El discurso político-mediático sobre Cuba en el contexto de las Cumbres de las Américas – Por la Dra. C. Olga Rosa González Martín

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El discurso político-mediático sobre Cuba en el contexto de las Cumbres de las Américas

Por la Dra. C. Olga Rosa González Martín*

Han pasado casi treinta años des- de que en 1994 los Estados Unidos de América organizaran la primera Cumbre de las Améri- cas en la ciudad de Miami. Siete más se han realizado hasta que entre el 6 y el 10 de junio de este 2022 se celebre la novena en la ciudad de Los Ángeles, California. Las que se han realizado hasta ahora son las siguientes:

  1. 9-11 de diciembre de 1994: Miami, Es- tados Unidos de América;
  2. 18-19 de abril de 1998: Santiago de Chi- le, Chile;
  3. 20-22 de abril de 2001: Quebec, Canadá;
  4. 4-5 de noviembre de 2005: Mar del Plata, Argentina;
  5. 17-19 de abril de 2009: Puerto España, Trinidad y Tobago;
  6. 14-15 de abril de 2012: Cartagena de In- dias, Colombia;
  7. 10-11 de abril de 2015: Ciudad de Pana- má, Panamá;
  8. 13-14 de abril de 2018: Lima, Perú.

Entre la primera y la segunda hubo otra los días 7 y 8 de diciembre de 1996 en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, que fue resultado de la propuesta que realizara en Miami el Han pasado casi treinta años desde que en 1994 los Estados Unidos de América organizaran la primera Cumbre de las Américas en la ciudad de Miami. 

El entonces presidente de Bolivia, Gonzalo Sánchez de Losada. El objetivo de esta fue esta- blecer una visión común sobre el desarrollo sostenible y como resultado se adoptaron 98 mandatos relacionados con los siguientes temas: salud, educación, agricultura, ciudades y comunidades sostenibles, recursos acuífe- ros, áreas costeras, energía y minerales.

Algo similar sucedió en 2004 cuando se celebró una Cumbre Extraordinaria en Mon- terrey, México. Su resultado quedó plasmado en la Declaración de Nuevo León que incluyó 72 mandatos y se concentró en tres áreas específicas; a saber: crecimiento económico para reducir la pobreza, desarrollo social y go- bernanza democrática.

Sin embargo, más allá de las diferencias entre una y otra cinco han sido los ejes te- máticos que las han caracterizado a todas; a saber, preservación y fortalecimiento de la democracia, la justicia y los derechos humanos; integración económica y libre comercio; educación; erradicación de la pobreza y la discriminación y desarrollo. Estos se han manejado a través de un conjunto de mandatos que se explicitan a continuación.

 

Mandatos

 

Temas / Áreas de Ejecución

 

 

 

Democracia

 

Procesos y procedimientos electorales Transparencia y buena gestión gubernamental Medios de Comunicación

Lucha contra la corrupción Fortalecimiento de los gobiernos locales

 

 

 

 

 

Derechos Humanos

 

Cumplimiento de obligaciones internacionales y respeto de las normas internacionales Fortalecimiento de los sistemas de derechos humanos Migración

Derechos humanos de la mujer Derechos humanos de la Niñez y la Adolescencia

Libertad de opinión y de expresión

 

 

 

 

Justicia

 

Acceso a la justicia Independencia del poder judicial

Reuniones hemisféricas de ministros de justicia Combate al problema de las drogas Delincuencia organizada transnacional Prevención de la violencia

 

Seguridad Hemisférica

 

Fortalecimiento de la confianza mutua Lucha contra el terrorismo

 

Sociedad Civil

 

Fortalecimiento de la participación

en los procesos hemisféricos y nacionales

 

 

Comercio y Finanzas

 

Comercio e inversión Estabilidad económica y financiera

Responsabilidad social de las empresas

 

 

Infraestructura

 

Telecomunicaciones Transporte

Energía

 

Manejo de Desastres

 

 

Mandatos

 

Temas / Áreas de Ejecución

 

Desarrollo Sostenible

 

Medio ambiente y gestión de recursos naturales

 

Agricultura

 

Trabajo

 

 

 

Crecimiento con Equidad

 

Financiamiento para el Desarrollo Ambiente económico favorable Migración

Mejoramiento de la estabilidad y movilidad social

 

Educación

 

Ciencia y Tecnología

 

 

 

Salud

 

Reforma del sector de la salud Enfermedades trasmisibles Enfermedades no transmisibles Conectividad

 

Igualdad de Género

 

Pueblos Indígenas

 

Diversidad Cultural

 

La Juventud y la Infancia

 

 

Mandatos

 

Temas / Áreas de Ejecución

 

Seguimiento de las Cumbres

 

Gestión de la Cumbre Implementación y financiación

 

Conectividad

 

Como se evidencia, estos son amplios, di- versos y sus resultados han sido limitados. Al respecto, Díaz (2019) apunta: “La práctica en la celebración de las distintas Cumbres de las Américas revela, en esencia, un foro de debate y discusión destinado a cumplir algunas funciones en los ámbitos de la concertación política y la cooperación internacional pero que apenas ha logrado resultados efectivos, incluso en estos campos. En perspectiva de concertación política se avanza poco puesto que, en la mayoría de los casos, se dejan entrever los profundos enfrentamientos y discrepancias que habitan en la región. Sin embargo, de forma puntual, se han alcanzado grados aceptables de concertación políti- ca como sucedió con ocasión de la VI Cumbre, celebrada en Panamá, 2015, que plasmó el acuerdo entre los Estados Unidos y Cuba para que se produjera el ‘deshielo’ entre los dos países. En la óptica de la cooperación no se han alcanzado tampoco resultados espectaculares ni tan siquiera la Cumbre tiene capacidad para sentar las bases de una cooperación eficaz entre todos los Estados. El fracaso de la iniciativa tendiente al establecimiento de un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que se explicitó en la Cumbre que tuvo lugar en Mar del Plata, en 2005, así lo atestigua (Díaz, 2019: 63-64)”.

En este sentido es útil recordar que las Cumbres de las Américas no constituyen el primer intento por parte de los Estados Uni- dos de América de promover una integra- ción regional funcional a sus intereses. Para ello, celebró entre 1889 y 1954 las Conferencias Interamericanas. Tanto estas como las primeras coinciden en su lanzamiento con momentos clave en la historia del vecino del norte. No olvidemos que la Primera Conferencia Interamericana a finales del siglo XIX (1889-1890) coincide con la emergencia de ese país como potencia mundial mientras que la Primera Cumbre de las Américas, celebrada en 1994 en Miami, se da en el contexto del llamado fin de la Guerra Fría luego de la desaparición del campo socialista y de la Unión Soviética poniendo, así, punto final al mundo bipolar. Por otro lado, ambos pro- cesos han tenido como elemento común los intereses económicos de los Estados Unidos. En la primera Conferencia se logró la creación de la Unión Aduanera para garantizar el comercio con América Latina mientras que la Primera Cumbre abogó por la crea- ción de un Área de Libre Comercio luego de haberse firmado el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA por sus si- glas en inglés).

Sin embargo, y volviendo a las Cumbres de las Américas en particular, pareciera que los medios estadounidenses han sido prácticamente indiferentes a ellas. Al revisar la base de datos que sobre noticias relacionadas con estas tiene el sitio web de la Secretaría de las Cumbres de las Américas (Secretaría, 2022), sólo aparecen de 171 medios y 23 artículos periodísticos. Esto puede ser resultado del propio trabajo de la Secretaría pero autores como Vanderbush y Klak (1996) demuestran que esta parece ser la realidad. En su estudio sobre la cobertura que realizara The New York Times a la primera Cumbre celebrada en Miami en 1994 este periódico sólo publicó cuatro artículos sobre el acontecimiento que reuniría por primera vez luego de 25 años en un evento de ese tipo a todos los Jefes de Estado y de Gobierno de la región, con la excepción de Cuba. Curioso resulta que aunque Cuba no participó de ella se habló en el periódico.

Por ello, es de interés determinar la ma- nera en que los medios estadounidenses han cubierto el tema Cuba en el contexto de las Cumbres de las Américas, haya partici- pado o no en dichos cónclaves, y proyectar las posibles líneas de mensaje que sobre la Isla puedan manejarse en el venidero even- to de junio de este 2022 en Los Ángeles. De ahí que la premisa que guía este estudio sea la siguiente: la presencia o no de Cuba en las Cumbres de las Américas no ha influi- do en el discurso mediático que sobre ella se hace en los medios estadounidenses. De hecho, este se ha caracterizado por una vi- sión parcializada sobre la Isla que ha estado en consonancia con la manera en que des- de el ejecutivo se ha visto y se ha pretendi- do entender a Cuba. Para la de Los Ángeles, y teniendo en cuenta la política del actual gobierno estadounidense en torno a Cuba, así como las prioridades definidas por Biden para dicho evento, no se vislumbra un cambio sustancial.

Por consiguiente, este artículo se propone determinar las particularidades del discurso político-mediático en torno a Cuba tanto en las Cumbres en las que ha participado como en aquellas en que no lo ha hecho. Asimismo, se pretende ofrecer al lector las principales líneas de mensaje que esta autora considera se mantendrán en el contexto de la venidera Cumbre por parte del gobierno de Biden en torno a Cuba aún y cuando en el momento en que se escriben estas líneas no se sabe si la mayor de las Antillas estará presente en Los Ángeles, California en junio de este 2022. Para realizar este trabajo se hizo uso de la perspectiva cualitativa y del método dialéc- tico en tanto no sólo nos ayuda a estudiar el fenómeno a investigar en su contexto histórico social, sino que nos permite verlo en su totalidad. Asimismo, y como técnicas de recogida de información, se recurrió a la investigación bibliográfico-documental y al análisis de contenido cualitativo a documentos oficiales del gobierno de los Esta- dos Unidos y de las cumbres en particular, además de las publicaciones que los distin- tos medios de prensa estadounidense han publicado.

Por otro lado, y para el discurso político-mediático sobre Cuba en particular, se acudió a investigaciones ya realizadas tanto a nivel internacional (Biancalana et. al, 1986; Vanderbush y Klak, 1996; Soderlund et. al., 1998; Soderlund, 2003; Landau, 2006) como desde la academia cubana; en particular, del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (González, 2015, 2016, 2018, 2020; Acosta, 2017; Vega, 2019) y la Facul- tad de Comunicación de la Universidad de La Habana (Garcés, 2007; Gómez, 2019). Asimismo, se compiló lo publicado en Twitter por la Embajada de los Estados Unidos en la capital cubana por ser la representación oficial de ese gobierno en Cuba (533 tuits) si bien no se desestimaron las declaraciones oficiales hechas por el propio presidente Bi- den. Se acudió a Twitter por la relevancia que como medio social tiene en el campo de la política. Así lo demuestran varios estu- dios. Por ejemplo, en 2021, Quorum publicó su informe en torno al uso que de los medios sociales hicieron los congresistas estadou- nidenses en el año. Para ello, se analizaron unos 800 000 posts hechos por miembros del 117 Congreso en sus cuentas oficiales de Twitter, Facebook y YouTube desde el 1ro de enero hasta el 30 de noviembre. Como par- te de las conclusiones obtenidas, destacaron las siguientes:

  • Twitter fue la plataforma más utilizada con 477 586 tweets, seguida de Facebook (295 521) y YouTube con 20 736 videos.
  • Twitter fue, asimismo, la más usada Llegó a alcanzar la cifra de 1 430 tweets diarios mientras que Facebook llegó a 885 posts y YouTube a los 61 videos por día.
  • Por cada proyecto de ley presentado el Congreso tuiteó 53 veces, posteó 33 veces en Facebook y compartió dos videos en Youtube
  • Por cada ley aprobada se tuiteó 6 921 veces, se compartió algún post en Fa- cebook 4 282 veces y algo similar se hizo con 295 videos en Youtube
  • La Covid 19 y las políticas del gobierno de Biden fueron los temas que marcaron tendencia
  • Los demócratas hicieron más uso de Twitter y Facebook que los republicanos y cuando estos votaron de conjunto con los demócratas no lo compartieron con sus seguidores
  • Biden ha tuiteado un 30% menos que Trump aunque a diferencia de este ha usado la cuenta del @POTUS. Trump se caracterizó por usar su cuenta personal.

Estos datos están en consonancia con el informe de Twiplomacy (2020) donde se demostró que los gobiernos y líderes de 189 países tenían presencia oficial en este medio representando, así, el 98% de los 193 estados miembros de la Organización de Naciones Unidas. Resultados similares mostraron los informes correspondientes a los años 2018, 2017 y 2016.

Por otro lado, y para los efectos de este trabajo, la autora se adscribe a los concep- tos de discurso político y discurso populista de Charaudeau (2019) quien plantea que: “El discurso político obedece a una puesta en escena que trata de responder a cuatro preguntas: (i): ¿Qué es lo que está mal en la sociedad? (ii) ¿De quién es la culpa? (iii) ¿Qué clase de líder soy? (iv) ¿Qué valores defiendo? La primera pregunta lleva a la denuncia del desorden social; la segunda a denunciar a los responsables de este desorden; la tercera a construir una cierta imagen del líder; la cuarta a exaltar valores.

El discurso populista se inscribe dentro de la misma puesta en escena radicaliza- da, llevándola al extremo: (i) la denuncia del desorden social es una excusa para exacer- bar la situación de víctima del pueblo en un discurso de victimización; (ii) la crítica a los responsables es empujada hasta la satani- zación de los culpables en un discurso que promueve la eliminación del enemigo; (iii) el líder se presenta como el salvador providencial que lleva la voz de la gente; (iv) los valores se defienden de forma paroxística. Desde un punto de vista discursivo, el discurso populista no es más que un discurso político en exceso” (Charaudeau, 2019:105).

Por discurso mediático se entienden las narraciones que los medios hacen sobre lo que acontece en las distintas sociedades teniendo en cuenta el momento histórico-concreto en el que se da.

Particularidades del discurso político-mediático de los Estados Unidos en torno a Cuba en el contexto de las Cumbres de las Américas 

Para hablar sobre este tema hay que tener en cuenta la historia del conflicto entre los Estados Unidos y Cuba. Esta ha sido compleja y ya rebasa los dos siglos. Asimismo, deben considerarse las distintas visio- nes que han conformado históricamente la manera en que los estadounidenses han visto y entendido a Cuba. Por ello, y sin ánimos de atiborrar al lector con cuestiones históricas ya conocidas, en este epígrafe se hará una breve recapitulación del discurso político del vecino del norte en torno a Cuba. Sólo así podrá comprenderse el porqué de la cobertura mediática sobre la Isla en el contexto de las Cumbres de las Américas.

A inicios del siglo XIX, e incluso antes, ya habían aparecido las construcciones ideológicas amparadas bajo políticas confesas para dominar a la isla. En este período histórico se justifican los intereses expansionis- tas de los Estados Unidos a partir de la Ley de Gravitación Política, la Doctrina Monroe y el Destino Manifiesto. Sin embargo, el momento clave en que se materializa este deseo es cuando, como resultado de la in- tervención estadounidense en la Guerra Hispano-Cubano-Americana, se frustra la independencia de Cuba y de colonia española pasa a ser protectorado estadounidense. El discurso del General John R. Brooke en la toma de posesión del gobierno de Cuba en enero de 1899 es ilustrativo: “Al pueblo cubano: Habiendo venido como representante del Presidente para continuar el propósito humanitario por el cual mi país intervino para poner término a la condición deplorable de esta Isla (…) el Gobierno actual se propone dar protección al pueblo para que vuelva a sus ocupaciones de paz, fomentan- do el cultivo de los campos abandonados y el tráfico comercial y protegiendo eficazmen- te el ejercicio de todos los derechos civiles y religiosos (…) Para ello se valdrá de la admi- nistración civil, aunque esté bajo un poder militar para el interés y el bien del pueblo de Cuba y de todos los que en ella tengan dere- chos y propiedades” (Pichardo, 1969: 10-11).

De esta manera, desde el discurso políti- co, se obviaron los esfuerzos independentis- tas de los cubanos que habían peleado tres guerras por la independencia de Cuba y los Estados Unidos se presentaron como los héroes que liberaron a Cuba. Así, parafraseando las palabras de McNamara compiladas por la Editora Política en la Conferencia Tripartita de 1992 (2013), se vendió la idea de que fueron los estadounidenses los que li- beraron a Cuba del yugo español. Pero esto no fue suficiente. Ya ocupado el territorio cubano, el gobierno de los Estados Unidos consolidó el control sobre nuestro país a par- tir de la imposición de la Enmienda Platt en la Constitución de 1901, la firma del Tratado Permanente, el Tratado de Reciprocidad Co- mercial y el Tratado Naval de 1903. A través de ellos Cuba fue, según los estadouniden- ses, civilizada. Como apuntó McNamara, «Los estadounidenses creen que utilizaron la Enmienda Platt para mediar en los litigios internos de Cuba y resolverlos (…) los estadounidenses se inclinan a pensar que sus inversiones en Cuba contribuyeron al de- sarrollo del país» (Editora Política, 2013: 7).

Por su parte, la política del Buen Vecino de Roosevelt, que eliminó la Enmienda Platt en 1934 pero que condujo a la firma de otro Tratado de Reciprocidad Comercial entre los Estados Unidos y Cuba, fue para ayudar a Cuba y a los latinoamericanos mientras dormían su siesta.

Visiones como las antes mencionadas que, además, fueron reproducidas por los medios de comunicación estadounidenses, condu- jeron a que tanto periodistas que cubrieron las acciones del movimiento revolucionario cubano en la Sierra Maestra (como fue el caso de Matthews) como buena parte de la población estadounidense «no entendieran la esencia de la revolución cubana como parte de un proceso histórico que no solo se centraba en la lucha por la independencia nacional sino que tenía un marcado carácter anticolonialista y antiimperialista» (González, 2016).

Michael E. Parmly, Jefe de la Sección de Intereses de los Estados Unidos en La Haba- na de 2005 a 2008, expresó en entrevista concedida Salim Lamrani que: «Todavía hay americanos que piensan que Cuba debe someterse a la voluntad americana” (Lamrani, 2021).

Con el triunfo de la Revolución en 1959 se produjo un punto de inflexión relevante en cuanto a la visión de Cuba en el discurso po- lítico estadounidense. A partir de este momento, se definen los cuatro grandes temas sobre los que se ha construido política y mediáticamente a Cuba desde entonces: «la expropiación de propiedades a compañías estadounidenses, Cuba como país comunis- ta, Cuba como país que apoya el terrorismo internacional (desde 1982 y hasta 2015) y, por último, la violación de derechos y la necesidad de la llamada transición hacia la de- mocracia” (González, 2020: 200). La Isla se incluyó nuevamente en la lista de países pa- trocinadores del terrorismo internacional durante el gobierno de Donald Trump.

Así, por más de 50 años, el discurso político de los distintos gobiernos que han ocu- pado la Oficina Oval de la Casa Blanca, ha satanizado a los líderes revolucionarios y para justificar su acciones contra la isla se han escudado en líneas de mensajes muy claras: los cubanos constituyen un pueblo que ha vivido bajo la «represión» de un «dictador» que no respetó los más mínimos derechos humanos, que no permitió eleccio- nes libres y democráticas y que no pretendió abandonar el poder bajo ningún concepto (Prieto, 1989, 1990, 1995; Fernández, 2000; Solomon, 2000); los migrantes son «exilia- dos» y  «víctimas» que  lograron  escapar  de la «tiranía» y los contrarrevolucionarios en Cuba son los «disidentes» que abogan pací- ficamente por una Cuba libre y democrática (Arboleya, 2000; Calvo y Declercq, 2003; Eli- zalde y Báez, 2003).

Junto a estos temas, y como parte de la escalada en el conflicto entre los dos países, Cuba como amenaza para la seguridad nacional de los Estados Unidos se impone desde el discurso político. Relevante en este sentido fue la Crisis de los Misiles y el activismo internacional de Cuba hasta bien entrada la década del 80 del siglo XX. Ello se explicaba por la política exterior cubana de compromiso activo en la arena internacional, incluyendo su apoyo a las luchas populares armadas de liberación en el Tercer Mundo, y su alianza con el entonces bloque soviético (Hernán- dez, 2015).

Por todo ello, y con la llegada de Ronald Reagan a la presidencia de los Estados Unidos, se produce lo que González (2016) considera como «alteración sustancial de la política de distensión seguida hacia la antigua Unión Soviética y los países de Europa del Este, además de una línea de confrontación y enfrentamiento en la arena internacional que se caracterizara por la presión económica, ideológica, política y militar». La cobertura mediática, por su parte, no se alejó mucho de esta posición. Así lo plantean Biancalana et. al (1986) en estudio realizado a 396 artículos de 16 medios impresos de los Estados Unidos2 cuya agenda sobre Cuba estuvo definida por los siguientes temas: derechos hu- manos (19,4%), cubano-americanos (11,6%), política exterior de Cuba (11,1%), la política de los Estados Unidos hacia Cuba (10,9%), Fidel Castro y el sistema de partido único (9,6%) y la economía cubana (8,1%). Estos fueron construidos de manera selectiva, generalmente negativa y occidentalizada. Los temas cubiertos reflejaron típicamente los intereses de la política exterior oficial de los Estados Unidos, ignoraron los intereses de Cuba y desatendieron temas de posible interés para el público estadounidense como la asistencia médica, seguridad laboral, educación y calidad de vida (Biancalana et. al, 1986: 56).

La caída del campo socialista de Europa del Este y de la Unión Soviética coincide con la presidencia de George Bush padre. Su go- bierno, al ver que Cuba se quedaba sin sus principales socios económicos, apuesta por su caída e incrementa la guerra económica e ideológica contra la Isla. Así, en la visión del nuevo orden mundial que él presenta al Congreso de los Estados Unidos en septiembre de 1990 y, más allá de explicar la política hacia el Medio Oriente y el Golfo Pérsico en particular, define lo que González (2016) considera esencial para Cuba: la no existencia de «un enemigo como la Unión Soviética pero sí la de algunos adversarios en el tercer mundo que servían para justificar su esfuerzo armamentista que no sólo contribuiría a la mejoría de las relaciones Este-Oeste sino a combatir las llamadas violaciones del derecho internacional y de los conflictos regionales”.

Entre los adversarios del tercer mundo estaba Cuba aunque él no la mencionó en su alocución al Congreso de los Estados Uni- dos. Así, en 1992, el legislativo de ese país aprueba la Ley de la Democracia Cubana. Su objetivo declarado era buscar la «transición hacia la democracia» en nuestro país. De esta manera, el gobierno de los Estados Unidos declara su abierta intensión de inmiscuirse en los asuntos internos de la Isla. Los medios, por su parte, continuaron pre- sentando a Cuba «de manera muy negati- va (…) todavía dentro de los marcos de la guerra fría» (Soderlund et. al, 1998).3

Es en este contexto de los 90 que se ce- lebra la primera Cumbre de las Américas en Miami. Y, como se dijo al principio, aun- que Cuba no fue invitada sí se habló de ella. Pero, ¿qué fue lo que se dijo? Según Vander- bush y Klak (1996), a quien The New York Times dio la palabra fue a aquellos representan- tes de la comunidad cubano-americana en los Estados Unidos que tenían un mensaje anti-Castro; en especial, el congresista Lin- coln Díaz-Balart quien abogó por la liber- tad de Cuba. En palabras de los autores: “La cobertura sobre la ausencia de Cuba de la Cumbre es un buen ejemplo de cómo los medios refuerzan la imagen del gobier- no de los Estados Unidos en torno a un es- tado enemigo. La historia de la Cumbre del 10 de diciembre nos dice que los líderes político-económicos de Miami aplaudieron al Presidente Clinton cuando dijo que espe- raba que una ‘Cuba democrática’ pudiera participar en la próxima cumbre. Entonces, uno de los voceros del Departamento de Estado (…) dijo que lo que Castro necesitaba hacer era ‘ajustarse al programa’” (Vander- bush y Klak, 1996: 547).

Por otro lado, y a raíz de la crisis económica que sufre Cuba en los años 90, deja de considerarse a nivel de discurso político como amenaza para la seguridad nacional de los Estados Unidos (González, 2016). Así, se impone en los medios lo que Prieto (1995) denominó la tríada mercado-pluriparti- dismoelecciones libres. Las llamadas incapacidad del modelo económico cubano de satisfacer las necesidades de la población, así como la falta de libertades políticas en Cuba, son el ABC del discurso político durante la década del 90. Todo esto queda claramente refrendado en la Ley Helms-Burton de 1996.

Con la llegada de Bush (hijo) al gobierno de los Estados Unidos el discurso político contra Cuba gana un matiz nuevo: ese país estaba llevando a cabo la guerra contra el terrorismo después de los atentados del 11 de septiembre contra varios símbolos del poder y Cuba estaba incluida en la lista de países terroristas, los países del eje del mal y los de más allá del eje de mal.

Curiosa resulta en este sentido la cober- tura que tanto la televisión estadounidense como The New York Times hicieron sobre Cuba en el 2003, justo cuando los Estados Unidos atacan a Iraq. En el estudio que realizó

Soderlund (2003) sobre la visita del expresi- dente Carter a Cuba constató que Fidel Cas- tro había sido presentado en la televisión en términos más positivos que lo que habían demostrado investigaciones sobre la cober- tura que The New York Times había realizado sobre la Isla entre 1959 y 1996. Garcés (2007), por su parte, evidencia la incidencia del dis- curso político en la prensa al demostrar que en la cobertura hecha por The New York Times sobre Cuba entre febrero y marzo de 2003, las fuentes oficiales constituyeron el 88,4% de las 162 informaciones que se examinaron (133 noticias más 29 notas interpretativas) mientras que las fuentes alternativas, definidas por el autor del estudio como organiza- ciones no gubernamentales y otros grupos miembros de la sociedad civil, fueron solo el 11,6% (Garcés, 2007: 108).

Al finalizar la primera década del siglo XXI, tanto The Washington Post como The New York Times y The Wall Street Journal continua- ron enfocando la realidad cubana a partir del prisma del discurso político sobre Cuba refrendado en ley tanto en la Ley para la Democracia de Cuba como en la Ley para La Libertad, conocidas en la Isla como Ley Torricelli y Ley Helms-Burton. Ambas tienen como eje articulador la tríada mercado-pluripartidismo-elecciones libres como la vía para el cambio de régimen en el país.

Por su parte, la llegada de Obama a la casa blanca representó la posibilidad de un cambio y así lo manejó a nivel de discurso político: “Pondremos punto final a un enfo- que que, durante décadas, no nos ha permi- tido avanzar en nuestros intereses y, por lo tanto, comenzaremos a normalizar las rela- ciones entre nuestros dos países. Con estos cambios pretendemos crear más oportu- nidades para los pueblos estadounidense y cubano, además de comenzar un nuevo ca- pítulo entre las naciones de las Américas […] Podemos hacer más para ayudar al pueblo de Cuba y promover nuestros valores a través del engagement […] Después de todo, estos cincuenta años han demostrado que el aislamiento no ha funcionado. Es hora de un nuevo enfoque” (Obama, 2014).

Este cambio en la manera de hablar so- bre las relaciones entre los dos países fue realmente extraordinario. Hubo una mejo- ría en las relaciones y primó el respeto en el discurso del gobierno estadounidense hacia Cuba. Está claro que Obama se proyectó discursivamente hacia nuestro país con un pensamiento distinto, «retomó la antorcha y decidió establecer formalmente relaciones diplomáticas en 2016. Obama estaba convencido de que la política americana para con Cuba era un error y deseaba cambiar eso” (Parmly, 2021).

Sin embargo, el cambio del aislamiento al engagement en términos discursivos no signi- ficó una mejoría en la cobertura mediática sobre Cuba o, al menos, no se produjo una visión positiva sobre Cuba. En una mues- tra de sólo veinte artículos seleccionada entre el 17 de diciembre de 2014 y junio de 2015 se demostró que no hubo cambios sig- nificativos y se privilegiaron las fuentes es- tadounidenses por encima de las cubanas (González, 2015). Por otro lado, en un análi- sis de discurso realizado por Acosta (2017) a 190 artículos publicados por The New York Times entre el 17 de diciembre de 2014 y el 18 de diciembre de 2015, el autor concluye que aunque el periódico le dio cobertura a una variedad de temas, los trabajos no sólo mi- nimizaron el impacto del bloqueo en Cuba sino que establecieron como un hecho que la Isla no reciprocaba en su justa medida los cambios implementados por Obama. Al ex- plicar el porqué del cambio de la política, las explicaciones fueron similares a lo dicho por el propio Obama: los Estados Unidos no habían logrado avanzar en sus intereses. Para colmos, otros países estaban ocupando es- pacios que habían sido tradicionalmente del vecino del Norte.

Debe resaltarse aquí que estos cambios se producen también en el contexto de la parti- cipación de la mayor de las Antillas, por pri- mera vez, en una Cumbre de las Américas; a saber, la de Panamá. Sin embargo, la connotación discursiva del giro histórico estuvo, por parte de los Estados Unidos, enfocada en la llamada transición de Cuba hacia la democracia y el papel de los Estados Unidos como guía del proceso. Por su parte, la mejor representación gráfica de la lógica político-mediática discursiva de la era Obama en torno a Cuba la ofrece Díaz (2018)

Con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca se produce un giro de 180 grados a la estrategia implementada por Obama. Apelando a los símbolos, Trump anuncia la esencia de lo que sería su política ha- cia Cuba en el Teatro Manuel Artime de la ciudad de Miami a sabiendas de que Manuel Artime fue el jefe de la Brigada 2506 que atacó a Cuba por Playa Girón en 1961. Allí presentó su Memorando Presidencial de Seguridad Nacional en torno al Fortalecimiento de la Política de los Estados Unidos hacia Cuba. Como evidencia de que su mandato se caracterizaría por el regreso a la política de hostilidad, Trump dijo ese día: “Por casi seis décadas el pueblo cubano ha sufrido bajo la dominación comunista. Has- ta el día de hoy, Cuba es gobernada por la misma gente que mató cientos de miles de sus propios ciudadanos, que buscó extender su fallida y represiva ideología por todo nuestro hemisferio (…) que ha apoyado el tráfico de personas, el trabajo forzado y la explotación (…) Esta es la simple verdad del régimen de Castro (…) Al gobierno cubano le digo: Ponga fin al abuso de los disidentes. Libere a los presos políticos. No encarcele a más personas inocentes. Ábrase a las libertades políticas y económicas. Devuelva a los fugitivos de la justicia estadounidense (…) Cualquier cambio en la relación entre los Estados Unidos y Cuba dependerá del verdadero progreso en torno a estos y otros objetivos, muchos de los cuales ya he descrito” (White House, 2017).

Como patentizan estas palabras, se vol- vió al discurso tradicional: Cuba es una dicta- dura, hay represión, viola derechos humanos y si quieren un cambio hagan lo que dicen los Estados Unidos. Así, en su estudio sobre el discurso político del Presidente Trump en Twitter y su correlato con la gran prensa es- tadounidense, González (2020) apunta que los temas que definieron la agenda política de Trump hacia Cuba fueron cuatro: «su- puestos ataques acústicos, Memorando Presidencial, Vinculación Cuba-Venezuela y presunta violación de derechos humanos» (González, 2020: 211). Estos, incluso, se dan en el contexto de la participación de Cuba en la Cumbre de las Américas en Perú —cónclave al que, por cierto, no asistió el presidente estadounidense— y son, a su vez, los temas cubiertos por cuatro medios de relevancia en términos de imposición de agenda en los Estados Unidos; a saber, The New York Times, The Washington Post, The Wall Street Journal y The HuffPost. Así lo demuestra la figura 2.

Así, llegamos al gobierno de Joe Biden lue- go de un proceso electoral en 2020 complejo y cuyos resultados no aceptó nunca Donald Trump. Al discurso político-mediático del gobierno de Biden sobre Cuba y qué esperar al respecto en el contexto de la Cumbre de las Américas en Los Ángeles, Estados Unidos, se le dedicará el siguiente epígrafe.

Discurso político-mediático de los Estados Unidos en torno a Cuba en el gobierno de Biden. ¿Qué esperar al respecto en la Cumbre de las Américas, Los Ángeles, 2022? 

Biden llega a la Casa Blanca después de uno de los procesos electorales más escandalosos de la historia de los Estados Unidos. Por otro lado, llega en un momento en que Donald Trump había impuesto a Twitter como su medio favorito para comunicarse con sus seguidores y dar a conocer sus políticas. Esto marcó un cambio no sólo en la manera de hacer política sino en los procesos de construcción de la agenda mediática que echaron por tierra prácticas establecidas en cuanto a las rutinas productivas y los criterios de noticiabilidad que han guiado el ejer- cicio periodístico por años.

En este sentido hay una diferencia notable entre Trump y Biden. Este publica un promedio de seis tweets diarios mientras que Trump llegó a publicar veinte por día. Sobre Cuba en particular también hay diferencias entre uno y otro si bien ambos tienen en común el bajo perfil dado a la Isla en sus tuits. De hecho, el sitio Follerwonk (2021) demuestra que la cuenta de @POTUS no se incluye en la lista de los 50 usuarios que más tweets han emitido con el nombre de Cuba.

Por otro lado, Trump y Biden también se diferencian en las proyecciones de política exterior en general si bien a los dos les interesa la recuperación de la hegemonía es- tadounidense en el sistema de relaciones internacionales. La historia reciente así lo demuestra. En cuanto a las Cumbre de las Américas en particular, como ya se dijo, Trump optó por no asistir a Lima, Perú, mientras que Biden ha decidido celebrar la IX Cumbre en territorio estadounidense. El lema propuesto para el cónclave de Los Án- geles es Construir un Futuro Sostenible, Resiliente y Equitativo. Al respecto, el gobierno de Biden ha definido cuatro prioridades:

  1. combatir la pandemia de la Covid-19, fortalecer el sistema de salud y llevar a cabo una activa campaña de vacunación en América Latina y el Caribe que vaya más allá de las donaciones de vacunas;
  2. promover una recuperación equitativa y verde (saludable) de la En este sentido, es esencial la Iniciati- va de Biden (Reconstruir Mejor) junto a sus cinco temas verticales: género, salud, seguridad, conectividad digital y clima;
  3. trabajar en el tema migratorio y, co- mo parte de esto, promover la cam- paña en torno al derecho que tienen las personas a quedarse en sus países para que no emigren;
  4. consolidar la democracia en la región. El interés es ir más allá del debate en torno a la democracia representativa o participativa y enfocarse en temas relacionados con la desinformación co- mo desafío en la región, la protección al trabajo de los periodistas y de los fis- cales independientes que combaten la corrupción (White House, 2022).

Estos serán los temas que marcarán la agenda de la Cumbre de las Américas en Los Ángeles. Cuba tendría mucho que aportar, fundamentalmente en los dos primeros, pues el control de la pandemia que se ha logra- do en la Isla como resultado de las políticas definidas para ese fin podrían ayudar a todo el hemisferio. Sin embargo, el éxito cubano ha sido prácticamente silenciado por los medios y este debe verse en un contexto marcado no sólo por la Covid-19 sino por el recrudecimiento del bloqueo contra Cuba en un momento de crisis global que ha afec- tado a todos los países y economías del mundo.

En este sentido, debe reconocerse que Biden no ha cumplido con sus promesas de campaña en torno a la relación bilateral. Todo ha cambiado tan poco que parece que estamos en tiempos de Trump. Esto ha he- cho que, incluso, un grupo de congresistas hiciera una carta al presidente Biden pidien- do la adopción de medidas humanitarias encaminadas a suspender las regulaciones que impiden la llegada de alimentos y medi- cinas a Cuba además de abogar por el proceso de normalización de relaciones entre los dos países y, así, avanzar en la agenda bilateral (McGovern et. al, 2021).

Por su parte, la embajada de los Estados Unidos en La Habana ha mantenido un dis- curso muy similar al del expresidente Trump en relación con Cuba. En los mensajes pu- blicados entre enero y diciembre de 2021, su cuenta en Twitter ha estado muy activa; en especial, durante el segundo semestre del año, si bien el cierre del estudio se hizo antes de que concluyera el último mes de 2021. Al hacer una codificación temática a 533 tuits publicados por @USEmbCuba, el resultado es elocuente en cuanto a sus intereses informativos y principales líneas de mensajes manejadas. Así lo demuestra la figura 3 al respecto.

Como se evidencia, los mensajes estuvie- ron enmarcados en tres áreas fundamen- tales: apoyo a la subversión, derechos humanos y la llamada represión. Cada uno de estos, a su vez, se relaciona con temas muy particulares. Por ejemplo, el primero de ellos está muy asociado a las etiquetas más pro- movidas por la embajada desde el mes de octubre; a saber: #11J, #15N y #PresosPorqué.

Durante noviembre hubo 22 mensajes rela- cionados con ellas de un total de 73 publica- dos. Hasta el día 15 se hizo un llamado al go- bierno a permitir manifestaciones en Cuba luego de que estas no fueran permitidas por las autoridades pertinentes. Posteriormen- te, entre el 15 y el 18, y partir de la intención de los organizadores de mantener las mar- chas se reconoció “la valentía del pueblo cubano”, se cuestionó la “represión al pueblo” y se lamentó “que Yunior García haya tenido que abandonar el país”. Sobre el 15N repro- dujeron los mensajes de seis funcionarios del gobierno que, en la mayoría de los casos, hi- cieron más de una declaración. Estos fueron:

  1. Secretario de Estado, Antony
  2. Secretario Adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental, Brian
  3. Vocero del Departamento de Estado, Ned
  4. Asesor de Seguridad Nacional, Jake
  5. Directora de la USAID, Samantha
  6. Vocera del Consejo de Seguridad Nacional, Emily

El cuestionamiento abierto a las políti- cas oficiales del gobierno cubano a partir de los ejes derechos humanos y represión fue una constante durante todo el año.

Asimismo, el 17 de julio la Embajada le dice directamente al presidente Díaz Canel que “deje hablar al pueblo” de Cuba. Esto, además de ser una declaración irrespetuosa hacia el presidente de un estado libre y soberano, evidencia, una vez más, la injeren- cia en los asuntos internos de Cuba que va más allá de lo establecido en la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961 y el Derecho Internacional. Pero, ¿cambiará esto en el contexto de la Cumbre? Me inclino a pensar que no.

Conclusiones 

Una vez terminado el estudio, se concluye lo siguiente:

  1. la cobertura hecha por los medios de comunicación estadounidenses a las Cumbres de las Américas en sus dis- tintas ediciones ha sido escasa;
  2. ni el discurso político ni el mediático han sufrido variaciones sustanciales en torno a la manera en que se ha construido la realidad cubana en ese país. De hecho, hay una evidente de- pendencia del segundo en relación con el primero;
  3. la cobertura sobre Cuba ha estado mediada por múltiples factores que pasan por la manera en que desde el ejecutivo se ha visto y se ha pretendido entender a De ahí el sesgo en su cobertura;
  4. la presencia de Cuba o no en las Cumbres de las Américas no ha ocasionado un cambio considerable en el discurso mediático estadounidense;
  5. la tríada mercado-pluripartidismo elecciones libres continúa siendo el eje articulador por el que se mira a Cuba en los medios estadounidenses;
  6. el discurso político-mediático en Twitter tiene características del discurso polí- tico

En esencia, y considerando la historia de las relaciones entre los dos países, la co- bertura sobre Cuba se mantendrá sesgada y parcializada en tanto el ejecutivo esta- dounidense considere que no ha habido un cambio significativo en el sistema político cubano que se ajuste a sus demandas y visiones en torno a lo que es la democracia.

*Subdirectora y Profesora Titular. Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU), Universidad de La Habana

Centro de Investigaciones de Política Internacional


1 Los medios estadounidenses que aparecen en la base de datos de la Secretaria de la Cumbre de las Améri- cas son los siguientes: CNN, El Nuevo Herald, eNewsChannels, Forbes, Foreign Policy y el sitio de la Foreign Policy Association, HuffPost, NPR, The Christian Science Monitor, The Denver Post, The Hill, The National Interest, The New York Times, The Washington Post, Time, USA Today y Voz de América (VOA por sus siglas en inglés).

2 The Christian Science Monitor, Journal of Commerce, Los Angeles Times, The Miami Herald, The New York Times, The San Francisco Chronicle Examiner, The Washington Post, The Wall Street Journal, Business Week, Forbes, Fortune, Harpers, Newsweek, New York Review of Books, Time, U.S. News and World Report

3 La investigación realizada por estos autores se concentró en estudiar la imagen que sobre Cuba ofrecieron ABC, CBS y NBC entre 1988 y 1992.

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