Perú: de la generación de los 4 suyos a la generación del Bicentenario – Por Anahí Durand Guevara, especial para NODAL

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Por Anahí Durand Guevara *

Las últimas semanas, cuando el Perú entero se movilizaba ante los atropellos de la clase política, vimosel protagonismo de miles de jóvenes que protestaban contra la corrupción, exigían democracia y se atrevían a pedir cambios de fondo, incluyendo una Nueva Constitución. Se reconocieron como “Generación del bicentenario” y rápidamente la ciudadanía empezó a denominarlos de esa manera

Tomemos lo generacional en el sentido anotado por José Carlos Mariátegui: como un clima histórico que,además de la edad, une a los individuos por su vínculo a procesos históricos y sensibilidades de su época. Quienes conforman una generación política, si bien comparten determinado momento cronológico, se enlazan principalmente por hechos históricos, luchas y sueños que marcan hitos de reconocimiento, sentido y compromiso epocal. Ahí está la generación del 60 del siglo pasado con la denominada “nueva Izquierda”, ahí está también mi generación, laque se movilizó activamente a fines de los 90sen rechazo al fujimorismo, ahora denominada “Generación 4 suyos”. En esa línea se cuenta la reciente “Generación Bicentenario”.

Dicen, con razón, que las comparaciones son odiosasasí que,sin entrar en honduras comparativas, expongo más bien puntos de encuentro generacional que nos convocan a tareas urgentes que quedaron inconclusas y también ejes de distanciamiento a manera de despedidas que ojalá, cierren el ciclo de corrupción neoliberal impuesto por el fujimorismo em 1992 y abran un capítulo distinto.

De mi generación quiero resaltar nuestra decisión de enfrentar un gobierno autoritario en un país que vivía los estertores del conflicto armado, la derrota de la izquierda y la descomposición de los partidos políticos. Sin organizaciones sociales ni estructuras militantes, con universidades públicas intervenidas militar y administrativamente, con los poderes del Estado copados por la mafia comandada por Alberto Fujimori y su asesor Vladimiro Montesinos, salimos a las calles a reclamar por una democracia que no habíamos conocido.Salvoexcepciones la mayoría no participábamos de partidos. Algunos formamos Colectivos y veíamos con interés al zapatismo y al Foro Social con su promesa de que “otro mundo era posible”.Esa, mi generación, que le perdió el miedo a la represión y maquinaria clientelar fujimorista, no perdió la desconfianza a la clase política ni se decidió a asumir protagonismo.Fuimos miles de jóvenes protestando contra la dictadura en las calles el 4 de junio de 1998, el 28 de julio del 2000 en la marcha de los 4 suyos[1], en muchísimas marchas de la Av. Universitaria al centro de Lima. Algunos, los más politizados,levantábamos la bandera de una Nueva Constitución, pero no éramos mayoría. Derrotado el fujimorismo, rápidamente los actores del pasado se apropiaron de la “transición democrática” y aunque habíamos ganado poder en las protestas,no existía claridad sobre a quién contraponerlo o cómo ejercerlo en el campo de la representación política. Si bien muchos continuamos activando políticamente, como generación no concretamos un proyecto colectivo.

La generación del bicentenario que ha irrumpido con fuerza estas semanas, ha crecido en gobiernos democráticosconoce más de la mafia de Keiko Fujimori que de la maquinaria asesina de su padre Alberto Fujimori. Sabe de potentes movilizaciones socio ambientalescomo las ocurridas contra el avance de la minería y en defensa del agua en Cajamarca el 2012 o de las marchas contra la ley de empleo juvenil el 2015. Mantiene la distancia con los partidos, pero ya no le asusta la estigmatización o el “terruqueo”y ha desarrollado un importante sentido crítico frente al orden establecido. Es una generación que enfrenta la clase política corrupta y le reclama que se mantenga de espaldas a las necesidades de la gente. Son jóvenes estudiantes y trabajadores independientes que utilizan, se convocan y politizan vía redes sociales como Instagram, Tik Tok o Facebook, llegando a una población muy diversa social y territorialmente, siguiendo también por estas vías el desempeño de las autoridades y quitándole centralidad a los grandes medios de comunicación.Siguen en redes lo que pasa en el mundo y se han movilizado de manera descentralizada en distintos puntos de las ciudades y no solo en el centro, desarrollando perfomances y acciones demucha creatividad.Vale resaltar que esta generación ha asumido más decididamente la demanda de Nueva Constitución exigiendo el inicio de un proceso constituyente.

Corren tiempos de cambios y es esperanzador hablar ya de una nueva generación cuyos voceros se asumen como tal y toman la palabra para demandar justicia, democracia, nuevas reglas de juego. ¿Cómo afrontarán la política de representación? ¿Seguirán sosteniendo sus demandas de cambio de fondo y nueva Constitución? ¿Cómo lidiarán con la vieja política que se resiste a morir y que suele captar nuevos adeptos?No tenemos respuestas todavía. La ruta es larga y es importante que estos jóvenes sepan encontrarse en el acumulado de luchas que los antecedey a la vez, puedan cuestionar e incluso abandonar lo que consideren limitante.Que entremos al Bicentenario cerrando ciclos de colonialidad, racismo y corrupción y abramos una nueva etapa esperanzadora, dependerá en gran medida de ellos.

Notas

[1]La Marcha de los Cuatro Suyos fue una movilización protagonizada por organizaciones sociales y la ciudadanía que, desde los cuatro puntos cardinales del país (suyos según los incas) confluyó en Lima los días 26, 27 y 28 de julio del año 2000 protestando  contra de la tercera reelección de Fujimori y exigiendo el regreso a la democracia incluyendo la realización de elecciones limpias.

* Socióloga y docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima). Forma parte del colectivo editorial de Jacobin América Latina.

 

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