Algunas lecturas sobre el aplastante triunfo del Apruebo en Chile – Por Mladen Yopo H

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Por Mladen Yopo H *

Producto de la gran movilización social de octubre de 2019 y que no para ni con la pandemia o el mismo plebiscito, parlamentarios (as) de todos los partidos se vieron obligados a firmar el “Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución” y que condujo al plebiscito del 25 de octubre, donde la ciudadanía se manifestó si quería una nueva Constitución (Apruebo) o no (Rechazo) y el mecanismo para su redacción en caso de aprobarse: Convención Constitucional con 155 representantes 100% electos o Mixta de 172 representantes, mitad parlamentarios en ejercicio y  la mitad electos. Con el 99.85 de los votos escrutados, el presidente del Servicio Electoral, Patricio Santamaría, informó que el Apruebo obtuvo un contundente 78.23% v/s 21.73% del Rechazo al igual que la Convención Constitucional con un 78.99%v/s 21.01% de la Mixta.

Conocido el contundente resultado en favor del Apruebo, ciento de miles de personas repletaron las calles y plazas a lo largo del país para celebrar la posibilidad de cambiar la Constitución autoritaria de Pinochet y la derecha. Esta imagen épica era muy parecida al triunfo del plebiscito de 1988 que derroto a la dictadura y dio paso a la transición, pero en ella también había grandes diferencias. La primera que hay que establecer, es la total desconexión de la política partidaria con la ciudadanía, eso es lo que deja el propio plebiscito y su 78,26% de Apruebo, pero particularmente el 78.99 de la Convención Constitucionalque dice con claridad que no se quiere los mismos políticos en ella. Es un mensaje claro de que la política elitista de los últimos decenios está obsoleta, tan obsoleta como los intentos que hicieron los partidos de oposición de montar escenarios para audiencias fantasmas mientras ciento de miles celebraban en los espacios públicos. Marta Valdés, vocera de la Coordinadora de Víctimas por Trauma Ocular, por ejemplo, señaló que “este triunfo demuestra el poder que tiene el pueblo cuando se moviliza y se organiza”, mientras la economista y directora del Latinobarómetro, Marta Lagos, sentenciaba que “5.886.421 chilenos le dieron una tremenda bofetada al sistema político, a los parlamentarios, al gobierno con su Rechazo, a los que abusan del poder, a los que son corruptos, a los que no quieren oír”.

En segundo lugar, y si bien votóun 50,9 por ciento del padrón electoral total (14 millones 796 mil), los 7.562.173 votantes constituyen el mayor número de votantes absoluto de la historia de Chile y un punto de inflexión en la tendencia a la baja en el número de votantes que venía experimentando el país desde el plebiscito de la transición en 1988. Aunque en términos absolutosel número de votantes se elevó solo 2 puntos porcentualesrespecto de la última elección presidencial (máxima electoral en un país presidencialista), no deja de ser relevante el entusiasmo por cambiar la Constitución en un contexto de múltiples condicionantes adversas.

 

Viendo el vaso medio lleno en este sentido, en tercer lugar, la votación aumento con voto voluntario, con pandemia y sus miedos, con exacerbadas imágenes de violencia y la sensación de un resultado predecible (la derrota del Rechazo). Esto permite formular algunas hipótesis como que Chile no se ha despolitizado ni se ha polarizado como lo ha querido mostrar el gobierno y la derecha, sino que se ha alejado de partidos que perdieron el contacto con la gente (precisamente en este plebiscito no se votaba por figuras/caras partidarias). También demuestra que las personas con voto voluntario, Covid 19 u otros males, estan dispuesta a votar por cosas que le importan y retomar su soberanía en las decisiones (ser protagonistas de su devenir).

Desagregando la votación, en cuarto lugar, resulta un hecho para celebrar también el aumento en la participación de jóvenes y de adultos mayores, considerando que hubo un grupo importante que no pudoparticipar por disposición sanitarias o por estar en aislamiento (Chile no tiene voto adelantado o por correo).Otro dato importante es que la  participación fue mayor en los grandes centros urbanos (más densamente poblados), posiblemente estimulada por el conflicto social, las movilizaciones, una mayor facilidad del despliegue electoral y de la conectividad. Así, las regiones que tuvieron una mayor participación fueron la Metropolitana/Santiago (3.305.128 votantes), seguida de Valparaíso (854.425) y el Biobío/Concepción (634.395). A contra sensus los lugares más alejados y/o con problemas de conectividad(transporte, carreteras, internet, etc.) tuvieron menos concurrencia. También se observó una caída pronunciada de participación en aquellas comunas con mayores tasas de población indígena (quedando interrogante de las causas);ynuevamente tampoco votaron los presos a pesar de su derecho en una patente violación de la legislación, etc.

Este plebiscito, en quinto lugar, no estuvo alejado al clivaje de clase. Así solo en 5 comuna ganó el rechazo: las pudientes comunas de Vitacura (66,9% vs 33%), Lo Barnechea (61,6% vs. 38,3%) y Las Condes (55,7% vs 44,2%), donde también bajo el número de votantes; la Antártica de dotación fundamentalmente de las FF.AA. donde aún hay sesgos ideológicos (67,7% vs. 32,2%) y la perdida y pequeña comuna de Colchane (menos informada) donde votaron 524 personas (74,06 a 25,94%). Contrariamente a estos guetos de riqueza “segregados” del resto de la ciudad o de las particularidades de las otras, en la gran mayoría de los municipios calificados como pobresy vulnerables aumentaron los votantes. En el sector sur y más pobre de la capital, por ejemplo, El Bosque, La Granja, Lo Espejo, Pedro Aguirre Cerda, Peñalolén, San Bernardo, San Joaquín y San Ramón; en la zona norte, Cerro Navia, Lo Prado, Huechuraba, Pudahuel, Quilicura y Renca, la votación aumento entre 7 a 11 puntos porcentuales respecto a la segunda vuelta presidencial del 2017. En esta lista además entraron tres de las comunas más populosas del país, Maipúque subió 10 puntos, Puente Alto casi 14 puntos y La Florida alrededor de 6 puntos porcentuales, y que representan a sectores medios y bajos.

Este es solo un primer paso

El próximo abril se elegirán los constituyentes coincidiendo con las elecciones regionales y municipales, y la nueva Constitución (que debe redactarse en un máximo de un año) se ratificará en otro referéndum, esta vez con voto obligatorio. Ciertamente que la crisis de representación no se va a solucionar en una elección. Por lo mismo y en vista a la legitimación y gobernabilidad democrática, habráque nutrir, reforzar y consolidar aquellas variables que produjeron en el  plebiscito cambios positivos en varias partes del país en vista a las seis elecciones que vienen en los próximos 12 meses incluyendo la presidencial.

Sin embargo y tempranamente, la élitetanto del oficialismo como de la oposición salió a subirse al carro de la victoria y a intentar marcar la pauta (apropiarse) de cómo debe ser el proceso constituyente que viene y a condicionar las futuras contiendas electorales (ya hay candidatos proclamados con bastante bajo respaldo en una vulgar lucha de poder). Así y partiendo por el “Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución” de noviembre de 2019, y a través de la implementación del método D´Hondt como mecanismo electoral que se utilizará para elegir a los constituyentes, se buscó perpetuar y garantizar el poder de los partidos en el nuevo escenario que generará una nueva Carta Magna, más allá de que hay dos proyectos para flexibilizarlo o de que los propios partidos hayan “ofrecido” cupos a independientes(por cierto seleccionados por ellos). También están declaraciones como las del presidente de la Democracia Cristiana, Fuad Chain, quien dijo «hoy nuevamente el pueblo nos entrega no solo mensaje sino que también un mandato» (“torciendo” el sentido del concepto mandato) o de la presidenta de la UDI, Jacqueline van Rysselberghe, partido de derecha fundado por el asesinado redactor de la actual constitución, Jaime Guzmán, quien afirmó que ahora la colectividad se enfocará en conseguir buenos resultados en la elección de constituyente para salvar también la esencia de la carta magna vigente.Y el mejor ejemplo de ambición y camaleonismo desenfrenado, fue el del alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín, el que dijo: “Muy contento! Chile necesitaba pasar a una nueva etapa. Ponerse un traje nuevo que construyamos entre todos. Y a partir de ahora ni ganadores ni perdedores. Todos juntos”.

Pero como lo afirma el diputadodel Frente Amplio, Gabriel Boric, «hay un pueblo que quiere decidir y por lo tanto los políticos no podemos pretender de que ‘listo, ahora nos toca a nosotros’”. Esto lo reafirma aInterferencia, Gladys Roa, mujer de 66 años quien ha sido “mamá capucha” y de la primera línea desde el 18 de octubre, marchando periódicamente y resguardando a quienes se manifiestan en Plaza Dignidad, quien sostuvo que “ahora que ganó el Apruebo es el pueblo el que tiene que redactar esta nueva Constitución, no los políticos. Son los jóvenes y todos los que estuvimos en la Plaza Dignidad los que pedimos este cambio y ahora debemos concretarlo. Viene mucho más trabajo por delante, porque no hay que soltar la calle”.

La académica y abogada constitucionalista, Amaya Álvez, analizando este proceso dijo que “hasta ahora se han visto signos de que se logró canalizar institucionalmente la demanda ciudadana, pero la potestad constituyente sigue estando en el pueblo. Entonces es muy importante que quienes han diseñado este proceso se acuerden de eso…Creo que hay que crear órganos de deliberación ciudadana que se vinculen al trabajo de la constituyente, para que se pueda manifestar voluntad desde la ciudadanía. No podemos pensar que la constitución la van a redactar 155 personas, eso haría que rápidamente se reactivaran las protestas por falta de comunicación”. Esta visión es compartida por varios alcaldes (ej. el de Valparaíso Jorge Sharp) que llamaron a establecer cabildos constituyentes territoriales conducentes a instalar un estado de asamblea permanente y participativo.

Un análisis de Gemines Consultores post plebiscito expresaba una idea compartidapor muchos. Expresaba que “este proceso es probablemente la última salida que tenemos para liberar democráticamente esta enorme olla a presión”, presión «de lo cual el llamado estallido fue un alivio momentáneo (y un aviso, a la vez), pero que mantiene aún un volcán de energía sumergida y que presiona cada más para ser liberada. Y la forma en que esa energía sea liberada depende en gran medida en el avance de este proceso constituyente». Marta Lagos, agrega, que “la clave de los cambios está en la dispersión del poder y la dispersión de la riqueza. Es muy simple, no se requiere mucha explicación más. Tampoco se requieren 50 páginas de listado de derechos en la Constitución. Básicamente garantías sociales, rendición de cuentas, igualdad ante la ley. Tres pilares para ser un país justo donde la política construya bien común y no la suma de bienes particulares”.

Sin bien eso es cierto, es claro también que la canalización de la energía acumulada en la gente va más allá del proceso constituyente. Mauricio Lepin Aniñir de la comunidad mapuche Pelantaro y protagonista de una de las fotografías más viralizadas de las protestas (sostuvo la bandera mapuche en la cima de la estatua de la Plaza de la Dignidad), por ejemplo, afirma que “la protesta va a seguir…No solo se estaba luchando por el plebiscito, el tema social es de fondo y no se ha resuelto nada todavía, las protestas van a seguir hasta que haya soluciones concretas, además con la pandemia se hicieron más evidentes aún las necesidades de las personas”.

Sin desmerecer la relevancia del sistema de partidos para la democracia, hoy la política y los partidos tienen que ser humildes, acusar la bofetada y agachar la cabeza en señal de respeto hacia un pueblo, una ciudadanía, que no había podido hablar así desde hacía mucho tiempo y que no se callará ni soltará la calle a pesar del proceso constituyente.

* Doctor en Ciencia Política de la Universidad de Leiden-Holanda e Investigador del Programa de Política Global e Innovación de la Universidad SEK-Chile.


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