Ecuador | Lasso comienza a recibir mandatarios para su investidura y Moreno afirma que deja el país en mejores condiciones

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Empieza el arribo a Ecuador de mandatarios y delegaciones para transmisión del mando presidencial

A partir del mediodía de este 23 de mayo arribarán al país cuatro jefes de Estado, el rey de España y un vicepresidente que participarán en la ceremonia de investidura de Guillermo Lasso Mendoza como nuevo presidente de la República, prevista para el lunes.

Los mandatarios que arribarán este domingo al Aeropuerto Internacional Mariscal Sucre de Quito son Jovenel Moise, presidente de Haití; de Colombia, Iván Duque; de República Dominicana, Luis Rodolfo Abinader; de Brasil, Jail Bolsonaro; el vicepresidente de Paraguay, Hugo Velázquez; y sus delegaciones diplomáticas correspondientes.

El rey Felipe VI, de España, y su delegación oficial harán el arribo a las 15:40. En la noche está prevista una reunión con el presidente de la República, Lenín Moreno.

Las delegaciones internacionales también estarán conformadas por los cancilleres de Costa Rica, Nicaragua, Panamá, Uruguay, Guatemala, Bolivia; y los máximos representantes de organismos internacionales como la Corporación Andina de Fomento (CAF), Comunidad Andina de Naciones (CAN), Banco Interamericano de Desarrollo (BID), entre otros.

En representación del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, asistirá la embajadora de esa nación ante las Naciones Unidas, Linda Thomas-Greenfield, quien estará acompañada del embajador estadounidense en Ecuador, Michael J. Fitzpatrick; Julie Chung, quien actualmente ocupa el cargo de subsecretaria interina para Asuntos del Hemisferio Occidental en el Departamento de Estado de EE. UU.; y Juan González, consejero especial desde el Consejo de Seguridad Nacional.

En la noche, el primer mandatario ofrecerá una recepción a los presidentes y autoridades de estas naciones en el Palacio de Carondelet.

Horas de arribo de los mandatarios

12:00, presidente de Haití, Jovenel Moise
13:30, vicepresidente de Paraguay, Hugo Velázquez
14:15, presidente de Colombia, Iván Duque
15:40, rey VI Felipe de España
16:00, presidente de República Dominicana, Luis Abidaner
18:00, presidente de Brasil, Jair Bolsonaro

En el último día de mandato, el presidente de la República, Lenín Moreno, cumplirá una agenda que incluye la verificación de la jornada de vacunación, mantendrá reuniones de alto nivel y recibirá un reconocimiento internacional.

En la mañana de este domingo 23 de mayo, el jefe de Estado visitará el centro Catalina Labouré, donde constatará el proceso de vacunación contra el COVID-19 a personas correspondientes a la fase 1. Tendrá un conversatorio sobre los avances del plan de vacunación.

En la noche, en el Palacio de Gobierno, el presidente de la República recibirá la condecoración con la Orden Honorífica Comunidad Andina Extraordinaria, en reconocimiento a su contribución al sistema andino de integración. En el acto participará el secretario general de la Comunidad Andina, Jorge Hernando Pedraza.

El Universo


Lenín Moreno: Sin duda dejo al país en mejores condiciones de lo que lo encontré

Una vez que entregue la banda presidencial a Guillermo Lasso Mendoza y se retire de la Asamblea Nacional, este 24 de mayo, el mandatario saliente, Lenín Moreno Garcés, tendrá un almuerzo de despedida con su familia y sus colaboradores. Y es todo lo que tiene planificado para el futuro. Solo tiene claro que se quedará en el país. “No me gusta mucho pensar en el futuro, me gusta esperar todo como venga. No me gusta tampoco hacer promesas porque en el momento en que uno lo hace, por alguna razón, las cosas no salen bien… o no hay plata para cumplirlas”.

Moreno destaca tres aspectos de su gestión: la reinstitucionalización del Estado, la creación de una gran Red de Protección Social y la obra pública. Pero también hace un mea culpa sobre sus errores: el principal, cree él, fue haber confiado en el expresidente Rafael Correa, de quien dice que “lo engañó” porque no le dijo la verdad sobre la situación económica del país, lo cual le impidió cumplir sus ofertas de campaña.

Cuando llegó al poder y vio que la mesa estaba “vacía”, ¿se sintió engañado, traicionado por Correa?

Todo eso. Me mintió una persona a la cual, a pesar de todos sus defectos y de no haber estado de acuerdo con él en algunos temas, le tenía confianza, creía en su buena fe, en lo que decía. Yo no estaba necesariamente de acuerdo en todo, recuerdo que ocho meses antes de la elección presidencial envié una comunicación dirigida al movimiento en la cual manifesté que no estaba de acuerdo en la forma como nos habíamos alejado de los sectores sociales (indígenas, gremios, mujeres), del diálogo político, que nos habíamos peleado con todo el mundo, incluyendo países… Les decía que no estaba de acuerdo con la reelección presidencial porque cambia actitudes en la gente, la vuelve perversa, siniestra, por perpetuarse en el poder, es lo que pasa con el dictador de Venezuela, que es un ser corrupto, malvado, criminal, que ha asesinado a su pueblo y ha condenado al exilio a cinco millones de venezolanos… Decía que hay que refrescar nuestras relaciones internacionales, que habíamos tendido la alfombra roja a países muy queridos pero que no les comprábamos ni un centavo, y habíamos roto relaciones con Estados Unidos, que es nuestro principal socio comercial…

¿Pero usted le reclamó a Correa personalmente alguna vez?

Yo reclamé en el momento en que dije que la mesa no estaba servida…

Pero no se lo dijo a él…

Cómo no. Los compañeros del movimiento sintieron la necesidad de que haya un acercamiento, hasta ese momento no conocía los terribles actos de corrupción cometidos. Nos reunimos y hasta nos tomamos una foto…

La selfie donde están Rafael Correa, Vinicio Alvarado, Ricardo Patiño…

Sí. Estamos todos… Cuando el presidente Correa me visitó en Ginebra para específicamente pedirme que sea candidato, yo le puse condiciones, conversamos más de dos horas. Primero, le dije que me deje gobernar, que él sabe que yo creo en el diálogo. Me dijo: “Mira, Lenín, yo me retiro de la política, me voy a vivir a Bélgica, y voy a devolver a mi familia el tiempo que le he privado de mi presencia”. No lo cumplió, desde el primer momento empezó a criticarme, cualquier cosa que hacía enviaba sus críticas muy acerbas, muy duras, incluso con lenguaje de alcantarilla. Yo siempre me he referido a él como el expresidente Correa. Y sí, me mintió, ¿y cómo me sentí? Desesperado, en primer lugar porque no había dinero, el servicio de la deuda de ese año era equivalente al presupuesto de salud, educación y algo de seguridad. Era impagable…

No me contestó si se lo dijo, si le reclamó.

Sí se lo dije, le dije que no era posible que me haya hecho eso. El ministro de Economía de ese entonces era un hombre de izquierda, honesto, transparente, pero despistado, al igual como lo estaba yo. Era Carlos de la Torre, que se acercaba y me decía: “Hemos debido mil millones más, hemos debido dos mil millones más, hemos debido tres mil millones más. Total que la deuda pasó de 27.000 millones que era lo que él decía que dejaba a 65.000 millones y eso que no estaban en la cuenta algunos proveedores de servicios y productos a los que se había contratado verbalmente y se les decía que den su servicio y que cuando el gobierno tenga plata facturen…. Hay una inmensa obra pública hecha con corrupción, sobreprecios y pésima calidad. Las obras se están cayendo.

¿En qué momento se produjo la ruptura?

Las rupturas son un proceso, la acumulación de momentos de forma cuantitativa determinó ese cambio cualitativo y las relaciones estaban ya totalmente rotas. Yo no me he vuelto a referir a él en mis redes sociales, que manejo muy mal y casi no veo. No recuerdo si hubo un momento específico. Lo que recuerdo es que cuando las deudas alcanzaron una cifra escalofriante que veíamos que sería imposible pagarla me sentí muy mal. Alguna vez lo he comparado con la noche triste de Cortez cuando perdió una batalla decisiva con Moctezuma, hasta que por fin logramos con mucho esfuerzo y sacrificio fiscal ordenar en algo las cuentas. Cuando pensábamos que podríamos recuperarnos, vino octubre (el paro) y usted ya sabe las consecuencias, y ahora esta terrible pandemia, que muchos periodistas parece que creen que no ha ocurrido nunca.

En medio de las deudas, el paro de octubre y la pandemia, ¿cuáles cree que son los principales logros de su gestión?

En primer lugar, hemos hecho la red social más grande de la historia. En la pandemia triplicamos la cantidad de dinero que se daba para bonos, de esa forma se ha evitado que los sectores más pauperizados sufran hambre. $ 600 millones anuales se destinaban a los bonos en el periodo anterior, en el 2020 se destinaron $ 1.600 millones, pese a las dificultades económicas. Segundo, la reinstitucionalización del país. El pueblo reclamaba independencia de funciones, respeto a la libertad de expresión, a los derechos humanos, a la vida, a la integridad física. Tercero, hicimos mucha obra física, se han construido carreteras, hemos mantenido en buenas condiciones la red vial del Ecuador, hemos concesionado otras, como la Guayaquil-Salinas, hubo la contratación de la Guayaquil-Machala y la Guayaquil-Quito, anillo vial de Santo Domingo, la carretera Cuenca-Azogues, entre otras… Qué pena que no pudimos hacer las mil que queríamos por la pandemia…

¿Y sus desaciertos?

El error principal no le corresponde a mi Gobierno sino a mí por no haber tenido la suficiente acuciosidad de observar lo que estaba ocurriendo con la economía ecuatoriana. Cuando fui vicepresidente le solicité al presidente anterior que se entreguen unos temas para trabajarlos: Correos, Registro Civil, sacamos a niños de las cárceles… Pero el trabajo más grande, más lindo, fue la misión Manuela Espejo, atendimos a todas las personas con discapacidad… Los que militábamos en la izquierda y que nos decepcionamos de ella nos entusiasmamos con este nuevo líder que era carismático y que podíamos retomar ciertos postulados, comenzó bien, pero los líderes que deciden perpetuarse en el poder se vuelven corruptos…

Entre sus logros usted ha destacado la consulta popular que dio paso a los cambios en la forma de elegir al Consejo de Participación a través del voto popular, pero vimos que llegaron a esa institución personajes que fueron cuestionados como el cura José Tuárez o Christian Cruz, ambos destituidos. Y vimos cómo la Corte Constitucional blindó las acciones del Consejo Transitorio que ahora impiden realizar concursos para relevar a funcionarios procesados como el contralor subrogante Pablo Celi. Ya visto en perspectiva, ¿esto sirvió?

Sí, mucho. Este Consejo fue seleccionado de entre lo mejor de los aspectos de la sociedad ecuatoriana. Yo no los conocía, pero sabían que eran de lo mejor y estaban dirigidos por este hombre extremadamente honesto que fue Julio César Trujillo. Ese Consejo seleccionó a las autoridades de control según la Constitución y decidió, por ejemplo, que Pablo Celi continuara en su labor. Hubo aciertos y errores, como todo en la vida. Lo que sí le garantizo es que el presidente jamás ha levantado un teléfono para dar una disposición a un juez, un fiscal, un contralor.

En foros internacionales se destaca su respeto a la libertad de expresión, la eliminación de la Superintendencia de Comunicación, que se terminó con la hostilidad hacia los medios…

Eso no es ningún favor, es lo menos que se puede pedir por parte de un mandatario. Nosotros, en primer lugar, respetamos y toleramos esa libertad de los medios para decir su verdad, independientemente de que no nos guste. En febrero del 2019 enviamos a la Asamblea las reformas a la Ley de Comunicación en las que se echó abajo la Supercom, que era una espada de Damocles que pendía permanentemente sobre la libertad de expresión; la Secom dejó de ser un mecanismo de propaganda… El espectro radioeléctrico, también, se distribuyó de la forma más democrática.

Pero no se eliminaron de otras leyes, como el Código Integral Penal, figuras como la calumnia que también afectan el trabajo periodístico.

La libertad no es sitio al que se llega, es un camino que hay que recorrer y aprender a disfrutar. Todavía falta bastante por hacer, sin duda…

¿Cómo se llegó de la mesa vacía al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional?

Empezamos a refrescar nuestra relación internacional, a ganarnos la confianza internacional, y de a poco el Ecuador se fue convirtiendo en referente de respeto y manejo de la democracia, como lo dice un comunicado del Senado de EE. UU. Y así lo vieron los multilaterales, que nos dieron créditos que de otra forma no se hubiesen obtenido jamás. Se reconoce nuestra renegociación de la deuda como ejemplo para otros países. Los multilaterales nos han entregado aproximadamente 12.500 millones de dólares y no con ciertas condiciones que podían ser leoninas, no, sin ninguna condición, solo que tengamos las cuentas claras y transparentes.

El FMI es partidario de eliminar subsidios. Usted lo intentó con el de los combustibles, pero se produjo el paro de los sectores indígenas. Eso no se resolvió.

Nosotros dialogamos largo tiempo sobre ese aspecto y de otros más; recuerde que inauguramos el Diálogo Nacional que lo llamamos el Acuerdo es Ahora. Uno de esos aspectos que más se relevaba por medios, actos políticos y varios sectores de la ciudadanía era la posible eliminación del subsidio. Llegó un momento en que el presidente, ante la escasez de recursos y la terrible erogación que significaba para el Estado el subsidio a los combustibles, decidimos eliminarlo, pero con un propósito, que era entregar ese dinero para el desarrollo del campo, y que sea administrado por los mismos indígenas y campesinos en un fideicomiso. Y a pesar de eso hubo esa reacción como nunca antes se dio en la política ecuatoriana y en la que se evidenciaron otras formas de agredir: se usó todo un sistema para promover la violencia en las calles.

Ustedes denunciaron un golpe de Estado…

Querían derrocar al Gobierno, ese era el propósito, querían quemar las evidencias de los actos de corrupción y por eso atacaron, qué coincidencia, justo las oficinas donde estaban esos papeles. Por suerte, las instituciones tienen respaldos. Querían provocar, como sucede en otros países, decesos, porque eso les suma políticamente a ellos. Y una cosa, en octubre, tanto la ministra de Gobierno como el de Defensa, el comandante general de la Policía y yo nunca permitimos, y prohibimos, que se dispare un solo tiro.

Organismos internacionales emitieron informes muy fuertes en los que se dijo que hubo abusos de la fuerza pública en las protestas de octubre, ¿qué opina de eso?

Eso seguramente pudo haber habido, había confrontación. Si bien es verdad que policías y militares se educan en el uso progresivo de la fuerza, no necesariamente lo ponen en práctica de manera permanente. Una de las cosas que no se ha podido comprobar al momento es que los fallecidos hayan sido por causa de maltrato.

Usted menciona que uno de sus logros es la creación de una amplia Red de Protección Social. Es común la frase aquella que dice: “La mejor política social es el empleo”, pero en eso quedó debiendo. No cumplió con su promesa de crear 250.000 plazas de empleo y más bien, especialmente en la pandemia, hubo muchos despidos.

Precisamente para eso enviamos la Ley Humanitaria a la Asamblea, que permitió salvar el empleo.

Pero más bien las críticas van hacia que la ley favorece a los empresarios.

Los empresarios no ganaron más dinero con esto en la generalidad.

El desempleo ya venía cayendo desde antes de la pandemia.

Cómo no. Realmente la situación del Ecuador no era similar a la del periodo pasado en que se contrataron más de 150.000 personas en el sector público. Y claro, una gran inversión del Estado genera empleo, pero es un empleo ficticio porque proviene de una deuda agresiva y que no se podrá pagar a futuro… Cuando se acabó el dinero no hubo cómo hacer más obra física y se acabó el empleo.

Si bien ningún gobierno del mundo estuvo preparado para enfrentar la pandemia, parecería que aquí no se tomaron decisiones efectivas y a tiempo. ¿Cómo evalúa sus acciones?

No, todo lo contrario, fuimos de los primeros países que ordenamos el confinamiento, que cerramos escuelas, que limitamos los vuelos internacionales. ¿En qué fracasamos? Tuvimos excesiva confianza en que la solidaridad y el compromiso que estábamos poniendo como Gobierno se estaba dando también en los hospitales. Yo recuerdo que el expresidente del IESS Paúl Granda cambiaba a cada momento a los directores de los hospitales por las acusaciones que solían tener. En ese momento descubrimos el sistema que se había implementado hace mucho tiempo: director que entraba, director que era absorbido, atemorizado, por una banda delincuencial que manejaba el hospital. Había proveedores de productos y servicios y gente de adentro, con nombramientos permanentes, a los que es difícil sacar, incluso hallándolos en actos de corrupción, porque siguen juicios y vuelven envalentonados a cobrarle a uno el dinero que dejaron de ganar por los sueldos.

¿Por qué no había un plan de vacunación?

Un plan específico desagregado no existía. Lo que había era uno general para conseguir los recursos para acceder a las vacunas, no estaba desagregado, no era algo para manejar la vacunación a nivel regional, provincia, cantonal, de sectores.

¿Y eso no es algo obvio que debía tener el exministro Juan Carlos Zevallos?

Yo pensé que lo tenía. Lastimosamente no había existido. Al señor exministro hay que reconocerle la valentía que tuvo al aceptar el cargo en un momento tan complicado.

En un foro internacional, en junio del 2020, usted reveló que la dolarización estuvo a punto de caer. ¿Por qué?

Sí. ¡Es que no había dinero!

¿Usted pensó en desdolarizar?

No, nunca pensé en esa posibilidad. Había que conseguir el dinero de cualquier forma.

¿Y de dónde salió?

De los multilaterales, ventajosamente la confianza que dio el país era tan grande que inmediatamente obtuvimos el dinero, como nunca antes. Y permitieron salvar la dolarización.

¿Cómo le deja usted el país a Guillermo Lasso?

No hay mesa servida, porque eso significa una mesa opípara, en la cual hay todo para disfrutar. No, no, aquí hay que trabajar mucho. A mí me tocó trabajar más. Sin duda yo dejo el país en mejores condiciones de las que las encontré: la economía en orden, las cuentas transparentes…

¿Pagadas?

Pagadas no, pero le dejamos una deuda fácil de pagar. Renegociamos la deuda externa y hoy tiene condiciones más favorables para el Ecuador. Nos permitió tener un alivio de pagos al país por $ 16.452 millones en 10 años, reducción del capital en $ 1.540 millones, duplicación del plazo existente, reducción de tasa de interés de 9,2% a 5,3% y obtención de periodos de gracia de 5 años para capital y 2 años en los intereses. Este dinero que se ahorra lo podrá destinar a obra social.
No renunciará a su pensión de expresidente

Lenín Moreno dice que no renunciará a su pensión vitalicia de expresidente de la República. En el 2019 renunció temporalmente a la que recibía como vicepresidente. “Voy a renunciar permanentemente a la de vicepresidente, que es la de menos” (risas).

“Hay muchos expresidentes, gente honesta y transparente, que si le quitan la pensión no tendrían de qué vivir. El mejor premio a los corruptos es quitarles la pensión porque no la necesitan. Quienes no hemos sido corrompidos sí la necesitamos”, dice Moreno.

El mandatario está esperando ofertas de trabajo para dar conferencias en el exterior. Aún no tiene nada en concreto. Pero no se estresa.

¿Qué lecciones de vida le deja su paso por la Presidencia? “Que no existe satisfacción más grande que servir a los demás, lo he hecho desde el momento en que fui vicepresidente. Y cuando uno sirve a los seres humanos, quien debe agradecer es uno”.

El Universo


Quiénes son los cuatro ministros claves en el Gobierno que se instala el 24 de mayo

El presidente electo, Guillermo Lasso, asumirá este 24 de mayo de 2021 con sus 17 ministros y siete secretarías, nombrados hasta ahora. El ministro de Gobierno, César Monge, fue el último anuncio.

En el Gabinete se destacan cuatro ministerios por ser los pilares para el crecimiento económico, la lucha contra la pandemia y la inseguridad, así como el manejo de la difícil política.

El primer presupuesto que manejó Simón Cueva, próximo ministro de Economía, fue un puñado de sucres con los que financió su viaje como mochilero a Perú. Era el verano del 84. Tenía 15 años y su hermano y líder de la travesía, Juan Martín, 17. Ya en ese momento afloraba su vocación hacía los números y perfil de economista. “Estábamos emocionados de conocer Machu Picchu, Cusco, Lima, Arequipa, Puno, pero yo gastaba el dinero sin pensar en el mañana. Entonces un día, viendo que no nos iba a alcanzar, me dijo: mejor yo manejo la plata”, recuerda el hermano mayor.

Dos años más tarde, la decisión de estudiar una ingeniería en Matemática en la Escuela Politécnica de París no sorprendió a nadie en su familia, que ha estado más inclinada a las ciencias sociales y a la política.

Su hermano Juan Martín es cineasta y fue viceministro de Cultura de Rafael Correa; su madre, Magdalena Armijos es escultora; y su padre Juan Cueva, fue arqueólogo, diplomático, articulista y diputado de la Izquierda Democrática. Su abuelo paterno, Carlos Cueva Tamariz, fue diputado del partido socialista y su abuelo materno, Rafael Armijos, fue coronel del Ejército y diputado conservador. Además, su primo es Fernando Cordero, exministro y expresidente de la Asamblea del correísmo.

El nuevo funcionario de Guillermo Lasso, de 53 años, reconoce que la política en su familia siempre ha sido un tema presente sobre la mesa. Y que en los debates confluyen visiones distintas y, a veces, opuestas. Si se le pide que se defina políticamente responde que es simplemente “un economista y un técnico”, que procura el bien común y toma decisiones con base en los datos. “Creo en las políticas serias y sostenibles. No me gusta el populismo”.

Su hermano lo considera “solidario y con los pies sobre la tierra”. En su viaje por Perú fue Simón quien determinó cuánto tiempo se quedaban en cada ciudad. Para ahorrar en el hospedaje procuraban viajar por las noches y alojarse en casas de amigos. El economista Vicente Albornoz recuerda a un adolescente responsable. “Era el ‘matón’. Abanderado en La Condamine y el que gana los intercolegiales de Matemática”.

A diferencia de sus familiares, Cueva no es político, nunca ha estado afiliado a ningún partido. Ni siquiera hizo campaña por Lasso, a quien en los últimos cinco años -asegura- ha visto dos o tres veces. Si aceptó el cargo es porque cree ser útil en este momento, cuando el país atraviesa una de las peores crisis económicas. “Uno ayuda cuando hay problemas. Es muy fácil manejar la economía cuando sobra la plata y el petróleo está a USD 120. Ahí es cuando hay que arrimar el hombro”.

Su visión sobre la economía, en parte, surge de su formación académica. De 1989 a 1995 estudió en París, primero matemáticas y luego una maestría y un doctorado en Economía. Estos dos últimos grados lo hizo en la Universidad París 1, una de las mejores del mundo y con una tasa de estudiantes extranjeros del 17%.

A los 17 años, como estudiante becado, aprendió a vivir solo; a convivir con otras culturas y a ceñirse a un presupuesto para llegar a fin de mes. Se casó con su novia del colegio con la que formó una familia. Hoy tiene tres hijos de 24, 21 y 19 años.

La ciudad de la luz no era desconocida para el joven ecuatoriano. En 1976, con ocho años, acompañó a su padre a París, quien fue nombrado Consejero Cultural del Ecuador. El primer año vivió como el hijo de un diplomático y el segundo año se convirtió en el hijo de un exiliado. En octubre de 1977 su padre renunció a ese cargo y se quedó a vivir en Francia por temor a represalias, ya que su carta de renuncia había causado un revuelo mediático. El padre de Cueva aseguraba que dejaba el cargo por solidaridad con la muerte de los trabajadores del ingenio azucarero Aztra, reprimidos por la Policía. En el país, gobernaba la Junta Militar.

Por la profesión de arqueólogo de su padre, pasó una temporada de su infancia en Ingapirca, en Cañar, y en La Tolita, al norte de Esmeraldas, en donde observó la pobreza y la desigualdad. Esas experiencias marcaron también su pensamiento.

“Por un lado, soy alguien que cree mucho en la seriedad fiscal. Por otro lado, en un país tan desigual y pobre como el Ecuador, no creo que el Estado tenga que desentenderse del tema de equidad. Al mismo tiempo, no creo que el Estado sea bueno entrando en temas de gestión empresarial”, asegura.

Al referirse a la inequidad, Cueva dijo el jueves pasado: “En promedio en el Ecuador, más o menos la mitad de la población vive con menos de USD 550 al mes. La otra mitad, todos los que ganamos más que eso, somos parte del 50% más rico de los ecuatorianos. Y, por lo tanto, estamos llamados a ser parte de los que hagan el esfuerzo”.

Para Cueva, cada uno de sus trabajos ha estado vinculado al bien común. Eso incluye su paso por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que lo define como un “servicio público internacional, cuyo objetivo es ayudar a los países a desarrollarse”. Entre 1999 y 2006 fue representante del organismo en Bolivia y quien llevó adelante la condonación de USD 222 millones que adeudaba Bolivia al organismo internacional.

Antes del FMI, fue director de Estudio del Banco Central. El economista Augusto de la Torre, quien fuera su jefe, lo define como alguien que “tiene un sentido maduro de la política económica, lo que es muy bueno para tender puentes con diferentes quienes piensan distinto”. Cueva estuvo en ese puesto desde 1995 hasta 1999. Con Guillermo Lasso, ahora dirigirá las finanzas públicas.
César Monge, ministro de Gobierno, el compañero de lucha incondicional de 10 años

Andrés Crespo Reinberg fue el amigo en común que organizó un almuerzo para que César Monge se conociera con Guillermo Lasso. Aunque el organizador, un reconocido político ahora fallecido, nunca llegó, la cita solo fue el pretexto para que entablaran una amistad entrañable y comenzaran una carrera presidencial para llegar a Carondelet.

Lasso tenía un sueño y Monge ha sido su amigo y compañero de lucha durante 10 años. Le ayudó a construir un proyecto político a través del movimiento Creando Oportunidades (Creo). Se convirtió en su hombre de confianza, estuvo a cargo de buscar el apoyo de actores políticos y conseguir los acuerdos electorales.

Para el presidente electo es “una persona admirable y compañero de lucha incondicional”. Y desde mañana será su Ministro de Gobierno. Ejerció solo seis días como asambleísta nacional de Creo.

Monge es un guayaquileño, de 48 años, que saltó de la empresa camaronera a la política. Es conocido por su buen humor, su carisma, conciliador y obsesivo con todo lo que se propone hasta lograrlo.

Eran inicios del 2011 cuando comenzó la carrera. Para esa época ya tenía una exposición mediática en programas de radio y televisión. Entrevistaba a políticos, empresarios y dirigentes y el bicho de la política le empezó a picar.

Incursionó en los medios cuando dirigía la Cámara Nacional de Acuacultura (CNA). Sus planes eran que el gremio tuviera un espacio para que conocieran lo que hacía.

Monge dejó todas sus actividades privadas. Tomó una camioneta y recorrió todos los rincones del país, recogiendo firmas para fundar Creo.

Luego, inauguró centrales y posesionó a directivas en cada cantón y en cada provincia. Una gira duraba mes y medio.
Era un trabajo de hormiga que comenzaba en la madrugada y terminaba en la noche, recuerda Ney Apolinario, que lo acompañaba a todas partes.

Las dos primeras campañas (2013 y 2017) fueron incansables. La última tuvo un momento de quiebre.

El 22 de julio de 2020, el día de su cumpleaños, le confirmaron un cáncer de páncreas que lo alejó temporalmente de las calles. Para finales de octubre estuvo de vuelta. Cada vez que le tocaba una quimioterapia, desde el hospital, se conectaba a las reuniones o dirigía los recorridos.

“Viví momentos durísimos. Me costaba, la gente no se daba cuenta porque ponía la sonrisa o usaba la mascarilla”.

Está casado con Mercedes Plaza, tiene dos hijos, de 10 y de tres años. Es amante del cine, le gusta toda música.

Disfruta de la comida local, del seco de pollo, el arroz con menestra o el hornado. Y es hincha de Barcelona y de la Tri.
Ximena Garzón, ministra de Salud, una médica que gestiona y busca que todo camine

En el Carlos Andrade Marín, del Seguro Social, la recuerdan gestionando donaciones para que el hospital tuviera mascarillas full face, guantes e incluso ventiladores mecánicos. Era el 2020, llegó la pandemia por covid-19, y Ximena Garzón se desempeñaba como Coordinadora General de Docencia.

No era su tarea, pero sus colegas y personal administrativo comentan que ella decidió aprovechar sus contactos.
“No existe valor económico, ninguna sensación que se asemeje a ayudar a la gente”, dice en un vídeo de presentación, compartido por Creo, en redes sociales. Allí cuenta que aún atiende a pacientes.

Ximena Garzón Villalva, de 50 años, es doctora en Medicina por la Universidad Central. Tiene un PhD en salud pública, con énfasis en salud ocupacional. Y un posgrado en esa área y en epidemiología ocupacional, por la University of South Florida.

Durante 14 años, desde 1997 hasta el 2011, fue médica ocupacional del Hotel Quito. Se dio tiempo para la crianza de su único hijo. Desde el 2016 se ligó a la cátedra. Quienes la han tratado anotan que explica sus puntos como profesora.

Juan Carlos Cazar, director de Carrera, en la U. Central, la invitó a integrar la planta del posgrado de Medicina Familiar, en el 2019. Fue profesora de metodología de la investigación y epidemiología.

“No podría hablar mal de la doctora. Es seria, metódica, muy preparada, estricta; quiere que todo funcione bien y al instante. Si la reunión está convocada para las 07:00 llega puntual; si se le ofrece para un lunes una aula virtual, hay que cumplirle”, dice.

El médico Cazar pudo conocer otro lado de la ministra del nuevo gobierno. “Es humana, defendía a sus residentes, para que no los trataran como la ‘última rueda…’”.

Un excompañero en el IESS Quito Sur, en donde Garzón fue subdirectora técnica médica, en 2017-2018, la describe como alguien capaz. “Dejó funcionando el centro desde su arranque. Se encargó del manejo del área clínica, hospitalización, consulta externa y servicios ambulatorios”.

El salubrista y profesor de la UDLA, Rodrigo Henríquez, participó en una reunión con más académicos, que la nueva ministra convocó la semana anterior. “Ha estado con gremios, mujeres, industrias también. Me parece que generó un ambiente de escucha. Nos dijo que desea impulsar investigación científica y toma de decisiones informada”.

En su mensaje, difundido en redes sociales, reiteró que “nueve millones de personas serán vacunadas en los 100 primeros días de Gobierno”. Trabajará -ofreció- para que la gente sea atendida con calidad y para que si requieren ser internados, se los reciba.
Fernando Donoso, ministro de Defensa, un aviador naval estará al frente de Defensa

La amistad comenzó en 1998. El almirante Fernando Donoso, quien mañana inicia sus funciones como Ministro de Defensa, recuerda haber conocido a Guillermo Lasso cuando era Comandante de Operaciones Navales y el hoy Jefe de Estado se encontraba al frente de la Gobernación del Guayas.

Dice que ambos debían cumplir una orden del entonces presidente Jamil Mahuad: enfrentar la ola delictiva que se registraba en la provincia.

Donoso rememora estas escenas sentado sobre un sofá, en un departamento del norte quiteño. Asegura que ese inmueble no es suyo, sino de un amigo que lo prestó mientras renta otro espacio para vivir durante el periodo que se desempeñe como ministro. Su vivienda la tiene en Guayaquil.

Cuenta que eran “tiempos complejos” cuando conoció a Lasso, a quien considera un amigo y llama por su primer nombre: Guillermo.

“La economía del país estaba por los suelos, había inflación. Se presentó la mancha blanca en el camarón y otros problemas que aumentaron la delincuencia en las calles”.

La relación con el Primer Mandatario se mantuvo incluso después de su salida de la Armada, en 2002. Indica que un año después, Lasso le pidió acompañarlo en la reconstrucción de la terminal terrestre de Guayaquil. Luego lo llevó al directorio del Banco de Guayaquil, hace 16 años.

Asegura que para ocupar el Ministerio de Defensa renunció a ese cargo administrativo.

“Pero no me eligió (como secretario de Estado) por ser su amigo”, advierte. Considera que el Mandatario revisó su trayectoria personal y profesional para llegar al Gabinete.

Donoso nació en Quito en 1944 y creció en el tradicional barrio América. En Salinas conoció a su esposa, la también quiteña Silvia Paz y Miño. Con ella tuvo tres hijos.

Recuerda que llegó a la vida militar “por una locura de juventud”. Cursaba la carrera de ingeniería mecánica en la Politécnica, cuando un amigo lo convenció de inscribirse en la Armada. Desde los 19 años se mudó a Salinas a prepararse.

Se graduó como alférez de fragata en 1967 y luego se especializó como aviador naval.

En el 2000 llegó a ser comandante general de la Marina. Se apartó del cargo en medio de una denuncia del entonces capitán Rogelio Viteri, quien dejó ver supuestas irregularidades en la contratación de los reaseguros para la flota aérea de las FF.AA.

Donoso asegura que él nunca fue señalado por ese hecho y que la justicia no halló responsabilidades en contra de los presuntos responsables.

Tras dejar las Fuerzas Armadas ocupó varios cargos, como el de Secretario General de la Red Operativa Regional de Autoridades Marítimas.

El Comercio


 

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