Hombres trans y aborto: activistas de América Latina cuentan la batalla por la visibilidad

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Por Georgina González

Es común que cuando se habla de aborto se piense solo en mujeres cisgénero. Los hombres trans, personas transmasculinas y no binarias asignadas al género femenino al nacer quedan fuera del imaginario social, de los estudios, las estadísticas, las discusiones y legislaciones en torno a un derecho que los Estados deben garantizar a todas las personas con capacidad de gestar.

El aborto en masculinidades trans sigue siendo un tema con poco o nulo conocimiento e información, un pendiente para los sistemas de salud y el personal médico, y un desafío en las discusiones por los derechos sexuales y (no) reproductivos.

Presentes consultó a los activistas Ese Montenegro de Argentina; Santiago Balvín de Perú; Alex Castillo de Guatemala y Sony Rangel de México para entender por qué importa sumar las experiencias transmasculinas dentro de las reformas por la legalización del aborto, qué obstáculos enfrentan si deciden abortar en sus países y qué hace falta tomar en cuenta al hablar de aborto y personas trans.

Sacar el aborto del cisexismo y la heteronorma

Ese Montenegro, activista, docente y autor del libro “Desandar el cisexiso en el camino a la legalización del aborto” considera a la heteronormatividad y el cisexismo como dos formas de violencia específicas que impactan en las vidas de las personas transmasculinas. Y agrega que por esa razón “se vuelve vital que nuestras miradas y experiencias sean parte de estas discusiones sobre las que construyen derechos sexuales y (no) reproductivos”.

En América Latina el aborto ocupa diferentes lugares. Desde la prohibición absoluta en El Salvador, Honduras, Nicaragua y República Dominicana. Los marcos legales donde comprende la interrupción voluntaria del embarazo en casos específicos como cuando es producto de una violación; cuando hay riesgo a la salud física y mental de la persona gestante; cuando hay inviabilidad fetal. Hasta cuando es legal bajo cualquier circunstancia dentro de los plazos establecidos y los sistemas de salud como en Cuba, Uruguay, Oaxaca y Ciudad de México.

Sin embargo, la mayoría de las reformas o leyes sobre la interrupción legal del embarazo en la región no hacen mención de las personas trans con capacidad de quedar en embarazo. Salvo el proyecto de ley que fue rechazado hace dos años por el Senado argentino donde se enunciaba a las “mujeres o personas con capacidad de gestar” como aquellas a las que se les podría garantizar el derecho al aborto.

Pero incluso las formas en cómo se intenta incluir a las personas trans en estas normativas deben ser cuestionadas, asegura Santiago Balvín, integrante de la colectiva No Tengo Miedo. Además, considera que, “cuando se dice ‘mujeres y personas con capacidad de gestar’ se nos borra como personas que están participando en esta lucha por un aborto libre, en el sentido de que se borra toda vivencia que hemos tenido por haber nacido con vulva o por, en algún momento, haber tenido vivencias que una mujer también ha tenido. Creo que, aunque haya trabajo es importante mencionar: aborto para mujeres, transmasculinidades y trans no binaries asignades mujeres al nacer. Si no se menciona no existimos”.

No hay datos sobre aborto en hombres trans

En América Latina no hay datos oficiales sobre aborto y personas trans y menos de cuántas personas transmasculinas mueren por abortos inseguros en condiciones de criminalización.

“Que hoy no haya estadísticas oficiales sobre abortos y masculinidades es un claro ejemplo de la invisibilidad a la que somos condenados […] Eso da cuenta de una deuda clara con nuestras comunidades y no se puede seguir aplazando”, sostiene Montenegro.

Tampoco hay informes regionales que permitan dimensionar una problemática que también enfrentan los varones trans, las violaciones “correctivas” de las que pueden derivar embarazos no deseados.

“Muchos hombres trans que han sido abusados sexualmente han tenido que asumir esta gran responsabilidad de sacar un hijo adelante y por supuesto de manera solitaria a nivel económico y emocional […] nos toca asumir todo un rol de crianza la cual se vuelve una carga muy pesada (que) te hace tener que dejar por un lado tu identidad de género. Los hijos también son víctimas colaterales de la violencia”, comenta Alex Castillo, quien es padre, abuelo y coordinador del colectivo Trans-Formación de Guatemala.

“La esencia de estos delitos (violaciones correctivas) consiste en sancionar a las sexualidades y géneros que se apartan de las normas tradicionales”, explica la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en su informe de 2015 sobre Violencia contra personas LGBTI en América. Y advierte que es uno de los tipos de violencia por prejuicio que menos se denuncia en el continente.

Frente a estas violencias y a las omisiones de los Estados por no incluirles en las reformas de ley o las normativas ya establecidas para la interrupción legal del embarazo, los hombres trans, personas transmasculinas y no binaries se enfrentan a diferentes obstáculos al momento de decidir abortar: desde tener que negar su propia identidad de género; verse orillades a realizarse abortos de manera insegura arriesgándose a ser criminalizades o perder la vida; hasta asumir embarazos no deseados. Sin mencionar las afectaciones a la salud mental que esto puede representar para ellos y elles.

“No hay lugares seguros para abortar”

Ante ese panorama, ¿a qué obstáculos se puede enfrentar una persona transmasculina si decide abortar?

“Primero, a los prejuicios y discriminación. Es muy posible que no se dé la atención digna que merece por no identificarse como mujer. Los centros de salud, ya sean privados o públicos, aún dan la libertad al equipo médico de decidir si practicar o no con base en sus prejuicios e ideologías, esto puede provocar y ha provocado negligencia y prácticas mal hechas para perjudicar al paciente. La educación médica general no incluye temas de diversidad sexual y eso genera que no sepan de la existencia de otras identidades con cuerpos gestantes. Falta mucha empatía e información, no se nos reconoce y mucho menos respeta a nivel general”, dice Sony Rangel desde México.

En México el aborto se regula a nivel local y cada Código Penal determina sus causales para permitirlo o considerarlo delito. A nivel nacional la única causal legal es cuando las mujeres y niñas fueron víctimas de violación sexual, sin embargo, según el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE) hay obstáculos y negaciones del servicio por parte del personal médico. El aborto solo es legal bajo cualquier circunstancia antes de las doce semanas de gestación en la Ciudad de México y Oaxaca.

“No hay lugares seguros que nos garanticen un proceso de aborto acompañado, por lo que nuestra vida se pone en riesgo, ya que todo lo que hay es clandestino y a muy altos costos. Si algo sale mal y se descubre que une se ha realizado un aborto, puede pagar con pena de cárcel hasta de 6 años actualmente, pero si aprueban la 5272, esta pena subiría a 12 años”, dice Alex Castillo desde Guatemala.

“Se nos ve como bichos raros”

En Guatemala solo está permitido el aborto terapéutico, es decir, solo es legal cuando la vida de la persona en embarazo está en peligo. Desde 2017 se promueve en el Congreso la iniciativa de ley 5272 “Protección a la Vida y la Familia”, la cual busca aumentar las penas a las mujeres que se practiquen un aborto fuera de la causal permitida por la ley, así como al personal médico que lo practique. Además, promueve la criminalización de la homosexualidad, el matrimonio igualitario y la prohibición de información sobre diversidad sexual en entornos educativos.

“Desde un principio es el acceso a la salud ya que no se nos menciona en ninguna política de salud. Lo otro es que la currícula educativa de los servicios de salud no cuentan con un enfoque de diversidad sexual. Todo esto recae en la desinformación generalizada de los servidores de salud sobre nuestras corporalidades, nuestras realidades como transmasculinidades y no binaries. Y otro obstáculo es el trato que recibimos en estos espacios, donde el maltrato se da entrando al hospital, se nos ve como bichos raros, y creo que compartimos estas problemáticas también con compañeras lesbianas, donde ponen ciertos prejuicios sobre nuestras prácticas sexuales”, cuenta Santiago Balvín desde Perú.

En Perú el aborto sólo es legal cuando se ve amenazada la vida o salud de las personas con capacidad para gestar; el Código Penal considera delito al aborto cuando sea consecuencia de “violación sexual, inseminación artificial no consentida y cuando el ser en formación conlleve al nacimiento graves taras físicas o psíquicas”. Según una investigación de Ojo Público, 571 mujeres fueron llevadas a juicios por abortar.

“Si lograras dar con un centro de salud que asista en este derecho, lo primero con lo que te vas a encontrar es con el cisexismo y el transodio, como una forma de disciplinamiento. Ser leído mujer, porque estás gestando, no sólo produce un gran daño a nuestra subjetividad y salud mental, sino que además viola nuestro derecho a la identidad. Y esto sucede no sólo cuando solicitás un aborto. Pasa cuando vas a cualquier servicio ginecológico incluso por un simple control o consulta. Si, además, necesitás un aborto (incluso haciéndolo bajo las causales contempladas por la ley), por lo general, la violencia aumenta […] Por ahora nos enfrentamos a la clandestinidad como todas las personas que gestan y abortan, por lo que partiendo de esa desigualdad y esa condena, solo puede empeorar lo que nos pasa a los tipos trans cuando queremos acceder a nuestros derechos sexuales y (no) reproductivos”, puntualiza Ese Montenegro desde Argentina.

En Argentina la ley actual solo permite el aborto en caso de violación o cuando la salud física y y la vida de la persona gestante está en riesgo. Hace dos años el Senado rechazó el proyecto de ley que, de ser aprobado, habría despenalizado el aborto en todas sus causales dentro del plazo de las 14 semanas de embarazo.

En noviembre pasado el Ministerio de Salud publicó el “Protocolo para la atención integral de las personas con derecho a la interrupción legal del embarazo”, en él se hace mención, de manera textual, “mujeres, niñas, adolescentes, varones trans y personas que no se identifican con ningún género”, como aquellas personas con capacidad de gestar. De acuerdo a Human Rights Watch, en “cinco de las 23 provincias argentinas no han promulgado sus propias normas para reglamentar el acceso al aborto legal ni se han adherido a las reglamentaciones adoptadas por el Ministerio de Salud de la Nación”.

Una lucha con historia

Para los activistas hablar de aborto no se agota al discutir sobre salud sexual y (no) reproductiva. Implica también la escucha activa de sus experiencias, la creación de espacios para dialogar con los feminismos y de que los Estados garanticen el acceso a la educación sexual y salud integral para todas las personas.

Así lo explica Ese Montenegro: “Cuando buscamos que el aborto sea legal, no sólo queremos esa práctica sanitaria en sí, sino que exigimos políticas públicas integrales y presentes en todos los procesos que responden a la salud sexual y (no) reproductiva. Esto es: Educación sexual en las instituciones educativas, públicas y privadas, laicas y confesionales, en todos sus tramos formativos; pero también decimos, acceso público a los métodos anticonceptivos y profilácticos y en otra instancia aborto, como una opción y como un derecho, en condiciones de salubridad. No pensamos sólo a partir de la necesidad de la práctica del aborto y la no punibilidad alrededor de eso”

Y si bien el movimiento por el aborto libre, seguro y gratuito cobra mayor visibilidad cuando quienes portan el pañuelo verde son mujeres cisgénero, en América Latina hay personas trans que desde hace una década ya venían hablando sobre los derechos sexuales y (no) reproductivos de los hombres trans, como Tomás Máscolo, Mauro Cabral, Blas Radi en Argentina.

En años recientes, la Red de Colectivos Americanos de Hombres Trans y personas disidentes del género femenino asignado al nacer (REDCAHT+) y la colectiva transfeminista Alien-Hadas mantienen de manera activa la conversación y la lucha por la autonomía de sus cuerpos y el derecho al aborto legal, seguro y acompañado para los hombres trans, personas transmasculinas y no binaries.

Montenegro sostiene que es necesario“empezar a escuchar y respetar nuestros saberes y nuestras experiencias como personas trans. No necesitamos que nos tutelen, ni que nos interpreten, ni que nos representen. Exigimos un lugar de pares, de aliadxs, de compañerxs, de iguales. Exigimos representación propia en los lugares donde se toman las decisiones que hacen a nuestra vida, no sólo en el debate por el derecho al aborto. En todos los espacios que construyen nuestras existencias”.

Agencia Presentes


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