Así celebra América Latina y el Caribe el día de los difuntos en contexto de pandemia

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Tradiciones y leyendas de América Latina en Día de Muertos

El 1 y 2 de Noviembre los países de América Latina celebran a sus seres queridos que ya fallecieron y cuyas almas se cree regresan en estos días a este mundo a disfrutar de las ofrendas que se les ponen en su honor.

La tradición es una mezcla de la herencia indígena de los pueblos originarios del subcontinente latinoamericano con la cultura española.

En México el Día de Muertos se caracteriza por la colocación de ofrendas. Sus componentes varían dependiendo la zona, sin embargo, contienen elementos como veladoras, agua, fotografías de los difuntos, sus comidas preferidas en vida, fruta, bebidas y son adornadas con papel picado y flores de cempasúchil.

Asimismo, la gente acude a los panteones a “velar” a sus fieles difuntos, es decir, a pasar la noche a un lado de las tumbas de sus familiares, donde “comparten” comida y bebida, así como a llevar “serenatas”, entre otras tradiciones, sin embargo, este año fue suspendida esa actividad en todo el país debido a la pandemia de coronavirus.

En Guatemala, el Día de Todos los Santos se acostumbra a comer fiambre, un platillo de origen maya que mezcla carnes frías de origen español y vegetales de la zona.

El país centroamericano destaca la tradición del vuelo de papalotes gigantes en los cementerios. En la localidad de Sumpango se realiza un festival para el vuelo de los cometas o barriletes, que, según la leyenda, evitan que los espíritus malignos molesten a las ánimas buenas que retornan en esta época.

Por su parte en Ecuador, se preparan y consumen las guaguas (niños), bizcochos con forma humana, y la colada morada, una bebida que se prepara a base de la harina de maíz morado, junto con frutas.

Las familias bolivianas preparan un altar conocido como apxata que contiene velas, flores, dulces y frutas. Además, se coloca un tantawawa, que es un pan con forma humana en representación al difunto.

En el país andino se cree que durante el Día de Todos los Santos los ajayus (espíritus) vuelven desde las montañas trayendo consigo fertilidad.

Leyendas

En este marco de la tradición del Día de Muertos, los países de América Latina también cuentan con leyendas comunes que aterrorizan a sus pobladores. A continuación te presentamos algunas de ellas.

La Llorona

Es la historia de una mujer que ahogó a sus hijos en un canal en venganza porque su esposo la dejó por otra mujer más joven. Tras arrepentirse, decide suicidarse, pero las puertas del cielo le son cerradas hasta que encuentre las almas perdidas de sus pequeños hijos. Desde entonces se escucha deambular a su espíritu llorando y buscando a sus vástagos durante la noche.

El Sombrerón

Este personaje es de corta estatura y lleva un gran sombrero negro, siempre tiene una guitarra con él y cuando encuentra a una joven hermosa la sigue hasta su casa para darle serenatas, además de robarle el sueño y quitarle el apetito. Cuenta la tradición que es visto en las noches de luna llena.

La Sayona

Esta popular leyenda venezolana se centra en una hermosa joven que asesinó a su esposo e hijo, debido a que le llegaron versiones de una infidelidad de su marido con su propia madre, a quien también mata. Antes de morir, su madre la maldijo. Desde entonces La Sayona venga a todas las mujeres víctimas de infidelidades, cegando la vida de sus parejas infieles.

El Coco

El Coco, también conocido como El Cuco, El Coca, El Cuca o El Cucuy, es un personaje que, según cuenta la leyenda, tiene como propósito secuestrar y comerse a los niños que no obedecen a sus padres.

Telesur


Ecuador vive un día de los muertos diferente

Hoy, se celebra el Día de los Muertos, un momento lleno de sincretismo pues si bien se considera una fecha cristiana, según el libro ‘The American Encyclopedia’, varias de las tradiciones de este día son de origen pagano y otras, como en Ecuador, mantienen la cosmovisión indígena.

Cada 2 de noviembre, entre 60,000 y 200,000 personas llegaban a los cementerios de ciudades como Quito, Guayaquil y Cuenca.

Inusual momento

Familias reuniéndose para comer junto a las tumbas de sus muertos. Incluso, quienes llevaban artistas para que tocaran las canciones favoritas de quienes partieron. Esas, eran las imágenes que año tras año se plasmaban este día; sin embargo, debido a la pandemia ocasionada por la Covid-19 estas reuniones no fueron posibles, para evitar aglomeraciones que propaguen el virus.

Solo 50 de los 221 municipios a escala nacional permitirán el ingreso a los campos santos, manteniendo medidas como limitación de tiempo en las visitas.

500 años de tradición

El cementerio de Calderón era el sitio de la capital donde los ritos y costumbres indígenas de llevar comida a los difuntos se ha mantenido vivo desde hace más de 500 años.

Este año, no será posible pero, a través de la gastronomía se rendirá homenaje a los muertos.

Alimentos con cosmovisión indígena

Distinto a lo que pasó con la preparación de la fanesca que, en este 2020, no llegó a la mayoría de hogares ecuatorianos. La colada morada se oferta desde inicios de octubre, como un símbolo de unión familiar. Sin embargo, este bebida tiene una historia de origen ancestral.

La colada morada data de época prehispánica. Su aparición, explica el informe de investigación ‘La colada morada como patrimonio cultural gastronómico y turístico de la parroquia Calderón, Distrito Metropolitano de Quito’, se remonta hace más de 5000 años, desde que las culturas precolombinas que habitaban en los territorios de lo que hoy se denomina Ecuador, recolectaban frutas silvestres como el mortiño, las moras, las naranjillas e incluso las piñas de la zona subtropical.

A esta bebida se la acompañada con las denominadas ‘guaguas’ de pan para mimetizar –antes que sincretizar– rituales funerarios indígenas, en los que los deudos, bajo la guía de un chamán, clavaban una muñeca tallada en madera en las tumbas de los finados.

El estudio de investigación cita a Julio Pazos, poeta, novelista y cronista e investigador culinario ecuatoriano, quien narra que el origen de la tradición se remonta a cuando un monje benedictino francés decidió recordar a los difuntos al día siguiente de la Fiesta de Todos Los Santos, y que luego esta práctica se declaró fiesta oficial de toda la cristiandad.

La Hora


Día de los Muertos | Protocolos de bioseguridad en cementerios

Por Alfredo Rodríguez

La alcaldía de San Salvador anunció que se seguirán los protocolos de bioseguridad para ingresar a la red de cementerios capitalinos, también estarán verificando la edad por medio del DUI, permitirán un máximo de 45 minutos por familia, de las cuales solo tres podrán tener acceso al lugar donde se encuentra el nicho. Además, este año, no se permitirá el consumo de alimentos dentro del cementerio.

Las medidas aplican para toda la red de cementerios capitalinos, los cuales son: El Maquilishuat, Monseñor Romero, Los Ilustres, Las Parcelas y La Bermeja. La visita a estos implica cumplir con las medidas de bioseguridad.

Un dato que deben tener en cuenta los usuarios del cementerio La Bermeja es que en el área destinada a las inhumaciones por covid-19 denominada «Nuestra Señora de la Paz», la comuna no permitirá el ingreso de personas; sin embargo, mencionaron que se podrá hacer llegar arreglos florales hasta las tumbas de los fallecidos, por medio de colaboradores, quienes consultarán los nombres de las víctimas, ubicarán el espacio en el que se encuentran y llevarán con un equipo de bioseguridad adecuado, las distintas muestras de afecto.

Mientras que la alcaldía de Santa Tecla contempla, para este día, medidas similares, a diferencia del tiempo por personas; se permitirá un máximo de 30 minutos a dos miembros de la familia por nicho.

También los cementerios privados, ubicados en el gran San Salvador, han implementado medidas de bioseguridad, siguiendo los lineamientos del Ministerio de Salud. Además, no permitirán el ingreso de alimentos, ni ventas en el interior de los campos santos. Estas medidas pretenden evitar contagios por covid-19.

En el oriente del país, también las autoridades municipales han tomado diferentes acciones. En el caso de San Miguel, en los 23 cementerios de esa localidad, la comuna comunicó que se restringirá el ingreso de tres personas por familia en un máximo de una hora, también colocarán 20 puntos para lavado de manos.

Estadía varía por cementerios

La mayoría de comunas restríngirán la permanencia de los visitantes.

Santa Tecla

El tiempo máximo permitido por familia es de 30 minutos y dos personas por nicho.

San Miguel

Contarán con 20 puntos para lavado de manos, en esta zona son 22 cementerios en el área rural y uno en el casco urbano. El tiempo máximo permitido será de una hora.

La Bermeja

Tendrán un área destinada a a las inhumaciones por covid-19. La alcaldía de San Salvador no permitirá el ingreso de visitantes; sin embargo estarán colaboradores de la comuna quienes portarán trajes de bioseguridad, ellos serán los encargados de llevbar los arreglos florales.

Santa Ana

En el cementerio general Santa Isabel, se permitirá un máximo de 240 visitantes en total y un máximo de cuatro por familia, con permanencia de una hora como máximo. El uso de mascarilla será obligatorio y se tomará la temperatura para ingresar al campo santo, para prevenir contagios del virus.

La Prensa Gráfica


Honduras conmemora una atípica edición del Día de los Muertos

Cada 1 y 2 de noviembre se conmemora en Honduras el Día de los Muertos, donde los familiares visitan los cementerios para honrar la memoria de sus seres queridos.

Este 2020 se llevará a cabo de una manera atípica, debido a la restricciones y cuidados por la pandemia del COVID-19. En vista de que las personas deben de tener los cuidados necesarios par evitar un contagio del virus.

Muchos familiares que visitan las tumbas de sus deudos, manifiestan que esperaban la fecha para poder llegar hasta el cementerio, ya que debido a la cuarentena no lo habían podido hacer antes.

Visita a los campos santos

En el caso de la capital del país, Tegucigalpa, en varios de los camposantos, sus coordinadores establecieron protocolos de bioseguridad. Esto, con la intención de que los familiares que llegan a coronar lo hagan de una manera segura.

Cabe señalar que dentro de estas medidas esta el uso permanente de la mascarilla dentro del local y el distanciamiento social. Mismas que ya han sido establecidas por el Sistema Nacional de Riesgos (SINAGER).

De igual manera, otra de las prohibiciones es llevar flores en recipientes que contengan agua, en vista que son criaderos inminentes del zancudo transmisor del dengue. Y con la medida se busca evitar la propagación de esta otra enfermedad.

Falta de mantenimiento en los cementerios

Por otro lado, familiares denuncian que a los cementerios no se les ha dado el mantenimiento adecuado, pues al llegar a visitar las tumbas se han encontrado con grandes cantidades de maleza. Por lo cual, solicitaron a las autoridades que tengan más consideración en ese aspecto.

Las personas podrán visitar de manera ordenada las tumbas de sus familiares hoy domingo 1 y mañana lunes 2, llevando sus coronas y arreglos florales para recordar la memoria de sus familiares que yacen descansando.

La sugerencia es guardar todas las medidas de seguridad, para que así pueda realizar la actividad de manera tranquila. Use siempre el cubre bocas, mantenga el distanciamiento social y desinfecte sus manos de manera continua.

Tiempo


Haití celebra su día de los muertos como si la covid-19 no existiera

Ni mascarillas, ni distancia física, ni lavado de manos han formado parte este domingo de la fiesta haitiana de los muertos llamada Guédé, ritual que, como cada año, ha congregado a miles de personas en el cementerio público de Puerto Príncipe, un espacio emblemático de la cultura vudú.

En un contexto marcado por la inseguridad y el aumento de los actos de violencia de los últimos meses, se ha desarrollado esta celebración de marcado sincretismo religioso, sin que ningún elemento pudiera sugerir que se produce en plena pandemia de la covid-19.

En la mitología vudú, los guédés simbolizan el espíritu de los muertos y celebran sus rituales los días 1 y 2 de noviembre de cada año. Las circunstancias de este 2020 no han amilanado a los haitianos a la hora de formar parte de esta fiesta y seguir con la tradición que tiene lugar entre las tumbas, adornadas con imágenes de espíritus en bajorrelieve, y calaveras humanas.

Mujeres y hombres visten de blanco, llevan un pañuelo púrpura alrededor del cuellos o en la cabeza y portan velas. La atmósfera del vasto espacio del cementerio está cargada de café, perfumes y oraciones que ofrecen para honrar a sus difuntos.

El clerén, un destilado similar al ron de elaboración casera, es un elemento imprescindible en esta ceremonia, y no necesariamente para ingerirlo: algunas mujeres también se lo untan en los genitales, como parte del ritual, mientras pronuncian sus cánticos de invocación de los espíritus del Guédé con explícitas connotaciones sexuales mientras alcanzan un convulso trance.

Sobre el conjunto de oraciones de sacerdotes y sacerdotisas, destaca la del «papa vudú» Augustin Saint-Clou, que con su atuendo blanco reza frente a una cruz negra en cuya base hay ofrendas de alcohol, alimentos y velas.

A pesar de la previsible gran concurrencia de público al cementerio para formar parte de la fiesta de los muertos, las autoridades no han instado a la población a respetar las medidas sanitarias como se hizo de cara a las fiestas de hace tres o cuatro meses.

Tampoco se han publicado boletines actualizados. El último tiene fecha del 26 de octubre y reportaba ocho nuevos casos del coronavirus SARS-CoV-2 para un total 9 054 confirmados, 232 muertes, además de 32.225 casos sospechosos, y una tasa de letalidad del 2,56 %.

Precisamente, el departamento Oeste, donde se celebra la fiesta de los muertos, tiene el mayor número de casos confirmados, con 6.048 contagios y 98 fallecidos a causa de la enfermedad.

Así que los haitianos han dedicado la jornada a honrar a sus muertos, y lo mismo ocurrirá mañana, incluso en mayor medida, puesto que es el 2 de noviembre cuando se celebra la jornada grande del Guédé en Haití.

El Comercio

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