ámbito económico, las relaciones con el ministro de Economía, Paulo Guedes, son buenas y fluidas. La dificultad en el gobierno se centra en el presidente Bolsonaro, quien lamentablemente niega la existencia del virus y cree que el virus es una gripe y no un virus con un alto grado de letalidad. Incluso infectado, continúa pensando que es una gripe y que no es grave.

El ex ministro Luiz Henrique Mandetta dijo que el Ministerio de Salud está bajo ocupación militar y que los militares cumplían allí una misión casi genocida. Luego, el juez del Supremo Tribunal Federal Gilmar Mendes también habló la asociación del Ejército Brasileño a un genocidio. ¿Cuál es su opinión sobre esas visiones?

-Yo preferiría no utilizar esa expresión. Prefiero utilizar la expresión negacionista. El presidente Bolsonaro niega la gravedad de la Covid-19 y da ejemplos erráticos y graves para la población. Primero por ser negacionista, por promover aglomeraciones, porque muchas veces no usa barbijo, por recomendar el uso indiscriminado de cloroquina pese a que la ciencia no compró efectos prácticos o preventivos o curativos y que además tiene efectos secundarios graves. El conjunto de estas acciones negacionistas hizo muy difícil la acción de los gobernadores que en su totalidad defendieron el aislamiento social, el uso de barbijos, el distanciamiento social y otras medidas preventivas. Los brasileños recibieron, aún reciben, dos informaciones: una equivocada de parte de Bolsonaro y otra correcta de los gobernadores para proteger la salud de la población. El presidente contribuyó a desorganizar el enfrentamiento al virus e infelizmente continúa contribuyendo a eso.

-¿Y qué no hizo? ¿En qué podría haber ayudado, en qué fue omiso?

-Primero en liderar. Bolsonaro no fue un líder. Debería haber sido líder para ayudar y no para negar. Líder para ayudar a los gobiernos estaduales a tener una política mejor en el área médica, asistencial y preventiva, e hizo exactamente lo contrario: crear dificultades. Podría haber centralizado la compra de respiradores a China, a Turquía; podría haber estimulado la producción local de respiradores para que fueran vendidos al menor costo posible o repasarlos de forma eficiente a los estados. No fue eso lo que ocurrió. Lo mismo para los barbijos y los equipos de protección individual. Todo debería haber sido coordinado por el gobierno federal. Debería haber liderado una gran campaña en diarios, radio, TV y medios digitales para orientar a las personas a quedarse en casa, a obedecer la cuarentena, a usar barbijo, a lavarse las manos constantemente, a usar alcohol en gel. No lo hizo. El gobierno de Bolsonaro se equivocó de cabo a rabo, ignoró la gravedad de la crisis y dio la espalda a los brasileños. Defendió una tesis ideológica errónea, la de que el coronavirus no era grave y que no tenía la letalidad que tiene. A diferencia de Argentina, Bolsonaro no dialoga con los gobernadores ni favorece el entendimiento. A las personas puede gustarle o no el presidente Alberto Fernández, pero él tuvo responsabilidad al liderar su país en la crisis. No vi al presidente Fernández eliminando la posibilidad de diálogo. Actuó con grandeza, es la impresión que tengo a la distancia. Ha tenido un comportamiento de diálogo con el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta. En ese diálogo tuvo la grandeza que faltó al presidente de Brasil.

-Usted no sólo apoyó a Bolsonaro en las elecciones de 2018 sino que se asoció a un tono y a un discurso político muy agresivo. ¿Ve a esta tragedia capaz de generar un mejor entendimiento entre las fuerzas políticas para atender los temas urgentes de Brasil?

-Primero, me arrepiento de haber apoyado a Jair Bolsonaro en las elecciones de 2018. Sin embargo, no tenía opción. La opción era anular mi voto. Yo no hubiera votado al Partido de los Trabajadores (PT). Como candidato a gobernador enfrentaba a todos los partidos de izquierda. El entonces candidato Jair Bolsonaro señalaba la perspectiva de un gobierno transparente, limpio y de combate a la corrupción. Así como otros 60 millones de brasileños, creí que podía ser un buen gobierno, transformador. No fue, no es y no lo será. Mi posición es de centro. Quiero distancia kilométrica de los extremistas, de derecha y de izquierda. Mi posición es de defensa del centro democrático liberal, que es capaz de dialogar como hemos dialogado con los gobernadores de izquierda y con los líderes en el Congreso que son de izquierda. También converso con líderes de derecha, constantemente. No veo ninguna dificultad en el diálogo con quien tiene ideas diferentes. Pero quiero distancia de donde está Jair Bolsonaro, sus hijos y otros bolsonaristas, que son extremistas, así como de los extremistas de izquierda. Trajeron sufrimiento al pueblo brasileño.

-San Pablo es la locomotora de Brasil. ¿Qué hará para recuperar la economía del estado?

-Ya el año pasado crecimos el triple que Brasil como un todo. Tenemos un programa llamado «Retomada 21/22» que comenzará en enero con un audaz programa de privatizaciones en busca de inversiones, que será dirigido por mí y por el ex ministro y actual Secretario de Hacienda Henrique Meirelles. Comenzaremos en el Foro Económico Mundial, en enero, en Davos. Luego tendremos un road show en varias partes del mundo para mostrar las oportunidades y estimular inversiones. San Pablo tiene una economía robusta en los campos industrial, comercial, tecnológico y de agronegocio, lo que permite buenas oportunidades para inversiones internacionales. San Pablo es amigo, no hostiliza al capital internacional, al que damos la bienvenida, y hacemos buenas alianzas sin mirar ideologías. Por eso abrimos en Shangai la primera oficina de representación de San Pablo, seguimos en Dubai y luego Munich. Y mantenemos una estrecha relación con Argentina, con el gobierno, con importadores y con exportadores, siempre en un marco de respeto, porque es un país vecino y por la importancia de la relación económica bilateral de Argentina con San Pablo.

Brasilia, corresponsal

Clarín


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