Diez premisas de los feminismos populares desde Chile – Por Jocelyn Burgos

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Diez premisas de los feminismos populares desde Chile

Por Jocelyn Burgos*

El actual momento político en Chile, determinado por la revuelta popular de 2019, la pandemia del COVID-19 y el proceso constituyente, ha tenido varios eventos que se pueden categorizar como radicalidad democrática.

Uno de esos hitos es la concreción de la paridad en la Constituyente, pero no sólo ahí, sino también en la conformación del gobierno, en las organizaciones sociales y políticas, en instituciones del Estado, en las Universidades y, de manera creciente, en espacios también privados y empresariales.

Esta paridad se funda en la demanda igualitaria subyacente en el feminismo, aunque mi convicción es que existen varios feminismos y que, por masividad, pertinencia y relevancia política, el feminismo popular es la referencia más significativa a la hora de interpelar al patriarcado y de manera más global y sistémica al orden social de cuño neoliberal que rige todavía nuestro país.

Sitúo esta reflexión desde el feminismo popular y sostengo que este topos de militancia feminista tiene rasgos que le son particulares y que ponemos en valor como una contribución a la diversidad recién explicitada.

Para efectos de sintetizar aspectos generales de esta tesis feminista popular y su propuesta política, quiero ensayar algunas premisas de esta perspectiva.

Un feminismo popular, es un feminismo para vencer, pero es también una puerta de libertad para el 99%, para todas, todos y todes sin caer en las categorizaciones rígidas que levantan puentes excluyentes entre las diversas expresiones que conforman una identidad feminista dinámica, cambiante, incierta, pero sobre todo abierta a quienes no se han sentado alrededor de la mesa institucional.

Participamos de las mesas de las casas populares configurando una conversación oculta y no oficial, cuyos saberes están cimentados en una vigorosa dinámica cultural que tiene como protagonista una conversación espontánea, oral, ancestral, mitológica, doméstica, cotidiana, franca, amorosa, finalmente popular.

Dentro de los principios que, muy a primera vista, asoman como rasgos de nuestro feminismo popular encontramos:

1.- En los feminismos populares las prácticas caminan más rápido que las teorías. Nuestra ética no es conceptual, su perspectiva crítica no está encapsulada en definiciones de diccionarios, sino más bien encarna en la disputa concreta por el protagonismo político, social y cultural.

2.- Nos preocupan las urgencias de la vida cotidiana más que la elaboración de soluciones académicas respecto de conflictos conceptuales. No sólo rechazamos la violencia patriarcal en un registro intelectual, sino porque deviene en interacciones donde las vidas humanas de las mujeres de nuestro pueblo están puestas en juego en un día a día complejo, donde muchas veces la libertad de decidir se queda en un eslogan.

3.- El feminismo popular lo protagonizan las manos de las mujeres trabajadoras, esas manos que acarician, acunan, cocinan, escriben, pintan, bordan, tejen y un largo etcétera que deja una huella que registra el sinnúmero de luchas de la mujer de nuestro pueblo. Mujeres trabajadoras cuyos topos y ethos no son las universidades, los centros de estudios ni los organismos gubernamentales, sino más bien, espacios sociales espontáneos que trabajan y construyen al borde de los feminismos oficiales.

4.- Nuestro feminismo, asume que la mujer del mundo popular es la más activa en la despatriarcalización, descolonización y desmercantilización de la vida, puesto que  su cotidianidad posibilita que se constituya a sí misma, sin el lineamiento de orientaciones epistemológicas formales, con un espíritu crítico propio,  no es inoculado desde ninguna teoría, sino naciente de una doloridad, de una insatisfacción cotidiana, de una carencia permanente que es militada y resistida eficaz, sabia y colectivamente.

5.- Nuestro feminismo está más vinculado a nuestras trayectorias biográficas que al logo centrismo europeo de la academia. Es un feminismo popular vitalista, que entiende sobradamente que las experiencias convivenciales de las poblaciones, ejemplifican de una manera prístina, los desafíos que han de movilizar a las mujeres de nuestro pueblo.

6.- Es en las casas pareadas, en las poblaciones, en las ollas comunes en donde se forja esta perspectiva de feminismo. Es esa cotidianidad de la carencia en donde la sororidad se constituye en una hebra cohesionadora del tejido comunitario que pretendemos construir.

7.- Los feminismos populares poseen una sólida epistemología, a diferencia del academicismo, se piensan las prácticas, se critican las pretensiones hegemónicas del cientificismo social que ignora y subestima la cotidianidad. En el feminismo popular, la palabra más legitimada es la palabra propia, no la que se nubla en el sesgo del análisis sociológico estéril, la que se concreta en diálogos que configuran una concepción de mundo creativa, libre e insumisa.

8.- Los feminismos populares construyen un saber situado, pertinente, funcional a las grandes mayorías y no pretenden erigirse desde ninguna superioridad intelectual, más bien, desde nuestra perspectiva se camina, se hace camino al andar, se construye desde abajo hacia arriba, desde la materialidad, desde donde las ideas son sólo útiles si es que atienden nuestras problemáticas y contribuyen a nuestra libertad.

9.- El feminismo popular es noble, pacífico, integrador humilde y pedagógico, pretende poner a conversar a las prácticas con las teorías y pretende socializarse amorosamente en la sociedad, poniendo en valor las subjetividades de todas las mujeres.

10.- En el feminismo popular ocupa un lugar central la afectividad, los sentimientos, las intuiciones y los sentidos. La pedagogía feminista recupera de la educación popular aspectos que son parte de nuestras formas, como el rol que tiene el juego en el proceso educativo, del arte callejero y no profesionalizado y de manera muy principal de las conversaciones que construyen imaginarios subterráneos del mundo popular.

Tomando en cuenta estas premisas, nos queda por señalar que nuestra presencia es incómoda y hostil en el paraíso institucional, pero esos rasgos están dados por una exclusión inaceptable que debe terminar en todos los espacios sociales, políticos y culturales, puesto que las mujeres populares contribuimos al desarrollo de nuestro país y a su fondo épico, porque somos poderosas y autoras creativas de las palabras que le han dado al pueblo de Chile sus rasgos de dignidad más distintivos.

¡¡Nunca más sin nosotras!!

*Militante del frente de feminismo popular PODEROSAS.

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