El foco perdido – Por Nieves y Miró Fuenzalida

Foto: Freepik
1.293

Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

El foco perdido

Nieves y Miró Fuenzalida*

Si fueras a ver a la Mona Lisa en París, descubrirías que ahora está escondida detrás de un montón de personas provenientes de todas parte del mundo abriéndose paso a empujones hacia el frente, sólo para inmediatamente darle la espalda después de tomar un selfie y volver de nuevo a la salida. Nadie mira a la Mona Lisa durante más de unos segundos. Su famosa sonrisa ya no parece un enigma… ¿Por qué ya no miramos como acostumbrábamos a mirar?

Pareciera que ya por varios años nos hemos vuelto incapaces de prestar atención por algún tiempo a las cosas que importan y a las actividades que requieren formas más largas de concentración, como leer un libro, por ejemplo. Un pequeño estudio que investigó con qué frecuencia los estudiantes universitarios en Estados Unidos realmente prestan atención a cualquier cosa, indica que, en promedio, un estudiante cambia de tarea un vez cada sesenta y cinco segundos.

La cantidad mediana de tiempo en que se concentraron en cualquier cosa fue sólo de diecinueve segundos. Otro estudio de Gloria Mark, profesora de informática en la Universidad de California, mostró que un adulto que trabaja en una oficina se concentra, en promedio, en una sola tarea no más de tres minutos. Según la evidencia, hay todo tipo de factores que actualmente están reduciendo nuestra capacidad para prestar atención. Algo mucho más profundo que la mera falla personal o el surgimiento de un nuevo invento es lo que está ocurriendo actualmente.

No sería arriesgado decir que lo que estamos presenciando es el desarrollo de “una cultura patógena atencional”, como la han llamado algunos, un entorno en el que el enfoque sostenido y profundo es extremadamente difícil de sostener. Esto es algo que se nos hace y lo hacen fuerzas bien poderosas, incluyendo, antes que nada, el Big Tech. Según el escritor y periodista británico Johann Hari este es un problema sistémico.

Como muy bien dice, una vida llena de distracciones es una vida disminuida. Cuando no podemos prestar atención sostenida, no podemos lograr las cosas que deseamos lograr. Según indica un estudio del profesor Michael Posner de la universidad de Oregón, si uno está enfocado en algo y se nos interrumpe, en promedio toma veintitrés minutos recuperar el foco. Y esto ocurre no sólo a nivel individual, sino también social. Esto es importante porque el intento de comprender la raíz de los tremendos problemas que hoy la sociedad enfrenta, requiere, obviamente, un foco sostenido por parte del mayor número de personas durante suficiente tiempo para separar la fantasía de los hechos.

En la mayoría de los países, ya sea en América, Asia o Europa entre otros, se toca el teléfono, en promedio, 2.617 veces cada veinticuatro horas… ¿Cuántas cosas, debido a ésto, han quedado en el olvido, como tocar el piano o apasionadamente dedicarse a la conquista de un objetivo? ¿Indica ésto que nuestra atención colectiva realmente esta reduciéndose? Los datos sugieren que con el tiempo nos enfocamos menos y menos en un tema individual… ¿A qué se debe esto? Según James Williams, exestrategista de Google, nuestra atención esta siendo alterada por enormes fuerzas invasivas en la sociedad en general.

En la Universidad de Stanford funciona el laboratorio de tecnología persuasiva. Un lugar donde los científicos averiguan cómo diseñar tecnologías que puedan cambiar tu comportamiento, sin que tú sepas que estás cambiando. La idea es usar todo lo que los científicos han descubierto durante el siglo XX sobre cómo cambiar el comportamiento de otras personas y cómo integrarlo en los códigos computacionales. Si realmente hay reglas que gobiernan la conducta de lo que la gente hace, su conocimiento le ofrecería al Big Tech un tremendo poder.

La ventaja que las computadoras actualmente ofrecen es que tienen el potencial de ser mucho más persuasivas que las personas, al ser más persistentes, al ofrecer un mayor anonimato y al poder ir donde los humanos no pueden o no son bienvenidos. El psicólogo B.F. Skinner, recordamos, fue el hombre que en el siglo pasado encontró la manera de hacer que las palomas, las ratas y los cerdos hicieran lo que él quisiera ofreciéndoles los refuerzos o recompensas adecuados para su comportamiento.

Después de haber quedado en el olvido por algún tiempo, Skinner vuelve a ser rescatado por Silicon Valley. Tomando la idea del refuerzo. los estrategas de las compañías digitales diseñaron aplicaciones con refuerzo inmediato. Si deseas moldear el comportamiento del usuario, por ejemplo, asegúrate de que obtenga corazones y “me gusta” de inmediato. El uso de estos principios da origen a Instagram para luego expandirse a Facebook, YouTube y otras empresas tecnológicas.

Las corporaciones digitales miden el éxito por lo que se denomina “compromiso”, definido como minutos y horas de observación del producto. En tanto mayor sea la participación tanto mejor. Cuanto más tiempo la gente mire sus teléfonos, más publicidad se verá, y por tanto, más dinero hará la corporación. Los ingenieros están siempre buscando nuevas formas de captar la atención hacia sus programas Más vibraciones, más alertas, más trucos. Niños entre trece y diecisiete años en Estados Unidos, por ejemplo, envían un mensaje de texto cada seis minutos que, sin lugar a dudas, causan un deterioro en la capacidad para concentrarse y pensar con claridad.

A través del mundo se cuentan aproximadamente once mil millones de interrupciones al día que tienen un tremendo efecto en nuestra capacidad de atención. Este es el efecto ineludible del modelo de negocio con los que operan las empresas como Facebook, Google, Tweetter o YouTube, entre otras. La gente en Silicon Valley no tiene ningún interés en diseñar dispositivos y sitios en la web que no mantengan la atención de las personas. Después de todo, es este modelo el que ha hecho posible que Larry Page, uno de los fundadores de Google, posea una fortuna personal de 102.000 millones de dólares. Sus colegas Sergey Brin, 99.000 millones y Eric Schmidt, 20.700 millones. Y Google, como compañía, un billón de dólares, lo que equivale a toda la riqueza de México e Indonesia.

Facebook gana más dinero por cada segundo adicional que estás mirando su sitio y pierde dinero cada vez que dejas de mirar. Mientras más tiempo observas el sitio, más anuncios miras. Los anunciantes le pagan a Facebook para llegar a tí. Pero, además de esta obvia razón de por qué Facebook quiere que sigas mirando el sitio, hay, además, otra más sutil. Cada vez que envías un mensaje o una actualización de estado en Facebook, Snapchat o Twitter y cada vez que buscas algo en Google, queda escaneado, clasificado y almacenado para formar una perfecta descripción de ti.

Lo que estas empresas hacen es crear un perfil tuyo para venderlo a los anunciantes o para ser usados eventualmente por las agencias de seguridad estatal, si la situación lo requiere. Cada vez que una de estas empresas proporciona algo gratis, es para mejorar el modelo que tienen de tí. ¿Por qué Google Maps es gratis?: Para saber donde vas todos los días ¿Por qué Amazon Echo se vende tan barato, mucho menos de lo que cuesta fabricarlo?: Para recopilar más información acerca de lo que dices en tu casa. Este es el modelo que construye y sostiene los sitios en los que pasamos tanto de nuestras vidas.

El término técnico para este sistema, acuñado por la profesora de Harvard Shoshana Zuboff, es “capitalismo de vigilancia”. Aza Raskin es alguien que probablemente no muchos conocen y, a pesar de ello, directamente ha intervenido en nuestras vidas. Aza es uno de los que diseñó algunos de los primeros navegadores del Internet y el “pergamino infinito” -su invención más importante-, algo que cambió definitivamente el funcionamiento de la web. Si recuerdas,Internet estaba dividido en páginas y cuando llegabas al final de una de ellas tenias que decidir hacer un clic en un botón para pasar a la siguiente.

Era una elección activa. Un momento para hacer una pausa y pensar si querías seguir mirando. Aza diseñó el código para que no te hicieras esa pregunta. Imagina que abres Facebook. Descargas una parte de las ecualizaciones. Te desplazas hacia abajo, moviendo el dedo y cuando llegas al final se carga automáticamente otra parte para que sigas mirando. Cuando llegas al final de esa, cargará otro fragmente y otro, y otro para siempre. Nunca lo agotas. Se desplazará infinitamente.

Una excelente invención, según Aza. Aumenta la velocidad y la eficacia, algo que siempre es bueno. Pero, luego de un tiempo, le entró la duda, según él cuenta. La gente a su alrededor cambiaba. Parecían incapaces de alejarse de sus dispositivos, hojeando de un lado a otro, gracias en parte al código que él había diseñado. Él mismo se encontró desplazándose infinitamente a través de lo que a menudo calificaba como basura y se preguntaba: ¿es éste un buen uso de la vida?

Según una estimación conservadora, el desplazamiento infinito te hace pasar un 50% más de tu tiempo en sitios como Twitter ¿Qué significa en la práctica, se preguntó Aza, si billones de personas pasan el 50% de su tiempo en los sitios de redes sociales? De acuerdo con sus cálculos todos los días, como resultado directo de su invento, un total equivalente a 200.000 vidas humanas, desde el nacimiento hasta la muerte, pasan su tiempo desplazándose en la pantalla. Horas que de otra manera se hubieran usado en otras actividades.

¿Es la llegada de la computadora y el teléfono inteligente lo que cambió la forma en que miramos las cosas? Por supuesto, cualquier nueva tecnología de alguna manera cambia nuestras vidas. Pero, en verdad, gran parte del daño a nuestra capacidad de atención está siendo causada por algo más sutil. No por el teléfono o la computadora en sí mismos, sino por la forma en que están diseñadas las aplicaciones, tanto en uno como en el otro. Y el diseño no es inevitable, ¿cierto?

La cosa es que si continúa va a haber una clase de personas muy conscientes de los riesgos que corren y encontrarán formas de vivir dentro de sus límites y luego estará el resto de la sociedad con menos recursos para resistir la manipulación que se sumirán cada vez más dentro de sus teléfonos para mejor ser observados y manipulados.

* Profesores de Filosofia chilenos graduados en la Universidad de Chile. Residen en Ottawa, Canadá, desde el 1975. Nieves estuvo 12 meses preso en uno de los campos de concentración durante la dictadura de Augusto Pinochet. Han publicado seis libros de ensayos y poesia. Columnistas de surysur.net, colaboradores del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico

https://www.surysur.net/el-foco-perdido/

 

Más notas sobre el tema