Colombia y Venezuela reabren la frontera luego de cuatro años de cierre

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Venezuela y Colombia inician este lunes una nueva ruta ¿Qué esperar?

Por Jesús Inojosa

Este lunes se llevará a cabo la apertura formal de los pasos fronterizos entre Venezuela y Colombia, hecho que se concreta luego de cuatro años de cierre como consecuencia de la decisión del exgobernante neogranadino Iván Duque de sumarse al “cerco diplomático” promovido por la extinta administración estadounidense de Donald Trump.

Este hecho se suscita tras la llegada a la presidencia de Gustavo Petro, quien durante su campaña electoral había señalado la necesidad del restablecimiento de las relaciones diplomáticas y comerciales con Venezuela a fin de garantizar la atención y el desarrollo de la región limítrofe de su país con el territorio venezolano.

“Yo tengo que decirles que Cúcuta no puede ser ciudad, no puede prosperar, no puede superar los problemas sin abrir las fronteras. Que las relaciones diplomáticas se restablezcan normalmente es un tema difícil, polémico incluso. A escala mundial debatible, indudablemente, pero yo no veo alternativa para Cúcuta si no hay restablecimiento cabal de la relaciones diplomáticas y consulares entre los dos países”, apuntó Petro en un discurso.

Por su parte, el presidente Nicolás Maduro, había abogado en innumerables ocasiones en función del restablecimiento del paso fronterizo coordinado, propuesta que fue apoyada por el gobernador del Norte de Santander, Silvino Serrano, quien en junio de 2021 aseguró haber recibido el beneplácito del Gobierno de Duque.

“Hemos recibido la buena noticia por parte de la Cancillería, del Gobierno Nacional, en que este proceso se realizará. Se ultiman detalles por parte del Gobierno nacional para que la apertura de la frontera sea una realidad.  El esfuerzo conjunto y articulado Gobierno Nacional, con el sector con los gremios, con las alcaldías, dan los mejores resultados”, habría dicho el gobernante regional.

Esta promesa de Duque se limitó solo al paso de personas con la aplicación de un mecanismo denominado “pico y cédula” en un horario de operación en los puentes internacionales con Venezuela de 6:00 am a 4:00 pm.

La meta es $ 10.000 millones

Calificada como una “frontera viva” debido a la gran dinámica económica-social que registra, esta región se ha destacado por la gran movilidad y un alto intercambio comercial que en su mayor momento de auge superó los 7.000 millones de dólares en 2008.

Este intercambio milmillonario favorecía notablemente a Colombia, debido a la vocación importadora que signaba a la economía venezolana al punto de convertirse en el segundo mayor comprador de productos colombianos, según señaló el Luis Alberto Russián, presidente de la junta directiva de la Cámara de Integración Económica Venezolano Colombiana (Cavecol).

Como consecuencia de las tensiones políticas entre ambas naciones que tuvieron su ápice el 23 de febrero de 2019 con el intento de ingreso forzado desde Colombia de grupos identificados con la oposición venezolana y gandolas cuya carga estaba compuesta de materiales para la ejecución de protestas violentas, el comercio entre ambas naciones tuvo una abrupta caída para ubicarse en 241 millones de dólares ese año, de los cuales corresponden 196 millones de dólares de importaciones realizadas por Venezuela y 45 millones de importaciones por parte de Colombia.

Esta histórica inclinación de la balanza a favor de Colombia, dada su alta capacidad manufacturera y de producción agrícola, pudiera verse reducida debido al incremento de la producción no petrolera que ha registrado Venezuela en los últimos años.

«Colombia importa unos 4.000 millones de dólares en productos de otros países que podrían venir de Venezuela», señaló Luigi Pisella, presidente de Conindustria, afirmación que es apoyada por el presidente de Fedecámaras, Carlos Fernández, según reseña de la BBC.

«Si partimos de una relación complementaria, en Venezuela hay un auge de productos que se empezaron a producir durante la crisis, parte de una economía de la subsistencia, que ya pueden desarrollar cierta capacidad de exportación», indicó Fernández.

Entre los nuevos productos que son visualizados por el empresariado venezolano para ser exportados a territorio neogranadino se encuentran rones, cacao, camarones, cangrejo y frijoles, así como medicinas, este último rubro estaría asociado al auge que han tenido los laboratorios venezolanos tras la salida de las grandes transnacionales como consecuencia de las amenazas realizó el Departamento del Tesoro de Estados Unidos con las llamadas sanciones.

«En este momento estimamos que la relación está en un 90-10», dice Pisella, quien explicó que de cada 200 productos que exporta Colombia, Venezuela exporta apenas 20, «pero si pasamos a 80-20, es un éxito», afirmó.

Tras el restablecimiento formal del intercambio comercial fronterizo que se suscitará este 26 de septiembre, Cavecol estima que para el cierre del año la balanza comercial se ubique en 800 millones de dólares, cifra que duplicaría la registrada en 2021 que se ubicó en poco más de 400 millones de dólares.

“Si sumamos el factor de formalización por parte de los sectores que operan de manera informal, pudieran llegar a $1.200 millones para el cierre del año. Depende de la frontera, de lo acelerado que sea el proceso y de las señales que se vayan dando con el tiempo, que los procesos de nacionalización sean ágiles y dinámicos”, agregó Russián.

Pese a la nueva realidad venezolana que muestra una economía en crecimiento con una mayor capacidad exportadora de productos no petroleros, la balanza comercial mantendrá su inclinación histórica donde la industria colombiana es favorecida, esto con la promesa de ambos Gobiernos de alcanzar una complementariedad comercial que roce en los próximos años los 10.000 millones de dólares.

Nuevo esquema

«Vamos a proponerle al presidente Gustavo Petro la construcción de una gran zona económica comercial productiva entre Norte de Santander y el estado Táchira completo. Una zona binacional de desarrollo económico, comercial, productivo. Ha llegado la hora de que lo construyamos».

Con estas palabras el presidente Maduro abrió el debate sobre la necesidad de diversificar las relaciones comerciales entre ambos países con miras a un desarrollo compartido de la región fronteriza.

«Sería un área económica especial de ensayo de prueba que después podríamos replicar hacia el Zulia, hacia otras zonas del Táchira, hacia Apure, hacia Amazonas», explicó.

Esta propuesta del Mandatario criollo tiene mayor resonancia dada la disposición expresada por su homólogo colombiano en función de establecer un nuevo mecanismo de relacionamiento fronterizo que pase por el desarrollo de estas regiones, tal como lo propuso durante su campaña electoral en noviembre de 2021 en un encuentro con empresarios de Cúcuta.

Entre las propuestas realizadas por Petro durante este encuentro estuvieron la creación de un banco fronterizo para entrega de créditos a industriales, agricultores y empresas de turismo de la zona, así como la ampliación del área metropolitana de Cúcuta a las poblaciones venezolanas de San Antonio y Ureña para el desarrollo local e industrial.

Además, propuso la construcción de un ferrocarril que cubra la ruta Cúcuta-Lago de Maracaibo, para diversificar el traslado de mercancías exportables que se produzcan en esta región hacia el puerto venezolano con salida al Mar Caribe.

Seguridad compartida

Otro de los ámbitos que se ciernen sobre este nuevo concepto de intercambio fronterizo es la seguridad. Durante años desde Venezuela se cuestionó la ausencia de una política de seguridad fronteriza por parte del vecino país, señalando que este abandono se traducía la conformación de mafias extractoras de gasolina, penetración de grupos irregulares a territorio venezolano y el tráfico de drogas.

Entre las señales en función de la construcción de una política de seguridad fronteriza compartida, estuvo el contacto mantenido por los ministros de defensa de ambas naciones, quienes se comprometieron con establecer mecanismos de cooperación en la materia.

Entre las acciones emprendidas desde Colombia para mejorar su situación de seguridad interna que afecta la frontera, está la retoma de los diálogos de paz con grupos insurgentes como el Ejército de Liberación Nacional, así como con las llamadas disidencias de las Farc, para lo cual acude nuevamente a solicitar a Venezuela que participe como garante de este proceso.

“Yo le dije y le estoy diciendo al presidente Gustavo Petro y a Colombia que, una vez más, como lo hizo el comandante Chávez, en su tiempo, para garantizar los Acuerdos de Paz que luego se firmaron, que me tocó participar como garante. Una vez más, presidente Gustavo Petro y a Colombia le decimos que Venezuela acepta el carácter de garante de las negociaciones y de los acuerdos de paz de Colombia con el ELN”, declaró el presidente Maduro.

Sobre la lucha al narcotráfico que afecta principalmente a la región fronteriza con Venezuela, Petro parece apuntar hacia una nueva estrategia alejada del combate armado que signa al “Plan Colombia” que promueven desde Estados Unidos, al asegurar en reiteradas oportunidades que “la guerra contra las drogas fracasó”.

«Con el Gobierno de EEUU (…) dijimos que, entre cuatro puntos que les propusimos para cambiar la política de drogas, el primer punto tiene que ver con la extradición», adelantó al tiempo que asumió la negociación como principal premisa.

“Narcotraficante que negocie con el Estado colombiano beneficios jurídicos y deje de ser definitivamente narcotraficante, no se extradita», dijo.

Pueblo esperanzado

Comercio, seguridad, desarrollo y paz, son los grandes retos que plantea este nuevo comienzo en la convulsa región fronteriza colombo-venezolana, zona que ha sufrido con mayor rigor las consecuencias de los conflictos políticos y armados de una Colombia en guerra y cuyos Gobiernos apuntaban contra Venezuela en una pugna ideológica.

A tan solo pocas horas de esta reapertura fronteriza, los pueblos y empresariado de ambos países ven con gran expectativa y esperanza este hecho que marca una nueva ruta para estos países que, además de una frontera, tienen una historia común que las ubica como naciones hermanas.

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La seguridad, un reto tras la reapertura de la frontera con Venezuela

Luego del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Colombia y Venezuela, del nombramiento de los embajadores en Caracas y en Bogotá, hoy se reabre la frontera. Desde las 10:00 a. m., el paso del transporte de carga a través de los puentes internacionales Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander se reanudará, marcando un nuevo rumbo en las relaciones con el vecino país.

La apuesta es grande: si en el 2008 el comercio bilateral superó los US$7.000 millones y en 2020 cayó drásticamente, alcanzando los US$222 millones, la reapertura del paso fronterizo supone una oportunidad de mejora, perfilándose como un proyecto a largo plazo. Así lo hizo saber Germán Umaña Mendoza, ministro de Comercio, Industria y Turismo: “Este ha sido un propósito permanente desde el día uno de la posesión del presidente Gustavo Petro. Esta es una de las fronteras más vivas de América Latina y por eso avanzamos, porque debe ser una apertura estable, duradera y segura”.

Precisamente, más allá de los temas comerciales, la reapertura de la frontera supone retos en otros ámbitos. Ya la investigadora Lina Arroyave, de Dejusticia, abordó las preocupaciones de cara a la migración. Ahora, varios docentes analizan la decisión frente a la seguridad. Así, por ejemplo, según comenta Jorge Restrepo, profesor de la Universidad Javeriana y director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (CERAC), “pasar de una frontera cerrada a una que no lo está, pues puede estar abierta pero no necesariamente usándose, les quita a las organizaciones criminales el monopolio que han adquirido sobre el comercio. Así, se estaría privando a la criminalidad de las rentas ilegales, siendo tal vez el principal alivio que genera la reapertura de la frontera”.

Ahora bien, él teme, ante la posible pérdida del control, un aumento de la extorsión. “Esto, en un intento de las organizaciones criminales de mantener sus rentas. Aunque muy probablemente esto será un reto más importante para el lado venezolano que para el colombiano, pues Colombia va a ser más un proveedor que un comprador”, agrega el docente.

A lo anterior, Víctor Mijares, profesor de Estudios Globales de la Universidad de los Andes, agrega que uno de los grandes retos tiene que ver con los grupos ilegales y cómo estos se aprovechan de los migrantes. “Aquí entra el control de los pasos legales e ilegales, la coordinación policial, entre la Policía Nacional y la Guardia Nacional, la coordinación tributaria, entre la DIAN y el Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y Tributaria (Seniat), y la coordinación militar”. Según comenta, todo esto requiere “una clara coordinación política” que permita desmontar la desconfianza que hay y las mafias que se han creado a lo largo y ancho de la frontera.

Y es que varios actores ilegales hacen presencia en los límites entre Colombia y Venezuela. Los PEP, por ejemplo, bajo una red de corrupción, serían los responsables de tramitar cédulas y visas falsas para los venezolanos que deciden migrar. El allanamiento a un inmueble en el municipio de Villanueva (La Guajira), realizado en el 2021, además de mostrar que allí se explotaba sexualmente a las mujeres, reveló que el grupo tenía 5.000 folios con múltiples trámites de identificación, 80 cédulas de ciudadanía, 500 copias de registros civiles, diez pasaportes y 109 sellos de diferentes juzgados, de entidades públicas, privadas, nacionales y extranjeras. Al parecer, la banda falsificaba papeles de Colombia, Venezuela, Panamá, República Dominicana y Francia.

En lo que respecta al vecino país, Mijares comenta que “eso es un problema que se tiene que resolver en Venezuela y no lo puede resolver Colombia, más allá de la intención que tenga el gobierno de Petro, porque es un asunto interno venezolano de dar o no dar documentos. En la medida en la que no se ofrezca la posibilidad a los ciudadanos de tener un acceso normal a la documentación pertinente, se van a crear estas mafias”.

Por su parte, Nastassja Rojas, profesora de la Universidad Javeriana y consultora en derechos humanos, afirma que “esas bandas, como los PEP, van a seguir existiendo, precisamente porque la población venezolana, a pesar de que en el país se emiten documentos como el pasaporte, la mayoría no cuenta con los recursos para sacarlos. Suponiendo que lo hagan, esto no quiere decir que van a poder acceder a los documentos que necesitan para poder migrar de forma regular. Estas bandas seguirán existiendo y, por otro lado, el tema de migración no ha sido un tema en la agenda. De hecho, se ha tratado de ignorar en el gobierno de Gustavo Petro y en el régimen venezolano”.

Pero no son solo los PEP. Los Pelusos, dedicados al narcotráfico, al tráfico de combustible y a la extorsión a los contrabandistas, y el Eln, que según el tercer informe de la misión internacional independiente de la ONU sobre Venezuela llegó a acuerdos con autoridades estatales venezolanas para controlar recursos mineros y ha estado involucrado en la explotación de oro, diamantes y coltán, son otros actores ilegales con presencia en la frontera. Allí, incluso, se mueven redes criminales que extienden sus alcances por varios países de la región, como el Tren de Aragua que, según un estudio de InSight Crime, se ha asentado en varias naciones de América Latina para establecer un corredor de tráfico de migrantes, abriéndose paso ante el vacío que deja la falta de coordinación regional para atender la migración y enfrentar este delito.

Según Rojas, se necesitaría de una cooperación institucional, sobre todo de Venezuela, para tratar de hacerle frente a dicha organización criminal. Sin embargo, según comenta, “es algo en lo que parece que no hay intención de avanzar, teniendo en cuenta la postura de Diosdado Cabello”. Por su parte, Mijares concluye que “primero hay que tomar la decisión de combatirlo o no, y el gobierno venezolano, desde hace mucho tiempo, decidió no hacerlo”.

El Espectador

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