Ecuador | Valeria Coronel, historiadora: «Guillermo Lasso es para Andrés Arauz un contendor más fácil de combatir que Yaku Pérez»

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Valeria Coronel, historiadora, docente e investigadora ecuatoriana

Por Nicolás Retamar, de la redacción de NODAL

Los resultados de las elecciones en Ecuador dejan algunas interpretaciones claras y otras sujetas al análisis y al debate según la perspectiva con que se las mire. El candidato del correísmo, Andrés Arauz, obtiene el primer lugar con más del 30% de los votos, pero no le alcanza para ganar en primera vuelta.  El banquero Guillermo Lasso y el referente indígena Yaku Pérez pelean voto a voto por entrar en la segunda vuelta que se realizará el 11 de abril. En cuarto lugar se encuentra la figura emergente del empresario Xavier Hervas.

NODAL conversó con Valeria Coronel, historiadora, docente e investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), para analizar los resultados a nivel nacional y en las diferentes regiones y pensar cómo puede ser el escenario para Arauz en segunda vuelta según quién sea su contrincante.

¿Por qué el correísmo sigue siendo la principal fuerza política en el país?

El correísmo sigue siendo la principal fuerza política del país primero porque hay una clara experiencia de contraste entre una política de control de la acumulación extrema y de inversión social en derechos vs una en la que se desmantela el estado y los derechos (desde la salud hasta el básico correo nacional), se intenta mercantilizar todos los bienes públicos lo cual se exacerba hasta extremos en el contexto de pandemia. El contraste entre modelos fue una cruda experiencia en la vida de mucha gente. En octubre del 2019  hubo una respuesta significativa contra el ajuste y el sacrificio de pactos sociales básicos, pero luego la persecución y luego la pandemia, cuyo peso se ha depositado exclusivamente en las clases populares, trabajadoras y medias mientras se protegía de manera privilegiada al capital y a las familias de la elite. Todo mientras las mafias cercanas a los partidos tradicionales se repartían los beneficios hasta de los hospitales en plena crisis humanitaria, imágenes televisadas que la gente no pudo evitar ver.

Había peleas dentro de las izquierdas, de hecho todavía las hay, pero algunas se zanjaron. Por ejemplo, dentro del movimiento estudiantil, que había varias tendencias, se produjo cierta unidad en defensa de la educación pública e incluso los movimientos que opusieron la política pública y regulaciones del periodo de Correa tuvieron que confrontar la alternativa de desfinanciamiento y de desmantelamiento de los distintos escalones de la educación desde básica hasta superior. Se notó una clara diferencia entre un proyecto regulador y garante de ciertos derechos y un proyecto dispuesto a destruir los fundamentos de la ciudadanía en el Ecuador porque en el país la educación pública, fiscal y laica es asociada a la nacionalidad desde principios del siglo XX, entonces golpearla es algo que unificó al estudiantado y a los docentes en varias ciudades del país. Los trabajadores han visto como se ha flexibilizado el trabajo, ciclos de despido masivo del trabajo publico, fin de regulación de los contratos, la mal llamada ley humanitaria pasada en plena pandemia daba a la patronal la posibilidad de disolver un contrato sin mayores requisitos excepto la falta de acuerdo con el trabajador

Entre los factores que han saltado a la vista de la población se encuentra el desmantelamiento del estado, la declaración de crisis de las empresas publicas por parte del gobierno justo antes de ser propuestas para la venta, la flexibilización laboral en medio de la pandemia, el pago de la deuda sin ninguna consideración a las necesidades fiscales para atender la crisis, el despido de médicos y desfinanciamiento del sistema de salud, la presencia de una fuerza represiva y manipulación del aparato judicial apuntada contra las fuerzas sociales antagonistas al neoliberalismo. Para el bastión fuerte de la RC este ajuste y proyecto neoliberal confirma su afinidad y muestra inviabilidad de la alternativa de un programa neoliberal, para las mayorías ecuatorianas especialmente entre las clases populares y particularmente en la costa donde no se ha desarrollado un liderazgo del movimiento indígena, la crisis vital es percibida como golpe a un proyecto de inclusión nacional que aún se reconoce y se ve perdido.

En el contexto de la pandemia, se vio claramente cómo el proyecto de ajuste fiscal neoliberal mantenido por el régimen de Lenin, las cámaras empresariales y el pacto con el FMI marcaban un cambio y un retroceso muy fuerte frente a lo que habían sido los 10 años de historia del correísmo. Además, la revolución ciudadana y la misma figura del correísmo tiene bases populares en distintas provincias de tal forma que por ejemplo en el Guayas, bastión de la derecha desde los años 50 y mas aún del partido social cristiano, hoy el voto mayoritario popular es autónomo y contradictorio de las elites y se expresa favorable a la revolución ciudadana, el proyecto de progresismo, discurso nacional popular y derechos.

En parte también toda la campaña por desprestigiar, hundir y proscribir a la fuerza de la Revolución Ciudadana le dio permanente visibilidad. Hubo una serie de programas de judicialización, criminalización y persecución contra la RC que se hizo visible desde el entronamiento de los superpoderes del contralor Pablo Celi, que se agravó con allanamientos y prisiones sin previo juicio durante y después del levantamiento social de octubre, y toda la campaña que perseguía la proscripción de la alternativa de la RC en los distintos comicios democráticos y ejercicios del poder publico por voto popular. Por ejemplo el ataque y destitución de los representantes electos al consejo de participación ciudadana que fueran cercanos al “correísmo”, así como los infinitos obstáculos puestos a la presentación de una lista progresista para las elecciones presidenciales y del legislativo en el reciente proceso. Todo esto visto como persecución aportó a que el nombre de esta corriente fuera vista como blanco del antagonismo de un gobierno altamente problemático para la gente. Con escándalo la gente presenció los ajustes entre clanes cercanos a la partidocracia, se revelaron una serie gigante de eventos de corrupción, reparto de hospitales del gobierno actual y de sus aliados. La misma campaña contra la Revolución Ciudadana confirmó su visibilidad.

Andrés Arauz ganó en la costa y Yaku Pérez ganó en la sierra. ¿Qué factores explican estos resultados y qué expresan los mismos?

Andrés Arauz y el Compromiso Social por la Revolución Ciudadana desplazaron a la fuerza histórica del partido de Nebot y de la vieja tradición de León Febres-Cordero, el Partido Social Cristiano (PSC), y marcaron la larga duración de la proyección que tiene la Revolución Ciudadana en Guayas, marcando un giro que aleja a las mayorías al voto popular del Guayas por fuera del liderazgo del PSC que es neoliberal. El voto por Arauz en el Guayas es un voto popular. En las sierras, el voto por Yaku Pérez es más de organización identitaria del movimiento indígena y también de una clase media que se asocia a proyectos de ONG’s, a la mediación frente a los movimientos sociales y que tuvo mucho resentimiento por el proyecto universalista y de recomposición del Estado nacional que tuvo Correa a contramarcha de la lógica de “autogestión” promovida durante los ochenta y noventa y de la cual estos intermediarios aseguraron participación. Muchas de las intermediaciones de la sociedad civil, ONG’s, ciertas elites de los sindicatos que no son necesariamente obreros sino antigua burocracia corporativa, vieron con resentimiento al gobierno de Correa porque disolvía un poco esas intermediaciones y generaba una conexión más directa entre el fortalecimiento estatal y el servicio público hacia la ciudadanía, entonces las intermediaciones se resintieron con Correa y se expresan favorables a Yaku, quien combate al correísmo y ofrece el retorno de estas intermediaciones al tiempo que coquetea con las transnacionales del capitalismo global. Hay un sector de la izquierda «ONGeísta» que prefiere votar a Yaku porque se ha proclamado anti Revolución Ciudadana aunque tenga mucha cercanía con propuestas neoliberales, todo con tal de combatir al correísmo. Supongo guarda el sector la esperanza de condicionar al gran capital mediante los espacios que les garantizará el retornar a su condición de intermediarios.

En Pichincha ha sido impactante el voto algo reducido conseguido por los candidatos a asambleístas de la Revolución Ciudadana, pues a pesar de que han hecho un papel súper importante combatiendo los ajustes fiscales, la flexibilización laboral, apoyando los derechos de las mujeres y que además Pichincha cuenta con una prefectura que ha hecho un trabajo impecable que tuvo que defenderse contra la criminalización y judicialización que le siguió el Estado hasta la prisión injustificada que tuvo la prefecta Paola Pabón, si miramos el mapa electoral de Pichincha, el norte vota mayoritariamente Lasso el banquero, el sur vota el candidato emprendedorista Hervas, y las parroquias rurales donde se encuentran las urbanizaciones «peluconas» con las comunas y las clases populares el voto se ve dividido entre Lasso y Arauz.

Después de todo el trabajo de la prefectura y de los asambleístas de Pichincha, este bajón del correísmo muestra que Pichincha es neoliberal, aspiracionista, cree en una movilización por vía del emprendedorismo neoliberal excepto aquellas clases populares rurales que confrontan día a día la flexibilización en las florícolas y el deterioro de sus condiciones de vida como empleadas domesticas y albañiles, como proveedores del mercado, lo cual es mas radical desde el neoliberalismo en pandemia.

Entre las izquierdas de Quito parece más fuerte la conexión entre la clase media intermediaria y negociadora de filantropías para las clases populares que un proyecto amplio de inclusión derechos y ciudadanía.

Pensando en la segunda vuelta, ¿qué escenarios le esperan a Andrés Arauz dependiendo si su rival en el balotaje es Guillermo Lasso o Yaku Pérez?

Guillermo Lasso es para Andrés Arauz un contendor más fácil de combatir que Yaku Pérez, porque Lasso representa y proclama de manera completamente abierta el neoliberalismo. Es, además, la figura temida del banquero del corralito ecuatoriano ocurrido en los noventa. Lo único que podría acumular Arauz si Lasso es su contrincante es una buena parte de la gente que votó por Hervas, que es como una especie de emprendedorismo millenial de clase media baja urbana. Guillermo Lasso crecería con un poco del voto de Yaku Pérez, que es un voto anticorreísta, pero un sector del voto del movimiento indígena desligado del mismo Perez y mas cercano a la propuesta de dirigentes como Leonidas Iza votaría contra Lasso y a favor de Arauz, haciendo un poco de sacrificio pero votaría por Arauz para votar contra el neoliberalismo. Entonces Yaku Pérez se dividiría y una parte iría a Lasso y otra parte a Arauz. Los anticorreístas irían con Lasso y los antineoliberales con Arauz. Pero para ello los términos de que es ser contrario al neoliberalismo deben salir a la luz como lo hizo Leonidas Iza y lo hace Arauz, contradiciendo al sistema financiero internacional, defendiendo los bienes públicos y comunes, nombrando al FMI y el TLC, cuestionando el ciclo represivo y de judicializaciones que acompañó al ajuste durante el gobierno de Lenin. Como dice el colega Alexander Amezquita, Hervas no se lee por su discurso sino por cómo la gente lo imagina. Para algunos es un emprendedor, para otros un candidato joven y para otros es la vieja Izquierda Democrática centrista. Quito está dividido por sectores, el país está dividido por regiones y subregiones, los clivajes étnicos,  y las autopercepciones de clase son factores que inciden en el deseo de los electores.

Si Arauz tendría que competir con Yaku Pérez es más complejo porque en este momento hay una tensión sobre qué es Yaku Pérez. Una de las consideraciones es que Yaku Pérez, al ser completamente anticorreísta y con un proyecto de globalización multicultural con un discurso que parece más incluyente pero al mismo tiempo con un proyecto económico que siempre se ha marcado anticorreísta, es decir contrario a la fuerza de un estado regulador del capital y redistribuidor, parece para algunos como un neoliberalismo actualizado y básicamente una figura que está ahí para debilitar al correísmo. También aparece como una figura que debilita a los líderes históricos más clasistas dentro del movimiento indígena. Pérez es alguien que se montó sobre la ola de octubre de 2019 pero desplazó a las demandas contrarias al FMI y al neoliberalismo que tenía en ese momento el movimiento indígena y otros actores movilizados. Entonces podríamos pensar de alguna forma que la candidatura de Yaku Pérez podría ser un favor para el neoliberalismo dado que es una fuerza multiclasista contra el correísmo. Parte de la derecha ya esta movilizada para apoyar a Yaku, otra considera un exceso y peligro apoyar un representante indígena y recuerdan con horror ancestral octubre de 2019.

Las declaraciones hechas por el líder Leónidas Iza advierten que el voto de Yaku sí muestra la movilización social del movimiento indígena en los últimos años pero que hay proyectos claros contra el neoliberalismo en este movimiento, que hay un programa sobre las personas ha dicho. Ha advertido que si Yaku se propone un proyecto de pacto con la derecha, las bases que hoy lo apoyan lo combatirían. ¿Será demasiado tarde después de las elecciones? ¿Será Yaku un Lenin Moreno 2.0? Todas estas preguntas levanta la población. Mientras que hay una tensión interna en el movimiento indígena, hay una mayor solidez dentro del voto de Lasso, pero el voto de Lasso no puede crecer tanto. Las tensiones internas dentro del movimiento indígena hablan de una tensión clásica entre un proyecto regulador, comprometido, de tributos a la riqueza y derechos, que es lo que defiende el progresismo, y también una versión más multiculturalista del neoliberalismo, versión que ha probado débil para atajar las ambiciones desmedidas y el extractivismo en varios lados en América Latina.

Arauz tendría que ser mucho más enfático en que su proyecto es el de las movilizaciones de octubre, tendría que acercarse al movimiento indígena y romper las barreras que se establecieron en algún momento entre Correa y el movimiento indígena, tendría que dejar claro que él tiene un proyecto más inclusivo políticamente y un proyecto mucho más fuerte contrario al neoliberalismo que el propio Yaku. Entonces, tendría que trabajar para conquistar una parte de los votantes de Yaku, hablarle al voto centrista de Hervas, reconocer el interés de la gente por prosperar, reconocer los otros derechos identitarios de juventudes por ejemplo. Debería apelar a una parte del electorado de Nebot que es asociado a Lasso hoy pero que cuyos  votos también podrían apoyar la tradición del correísmo, porque en Guayas por un tiempo se votaba para alcaldía a Nebot y para presidencial a Correa. Hoy deberán ver la alternativa pero los votos no son endosables a Lasso sólo porque Nebot lo imagina.


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