América Latina | Los organismos internacionales marcan el rumbo – Por Amílcar Salas Oroño

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.Por Amílcar Salas Oroño(*)

Como en otros lugares, el momento post-pandémico redefinirá la correlación de fuerzas Estado/Mercado en América Latina. Los organismos internacionales ya avanzan posiciones para adelantar posiciones para la guerra de movimientos por venir marcando la hoja de ruta a las elites político-económicas del continente.

Si bien todavía estamos en un período de elaboración/formulación de las propuestas del momento postpanemia y esto explica que algunos organismos internacionales, hasta el día de hoy, no tengan una definida “receta” sobre qué hacer post-pandemia, con el paso de las semanas van apareciendo las primeras propuestas institucionales: por ejemplo, hace dos meses CEPAL lanzó una propuesta sobre un Ingreso Universal de Emergencia, en sintonía con algunas medidas definidas por naciones latinoamericanas; incluso hace pocos días, la propia ONU/PNUD declaró la importancia de de que los gobiernos garanticen una “renta básica temporal” mientras dure la pandemia.

El presente Informe organiza las distintas posiciones en tres grandes bloques: a) posiciones de EEUU, China y la Unión Europea para América Latina (tomando como referencia o bien la expresión de algún/a Presidente o Primer Ministro/a, o bien posición relevante en la jerarquia político-partidaria o institucional; b) Organismos internacionales globales; c) Organismos Internacionales regionales.

En particular se analiza la probabilidad de escenarios en los que se impongan condonaciones de deuda, impuestos a las grandes fortunas o rentas básicas universales, atendiendo a las matrices de opinión de estos grandes creadores de agenda. En los tres casos la conclusión es la misma: al parecer, estamos ante escenarios improbables.

  1. Posiciones de EEUU, China y Unión Europea respecto de América Latina.

Aquí no se consideran las posiciones y medidas de estos países para sí mismos sino las cuestiones que impulsan – o prefiguran que irán a impulsar- para América Latina, o para algunos países claves de la región. Las posiciones pueden ser extraídas a partir de: 1) posicionamientos oficiales de organismos competentes; 2) declaraciones de funcionarios relevantes; 3) think-tanks gravitantes y expresivos de las posiciones gubernamentales. Los países considerandos (tomando a la Unión Europea en su unidad, aunque aquí no sólo se tuvieron en cuenta las observaciones o institucionales, o las posiciones de los encargados de Presupuesto y Asuntos Exeriores del bloque, sino también las eventuales recomendaciones – o no- realizadas por países claves con intereses importantes en la región, como Alemania, Italia, España y Francia).

Abordamos para el análisis los distintos planos pertinentes:

Ayudas/asistencias directas durante la pandemia. El cierre de las fronteras encontró a los países latinoamericanos ante la dificultad de tener que poner a prueba sus recursos propios (sanitarios, económicos, logísticos, etc). En lineas generales, no hubo asistencias y ayudas determinantes desde el exterior, salvo algunas excepciones, llegando la mayoría de la cooperación internacional  de China y de EEUU. La República Popular China envió materiales a Argentina, Chile (que también mandó misiones para estudiar alternativas sanitarias), Ecuador y Bolivia; para esos mismos países y otros, hubo, además, ventas pactadas de materiales sanitarios. EEUU por su parte, envió paquetes asistenciales a alrededor de 60 países del mundo (principalmente mediante el Departamento de Estado y USAID), ampliando sus contribuciones a UNICEF y la OMS (hasta que Trump decidió retirar el apoyo al organismo).

Resaltamos también casos específicos y puntuales como la ayuda israelí a través de IsraAID a Guatemala o Colombia, o los envíos de Emiratos Árabes a Colombia, situaciones que tuvieron que ver con relaciones bilaterales entre estos países. En ningún caso estas asistencias fueron resolutivas para las crisis sanitarias.

Dimensiones consideradas en el análisis. Si bien en las posiciones públicas (de los representantes distinguidos) o en los discursos oficiales de los países u organismo considerados hay una variedad de cuestiones que son mencionadas a propósito de cómo deberían proyectar respuestas inmediatas/mediatas los gobiernos de la región, aquí la información se reorganizó en 4 dimensiones distinguibles, lo que no significa que hayan sido mencionadas como tales por los países y organismos: a) si debería  pensarse en un (nuevo) diseño estatal, en función de algunas prioridades y necesidades evidenciadas durante la pandemia; b) acerca de un Ingreso Universal (o Renta Básica) y de nuevos marcos impositivos, entre ellos, un impuesto a las grandes fortunas; c) cómo deberían encarar los países latinoamericanos la cuestión de la deuda externa; d) y si deberían modificarse o inaugurarse nuevos diseños institucionales regionales y/o nuevos acuerdos comerciales de los países latinoamericanos con otros bloques/países fuera de la región[i].

Algunas conclusiones provisorias 

  • Sobre la condonación de la deuda: El escenario más probable indica que por el momento no hay un contexto (multilateral) para que se imponga una trayectoria inmediata/mediata de condonación amplia y definitoria de las deudas externas latinoamericanas. Si bien es cierto que la cuestión está instalada y ha ingresado en agenda, todavía hay un silencio (en algunos países y organismos) y una resistencia (en otros) que pareciera postergar la urgencia con que debería tratarse una respuesta estructural a la cuestión.
  • Sobre el ingreso mínimo universal: Si bien la tramitación y la aplicación de un Ingreso Universal de Emergencia  (o Renta Básica) es competencia de cada uno de los Estados (y buena parte de los países ha emprendido programas de asistencia y transferencia de ingresos por la pandemia, por lo menos a los sectores sociales más postergados), no hay una completa incorporación del tema al discurso de los organismos internacionales, ni de los países claves, aún cuando ya sea una recomendación relizada por la ONU/PNUD. La cuestión está instalada, pero no hay una definición demasiado precisa sobre qué tipo de ingreso sería, ni para qué segmentos sociales. Tal como parece, es poco probable que en la región prospere la incorporación de un Ingreso Universal a la manera de un Ingreso Ciudadano, de condición estructural y perdurable, de forma tal que sea un elemento reorganizador del mercado laboral y que dé respuesta a aquello que ha quedado claramente visibilizado en esta epidemia: el altísimo grado de informalidad socioeconómica en general de la población latinoamericana, cuestión que tuvo – y aún tiene- consecuencias en los desdoblamientos sanitarios actuales. En ese sentido, es bastante probable que sí pueda consolidarse un Ingreso Universal de corte asistencialista para los deciles menos favorecidos de la población.
  • Sobre el impuesto a las grandes fortunas: Los sistemas tributarios latinoamericanos distan mucho de figurar entre los más equitativos y/o progresivos; son exactamente todo lo contrario. La actual pandemia, con el cierre de fronteras y el freno de la actividad económica en general, puso en consideración de los gobiernos la necesidad de revisar tributos, contribuciones y tasas. Entre ellos sobresalió la posibilidad extraordinaria (no en todos los países) de un tributo a las grandes fortunas, calculadas a partir de diversas metodologías. En algunos países, las propuestas se transformaron en proyectos parlamentarios, en otros quedaron en la órbita de los Poderes Ejecutivos, y otros casos ni siquiera ganó estado mediático. Es importante advertir la siguiente paradoja frente al caso: mientras que en la gran mayoría de las encuestas y sondeos de opinión las ciudadanías latinoamericanas acompañan iniciativas del tipo, las resistencias principales provienen de los medios de comunicación (cuyos propietarios en muchos casos se verían afectados por impuestos a las grandes fortunas), no encontrando demasiados respaldos tampoco en los países u organismos internacionales aquí seleccionados. De lo que se deriva la siguiente consecuencia: sólo podría prosperar una modificación de los tributos en esa dirección si hay un cambio en los tiempos y las movilizaciones sociales, lo que en plena pandemia es poco probable.

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