Gobierno inútil e insensible debe solucionar la grave crisis de salud – Última Hora, Paraguay

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

El momento más temido de la pandemia de Covid-19 ya ha llegado. Crecen los casos de contagiados que deben internarse por Covid-19 en Unidades de Terapia Intensiva –ya son más de mil personas– y requieren de costosos medicamentos, pero los médicos dicen que no existen en la cantidad requerida y piden que los familiares compren de farmacias privadas o del mercado negro, en donde se venden a precios altamente inflados.
La crisis estalló principalmente en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias y del Ambiente (Ineram), en donde el miércoles hubo una gran manifestación de familiares de pacientes, médicos y trabajadores de la salud, quienes salieron a las calles a reclamar que el Gobierno reaccione ante la crisis. El propio director del centro médico, Felipe González, presentó su renuncia al cargo, alegando que se vive “el peor y más difícil momento”, aunque tras el pedido de sus superiores y colegas aceptó seguir trabajando, porque “es el momento de estar unidos y de no crear más división”.

Un diagnóstico mucho más crudo es el que compartió la presidenta del Círculo Paraguayo de Médicos, Gloria Meza: “La situación es terrible, están colapsados los hospitales: No hay insumos, no hay medicamentos; los familiares de los enfermos tampoco tienen más posibilidades de cubrir los costos de los medicamentos. Así que estamos en una situación límite”.

En lugar de asumir la problemática ante el estallido de la crisis, el Gobierno insiste en que el Paraguay “tiene uno de los mejores sistemas de salud del mundo”, como lo viene sosteniendo con absoluta irrealidad el presidente de la República, Mario Abdo Benítez. El martes dijo que “el Ineram está lleno porque la gente sale del hospital privado para ir a ese hospital público”, alegando que funciona mejor y que él se internaría allí en caso de contagiarse con el Covid-19. Esta aseveración hizo que el coordinador del Ineram, Carlos Morínigo, le responda: “Marito, vení al Ineram, andá a Clínicas, a Ingavi para ver la realidad del sistema”.

Lamentablemente, algunos importantes referentes médicos, en lugar de asumir la crisis, intentan defender lo indefendible, como el viceministro de salud, Julio Rolón, quien acusó a sus colegas de reclamar solo para tratar de obtener protagonismo, o el médico Guillermo Sequera, quien dijo que muchos colegas piden a los pacientes que compren medicamentos sin saber que existen en la farmacia del hospital. Luego, ante las indignadas reacciones, ambos tuvieron que pedir disculpas en público.

El colapso del sistema sanitario reafirma la incapacidad de Abdo Benítez y del ministro de Salud, Julio Mazzoleni. Desde el principio de la pandemia contaron con un fondo especial de emergencia de 1.600 millones de dólares, a costa de un alto endeudamiento del país, para poder disponer de equipos y medicamentos suficientes ante posibles momentos críticos de la pandemia, pero no lo hicieron. Por el contrario, dilapidaron tiempo, dinero y sobre todo la confianza de la población, permitiendo escandalosos hechos de corrupción que no fueron debidamente castigados.

El indignado reclamo de los pacientes, médicos y trabajadores de la salud convierte la actual crisis sanitaria en una verdadera crisis política, que puede tener consecuencias. Urge solucionar las carencias para evitar más muertes y más dolor.

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