¿Y si gana Rodolfo Hernández? – Olga L Gonzalez

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Olga L Gonzalez*

Vimos que Gustavo Petro le pidió a Rodolfo Hernández pensar en un acuerdo nacional después de la segunda vuelta, indistintamente de quién resulte elegido. Pienso que es una hipótesis muy interesante, que merece ser considerada seriamente. Si Petro gana, y es lo deseable desde una perspectiva progresista, tendrá que gobernar también para el alto porcentaje de colombianos que habrá votado por Rodolfo Hernández.

Pero si Petro pierde, y él contempla este escenario, la hipótesis también debe ser considerada. Hoy, con el calor de la campaña, ha hecho carrera en las redes petristas la idea opuesta: se censura y demoniza al candidato Hernández, o incluso se censura el análisis de un escenario en el que Petro no gane. Así, al que antier se le consideraba un probable vicepresidente, hoy se le atribuyen todos los defectos, y por supuesto no se le baja de uribista rabioso. Y a quien se aparte de la línea triunfalista, se le considera traidor.

¿Existen razones para considerar la hipótesis del triunfo de Hernández? Sin duda: estadísticamente es posible. Pero además, el triunfalismo tiene consecuencias desastrosas. Ahí está el reciente ejemplo del referendo por la paz. El gobierno Santos y sus asesores, y muchos sectores influyentes en la prensa (sobre todo de grandes capitales) estaban 100 por ciento seguros del triunfo del Sí. No haber contemplado esa hipótesis, el triunfo del No, y no haber elaborado un plan B en caso de perder el referendo, le costó caro al país.

Me pregunto cuál es el plan B en caso de que triunfe Hernández. Confieso que aparte de la grotesca cachetada y del episodio Hitler, no conocía nada de este candidato sui generis. Sin partido, sin congresistas, sin conocimientos sobre asuntos del Estado, sin conexión con los movimientos sociales ni con el mundo de la cultura, pero con una gran fuerza comunicativa, una gestión admirada en Bucaramanga (saneamiento presupuestal, y también sentido de las prioridades: recorte del presupuesto de la policía y mayor inversión en salud y educación), y una obsesión por el saneamiento de las finanzas.

Rodolfo Hernández me parecía cada vez más un hombre de paradojas: siendo poco amigo de los intelectuales, le dio impulso a instituciones culturales prestigiosas de la ciudad; siendo procaz en comentarios hacia mujeres, se rodeó de un equipo constituido mayoritariamente de mujeres y levantó la bandera Lgtb contra sectores conservadores; siendo víctima personal de guerrillas, no tiene una narrativa guerrerista o de venganza; siendo poco conocedor de los asuntos del mundo, parece que se inspirara del presidente mexicano López Obrador, Amlo, en varias de sus propuestas (volver museo el Palacio de Nariño, no cobrar su sueldo —Amlo lo rebajó sustancialmente— o preferir reducción de gastos a la reforma fiscal, entre otros).

La pregunta, en todo caso, es contemplar un plan B si Hernández es elegido, y si puede ejercer el mando (pues pesan sobre él investigaciones judiciales). Para esto, es preciso saber cuáles son las fuerzas políticas que existen, y que evidentemente buscarán ejercer presiones sobre él y determinar la orientación de un eventual gobierno suyo. Una de esas fuerzas es la extrema derecha. Esta sigue manejando muchos hilos del poder en Colombia. De hecho, aunque Uribe como personaje público está desacreditado, estas fuerzas persisten en instancias muy importantes. Muchos políticos uribistas han anunciado su apoyo a él. Esto es apenas obvio, pues para ellos, representa el freno a Petro. Sin embargo, esto no implica, aun, que exista un acuerdo o pacto entre ellos.

Además de la propuesta de acuerdo de Petro («El programa de Rodolfo es parecido al mío, no lo voy a desconocer» dijo), esta semana vimos unos acercamientos entre algunos líderes políticos de la ex coalición de centro (Fajardo, Amaya y otros) y él. El respaldo se daría bajo la condición de unos puntos programáticos, entre los que se incluye la no convocatoria a conmoción interior y el respeto de los derechos de las mujeres.

Pienso que todos esos anuncios son una buena cosa: si Hernández gana, es fundamental que no lo fagociten las fuerzas del uribismo. De hecho, él necesita constituir una alianza para poder gobernar. A él lo obsesiona la suciedad de los políticos, y seguramente sabe quiénes son los más repulsivos. Este es un punto de coincidencia grande con las fuerzas progresistas: podría ser un gobierno de unión de demócratas antiuribistas.

En el momento histórico que atraviesa Colombia, pienso que una alianza de ese tipo permitiría darle un giro positivo a una eventual victoria de Hernández. Esta situación se puede equiparar a otras, que ya han sucedido en el pasado. Por ejemplo, en Francia a la salida de la segunda guerra, los nazis habían sido derrotados militarmente, pero la extrema derecha seguía viva. Sectores muy diversos (católicos, comunistas, socialistas, demócratas de derecha) decidieron unirse temporalmente para formar un gobierno que, por fin, sacara a la extrema derecha.

Si Rodolfo Hernández gana, y es una hipótesis posible, es fundamental que sectores a priori opuestos logren constituir un frente que entierre a la extrema derecha.

*Doctora en sociología de la Escuela de Altos Estudios de París, investigadora asociada de la Université Paris Diderot, y docente.

La Silla Vacía

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