La Educación Ambiental será política pública si es traccionada desde el ambientalismo popular – Por Por Pablo Sessano

1.509

La Educación Ambiental será política publica si es traccionada desde el ambientalismo popular

Por Pablo Sessano, especial para NODAL

Los hechos indican, en Argentina al menos, que convendrá convencerse de que esa Educación Ambiental que se convierta en herramienta que contribuya realmente a cambiar las conciencias sobre nuestra relación con la naturaleza y a partir de ello avanzar un proyecto de transición ecosocial que nos permita enfrentar con posibilidades, justicia, dignidad y esperanza el complejo futuro del decrecimiento inevitable, solo sera posible si se convierte en bandera y objeto de lucha del llamado ambientalismo popular.

Vamos por partes, porque son varios los aspectos de los cuales hemos de convencernos de una vez por todas. El primero es tan básico como difícil de comprender, tal vez por lo difícil de aceptar, por lo mal e insuficiente que se enseña y comunica: la segunda ley de la termodinámica es inexorable, una parte de la energía útil se pierde ineludiblemente en todo proceso vital o mecánico, lo mismo que el orden de la materia en el universo, por lo cual el reciclado permanente y la economía circular y todo eso, estrictamente no son posibles o lo son hasta cierto punto, pero nunca del todo. Consumir menos y dejar de producir lo que no es reprocesable por la naturaleza seria necesario para aproximarse al máximo, pero de eso apenas se habla, de hecho el consumo es intensamente promovido.

El segundo, estrechamente ligado al anterior, dice que habitamos un mundo finito y que por tanto los recursos y procesos que permiten la vida tienen límites. Se acaban, agotan, se degradan.

El tercero deriva de combinar los anteriores, es decir, no es posible crecer infinitamente en un mundo finito en el cual la materia y la energía se degradan inexorablemente. 

El cuarto, también deficientemente explicado y razonado y sesgadamente comunicado es que el sistema extractivista/productivista/consumista que es nuestro modo hegemónico (es decir, el más difundido) de vida, tiene como principio fundamental precisamente el crecimiento infinito, de todo: la economía, la producción, el consumo, la tecnología, incluso la esperanza de una vida eterna es parte de ese imaginario fáustico del humano moderno que presume ser más inteligente y poderoso que la misma naturaleza; imaginario que cada uno vive y trata de hacer realidad a su manera y según muy disimiles posibilidades, dada la condición social y económica de cada quien. Crecer es desarrollarse- dicen- y el desarrollo solo puede darse con crecimiento para este sistema. Y eso claro, no olvidemos, a condición de someter a sus designios el destino de todo lo que le rodea ya sea materia o vida, por las buenas o por la fuerza.

El quinto aspecto consecuentemente, será que este sistema productivista/consumista contradice las leyes mas básicas de la vida y la física. Se trata una racionalidad irracional. Por lo tanto este sistema carece de futuro, ya que un proyecto de vida basado en el crecimiento infinito en un contexto espacial y material finito es imposible.

Eso y no otra cosa es lo que evidencia el encadenamiento de procesos sociales y ecológicos que determinan el Cambio Climático, como otros hechos catastróficos que ocurren (o hacemos ocurrir) ya permanentemente en nuestro único mundo. Todos sucesos irreversibles que aceleran la degradación de las condiciones que hacen posible la vida. Y claro, sabemos que siempre los más pobres serán los más jodidos, los más ricos los menos, pero serán alcanzados igual, y en el medio sálvese quien pueda. Eso nos propone el sistema socioeconómico y cultural en el que habitamos y la educación ha sido y es un vector de esta mirada.

Estas cuestiones así presentadas no abundan ni en la comunicación social ni en la educación escolar. Mas bien al contrario sus respectivos “manuales operativos” -pues ya no se si puede llamarse de otro modo a una teoría y una practica que, al igual que la economía, funcionan autómatamente-, se referencian tambien en el imaginario creado por y dentro de la sociedad productivista/consumista y por ello tanto les cuesta lograr ver lo que se esconde detrás de ese ideario desarrollista. Por lo pronto un futuro de colapso y si, pronto.

En nota anterior enfatizábamos la idea de que la transformación necesaria, la que no se ha hecho, obviamente, pero omitimos, es fundamentalmente cultural y no tecnológica. La tecnología y la ciencia están al día aunque mal orientadas, la economía clásica es una disciplina en decadencia. El cambio cultural es político, las conciencias se transforman en el dialogo y en ello la comunicación y la educación son esenciales e indispensables, por eso es tan importante reorientar sus sentidos.

Cerremos el razonamiento. Los Estados, el Estado argentino por caso, o las personas que acceden a su administración, también operan bajo la misma lógica extraviada y al servicio de ese imaginario de progreso y desarrollo que conduce al abismo, pero que mientras vamos llegando, genera injusticias y desigualdades jamas vistas. Pero no sabe (saben ellos) hacer de otra manera y por eso proponen para salir del atolladero, mas de lo mismo. Un absurdo intentar soluciones con las herramientas que generaron los problemas.

De tal suerte, la Educación Ambiental que nos ayudaría a desandar estas ideas equivocas y fallidas y retomar un rumbo compatible con la vida buena, sencilla y justa para todos: eso es sustentabilidad, no podría ser promovida con toda su potencialidad desde el Estado, pues supondría abrir la reflexión sobre la viabilidad, racionalidad y razonabilidad del sistema mismo y con él, el Estado mismo, al menos este; la economía clásica que rige nuestras vidas, las formas de producción, de consumo, el diseño de la justicia, la validez de muchos procedimientos científicos y numerosísimas practicas tecnológicas, las formas de educar y los contenidos de la educación y en definitiva la cultura toda, el imaginario hegemónico en su totalidad. Algunos educadores hacen eso, pero el sistema educativo definitivamente no. Por eso, y pruebas al canto, al gobierno/estado argentino le bastó con empujar la tan celebrada Ley de Educación Ambiental Integral hasta su sanción, no es poco, pero no pudo más y no podrá por lo antes explicado. La ley es del 2021, correspondía que tuviese asignación presupuestaria específica (Art. 26) en el proyecto 2022, pero, aunque el presupuesto no se aprobó, la Ley no había sido tomada en cuenta. Tampoco se convocó a la formación de la Coordinación Ejecutiva (Art.11) órgano encargado de ejecutar la ley y convocar a su vez a la sociedad representada en el Consejo Consultivo (Art.14) Justo es decir que los posibles miembros de este ultimo tampoco se han auto- convocado para impulsar la aplicación efectiva de la Ley.

Las únicas acciones que parecen estar realizándose son las reuniones que lleva a cabo el MAyDS con los representantes de los homólogos provinciales asignados al tema y ciclos de charlas y capacitaciones abiertas, como parte de la estrategia Nacional de EA. Y aunque ahora con una buena ley de respaldo, en rigor no más incluso menos por ahora, que lo que se hiciera en gestiones y gobiernos anteriores. El Ministerio de Educación, como siempre fiel a la tradición ombliguista y a la pretenciosa docta que le caracteriza brilla por su ausencia, no asume el compromiso que le asigna la ley, parece no reconocer la importancia de la EA ni la relevancia de la crisis ambiental, en su portal publico estas no figuran, ni la Ley, ni ninguna política específica que muestre algún cambio en su forma de ver la cuestión, permaneciendo como el principal obstáculo en el avance de la Ley y de la EA, en el sistema educativo, la mitad del universo implicado.

Hay una sexta cuestión que asumir: la sociedad del decrecimiento llegará de todas formas porque la inercia del sistema actual, aun si lo detuviéramos del todo hoy mismo, cosa que además no ocurrirá, ya no sera posible evitar consecuencias irreversibles de la destrucción practicada. La sociedad del crecimiento infinito chocará con los límites del sistema tierra, la cuestión es si planificamos ese escenario de llegada para generar una transformación menos dolorosa, más justa e incluyente y un futuro herido pero posible para las jóvenes generaciones o simplemente seguimos con la costumbre de destruir, guerrear, extraer, dominar, hasta que el colapso nos alcance sin resguardo, sin saberes, sin herramientas y sin la conciencia educada que podría haberlo evitado. Todo eso se construye en la educación, tiene que ser ahora y tiene que ir contra sus propios fundamentos si es necesario. Y mientras eso no ocurra, todo sea un como sí y quede en lindas palabras, la educación sera cómplice del derrotero elegido.

Finalmente vamos cerrando el círculo. Decía Martínez-Alier, que el ecologismo popular es la expresión de una “economía moral” que se enfrenta a la mercantilización y se manifiesta en las fronteras extractivas”, y si bien lo integran organizaciones y colectivos muy diversos, su principal activo son los sectores más directamente afectado por el extractivismo, la contaminación y el despojo territorial. El ahora llamado ambientalismo popular representa un espectro mucho más amplio de sectores sociales y personas que de una u otra forma, con más o menos profundidad y compromiso son expresión de esa otra “economía moral”, que aunque no esté siempre conectado con los conflictos ambientales, comprende que los procesos de degradación también los alcanzarán y que los mismos procesos representan no solo un problema ecológico sino social, que la justicia ambiental y la social son una misma cuestión pues se refieren e implican recíprocamente, y que el sistema económico y el modelo social y productivo no son viables. La novedad de este ambientalismo es que ahora se han sumado sectores de clase media acomodada, sectores orgánicos de partidos políticos y movimientos sociales, algún sindicato y muchos jóvenes.

Pues bien, todo indica que solo si esos sectores asumen que la crisis ambiental requiere no una educación renovada sino una nueva educación y sobre todo el establecimiento de prioridades educativas relacionadas con dicha crisis, sus causas y sus consecuencias, y que la EA no es apenas una modalidad educativa a agregar al sistema, sino un componente fundamental y estratégico en un proyecto de transformación hacia alguna sustentabilidad; solo si asumen en esa medida el compromiso con la política publica educativa referida a la cuestión ambiental podrán generar la presión suficiente para destrabarla y convertirla también en herramienta política de una transición.

* Educador ambiental. Diplomado Internacional en Transformación Educativa. Master en Eco auditorías y Planificación Empresarial del Medio Ambiente. Especialista en Gestión Ambiental Metropolitana y políticas públicas ambientales.

Más notas sobre el tema