El mundo offshore y los cambios globales necesarios – Por Jorge Gaggero

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

El mundo offshore es una de las más graves manifestaciones del descalabro global que caracteriza los tiempos que corren. Urge desmontar las temibles guaridas fiscales en el contexto de un cambio en las estructuras económico-financieras globales que la humanidad y su planeta necesitan con urgencia.

Los principales protagonistas responsables del mundo offshore son las “guaridas fiscales”, piadosamente llamadas “paraísos” por los medios masivos, la banca global, las corporaciones multinacionales, las grandes consultoras globales en auditoría e impuestos y los estudios legales especializados. Estos son los facilitadores (enablers) de la fuga de capitales, la evasión tributaria y el lavado de activos por parte de las grandes corporaciones y los “ricos globales”.

En un contexto en el que los organismos multilaterales muestran cada vez con mayor claridad sus sesgos y limitaciones, resulta imperioso adoptar acciones regionales de los países del Sur para hacer frente a esos desafíos. Lamentablemente, en muchas zonas en desarrollo, como es el caso de América Latina, las acciones regionales “defensivas” son hoy marginales.

En una perspectiva global, las cuestiones más relevantes parecen resultar:

a) La crucial discusión pendiente –y la ausencia de acciones globales pertinentes– acerca de una nueva arquitectura financiera, que debe incluir a la banca global, las guaridas fiscales, el financiamiento y las reglas de comportamiento de las empresas multinacionales no financieras y los indispensables mecanismos de reestructuración de deudas soberanas entre sus capítulos principales.

b) La creación, al nivel de las Naciones Unidas, de una autoridad tributaria global con el objetivo de impulsar la armonización impositiva, desarrollar métodos globales para controlar el incumplimiento fiscal y promover una colaboración efectiva –y no meramente “de palabra”, como en el presente– de las administraciones tributarias y aduaneras entre naciones y regiones.

c) La adopción de tributos de alcance global, con un triple propósito: combatir el rampante aumento de la desigualdad socio-económica en ingresos y riqueza; atender a las migraciones forzosas; y mitigar los grandes daños resultantes del cambio climático y el deterioro de la biósfera, financiando además las acciones necesarias para proteger a sus víctimas.

d) El importante y complejo problema de reformar el sistema de las Naciones Unidas para asegurar su efectiva democratización, un muy dificultoso y esencial objetivo político en un mundo de asimetrías geopolíticas con múltiples centros de poder.

e) El rediseño de las principales instituciones económicas multilaterales, lo cual requiere poner en cuestión los dogmas económicos dominantes.

Aunque resulte imperioso encarar un proceso de cambios no traumáticos a escala global, las fuerzas hegemónicas avanzan en otras direcciones. Pesa fuerte la insensatez nacionalista y xenófoba, la ruptura de bloques de países (Brexit, UNASUR) y la fragmentación social y política al interior de países como Estados Unidos, Reino Unido, España, Ucrania, Irak, Siria, entre otros.

Esto sucede cuando los problemas globales acuciantes, la desigualdad, la crisis ambiental, el crimen organizado, los antagonismos geopolíticos, demandan la construcción de consensos, de políticas coordinadas e, incluso de nuevas formas de gobernanza global. Esto es, acuerdos en los que necesariamente los Estados deberán acomodar sus intereses a favor de la construcción del bien común global. Lo grave es que ciertos grandes poderes avanzan en otra dirección, alentando y agravando conflictos globales, tal como denuncia el Papa Francisco ante una opinión pública dominada por la pasividad.

El Estado Global del que habla –entre otros– “Pepe” Mujica ex presidente de Uruguay, puede ser un camino ineludible a tomar, más temprano que tarde. Lo que abre diversos desafíos: ¿cómo lograrlo?, ¿utilizando como base unas Naciones Unidas reformadas?, ¿planteando una reconstrucción global multipolar que revierta un largo período previo de deterioro y disgregación global? ¿Cuántas otras perspectivas habrá que considerar e integrar? No le sobra tiempo a la humanidad para intentar un mejor rumbo con la construcción de nuevas instituciones y modos de funcionar de la sociedad y su economía.

Opinión Sur

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