Año y medio después, ¿qué es lo que nos espera? – Por Rubén Armendáriz

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Por Rubén Armendáriz*

A mediados de mayo de este año América Latina había sido la destinataria de apenas algo más de un 2% del total de dosis aplicadas, mientras que Europa concentraba más del 25%, Norteamérica más del 30% y Asia casi un 40% del total de vacunas… Hacia el 20 de julio de 2021, sólo Chile, Uruguay, Argentina y Brasil aparecen en el ranking del Top 50 de vacunación mundial.

Esos países, junto a México, han logrado ciertos niveles de autonomía para la gestión de la vacunación de su población a través de acuerdos con distintos laboratorios farmacéuticos. De todas formas, y en todos los casos, los países de la región sufrieron limitaciones, dependencias y chantajes del “Big Pharma” del capitalismo globalizado.

Los Estados nacionales han asumido diferentes estrategias hacia la anhelada “inmunización del rebaño” que promete un retorno a “la normalidad”, en este contexto de inequidades.

En Latinoamérica observamos situaciones diferentes. En Brasil, un caso emblemático por la cantidad de muertes, aún teniendo las condiciones estructurales para avanzar en procesos soberanos para la inmunización de la población, prevalecieron las disputas interlaboratorios y la subordinación a las condiciones impuestas por los grandes jugadores de esta industria.

Mientras, en otros países se desplegaron alianzas público-privadas, y mecanismos bilaterales de cooperación entre Estados, pudiendo emprender procesos locales de producción, que permitirán avanzar como Argentina y México.

La enorme gravitación de las vacunas, sobre la salud de las personas y la salud pública en general, pone sobre la superficie la profundidad de las injusticias que su fabricación, control y distribución acarrea. En un mundo marcado por la desigualdad, la pandemia y las vacunas están profundizando aún más esa fragmentación.

Diversos instrumentos han creado las condiciones para la exacerbación de esas diferencias. Un aspecto sustancial lo constituyen los laboratorios, generalmente vinculados a algún Estado. Los laboratorios mediante el control de las patentes tienen el manejo sobre las vacunas, como lo hacen respecto al conjunto de fármacos. A ese efecto se le debe agregar el tema de los costos lo que se hace difícil su acceso para muchas sociedades.

Entre los científicos va tomando cuerpo la idea de que la pandemia acabará, pero el virus permanecerá. Hay dos fundamentos que permiten imaginar el fin de la pandemia. Uno, es el “efecto rebaño”, por la cantidad de gente que se ha contagiado; dos, por el masivo uso de las vacunas, las ya conocidas y las mejores que seguramente irán apareciendo.

Pero nada de ello asegura el fin de la circulación del virus. Lo más probable es que éste sobreviva y por un largo tiempo, de un modo menos gravoso que el actual, seguirá acompañando a la humanidad.

De modo que la convivencia con el virus da toda la impresión que forma parte del futuro. Las vacunas y remedios conocidos no eliminan la infección, simplemente la hacen menos peligrosa. Aún no sabemos si esta perspectiva supondrá una vacunación anual u otra forma de evitar la propagación del virus.

Desde este punto de vista es probable que la continuidad del virus produzca daños semejantes a los que hoy causa la gripe que, según la Organización Mundial de la Salud, deja un saldo de alrededor de medio millón de muertes anuales.

Como parte de este proceso hay comportamientos que parecen haber llegado para quedarse. Entre ellos se pueden destacar un uso más generalizado de los barbijos, que muchos países asiáticos ya venían practicando; el trabajo en casa -mediante el uso de la informática- reemplazando al trabajo en sitios alejados.

Muchas actividades ya están avanzando en este proceso acelerado por las prolongadas cuarentenas; otro efecto son los necesarios cambios en el uso del transporte público, una fuente importante de contagios que aumentan la velocidad de circulación de estos virus.

Todo ello sin contar con las necesarias modificaciones a los actuales y agresivos vínculos que establecemos con la naturaleza y que están en la raíz de muchos de los males que padecemos.

La ciencia

Llevamos año y medio de pandemia y en este tiempo hemos podido apreciar con más detalle cómo nuestra ciencia hizo importantes aportes: analizar la secuencia del virus incluso antes de que llegara a nuestro país, desarrollar kits de diagnóstico propios.

Estos tiempos de covid-19 pusieron al alcance de más personas cuán importante es tener investigadoras e investigadores capaces, equipamientos acordes, un sistema nacional de salud, instituciones que los formen y lugares donde puedan llevar adelante sus trayectorias científicas.

Dicen que en ciencia tanto o más importante que las respuestas son las preguntas.. Y un virus nuevo -SARS-CoV-2-, desconocido,  quedó claro que la primera respuesta es hacer preguntas: qué y cómo es, de dónde salió, cómo se transmite, de qué forma ingresa a nuestras células, a quiénes afecta más, qué pasa una vez que nos infectamos, cómo se puede evitar la enfermedad…

A algunas de estas preguntas ya se le encontraron respuestas: el conocimiento se fue (y se continúa) construyendo. Hubo incertidumbre, dudas, algunas lógicas, otras inseminadas por un negacionismo absurdo y retrógrado. También quedó claro que la ciencia no es la certeza absoluta y definitiva.

Dónde estamos

Los cuatro jefes de la agencias multilaterales – Kristalina Georgieva (FMI), David Malpass (Banco Mundial), Tedros Adhanom Ghebreyesus (OMS) y  Ngozi Okonjo-Iweala (OMC) – emitieron a principios de agosto una declaración conjunta en la que reiteran  la urgencia de proporcionar acceso a las vacunas, pruebas y tratamientos de Covid-19 a personas de todo el mundo en desarrollo.

Señalan que en el ámbito de las vacunas, una limitación clave es la aguda y alarmante escasez en el suministro de dosis a los países de ingresos bajos y medianos bajos, especialmente para el resto de 2021 y hacen un llamado a los países con programas avanzados de vacunación contra covid-19 para que liberen lo antes posible la mayor cantidad posible de sus dosis y opciones de vacuna contratadas a COVAX, AVAT y países de ingresos bajos y medios bajos.

Asimismo, mostraron  su preocupación porque los calendarios de entrega de vacunas y los contratos para COVAX, AVAT y los países de ingresos bajos y medianos bajos se retrasen o sean demasiado lentos: “Se ha entregado menos del 5% de las dosis de vacunas que fueron pre-compradas por o para países de bajos ingresos. Nuestro objetivo común es que al menos el 40 % de las personas de los países de ingresos bajos y medianos bajos se vacunen a fines de 2021”

Estimaron, asimismo,  que menos del 20% de las vacunas necesarias están programadas actualmente para su entrega a estos países, ya sea a través de COVAX, AVAT o acuerdos bilaterales y acuerdos de reparto de dosis e instaron a los fabricantes de vacunas covid-19 a redoblar sus esfuerzos para aumentar la producción de vacunas específicamente para estos países, y para garantizar que el suministro de dosis a COVAX y a los países de ingresos bajos y medios bajos tenga prioridad sobre la promoción de refuerzos y otras actividades.

Exigieron  a los gobiernos que reduzcan o eliminen las barreras a la exportación de vacunas y todos los materiales involucrados en su producción y despliegue, tras subrayar la necesidad urgente de que todas las partes aborden los cuellos de botella de la cadena de suministro y el comercio de vacunas, pruebas y terapias, así como todos los materiales involucrados en su producción y despliegue.

De acuerdo con la propuesta de 50 mil millones de dólares del personal técnico del FMI para poner fin a la pandemia, y en línea con las prioridades establecidas por la OMS, la OMC, el FMI y el Grupo del Banco Mundial, se necesitan más de 35 mil millones de dólares en donaciones, de las que sólo se ha financiado un tercio hasta la fecha.

Especulaciones sobre la pospandemia

Predecir cómo va a terminar esta pandemia de covid-19 es algo que excede a un trabajo periodístico y hasta científico. Un artículo de la revista de la Asociación Médica (norte)Americana (JAMA) suscrito por Aaron Kofman, de la Universidad Emory (Atlanta); Rami Kantor y Eli Adashi, ambos de la Escuela de Medicina Alpert de la Universidad Brown, Providence plantea cuatro escenarios que comprenden un espectro de ‘finales’ que pueden constituir la resolución de la pandemia.

Sin embargo, aclaran que podría haber otros posibles, con un final y consecuencias distintas: erradicación, eliminación, convivencia y conflagración. Obviamente, la erradicación es el sueño de todos, pero para ello se requeriría la reducción mundial y permanente a cero de la prevalencia de la enfermedad, que sería posible si se alcanzara una inmunidad colectiva suficiente mediante la vacunación y la infección previa..

Pero lo cierto es que la lucha contra la covid-19 avanza a ritmos diferentes en los distintos países y, por ende, la erradicación puede resultar un objetivo demasiado ambicioso incluso como un experimento mental, y mucho más como una estrategia de salud pública.

* Periodista y politólogo, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)


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