La historia de Ana Estrada, la mujer peruana que logró un fallo histórico a favor de la muerte digna

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A los 12 años le diagnosticaron polimiositis, una enfermedad autoinmune, progresiva y degenerativa, que atrofia e inflama los músculos voluntarios del cuerpo, aquellos que permiten movimientos de los distintos huesos. Pero nada la impidió estudiar Psicología, atender a sus pacientes en su propio departamento, dictar talleres sobre sexualidad en mujeres con discapacidad.

Desde su adolescencia vive un proceso sistemático de debilitamiento que la obligó a usar una silla de ruedas. La condición actual de Ana es de semi-postración. En días buenos logra estar cuatro horas en su silla, mientras que el resto del día la pasa en cama, respirando a través de la tráquea o haciéndolo a través de un respirador mecánico, además de alimentarse por vía oral cuando se siente bien.

Otro día bueno en su vida se escribe hoy 25 de febrero, día en el que Ana ganó una de sus batallas en los tribunales.

Historia de vida

“No puedo mover absolutamente nada de mi cuerpo. Si algo me incomoda, necesito que lo hagan por mí. Dependo totalmente de mis padres, que son adultos mayores”, explicó Estrada a La República.

“Yo amaba la vida, igual que ahora, pero lo que cambió fue lo ocurrido en el 2015, que me arrebató todo lo que había construido”. En 2016 le practicaron la traqueotomía después de permanecer en UCI, y desde entonces se planteó no prolongar su vida en condiciones no dignas.

Es importante recalcar que su decisión de morir no es reciente ni porque no ame la vida. Lo que desea es amarla en plenitud y para eso necesita garantías de que en el momento en que sienta que sus condiciones no son tan dignas, pueda acceder a la eutanasia.

“Ya ni siquiera la enfermedad era lo que me causaba dolor, sino que este artículo 112 del código penal criminaliza y hace que el Estado tenga derecho sobre mi vida y decisiones”, agregó.

Ella reconoció que al inicio se proyectó poner fin a su vida “de manera clandestina”, pero luego se lo replanteó porque no quería hacerlo en la “ilegalidad”.

“No ha sido nunca mi modo de desenvolverme en la vida y no quiero que ese sea el final de mi vida. Hubiese sido trágico y terrible hacerlo de ese modo”, argumentó Estrada, admiradora de otros casos emblemáticos de promotores de la eutanasia como el de Ramón Sampedro en España. “No creo que haya una manera correcta o incorrecta de llevar una enfermedad. Creo que hay que evaluar la situación de cada persona y paciente de acuerdo a su propia historia, creencias e ideologías”, afirmó.

“Decidí abrir el blog porque se me hacía necesario expresar públicamente qué era lo que quería y había buscado a solas. Durante años pasó navegando por internet, buscando contactos y consultando acerca del tema, pero no era suficiente. Entonces, “un día decidí hacerlo público y comencé a contar mi historia”.

Es así cómo Ana decidió hacer visible su búsqueda a través de Change.org “porque necesitaba una respuesta más activa”. Cuando publicó la petición, su lucha trascendió las fronteras.

Pedido ante la justicia

“Hoy es un gran día para mí, el más esperado”, dijo Estrada el 7 de enero al iniciar su alegato en la audiencia judicial, un momento para el que esperó un año desde que presentó la demanda de amparo con el patrocinio de la Defensoría del Pueblo.

Sin embargo, tanto los procuradores públicos (abogados del Estado) de los Ministerios de Salud y de Justicia y Derechos Humanos, así como del Seguro Social de Salud (EsSalud), se mostraron en contra de que el juez acepte la demanda.

“Nosotros consideramos que el derecho a la vida es fundamental. Mientras haya vida, hay derecho a la dignidad humana”, aseguró el abogado del Ministerio de Salud en aquel momento.

Los representantes del Gobierno y de la salud pública peruana consideraron que la legalización de la eutanasia debe darse mediante una ley dictada por el Congreso y no por una sentencia, pues consideran un conflicto de poderes del Estado que la Justicia los obligue a regular sobre una materia.

“Yo conozco bastante bien hasta dónde el juez puede o debe actuar en una sentencia y hasta dónde corresponde al Legislativo, pero a pesar de ese conocimiento que considero tener, este es un tema bastante debatible y todavía no encuentro el camino preciso y definido”, señaló el magistrado del Minsa.

Aquel día, la audiencia concluyó sin conocerse la fecha en la que el juez emitiría su fallo, que anticipó que no se dará en el plazo contemplado por la ley al escudarse en la complejidad del caso y en la carga de trabajo de su despacho. La petición de legalizar la eutanasia cuenta con el apoyo del Colegio Médico del Perú (CMP), pues en su código de ética se contempla que “ningún médico puede realizar actos o medidas que linden con la posibilidad de prolongar innecesariamente la vida”.

Decisión final

A casi dos meses de la audiencia, Ana Estrada ha ganado lo que podría ser su batalla final. La Corte Superior de Justicia pidió este 25 de febrero al Ministerio de Salud y EsSalud respetar la decisión de poner fin a su vida a través del procedimiento técnico de la eutanasia.

El documento, dispone que se inaplique el artículo 112° del Código Penal vigente, para el caso Ana Estrada; razón por la cual quienes la asistan en su decisión no serán procesados, siempre que se practiquen de manera institucional, sujeta al control de su legalidad y en el tiempo y oportunidad en que lo especifique, dado que ella no puede hacerlo por sí misma.

“Se trata de una decisión que va a marcar un precedente. Seguro en el futuro va a tener carácter vinculante. En el fondo, de lo que se trata es de ver hasta dónde el Estado de Derecho puede limitar la vida de una persona. Es una excelente noticia”, comentó el defensor del pueblo, Walter Gutiérrez a Exitosa.

Ana Estrada pasará a la historia en el Perú, entre muchos motivos, por su lucha de vida y su firme trabajo de acceder a una muerte digna.

La República


 

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