Entre los “acuerdos climáticos” y un movimiento socioambiental en crecimiento – Por Agustina Medina

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Por Agustina Medina *

Argentina se hizo presente en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático 2021 (COP26), que se llevó a cabo en Glasgow, Escocia, donde también ocurrió la 15° reunión de las partes del Protocolo de Kioto (CMP16) y la segunda reunión de las partes del Acuerdo de París (CMA3). Dichos eventos, que contaron con la presencia de los y las principales líderes del mundo, referentes y activistas en la temática.

Fueron una oportunidad para el Gobierno de profundizar compromisos internacionales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), también de llevar a la escena planteos centrales vinculados al endeudamiento que aqueja el país junto con el  anuncio de una mega inversión australiana para la producción de hidrógeno verde a nivel local.

En un contexto de auge de la conciencia ambiental en el mundo y de las cada vez más profundas consecuencias del cambio climático, en esta conferencia los y las líderes del mundo se encuentran frente al desafío de profundizar sus compromisos de acción e inversión en políticas climáticas dando respuestas urgentes a esta problemática que nos atraviesa a nivel mundial, ya que de acuerdo al último informe del IPCC publicado en 2021 no debemos superar entre 1,5°C y 2°C hacia 2050 con respecto al período preindustrial para que las consecuencias del cambio climático no sean irreversibles.

En un panel sobre las emisiones de gas metano, Alberto Fernández reclamó financiamiento con los Derechos Especiales de Giro (DEG) del FMI para la transición energética y planteó la necesidad de una hoja de ruta sobre cómo movilizar los fondos necesarios para lograrla. 

«Países como la Argentina constituyen, a través de sus ecosistemas, un sostén a los medios de vida de todo el planeta, al tiempo que contribuyen, de modo decisivo, a la seguridad alimentaria mundial». «Estos aportes deben estar acompañados por medios que nos permitan una transición hacia una economía limpia, con menos carbono y resiliente a los impactos del cambio climático». «Para avanzar con la agenda de transformaciones necesarias debemos crear fuentes de financiamiento innovadoras y nuevas reglas e incentivos globales», planteó.

En cuanto a canje de deuda por acción ambiental, argumentó: «Es necesario aplicar la emisión de los DEG del Fondo Monetario Internacional a un gran pacto de solidaridad ambiental, que incluya a los países de bajos ingresos y renta media, y que sirva para extender los plazos de las deudas y la aplicación de menores tasas».  

No es la primera vez que Argentina lleva a ante la conferencia esta postura planteando la necesidad de adoptar responsabilidades comunes, pero diferenciadas. Néstor Kirchner en la COP10, en Japón, mencionaba países acreedores ambientales y financieros: “Advertimos que quienes cargamos con deudas de increíble peso en materia financiera somos a la vez los mayores acreedores ambientales en el planeta, en cuanto constituimos una verdadera reserva ambiental, que no recibe ningún tipo de compensación por parte de sus deudores ambientales.”

En cuanto a los compromisos asumidos por Argentina ante la cumbre y en el Acuerdo de París, el presidente planteó: «Elevamos nuestra Contribución Determinada Nacional (NDC) un 27,7% respecto a la de 2016». «Asumimos el compromiso de favorecer la inversión y el desarrollo de encadenamientos productivos nacionales para avanzar con una matriz energética inclusiva, estable, soberana, sostenible y federal». “Hemos enviado al Parlamento un proyecto de ley sobre electro movilidad”. 

El anuncio de la inversión de la empresa FortescueFutureIndustries,no solo constituyó un mensaje sobre las medidas que se compromete a implementar el país para combatir el cambio climático sino también una seña para quienes propagan el discurso sobre los riesgos de invertir en Argentina .  

La empresa australiana  8.400 millones de dólares en Argentina, en un proyecto de exportación de hidrógeno verde con la que se espera convertir a Rio Negro en un polo exportador del combustible para 2030, con una producción proyectada de 2,2 toneladas anuales, con la creación de 15.000 puestos de trabajo directo y 50.000 indirectos. 

Sobre dicho anuncio, Fernández expresó que: “la Argentina tiene una gran oportunidad por delante y necesita empresas así, que inviertan y generen trabajo”. Remarcó  que “el hidrógeno verde es uno de los combustibles del futuro y nos llena de orgullo que sea la Argentina uno de los países que esté a la vanguardia de la transición ecológica” y que “en poco tiempo nuestro país podrá convertirse en uno de los proveedores mundiales de este combustible que va a permitir reducir drásticamente las emisiones de carbono en el mundo”. 

Como plantean Malinovsky y Silvestris (2021)  “la energía es un territorio en disputa para los proyectos estratégicos”. Con esto hacen referencia a la existencia de dos modelos:, uno en el que se promueve la explotación de hidrocarburos como fuente energética principal, aumentando la emisión de gases de efecto invernadero a nivel mundial como consecuencia de este modo de producción. 

El otro fomenta la descarbonización de la matriz energética, con participación fundamental de la megaminería. Ante la disputa entre los actores e intereses que representa cada modelo, debemos “desarrollar un modelo energético local integrado al sistema productivo que definamos a largo plazo. Es por ello que la transición energética debe contemplar la explotación de los recursos naturales en beneficio de las mayorías y no para la apropiación y negocio de los grandes capitales” (Malinovsky, Silvestris, 2021).

Como decía Néstor Kirchner en la COP10: “Si superponemos el mapa mundial de la pobreza y el endeudamiento financiero de los países con el mapa mundial de la ubicación de las mayores extensiones de activos ambientales que aportan al mantenimiento de la biodiversidad, es fácil advertir su coincidencia. Del mismo modo, si superponemos el mapa de los acreedores financieros con el de los países que mayor contribución realizan a la degradación que produce el cambio de clima en el mundo, encontraríamos simétricas coincidencias”. 

Para esto, es central el rol de los activismos y movimientos socioambientales con un componente constitutivo de juventudes, sumado a organizaciones sociales, políticas y del sector productivo, para lograr estas medidas necesarias y urgentes ante el impacto del cambio climático, y que no se comprometa al presente y futuro del planeta, convirtiendo  esta transición hacia una matriz sustentable,  justa y para el pueblo contemplando que las perjudicadas siempre son las grandes mayorías.

* Licenciada en Biología Molecular (UNSL), Doctoranda de la Universidad de Buenos Aires con mención en Fisiología, Facultad de Farmacia y Bioquímica, (UBA). Investigadora del Observatorio de Energía, Ciencia y Tecnología (OECYT) asociado a la plataforma Pueblo y Ciencia y al Centro Latijoamericano de Análisis Estratégicos (CLAE)

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