Paraguay: la discriminación de las mujeres guaraníes – Por Adolfo Giménez, especial para NODAL

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Por Adolfo Giménez *

«Si ellos dicen que son los dueños de la tierra, ¿por qué no vienen a llevarla?», declaró hace muchos años un líder Mby’a Guarani luego de un desalojo violento que sufrió su comunidad de sus tierras ancestrales en el departamento de Itapúa, al sur de Paraguay.

Después de las matanzas y la esclavitud durante la colonia (y todavía mucho después), los desalojos modernos diezmaron a los pueblos originarios de la Región Oriental, bordeada por los ríos Paraguay y Paraná. Muchas mujeres, niños y adolescentes harapientos deambulan hoy por las calles de las principales ciudades, una imagen de violencia profunda, pidiendo monedas en los semáforos, durmiendo en cualquier lugar.

Así va culminando el exterminio del grandioso pueblo guaraní que dominaba las selvas y su lengua contaba con belleza todos sus sonidos y colores, sus luces de la mañana, del atardecer, el arrullo del agua y el vuelo de las aves, los ruidos de la noche. La población originaria total, junto a otros pueblos no guaraníes, no alcanza hoy 120 mil personas, 76 por ciento en la pobreza

Todavía quedan comunidades dispersas en las dos regiones del país (1), con diversos niveles de organización que les permiten sobrevivir y evitar la migración que, de acontecer, se convertirá en el final como ocurre con los que están hoy en situación de calle.

“La verdad, en la Región Occidental no hay mucha diferencia, se visibiliza menos nomás. En la Oriental están en situación de calle porque migran a las ciudades por la pérdida de sus tierras, por alquiler e invasiones”, dice Ana Romero (30) , presidenta de la organización del pueblo Guaraní Occidental, cuyos integrantes residen en barrios de la ciudad de Mariscal Estigarribia, a 525 kilómetros de la capital.

En esta región, la histórica escaza población hizo que los establecimientos ganaderos y agrooindustriales contrataran a los nativos como mano de obra barata. Algunas comunidades pasaron a vivir en ciudades a partir de la década de los años 40, luego de terminar la Guerra del Chaco (1932-1935).

Esto significa largas horas de trabajo y poca paga, que al final de cada mes se deposita en los grandes supermercados por compra de vestimentas y alimentos. La urbanización permitió también que muchos pudieran acceder a estudios universitarios.

Ana es técnica en enfermería y ahora está estudiando relaciones internacionales, con clases virtuales por la pandemia, además es dirigente de la Unión Juvenil Indígena del Paraguay (UJIP).

“Nosotros donde más sentimos la discriminación es en la escuela y en los hospitales donde muchos indígenas son maltratados porque no conocen el idioma”, dice la única mujer presidenta Guaraní Occidental.

CRISIS POR LA PANDEMIA

Bernarda Pesoa (39) es del pueblo Qom de la comunidad Santa Rosa, en Cerrito, a 40 kilómetros de Asunción, en la Región Occidental.

“Nosotros pasamos por una fuerte crisis debido al aislamiento. Por la pandemia nadie puede entrar y salir de la comunidad. Necesitamos alimentos, hacemos ollas populares con las donaciones que recibimos. Recibimos muchas cosas de Cerrito, Villa Hayes y Asunción. Recién en la fase 3 (a fines de junio) pudimos volver a vender nuestros productos”, cuenta Bernarda con voz pausada.

Ella es dirigentes de la Coordinadora Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (Conamuri) e integra el Colectivo de Mujeres del Gran Chaco (Paraguay, Bolivia y Argentina).

Agrega que “ahora necesitamos víveres y ropas por el frío. Hacemos pedidos de solidaridad a traves de medios de comunicación. Seguimos con las ollas populares. Nosotros creemos que existe el coronavirus, pero no es una cuestión de los indígenas o de Paraguay y no sabemos hasta cuándo va a durar esto. En nuestra comunidad, por suerte, no tuvimos infectados, solo algunas gripes normales. Aquí somos 72 familias, 200 personas.” (2)

Bernarda es una de dos mujeres dirigentes Qom. “Solamente dos. El resto varones y algunas veces tenemos problemas con ellos”, menciona. Otro problema que les afecta son las divisiones entre clanes y liderazgos.

“Nosotros exigimos el respeto como un derecho constitucional. Reclamamos ambiente sano, comida sana y vivir sin discriminación, sin violencia, en paz y felicidad que podamos acceder a la tierra, es nuestro valor espiritual”, reclama por su pueblo.
Julio 2020.-

1. Paraguay está dividido en dos regiones: La Oriental y la Occidental. Esta última es parte del Chaco, un territorio seco y de altas temperaturas, conocido también como pampa seca, que abarca el norte argentino, todo el norte de Paraguay, además del sur de Bolivia.
2. Faustina Alvarenga, de la Asociación de Mujeres Indígenas, informó a medios periodísticos de la capital el 14 de julio pasado que apareció un caso positivo de coronavirus en una comunidad del departamento de San Pedro, Región Oriental, en una mujer de 69 años.

* Periodista paraguayo


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