Fútbol y política: la Conmebol quiere realizar la Copa América como sea – Por Nicolás Retamar

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Fútbol y política: la Conmebol quiere realizar la Copa América como sea

Por Nicolás Retamar, de la redacción de NODAL

Con bombos y platillos la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) anunciaba el 31 de mayo a las 11:05 horas que Brasil sería la sede de la Copa América 2021. Doce horas antes, la organización presidida por el paraguayo Alejandro Domínguez informaba por redes sociales que había suspendido la realización de la Copa en Argentina “en atención a las circunstancias presentes”. Inicialmente, la Copa América se iba a disputar durante 2020 en Argentina y Colombia.

Primero fue la pandemia y el temor a lo desconocido. Luego, cuando la Conmebol desafió todas las reglas sanitarias, hubo problemas de otra índole. Por el estallido social que se desarrolla desde el 28 de abril, Colombia tuvo que decirle no a la Copa. En realidad, el gobierno de Iván Duque pidió una prórroga en la realización del torneo para atenuar la situación epidemiológica y recibir hinchas en los estadios. Sin embargo, los calendarios son inamovibles dado que este tipo de competencias se juegan en los recesos de las temporadas europeas.

Sin mayores explicaciones desde el gobierno argentino, que hasta el último momento sostuvo en los medios masivos de comunicación la realización de la Copa América en el país, la Conmebol suspendió la misma y la mudó a Brasil. La “Cepa América”, como la denominaron en redes sociales, se va a jugar en el segundo país con más muertes por Covid-19 y en el tercero con más contagios por coronavirus en el mundo.

Más allá de la infraestructura de Brasil para recibir la competencia, Alejandro Domínguez necesitaba un presidente negacionista para recibir la Copa América y ahí estaba Jair Bolsonaro. Alguien que rechazó los aislamientos, promovió el uso de medicamentos no eficaces para combatir al Covid, dilató la compra de vacunas y ahora está siendo investigado por su gestión durante la pandemia, será quien reciba con brazos abiertos este torneo en un país que registra más de 462 mil muertes por coronavirus.

Sin embargo, varios gobernadores de Brasil se oponen y el propio jefe de gabinete sostuvo que todavía “no se resolvió nada”. El Partido de los Trabajadores ya presentó una denuncia ante el Supremo Tribunal Federal para que no se juegue la Copa América y la Comisión Investigadora del Senado sobre Covid-19 ya citó al presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol para que explique los protocolos que se llevarán a cabo durante el torneo.

Realizar la Copa en Argentina significaría reconocer que las medidas tomadas por el gobierno progresista de Alberto Fernández para combatir la epidemia eran eficaces. El expresidente neoliberal Mauricio Macri, expresidente también del Club Atlético Boca Junrios y hoy presidente de la Fundación FIFA, hizo su lobby para impedir que la competición se disputara en su país, lo que podría sumarle votos a Fernández en las próximas elecciones legislativas.

En este partido hay dos equipos que juegan de forma muy distinta, aunque ambos están a la defensiva. Uno, dirigido por Alejandro Domínguez y comandado dentro de la cancha por Bolsonaro, cuya táctica es defender intereses comerciales de la Conmebol, auspiciantes, cadenas de televisión, políticos de la derecha sudamericana y millones de dólares que mueve la competencia en la que participarán estrellas de la talla de Neymar y Lionel Messi.

El otro equipo, mucho más modesto y sin figuras de renombre, defiende el interés por la vida e intenta evitar el montaje de un show que pone en peligro a miles de personas, familias y a todo un país.


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