Primer debate presidencial de segunda vuelta en Brasil – Por Amilcar Salas Oroño

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Primer debate presidencial de segunda vuelta en Brasil

Amilcar Salas Oroño*, especial para NODAL

Al margen de la tradición de debates (presidenciales) que tiene Brasil, cada nuevo encuentro entre candidatos tiene que ser observado en función del contexto de los días previos y el tiempo que queda para la votación definitiva. Este primer debate en vistas a la segunda vuelta del 30 de octubre entre Lula y J. Bolsonaro se realizó luego de dos semanas transcurridas tras el primer turno. Una primera vuelta que dejó una sensación paradojal: pese a haber estado muy cerca de obtener la presidencia ese 2 de octubre, el resultado dejó un tanto desanimado al campo progresista, porque se especulaba con una victoria directa, y que su contrincante no pasara la barrera de los 40%. Si a esa circunstancia se le suma el hecho de que J. Bolsonaro, durante la primera semana posterior, logró conseguir respaldos políticos de peso – por ejemplo, los electos gobernadores de Minas Gerais y Río de Janeiro, entre otros- y consiguió imponer cierta agenda propia de cuestiones en los debates públicos/mediáticos/redes, el envión de la campaña por el balotaje parecía estar yendo en una dirección favorable al actual Presidente.

Sin embargo, en la segunda semana post-primera vuelta, la que culmina con este debate en la TVBandeirantes, se desplegó una circunstancia novedosa en las redes sociales. Una situación de signo contrario a lo que venía observando – lo que no modificó las tendencias en intenciones de voto y tampoco alteró demasiado las estrategias territoriales de los candidatos. Quizás por primera vez, y apropósito de una secuencia de temas – «canibalismo con indios»/»celebración irrespetuosa en Nazaré»/»insultos en Aparecida»/»pedofilia presidencial» el bolsonarismo tuvo que salir a responder polémicas, en lugar de instalarlas, teniendo que colocarse a la defensiva en el terreno digital. A tal punto tuvo que salir a dar respuestas la campaña presidencial que el propio J. Bolsonaro armó una transmisión/Live el sábado a la madrugada para aclarar la cuestión de la «pedofilia y las adolescentes venezolanas». Los tópicos mencionados ingresaron en la discusión de las redes de forma agresiva, cambiando el tono con el que la campaña petista se venía manejando, bajo el impulso de dos «influenciadores prestados» – André Janones y Felipe Neto; hoy lulistas pero sin ninguna conexión con una identidad de izquierda, todo lo contrario- que lograron presionar y modificar el control que el bolsonarismo tiene sobre ese terreno.

Precisamente así comenzó el debate de la TVBandeirantes este domingo: al ingresar (después de Lula) en la conferencia previa, Bolsonaro admitió haber pasado «las peores 24 horas de mi vida», a propósito del escándalo de la «pedofilia presidencial». Ese tema fue el que rápidamente J. Bolsonaro intentó comentar ya al inicio del debate en el primer bloque. Un bloque también marcado por el mejor manejo escénico y de las gestualidades por parte de Lula y por la desesperación con la que J. Bolsonaro intentó continuamente conectar sus argumentos con la importancia del Nordeste en sus políticas de asistencia, algo que contrasta muy fuerte con el nivel de votación que recibe en esa región del país, compuesta por nueve Estados y que representa el 27% del padrón electoral.

El segundo bloque presentó mayor paridad. J. Bolsonaro logró entrar en una secuencia más cómoda – comenzó también a moverse por el estudio, a utilizar papeles de referencia- que le permitió responder a los tópicos del presupuesto público y las «fake news» con mayor orden argumental, y abriendo una secuencia – que se repetiría aún más en el tercer bloque- de insistencia con la corrupción de los «miembros del PT». En este segundo bloque se clarificó bastante más el sentido del diálogo entre ambos: Lula presentando una gama amplia de cuestiones concretas vinculadas con los problemas actuales del país – cuestión social, desempleo, privatización, pandemia; no siempre de forma articulada entre sí- y el actual Presidente intentando restringir los temas a pautas como la religión, la corrupción, la ideología de género, el bolivarianismo, etc. Si en el tema de la pandemia Lula sacó ventaja, por como repuso la cuestión de la corrupción – de forma muy insistente, iniciando 5 veces los diálogos sobre el tópico- Bolsonaro logró afirmarse un poco más.

El tercer bloque tuvo momentos oscilantes: Lula volvió a insistir en hablarle directamente a la cámara y fue el último en discursar, lo que siempre termina dando el tono definitivo en un debate. Por el contrario, no administró del todo bien su tiempo y dejó a Bolsonaro tomar la iniciativa, convirtiendo el último tramo del debate en unas preguntas por parte del Presidente que Lula respondía, marcando una dirección del diálogo – que, a su vez, también se reforzaba con un deslizamiento en el set hacia el lugar de Lula. Sin embargo, Bolsonaro mezcló demasiadas cosas al mismo tiempo en la última parte – de Nicaragua a la guerra en Ucrania- lo que le restó claridad. Y en el medio de todo el ida y vuelta, situaciones que el espectador observa – ya por fuera de los discursos- y que a veces abren a más interpretaciones: Bolsonaro perdiendo una lapicera y dejándola en el piso; Lula queriendo secarse la transpiración pero no arrepintiéndose; Lula dando la espalda a la cámara en varias oportunidades; J. Bolsonaro apoyando su mano en el hombro de Lula.

Nada substantivo va a cambiar por este debate de la TVBandeirantes; o quizás sí, nunca de sabe. A Bolsonaro le sirvió para comenzar a cerrar la cuestión de la pedofilia que lo tuvo sin dormir la noche anterior. Fue al debate con ese objetivo y parece haberlo logrado: ya hoy el TSE (Tribunal Superior Electoral) frenó su utilización como pieza para la campaña petista. Si el bolsonarismo logra volverse hegemónico nuevamente en las redes sociales, y ubicarse en una posición dominante, este debate entonces habrá sido clave para el actual Presidente. Si Lula, que domina la competencia – y por lo tanto, su victoria depende en parte de administrar sus recursos- identifica que el discurso más concreto, conectado con los problemas reales (en los análisis cualitativos que se hicieron durante el debate, entre los sectores más humildes ganó Lula precisamente por hacer referencia a tópicos de la vida cotidiana como el desempleo, los precios, la comida) le rinde muy bien, quizás llegue con mayor tranquilidad al segundo turno. Además, Lula logró decodificar cómo encarar un debate con un sujeto como J. Bolsonaro, lo que no es poca cosa de cara al debate final que se hará en los estudios de OGlobo dentro de 10 días (muy cerca de la votación). Hace exactamente 20 años Lula, que competía por cuarta vez la Presidencia – cosa que lograría en esa oportunidad- lideraba las encuestas del segundo turno contra J. Serra. Ya se habían enfrentado en debates anteriores, por lo tanto Lula ya había internalizado el modo (tecnocrático) del discurso de J. Serra. En el último debate, ganó Lula por paliza; quizás este debate también hay sido un entrenamiento similar.

*Politologo de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e Investigador del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG)

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