La columna de Pedro Brieger | Chile: la derecha a la deriva

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Chile: la derecha a la deriva

Por  Pedro Brieger, director de NODAL

Las elecciones primarias del 18 de julio representaron otro mazazo para los principales partidos de la derecha chilena que no logran recomponerse desde el estallido social de octubre 2019.

En las primarias de la derecha participaron cuatro políticos identificados con la coalición de gobierno Chile Vamos para elegir candidato de cara a la elección presidencial del 21 de noviembre de este año. Sebastián Sichel superó ampliamente a Joaquín Lavin de la Unión Democrática Independiente (UDI) que lideraba gran parte de las encuestas. Sichel, que contó con el apoyo del presidente Sebastián Piñera, proviene de la Democracia Cristiana y se presentó como “independiente”, sin embargo, hace dos años ni lo tomaban en cuenta en muchos estudios de opinión pública. En mayo 2019 el Centro de Estudios Políticos (CEP) analizó 28 figuras políticas y ubicó a Lavin en el tercer lugar de conocimiento público, ligeramente detrás del presidente Piñera y la expresidenta Michelle Bachelet. Sichel ni siquiera figuraba.  

Está claro que la derecha chilena no es monolítica ni se la puede identificar hoy de manera lineal con la dictadura de Augusto Pinochet, aunque varias de sus principales figuras hayan ocupado cargos durante la misma o forman parte de la tradición política que gobernó 17 años de la mano del general, principalmente la UDI y Renovación Nacional (RN). De hecho, mientras que Lavin fue parte de la dictadura, Sichel tenía apenas 12 años cuando Pinochet le entregó la banda a Patricio Aylwin en 1990. 

En paralelo a la primaria de la derecha la izquierda tuvo la suya que consagró como ganador a Gabriel Boric por sobre Daniel Jadue, del Partido Comunista. Ambos obtuvieron por separado más votos que Sichel, y el hecho de que Jadue lo superara simbólicamente también representa un golpe para la derecha.

A raíz del estallido de 2019 varios políticos de derecha intentaron distanciarse de los conceptos más rancios y tradicionales asociados a la dictadura tomando conceptos socialdemócratas o planteando que existe una “derecha social” para superar el clivaje “dictadura vs democracia” que todavía marca la política chilena. Claramente intentan modificar su discurso como consecuencia del estallido de 2019 y la aparición del nuevo clivaje “apruebo vs rechazo” (de la nueva constitución) que fue el gran tema de los últimos meses. 

El problema para toda la derecha chilena es que desde el estallido van acumulando derrota tras derrota y el gobierno de Piñera en su hora final administra una hoja de ruta que rechazó e intentó frenar sin éxito. Gran parte de la derecha se opuso a la convocatoria a una Convención Constitucional para redactar una nueva constitución, se vio forzada a aceptarla y en la consulta popular todos los partidos de derecha fueron derrotados por goleada. Además, en la elección a gobernadores y alcaldes de mayo tuvieron el peor resultado desde las parlamentarias de 1965 y perdieron municipios importantes. A pesar de todos los datos creyeron que lograrían un tercio de representantes en la Convención para bloquearla. Tampoco lo lograron.  

La derecha hoy es un barco sin timonel ni figuras reconocidas mientras el presidente Piñera gobierna en soledad desde el Palacio de La Moneda. Ya en abril de este año el intelectual de derecha Patricio Navia aseguraba que el presidente Piñera no podía controlar la agenda política, había perdido la confianza de la gente y de su sector. En síntesis, la sensación es que aparecía derrotado y rendido, como hoy la derecha en su conjunto.  

Pero en Chile, donde todo está en permanente ebullición, falta una eternidad para el 21 de noviembre.

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